Es una sensación extraña que se produce cuando estamos a punto de dormirnos. No es muy frecuente, pero sí que se ha repetido varias veces a lo largo de mi vida, y nunca le había prestado atención, pero esta noche volvió a suceder, y he decidido investigar.
En ese momento en que estás conciliando el sueño, en esa duermevela en la que no nos hemos dormido del todo, ahí es cuando ocurre. Justo antes de que entres en el sueño profundo, cuando te estás relajando para caer definitivamente en los brazos de Morfeo, sientes una sacudida de tu cerebro y de tu cuerpo, una interrupción de tu estado basal, que te sobresalta, te hace abrir los ojos y retomar la conciencia.
Es como un cortocircuito mental. De hecho, en mi caso, las veces que me ha pasado, se reproduce en mi cabecita el típico sonido de retroceder o avanzar una cinta de cassette, e ipso facto sales del sueño que empezabas a intuir, para volver al modo despierto. Ese clic mental, va acompañado de una sacudida involuntaria de todos tus músculos que, en un abrir y cerrar de ojos, vuelven a estar alerta. Ahora decidme, ¿Habéis sentido esto alguna vez? ¿Con qué frecuencia?
Pues la explicación de este hecho parece ser de lo más elemental. El nombre técnico son sacudidas mioclónicas, y son una parte más del proceso de dormir, aunque no a todas las personas les ocurre. La culpa la tiene nuestro cerebro, que interpreta mal las señales del cuerpo. Al dormirnos, nuestros músculos comienzan a relajarse, el cerebro confunde este suceso, e interpreta que te estás cayendo; por esto, envía un impulso nervioso a los brazos y piernas para intentar poner el cuerpo en alerta, de modo que “reinicia” de alguna forma el sistema. Estos sobresaltos suelen venir acompañados de sueños de caída, aunque en mi caso no ha sido así.
Otras teorías sostienen que es un síntoma residual de nuestra ascendencia compartida con los simios. Se supone que los monos que dormían en los árboles tenían este sistema de defensa ante posibles caídas, por lo que se despertaban sobresaltados antes de estamparse. Curioso.
Ninguna explicación está demostrada, pero la primera teoría es la más aceptada por los expertos del sueño. Dicen que es una sensación totalmente normal y que no tiene importancia desde el punto de vista médico. Pero a mí no deja de llamarme la atención, pues es una de esas cosas que hace tu cuerpo involuntariamente, como gobernado por una fuerza ajena que sacude tus sueños, y que no puedes controlar.
Así que, ya sabéis, si alguna vez sentís algo parecido a lo que acabo de contar, no hay de qué preocuparse. Estas sacudidas nocturnas son lo más normal del mundo cuando tratamos de dormirnos. La cuestión ahora es otra, ¿por qué no todo el mundo las experimenta? La respuesta está en nuestro cerebro, y al mío nunca se le ha dado bien eso de interpretar las señales…
En ese momento en que estás conciliando el sueño, en esa duermevela en la que no nos hemos dormido del todo, ahí es cuando ocurre. Justo antes de que entres en el sueño profundo, cuando te estás relajando para caer definitivamente en los brazos de Morfeo, sientes una sacudida de tu cerebro y de tu cuerpo, una interrupción de tu estado basal, que te sobresalta, te hace abrir los ojos y retomar la conciencia.
Es como un cortocircuito mental. De hecho, en mi caso, las veces que me ha pasado, se reproduce en mi cabecita el típico sonido de retroceder o avanzar una cinta de cassette, e ipso facto sales del sueño que empezabas a intuir, para volver al modo despierto. Ese clic mental, va acompañado de una sacudida involuntaria de todos tus músculos que, en un abrir y cerrar de ojos, vuelven a estar alerta. Ahora decidme, ¿Habéis sentido esto alguna vez? ¿Con qué frecuencia?
Pues la explicación de este hecho parece ser de lo más elemental. El nombre técnico son sacudidas mioclónicas, y son una parte más del proceso de dormir, aunque no a todas las personas les ocurre. La culpa la tiene nuestro cerebro, que interpreta mal las señales del cuerpo. Al dormirnos, nuestros músculos comienzan a relajarse, el cerebro confunde este suceso, e interpreta que te estás cayendo; por esto, envía un impulso nervioso a los brazos y piernas para intentar poner el cuerpo en alerta, de modo que “reinicia” de alguna forma el sistema. Estos sobresaltos suelen venir acompañados de sueños de caída, aunque en mi caso no ha sido así.
Otras teorías sostienen que es un síntoma residual de nuestra ascendencia compartida con los simios. Se supone que los monos que dormían en los árboles tenían este sistema de defensa ante posibles caídas, por lo que se despertaban sobresaltados antes de estamparse. Curioso.
Ninguna explicación está demostrada, pero la primera teoría es la más aceptada por los expertos del sueño. Dicen que es una sensación totalmente normal y que no tiene importancia desde el punto de vista médico. Pero a mí no deja de llamarme la atención, pues es una de esas cosas que hace tu cuerpo involuntariamente, como gobernado por una fuerza ajena que sacude tus sueños, y que no puedes controlar.
Así que, ya sabéis, si alguna vez sentís algo parecido a lo que acabo de contar, no hay de qué preocuparse. Estas sacudidas nocturnas son lo más normal del mundo cuando tratamos de dormirnos. La cuestión ahora es otra, ¿por qué no todo el mundo las experimenta? La respuesta está en nuestro cerebro, y al mío nunca se le ha dado bien eso de interpretar las señales…