Si a Homer le preguntarais cuál es el sitio que más le gustaría visitar del mundo, él respondería, (tras dudarlo unos segundos, por supuesto) que una fábrica de cerveza! En Springfield, sería una visita a las instalaciones de Duff, pero en la vida real nosotros tenemos San Miguel.
Cual Homer emocionado, me fui a Burgos a visitar la fábrica de cervezas San miguel, con mis compañeritos de clase, en armonía y paz. La profesora responsable nos dejó a nuestras anchas pasando de nosotros como de la mierda seca… lo cual le agradezco en el alma.
Tras las dos horitas de rigor en autobús, nos plantamos en Burgos dispuestos a ver el proceso de fermentación de la cerveza, que es lo que más nos interesaba para ampliar los conocimientos adquiridos en la asignatura de Microbiología, pero no, craso error! Resultó que esa parte de la planta cervecera estaba en obras, y nos tuvimos que conformar con ver como metían la cerveza en botellitas y latitas. Migajas.
La amena visita corrió a cargo de una hiperactiva mujer que hacía las veces de guía y que se ponía a bailar en cuanto sonaba la musiquita de un móvil (no exagero en absoluto, mis ojos tuvieron que verlo así…) Conocimos al maestro cervecero, cuya función principal no me quedó del todo clara, pero que es el que más sabe de cerveza, y que nos explicó el proceso cervecil, mientras la hiperactiva mujer hacia honor a su nombre y nos deleitaba con un sin fin de muecas a cada palabra del maestro (cervecero, se entiende…) De hecho, parecía la intérprete del leguaje de signos de los informativos, pero sin tener zorra idea del mismo… Muy surrealista todo…
Tras la visitilla rápida nos quedaba lo mejor: Un aperitivo para probar las cervezas fabricadas en la planta: todas las variedades de Mahou y San Miguel (sí, porque nos enteramos de que pertenecen al mismo grupo y se fabrican en el mismo sitio, por temporadas) acompañadas de un montón de manjares para picotear! Piscolabis, le llaman, qué gran palabra del castellano!
Y con este broche final terminamos la que podemos catalogar como "San Miguel experience", no sin antes llevarnos debajo del brazo los botellines de cerveza que quedaban sin abrir, (algo muy español también, no hay duda…) ya que mejor en la buchaca, que encima de la mesa cogiendo polvo y esperando ser abiertas...
Pero como con esto no nos conformamos, nos fuimos a Burgos a tomarnos unos cafeses para rematar la tarde. La profesora desapareció de nuevo, y dejó el resto del viaje en nuestras manos. Con el autobús a nuestra disposición, decidimos hacer una parada en tan bella capital, para recorrer sus calles y deleitarnos con sus vistas.
Merodeamos un poco por el casco histórico, lo justo para hacerle unas fotos a tan grandiosa catedral, casi tan hermosa como la de León (permitidme este comentario como leonés que soy), cruzar el arco de Santa María, pasear por sus calles empedradas, o descubrir el encanto de la que se conoce como Plaza mayor. No hubo tiempo para mucho más, la tarde pasó volando y llegó la hora de partir… Absorbiendo los últimos rayos de sol, nos subimos de nuevo al autobús rumbo a León.
Desde ahora ya puedo decir, sin miedo a equivocarme, eso de… San Miguel: donde va, triunfa!