Mostrando entradas con la etiqueta Jill Pollack. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jill Pollack. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de mayo de 2014

Tres años de Común Sin Sentido

Mucho tiempo transcurrido.

Un proyecto que se inició a modo de prueba, que se convirtió en una forma de obsesión y que hoy, tres años después, con más de 400 artículos escritos, presenta un futuro incierto.

*****

"En stand-by"

Es momento de confesiones.

Tratar de buscar explicaciones, mirando hacia atrás, supone convertir motivos en razones.

Los motivos son los argumentos que conducen a la acción; los que mueven a comportarse de una determinada manera; los motores de nuestros actos. Muchas veces son irracionales y se dejan guiar por impulsos. Son errantes y caprichosos.

Las razones son los argumentos que utilizamos para explicar por qué hicimos las cosas. Son re–construcciones, racionalizadas y no espontáneas, no siempre fieles, que tratan de hilvanar en un hilo lineal lo que, en realidad, pudo haber sido una forma de actuar inconexa y errática (e incluso errónea).

Juzgarse con excesiva benevolencia facilita la aparición de la necedad, un empeño falto de provecho para el que Baltasar Gracián nos prevenía en El arte de la prudencia:

“…todos los necios son audaces. Su misma estupidez, que les impide primero advertir los inconvenientes, después les quita el sentimiento de fracaso”.

*****

Así que, de forma imprudente, expongo las que hoy juzgo mis razones:

Un cáncer (en el que perdí un pulmón), un ictus como reacción a la quimioterapia (que mermó mis capacidades cognitivas, fulminando mi memoria a corto plazo y afectando áreas asociadas al lenguaje, lo que me impide hablar de seguido, sin trabucarme) me abocaban a tener próxima (y tentadora) la posibilidad de derrumbarme.

No soy dado a andar quejándome. Entiendo que todos andamos sobrados de preocupaciones. Las personas que te hacen partícipes de las suyas, sin quererlo, te trasladan una carga que puedes rechazar o que puede sumirte en una congoja que procede de tu incapacidad para hacer nada e intervenir de forma útil.

Uno debe poner mucho de su parte para afrontar la carga que le haya correspondido. Acabo de terminar el libro de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido. Una muestra de determinación y de un comportamiento verdaderamente ejemplar. Un estímulo. Una forma de entender que hay una manera apropiada de afrontar lo que corresponda.

En aquel momento, escribir un blog suponía cambiar el foco de atención, desplazarlo desde mi enfermedad y llevarlo hacia otros intereses, haciendo que, estando ocupado, dejara de preocuparme.

*****

Tuve la inmensa fortuna de contar con la mujer más entusiasta que haya conocido. Siempre estuvo a mi lado y, sin ella, no hubiera sido capaz de superar las dificultades que me he ido encontrando.

Mis hijos fueron la esperanza que tiraba de mí y que hacía que tuviera ganas de vivir, por descontado. Me obligaban a plantearme el futuro, de forma gozosa, buscando encontrar la forma de disfrutar junto a ellos y de seguir pudiendo mostrarme como un ejemplo que quisieran emular (y que les resultara de provecho para su vida futura).

Así que, acompañado por ella, inspirado por mis hijos, apoyado por mi familia y los profesionales médicos que cuidaron de mí, tuve la fortuna de encontrar un montón de gente buena, cariñosa, amable, agradecida, desprendida. Todos los que con sus gestos generosos, grandes o pequeños, hicieron que todo resultara más sencillo.

Cuando el blog cumplió un año, quise mostrar mi gratitud para todos. Hoy ese agradecimiento se ve renovado (y debería ampliarse a más personas que han pasado a formar parte de mi vida desde entonces).

*****

No sabría definir el blog. Sé que quise tratar de plasmar mis propias ideas, evitar ser predecible y establecer conexiones de formas no convencionales.

No sé si ha funcionado. Aunque creo que su nombre encierra las claves de mis pretensiones:

Común

Quise tratar aspectos cotidianos, cosas que contemplaba a mi alrededor, comportamientos propios y ajenos que suscitaran interés. En algunos casos, por lo novedoso; en otros, por lo sorpresivo; en la mayoría, tratando de encontrar explicación a la forma de actuar en asuntos ordinarios. Plantear preguntas, más que intentar establecer respuestas.

