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viernes, 6 de mayo de 2016

Schrödinger se fue de parranda sin saber si le había tocado la loto

Ricardo Villegas:

En los últimos años, quizá a remolque de alguna mala educación o de un mal entendimiento de los libros de autoayuda, ha aparecido una generación variable, desconcertada, activa y pasiva a la vez, que, probablemente, no sabe hacia dónde esforzarse, si es que ha de hacerlo, para poder tener acceso a la cuarta parte de sus sueños.

Es la misma generación que cree que todo se puede, que “sí se puede”, pero no sabe realmente lo que se puede, si es que se puede, o si quizá se llegará a poder pero, joder, debería de poderse.
¿Te has enterado tú?
Yo tampoco.

Es una generación convencida de que todos sus males son siempre culpa de otro.
Si conducen, la culpa es del peatón, porque no sabe dónde están los pasos de cebra.
Cuando van andando, la culpa es de los desaprensivos conductores, que van como locos.
Culpa de los defraudadores, siempre los demás; ellos velan por su subsistencia.
Culpa del gran poder, del gran capital.
Culpa, culpa, culpa.

Que los demás —que no lo merecen tanto como yo— no puedan, pero yo sí, resulta ser una especie de objetivo absoluto que no está centrado en nada en particular. Ahí radica uno de los problemas.

¿Qué se puede? Felicidad, democracia, igualdad, equilibro, solidaridad. Joder, es muy bonito y muy feliz. Es ser el hombre mágico del país feliz de la casa de gominola de la calle de la piruleta. Pero en realidad no es nada. NADA. Un objetivo es comer ternera el martes. Un objetivo es poder ahorrar 4200€ para cambiar de moto.
Eso es un objetivo: algo cuantificable.

Las pseudociencias son muy de esa manera de pensar. Curar el cáncer con flores de Bach. Solucionar los mareos con reiki. Pero ninguna, absolutamente ninguna peudomedicina, promete que el jueves que viene la herida habrá cicatrizado, porque eso es cuantificable.
En el momento de cuantificar se pierde la emoción de lo mágico.


Guay. Chachi. Mola.

El gato de Schrödinger, simplificación máxima de la física cuántica, está a la vez vivo y muerto dentro de la caja porque no lo sabremos hasta que la abramos. En ese instante de duda previa, de momento dramático casi televisivo, coexisten ambos estados como si fueran dos universos paralelos.
Quienes vivimos en este dramático mundo estamos a la vez vivos y muertos.
Nos indignamos con valores absolutos y mandamos vídeos graciosos a la vez.
Pero nos aterra mirar en la caja por si acaso estamos muertos o tenemos la responsabilidad de estar vivos.
Hay una falta de control de la lógica: trabajo + esfuerzo (ya no) es igual a recompensa.
No se puede saber si mañana, al llegar a la empresa, habrá empresa. En ese sentido uno se puede aferrar a lo mágico o aferrarse a la desidia que son los dos estadios en el mundo cuántico social. La desidia es una posición lógica y eso es muy malo

En vez de aprender a afrontar las hipócritas casualidades que nos suceden a diario, hemos aprendido a protegernos, a quitarnos culpa, a pensar en magias.
Hemos aprendido a no cuantificar para no decepcionarnos y eso no es más que una gran coraza que nos lleva de la indignación a la pasividad, de “La Sexta noche” a “Gran Hermano”, sin querer asumir limitaciones o responsabilidades.

Somos reyes de la oposición, sin querer ser gobierno.

La culpa es de los otros. La solución la tienen que encontrar otros. Los problemas son NUESTROS.
Algo no cuadra en esa ecuación.

La nueva postura social —postureo en términos modernos—, es sentarse frente a la caja, en la posición del loto, para publicar en facebook que estás en contra de matar gatos. Muy en contra. También gritar que te gusta ver saltar a los gatos, cuando están vivos. Pero, JAMÁS, abrir la caja. Como mucho, iniciar una petición en change.org.

Hijos de puta: os estáis convirtiendo en gatos.

Empezad a hacer cosas, a aprender a fracasar, a jugar con breves objetivos, a valorar lo que cuesta hacer pequeñas cosas y entonces, quizá, saldréis de la caja donde no os ha metido nadie más poderoso que vuestro propio miedo.


*****

PD — me metamorfoseo en un gurú de autoayuda que abofetea a los que pagan por ir a sus charlas vacías, llenas de términos absolutos.
No es culpa mía.

lunes, 5 de enero de 2015

Juegos y juguetes

El juego es un invento, ingenioso, lúdico (y, en ocasiones, didáctico).

Divertido y diverso.

No precisa de objetivos (más allá de su propio desarrollo; pese a todo, es posible que la fantasía pueda requerir de unas reglas que concilien la participación coral).

Tampoco de objetos (los juguetes; esos artefactos, secundarios, que aumentan su cotización cuando son diseñados -y fabricados- por el propio usuario).

Todo lugar es propicio como escenario de un juego

Los que se nutren de la imaginación, acarrean dosis ilimitadas de ilusión.


"El primer regalo" - Viñeta: Erlich

Hoy sí que es la noche de la ilusión.

martes, 4 de junio de 2013

Algunos objetivos

Tras haberse opuesto abiertamente a la Segunda Guerra Mundial, Gerald Holtom, artista británico, diseñó su logo para el desarme nuclear, que sería utilizado en la primera Aldermaston March, del 4 al 7 de abril de 1958, en oposición a la “Guerra Nuclear”, como parte de la “Campaña para el desarme nuclear”. Posteriormente, el movimiento hippie se apropiaría de él; su uso extendido lo convirtió en uno de los símbolos de la paz.

Un gran objetivo. “Por supuesto”.

"Peace" Foto: Celeste Damiani

Conceptualmente el logo es de una extrema simplicidad. Empleó el semáforo, el Código de señales usado por la OMI (Organización Marítima Internacional) que utiliza banderas y resulta apropiado en condiciones de buena visibilidad.

Dado que tenía como objetivo el desarme nuclear (“Nuclear Disarmament”) integró las correspondientes letras del alfabeto.

"Descifrando el código" Foto: mashroms

La paz. Un objetivo de alcance universal.

“Of course”.

Apoyado colectivamente.

"Acción por la paz" Foto: Niconectado

*****

Karl Benz y Gottlieb Daimler inventaron en 1881, en Alemania, de forma independiente, el motor de combustión interna. En lugar de competir, decidieron integrarse en la misma compañía.

A principios del siglo XX, contaron con un notable distribuidor, Emil Jellinek, diplomático, empresario y hombre de mundo, de origen austro-húngaro. Participante en carreras de coches, empezó a apuntar sus pedidos como llamaba a su hija, Mercedes; con el tiempo, daría nombre a la firma.

El famoso logotipo con la estrella de tres puntas rodeada de un círculo, fue diseñado por Daimler. Simboliza la capacidad de adaptación de sus motores para su funcionamiento por tierra, mar o aire. Los laureles, símbolos de la marca Benz, se integraron en un logo perfectamente reconocible.

"Mercedes" Foto: garryknight

La ostentación y el exceso fue una seña de identidad en parte de la comunidad negra en los 80s (y siguientes). Uno de los símbolos de status era llevar mucho oro encima y adornarlo con las estrellas de Mercedes, colgando como si fueran medallones.

Barracus, miembro del equipo A, es recordado por su corte de pelo mohicano, sus problemas para controlar sus accesos de ira y su miedo a volar. Su gusto por el exceso —y su afición a llevar chatarra colgando del cuello— apuntan una explicación pavloviana en la aversión asociada al pitido que el arco de control de acceso emitía cada vez que, infructuosamente, trataba de acceder a un avión, sin estar drogado.

Como quiera que fuera la cosa, supuso un modelo para muchos. El desarrollo descontrolado de conductas imitativas y la falta de respeto a la propiedad ajena, condujeron a que la casa alemana decidiera integrar el logo en la carrocería del vehículo.

"A ver cómo haces para llevártelo ahora" Foto: FroyoNation

La ambición, combinada con el deseo de aparentar y resultar intimidante, dejan expuestas las verdaderas intenciones del que así actúa.