Sin

…ataduras para mí, ni obligaciones para quien se acercara a leer. Traté de forzar límites, de buscar nuevos formatos, de no mantenerme en un territorio que, por conocido, me resultara cómodo.

Sentido

Parecerá pretencioso: intentaba devolver (de una extraña manera, admito) la generosidad y el apoyo que recibí en mis momentos de debilidad.
Planteé preguntas, compartí inquietudes, busqué sonrisas.
No sé si supe lograrlo.

*****

Estoy orgulloso de tres artículos que hoy puedo releer sin ruborizarme.
Expresan lo que opinaba entonces, firmes convicciones que se mantienen vigentes.


*****

Mi dedicación se volvió obsesiva, convirtiéndose en un refugio en el que invertía tiempo y esfuerzos, cayendo atrapado en una rutina de la que me costaba salir.

Y me dejaba robar a mi mujer y a mis hijos, y a todos los que debería seguir sintiéndome vinculado, para enredarme de forma virtual en proyectos que, pese a ser vibrantes, me exigían más de lo que podía ofrecer.

No era consciente de que todos mis amigos (en Madrid, Bilbao, Barcelona, La Coruña, Albacete, Santiago de Compostela, Ciudad Real, Pamplona, Burgos, Valencia, León, y más sitios) estaban presentes, pero que mi realidad cercana era a la que debía prestar verdadera atención.

*****

¿Cómo darse cuenta de los errores que uno comete?
Nos acostumbramos a criticar al vecino; nos mostramos osados dando consejos a los demás; percibimos las malas intenciones en los actos ajenos, pero no somos capaces de vernos como vemos a los demás (y, menos aún, como los demás nos ven a nosotros).

Nadie reconoce en sí mismo a un miserable. Es fácil encontrar excusas.

*****

Me avergüenza reconocerlo; un programa que emite Divinity Channel me abrió los ojos: Consumidos por el caos.



Lo presenta Jill Pollack, una mujer que recuerda a Monica Lewinsky. Ejerce de terapeuta del hogar, incluyendo las relaciones entre los miembros de la familia y el entorno que comparten (porque el desorden y el caos están causados por otros problemas implícitos).

Vi que lo que resultaba evidente en otros, era patente en mi forma de actuar: más allá del apego a los objetos, resultaba deprimente comprobar que usaba la tecnología como forma de evadirme de lo que debía sentir más cercano.




Dejarme seducir, una vez más, por los matices de quien lleva más de 17 años compartiendo éxitos y fracasos, haciendo encantadora la compañía y la rutina.

Descubrir que tengo a tres hijos llenos de virtudes; que es agradable compartir tiempo con ellos; que saben enseñarme a jugar, porque desbordan imaginación, curiosidad e ingenio. Que la labor que iniciamos da frutos, porque tratamos de hacer con ellos lo mismo que hicieron con nosotros: “prepararles para lo imprevisible”.

*****

Cumplidos tres años de este blog, ya no volverá a ser el mismo.

Yo tampoco.

*****

Recuerdo las veces que me reí con ellos, los artículos que le dediqué a ella, los muchos que le leí a mi madre y que son su recuerdo más reciente. También los comentarios de los que, por cualquier conducto, me mostraron su gratitud por cualquier cosa que hubiera escrito.

Creo que quien haya llegado leyendo hasta aquí habrá imaginado que pensaba dejar de escribir. Es entendible. De hecho, fue mi propósito firmar hoy un epitafio. Pero, recapacitando, teniendo presente la lectura del maravilloso libro de Nuccio Ordine en el que reclama la necesidad de reivindicar la utilidad de lo inútil, captando la sutileza del título de Marino en el que anima a volver a la normalidad y comprendiendo que no puedo haber leído a Thoreau y permanecer parado, asumo que probablemente sea mejor no ceder del todo, sino, más bien, moderar mi dedicación y prestar atención a lo que verdaderamente importa.

*****

Supongo que, siendo así, podré cambiar el stand by, para pedir un poco de comprensión y de confianza

Ben E. KingStand by me

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...