A nadie le gusta la ambición, la ostentación y la avaricia, cuando son ajenas.

“Por supuesto”.

*****

Estamos sometidos a tanta tensión que, en ocasiones, se nos ocurren medidas drásticas con las que resolver, taxativamente, los problemas que afrontamos.

Mi amigo Deploreibol lo tiene claro: “Un tanque es la mejor solución”.

Todos rechazamos el uso de la violencia. No parece concebible que alguien haya tomado una determinación así.

“Of course”.

Pero quizá, en algunas ocasiones, se me ocurren ideas, encuentro atajos, me planteo modos drásticos de terminar con todos esos que creo que se lo merecen de veras. Aquellos que, desapareciendo, conseguirían que el mundo fuera mejor.

No lo tomo en serio. Por supuesto que no. No me crean capaz de hacerlo. Hago todo lo posible para controlarme.

“Of course”.

Aunque quizá —“but maybe”— me sienta tentado a comportarme como un antisistema y  poner a alguno en el punto de mira.

"En el punto de mira"

Es posible que, aceptando sin cuestionar tantos “por supuesto”, mientras se alienta la visión egoísta de este mundo moderno que no deja de cambiar, estemos dejando mucho espacio para demasiados “but maybe” que sólo pretenden eliminar al que (nos) molesta.

Que, curiosamente, suele ser percibido como diferente y, por eso, extraño.

Y, quizá, prescindible.


*****

En ocasiones me cuesta distinguir los logros colectivos, las aspiraciones orientadas hacia lo propio y las lacras sociales, si sólo atiendo a su forma de mostrarse, a su apariencia externa.

*****

El martilleo de ese ritmo pis–benz–pum, pis–benz–pum, pis–benz–pum, repetido sin parar, me obsesiona, me hipnotiza y me levanta jaqueca.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Confesión de un fracaso


Debo admitirlo. Nadie me obliga a hacerlo. Es una necesidad personal. Reconocer en público lo que ya soy capaz de asumir en privado: he fracasado en mi objetivo.

"Esto hay que verlo" Foto: Niels Linneberg

Sí, bueno, tampoco se aprieten.
No pasa nada.
Un pequeño revés. Saldré de ésta. Seguro.

*****

Contar una historia, empezando por el final, es algo conocido. Si fuera ficción, aprovecharía para decir que estoy desestructurando el texto. Pero no (todo) es ficción.

Y quería empezar por lo más importante: reconocer que me puse un objetivo demasiado exigente (para mis posibilidades) y he sido incapaz de cumplirlo.

En ocasiones, no es conveniente examinar las cosas desde el prisma de los resultados obtenidos: siempre se obtienen algunos resultados. Se trata, más bien, de contemplar si se alcanza lo que se había previsto.

No es mi caso. Yo me había propuesto cumplir un plan de viaje y, hoy lo confieso, no he sido capaz de hacerlo.

Para tratar de analizar los objetivos y cuáles son las causas que explican sus incumplimientos, se ha desarrollado un montón de literatura que, en breve resumen, localiza dos parámetros que pueden resultar erróneos (en un eje bipolar):

1 — Los objetivos estaban mal definidos
2 — Los procesos fueron mal diseñados (o ejecutados)

En cualquiera de los dos casos, el responsable soy yo, porque yo establecí el objetivo que quería alcanzar y yo diseñé el plan de acción que luego fui incapaz de realizar.

Yo solito me lo busqué. No hubo palos, ni zanahorias.

"Toma y toma y toma" Foto: Kaptain Kobold

Para los habituales no hará falta decir que hablo del (fallido) proyecto del viaje en tren por el Reino Unido: una selección de música popular británica, estructurada como si fuera un viaje, con un recorrido en el que se repasaban los tópicos locales y se proponían las 666 canciones más representativas de los últimos 50 años.

Una locura, porque, para complicar más las cosas, se incluía una restricción adicional, de una sola muestra por cada grupo o solista.

En cada una de las 17 etapas (que, más tarde, por problemas de formato y compatibilidad con blogger, tuvieron que desdoblarse en tramos), se pretendía entregar, junto al listado de canciones (con vídeo incorporado), una guía de la visita y un pequeño artículo para cada una de las 666. Además, intentaba que tuvieran un formato diferente, para evitar la monotonía que todo trabajo enciclopédico implica.

Un intento de elevar la dificultad del proyecto, buscando encontrar mis propios límites, que, de tanto estirar, la goma terminó rompiéndose. Justifico mi fracaso cuando son actualidad dos intentos de forzar al máximo los límites:

    como Felix Baumgartner en su salto estratosférico
    Cataluña, Escocia o Flandes, y el espíritu de Oriente Medio gravitando sobre el establecimiento de límites territoriales

No pretendo equiparar mi fracaso a ninguno de los proyectos mencionados. Pero, me pregunto, ¿tratar de forzar al máximo los límites resulta siempre en un beneficio?

*****

Había esbozado una teoría que rompía el tópico que afirma que “cada cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones”, pretendiendo que un sistema no secuencial de relaciones fortalecía el conjunto y, de ahí, la búsqueda de vínculos auto-referenciados en aras de un dibujo heteromorfo de interrelaciones no centralizadas.

*****

En fin, un fracaso que se gestó porque no pude cumplir lo que anuncié el 13 de agosto: un viaje que empezaría el 11 de septiembre y terminaría el 13 de noviembre. Eran tres meses para completar las guías de visita de las 17 etapas y los artículos de las 666 canciones. Un viaje que nacía maldito. Era demasiada carga.

Y, en mitad del camino, cuando iba cumpliendo a duras penas los plazos de entrega, el tren se encontró un contratiempo. Un correo electrónico con una extraña oferta: una propuesta de edición y una petición para cancelar la publicación de material de creación propia (guía de visita y artículos). Se inició una negociación que, hoy lo puedo anunciar, no ha prosperado.

Mi valoración personal (a posteriori) es que se trataba de un boicot. Pero, ya, ni me ocupa, ni me preocupa. No trataré de indagar más. Lo cierto es que, cuando se iniciaron las conversaciones, tomé una decisión estúpida: dejar de escribir. Ni aunque trate de volver a hacerlo, cumpliré con el plan previsto. Una vez que rompes el ritmo, es complicado recuperarlo. Si vas al límite (en este caso, por la existencia de plazos), es imposible.

*****

Así que, de momento, el proyecto ha dejado de serlo (en el sentido de que carece de futuro). Seguiré programando los playlists de las etapas, como estaba previsto y —a modo de remate— entregaré una entrada regalo (el día de mi cumpleaños), con las 666 canciones ordenadas por fecha.

Será uno de esos enlaces que a veces recibes, que tienen una pinta estupenda porque lo tienen todo y que guardas en el fondo de un cajón, pendiente de revisar más tarde, “cuando tenga tiempo” y, al final, lo único que hacen es coger polvo.

*****

Tengo que dar las gracias a muchos (ya sabes que hablo de ti) por seguir este itinerario tan caótico y cambiante de rumbo (y de velocidad) que es este blog. Si fuera un autobús, el conductor sería de los que van haciendo amigos con sus frenazos y sus enérgicos acelerones. Con esos bandazos para cambiar de carril. Que cierra la puerta antes de que hayas podido apearte y tienes que darle una voz para que la vuelva a abrir de nuevo. El que no necesita avisar de que “al fondo hay sitio”, porque te manda allí con su arrancada imprevista.

Una seña de identidad (además del color fucsia): ser imprevisible.

Un completo sinsentido

*****

UK 666 fue un viaje. Es posible que no alcanzara el destino como me hubiera gustado (pero, mientras duró, fue de lo más entretenido).

*****

Final. La crónica del viaje. Gestación, preparativos y trayecto.

01/08 — 500 BM
02/09 — UK 666
04/09 — 666. El número
11/09 — Etapa 01: (A) Irlanda del Norte y (B) Gales
14/09 — Etapa 02: Glasgow (Escocia)
25/09 — Etapa 04: North England (A) Nordeste de Inglaterra / (B) Noroeste de Inglaterra
28/09 — Etapa 05: (A) El Gran Manchester I / (B) El Gran Manchester II
02/10 — Etapa 06: (A) Merseyside I / (B) Merseyside II
05/10 — Etapa 07: (A) Yorkshire I / (B) Yorkshire II
09/10 — Etapa 08: Midlands (A) East Midlands / (B) West Midlands
16/10 — Etapa 09: East of England
19/10 — Etapa 10: South East England (A) Sudeste I / (B) Sudeste II / (C) Sudeste III
23/10 — Etapa 11: South West England (A) Sudoeste I + Isle of Man / (B) Sudoeste II
26/10 — Etapa 12: (A) London ‘60s I / (B) London ‘60s II
30/10 — Etapa 13: (A) London ‘70s I / (B) London ‘70s II
02/11 — Etapa 14: (A) London ‘80s I / (B) London ‘80s II
06/11 — Etapa 15: (A) London ‘80s III / (B) London ‘80s IV
09/11 — Etapa 16: (A) London ‘90s I / (B) London ‘90s II / (C) London ‘90s III
13/11 — Etapa 17: (A) London 00 I / (B) London 00 II / (C) London 00 III / (D) London 00 IV
14/11 — FIN DE TRAYECTO

martes, 29 de mayo de 2012

Exceso de ruido

Hace poco, un amigo me invitaba a participar en un grupo en facebook que trataba intereses comunes. Me apunté, animado, tratando de aportar mis ideas al debate general y con la intención de escuchar las del resto de los participantes en lo que asumía que podía ser provechoso para todos y estimulante en su desarrollo.

Eso que llaman la colaboración, o la creación distribuida. Para los que les gusten más los términos en inglés: crowdsourcing.

Una idea ciertamente interesante: un lugar (no un foro, sino un ágora) en el que poner en común las experiencias propias y ayudar en la búsqueda de soluciones novedosas.

Rápidamente comprobé que la idea se había deteriorado y que los impulsores del proyecto habían quedado relegados a un segundo plano, superados ampliamente (en número y en actividad) por los que se están erigiendo en protagonistas del proceso de relación digital: los llamados social manager (o nombres parecidos) que, en un intento desesperado para ellos y los demás, lo único que terminan es haciendo ruido.

"Peligro: ruido" Foto: skyloader

El proceso asociacionista es realmente complejo: tratar de aunar las voluntades (diferentes, desde su propia concepción) de personas que tienen voluntad propia y que han querido —autónomamente— liderar su propio proyecto, se convierte en una tarea difícilmente viable. Se presentan varios obstáculos:

1 — El que, sólo, quiere vender su marca (servicio o producto).
2 — El que trata de aprovechar particularmente los beneficios que se pudieran conseguir para todos.
3 — El que busca notoriedad.
4 — El que trata de que el proyecto fracase, porque cree que los avances colectivos le perjudican en lo individual.
5 — El intruso.

No quiero seguir avanzando por esta línea que, dejo abierta aquí, para que, quien tenga interés, pueda encontrar lugares  por donde continuar.


El punto en que me había quedado es que hay gente que provoca ruido. Ya se apuntó en otro sitio una definición de ruido. En mi caso, la abundancia de charla hueca (la que realizan, con exceso de aparato, los protagonistas del nuevo espacio de relaciones, caracterizada por la búsqueda del movimiento continuo, sin ninguna selección; sin filtro), generó una conducta de evitación: dimití (me encanta hacerlo) del grupo y dejé que siguieran su camino, aunque me perdiera cosas interesantes que pudieran tener valor para mí.


Escribo esto cuando me acabo de levantar dándole vueltas a estas ideas. Por la dedicación (buscada y voluntaria) que le pongo al blog, me pasa a menudo. Me despierto, porque trabajo en algunas ideas. Gracias a un maestro he entendido que lo que me preocupa no es el pasado, lo que no me convierte en rumiante y que, al ocuparme de cosas externas a mí (y con una finalidad orientada a otros), no me provoca ansiedad por el futuro. Algo parecido.

Pero en mis divagaciones he llegado a una conclusión demoledora: soy, para algunos, lo que otros son para mí.

Y ahora, como si esto fuera el final de Sospechosos habituales o El club de la lucha, las piezas empiezan a encajar. Recuerdo los mensajes y las palabras, los comentarios y los hechos, desde una perspectiva diferente.

Ahora me doy cuenta de que el que hacía ruido era yo.


También recuerdo cuando empecé y me puse un plazo. Primero eran cien entradas, luego llegar a cumplir un año.

Ambos plazos se han cumplido. He estado mirando el blog, lo que he avanzado hasta ahora.

Pero no sé cómo quiero seguir. Y quiero tomarme un descanso para saber qué hacer.

El año ha sido increíble para mí, pero no quiero convertir el resto de mi vida en una repetición sin sentido de lo que una vez hice y me gustó.

De momento, lo dejo.

lunes, 31 de octubre de 2011

Liderazgo

Nos encontramos ante una habilidad: es decir, una capacidad para hacer algo de una determinada manera.

Foto: Chris JL
Se manifiesta en un contexto social; necesita de la interacción.

Es una habilidad finalista y, debido a ello, puede analizarse o describirse conforme a los resultados que posibilita alcanzar.

Es determinista: su presencia implica la sutil distinción entre grupos y equipos. También es determinante: condiciona el establecimiento de relaciones sociales, establecidas dentro de grupos que actúan como equipos, orientados a la consecución de resultados.


No es, por el contrario —pese a que es una creencia extensamente generalizada— una característica de personalidad. No se explica por la aparición de un carácter dominante que subyuga a los demás y les obliga a hacer —contra su voluntad— cosas que, por si solos, nunca hubieran hecho. No es sugestión, ni tampoco carisma. No es un poder omnímodo. No deviene de la tenacidad de su poseedor, ni está codificado en el ADN. No es una cualidad innata, ni una forma de deslumbrar a incautos o no iniciados. No es necesario ejercerlo entornando los ojos en una torva mirada, ni hace falta poner la voz grave.


Ésta puede ser la buena noticia del día:
Se puede liderar sin parecer siniestro


La principal conclusión, por ahora, es que el liderazgo no se posee, sino que se ejerce.


Los humanos nos asociamos en grupos, de diferente naturaleza, atendiendo a diversos focos de interés. Los grupos se dotan —o poseen— un grado de complejidad interno que depende de su estructura y de las reglas por las que se rigen.

Una empresa es un grupo, como también lo es la familia, la cuadrilla de amigos, un Estado, un Gobierno o un club deportivo.

Existen grupos formales, con estructuras claras y definidas y que poseen algún tipo de organización funcional jerarquizada.

También existen grupos NO formales, en los que, pese a plantear objetivos comunes —el principal factor de cohesión—, no existen reglas ni jerarquías sistematizadas.

Foto: rogilde - roberto la forgia
Los grupos se transforman en equipos cuando sus miembros actúan de forma coordinada y subordinan sus objetivos particulares a la consecución de los objetivos comunes.

Cuando los equipos se constituyen de forma organizada y se orientan hacia la consecución de sus objetivos comunes, necesitan de la intervención de sus líderes.


Debe considerarse la existencia de distintos tipos de líderes y diferentes formas de ejercer el liderazgo.

Debe distinguirse también entre líderes formales y NO formales. La diferencia se establece por la naturaleza de la asignación del papel de líder. Hay situaciones en las que un líder recibe explícitamente el papel que debe representar para el equipo. Todos los participantes del grupo conocen —y deben reconocer— la asignación del liderazgo. Pero en otras ocasiones se desarrollan líderes no formales: son quienes desempeñan esa función de forma tácita. No han recibido un nombramiento, no todos los miembros perciben esa realidad, pero realmente sucede: hay quienes, por encima de su responsabilidad nominal, ejercen su positiva contribución sobre el grupo.

Ésta es la característica fundamental del liderazgo: la contribución. Y ésta es la definición que aquí proponemos sobre el líder:

“Toda persona que contribuye activamente
a la consecución de los objetivos comunes

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...