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viernes, 20 de noviembre de 2015

Franco, 40 años después

Si partimos de la base de Franco fue un dictador y que una dictadura sólo se puede mantener mediante el miedo o el terror, cualquier intento de deslegitimarlo o de ridiculizarlo es una redundancia, que puede hasta resultar empalagosa.
Conviene explicar otros aspectos de la cuestión, sobre todo porque pueden resultar más útiles para entender dónde estamos. Una de las cosas que hay que tener en cuenta es que entre los años 55 y 70 del siglo pasado, al menos el setenta por ciento de los españoles apoyaba a Franco. A partir de los 70 el porcentaje decreció en un dos o tres por ciento. Los más despabilados del lugar presintieron su muerte (la de Franco), y se aprestaron a tomar posiciones para lo que venía.
O sea, Franco solo no podía tener sojuzgada a toda España, necesitaba colaboradores. Eso lo saben y para llenar ese hueco apuntan al PP. Pero este partido en solitario no puede llenar ese hueco. Muchos franquistas inquebrantables luego resultaron ser socialistas de toda la vida.
Todos los partidos políticos por el simple hecho de serlo y de participar en la democracia rechazan implícitamente la dictadura. Pero los que vivían mejor “contra” Franco exigen que el rechazo sea explícito. Otra redundancia.
El funcionamiento interno de todos los partidos españoles es propio del franquismo. Quien puso de moda el lema “el que se mueva no sale en la foto”, tan propio del franquismo, fue el PSOE, y le imitaron todos los demás partidos políticos.
El partido que acabó con la poca independencia que tenía el CGPJ fue el PSOE, y sólo un partido, UPyD, surgido precisamente del propio PSOE, exige que se le dé, no el grado de independencia que tuvo, sino toda.
Como dijo el clásico, el mejor modo de vencer a tu enemigo es ser mejor persona que él. Y tengo la sensación de que muchos de los que llaman asesino a Franco, de haber tenido su poder, habrían hecho fusilar a mucha más gente.

domingo, 2 de febrero de 2014

Rigau insta a no acatar la sentencia

Considero necesario comenzar por los principios básicos. Un demócrata que se desenvuelve en una democracia siempre acata la ley. Cuestión distinta sería si estuviera bajo una dictadura. En democracia, las leyes las hacen los representantes de los ciudadanos, y en este sentido hay que recordar un componente del partido de Irene Rigau tuvo un papel destacado en la elaboración de la Constitución.
En la renovación de los vocales del CGPJ también ha estado CiU, de modo que no hay ninguna excusa para no cumplir las leyes. Si con estos precedentes no se cumplen, hay que concluir en que quienes no lo hacen no son demócratas.
Según las noticias, Irene Rigau, en su calidad de consejera del gobierno catalán, ha manifestado que se reunirá con los colegios afectados para indicarles que no acaten la sentencia.
Y en este punto falla la fortaleza de las instituciones españolas, porque debería haber bastado esa noticia para que fuera apartada de su cargo.
Ocurre también que en Cataluña se dictan leyes que pueden considerarse abusivas, sobre todo en el terreno lingüístico, y sus gobernantes obligan a cumplirlas. No sé que calificativo pueden merecer quienes instan a no cumplir unas leyes y obligan a cumplir otras. Pero es obvio que el calificativo cae fuera del ámbito de la democracia. Quizá se le pueda llamar chavismo.
En una democracia ha de haber, necesariamente, respeto a las leyes y también prensa libre. Ah, pero en Cataluña hacen editoriales conjuntos y quien los redacta pasa por exquisito. Redactar un editorial conjunto es una grosería del quince. Y los doce periódicos que lo publicaron se retrataron para la posteridad.
Se dice que hay democracia en un lugar cuando alguien que piensa lo contrario que la mayoría puede transitar tranquilamente por sus calles. O sea, que esto de ir llamando botifler a este o aquel no es, en absoluto, democrático.
Cuando se discute sobre un asunto importante hay que recordar que lo más importante de todo es salvar a la democracia. Si se pierde ésta, se pierde casi todo.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Las supuestas semanas caribeñas se han terminado

Eso dice Gonzalo Moliner, actual presidente del CGPJ. Con ello se pretende dar por cerrada una etapa, cosa que no debería ser.
La campaña contra el anterior presidente, Carlos Dívar, se inició presuntamente, porque no cedió a unas presiones que se le hicieron. Resulta creíble este dato porque Dívar no hizo los viajes el día anterior, sino que llevaba tiempo haciéndolos sin que nadie dijera nada. Y esto era así por varios motivos; el primero de ellos es que eran legales, aunque puedan tenerse por inmorales; y el segundo, y más importante, es que los vocales del CGPJ gastaron 830 733 euros en viajes en 2011, lo que significa que en promedio gastaron más que Dívar, y eso también es inmoral.
Es indecente que se establezca una cacería contra alguien al que legalmente no se puede perseguir, porque la ley permite lo que hace. Lo que procede es cambiar esa ley y todavía procede más cambiar las cosas para que la justicia sea independiente.
Dar por cerrado el caso Dívar de ese modo es como aceptar implícitamente la culpa del anterior presidente, cosa que denota una falta absoluta de compañerismo. Y más si se tiene en cuenta que ha quedado sin explicar el gasto en viajes de los demás componentes del CGPJ. No es justo que uno pague y los demás no. Es una buena paradoja que el CGPJ no sea justo. Y también es una estampa de la actual situación de España.
Para que haya democracia un pobre debe sentirse capaz de derrotar a un poderoso en los tribunales. Y para que esto pueda ocurrir, la justicia debe ser totalmente independiente de cualquier otro poder, incluido, por supuesto el político. Quienes mejor lo saben son los jueces. Pero los componentes del CGPJ no van a reivindicar esa libertad, porque han sido nombrados por los políticos.

'La amante imperfecta' 
'De Laura y otras muertes' 
'Hasta los cuervos picotean las cerezas' 
'La energía después de Fukushima' 
'Limones dulces' 
'Ocurrió en Valencia' 
'Los invitados de la princesa' 
'La vida y la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer contada a los niños' 



viernes, 13 de julio de 2012

Lo de la hija de Fabra

En Castellón distinguen entre Fabra el bueno y Fabra el malo, aunque creo que sería más apropiado conocerlos como el malo y el peor. El sistema político que padecemos en España esconde una trampa diabólica, puesto que se llama democracia y no lo es. Una de las pruebas de eso es la permanencia de Carlos Fabra en sus cargos políticos.
Este personaje debería haber dimitido hace mucho tiempo, o haber sido destituido, porque su presencia no aporta más que descrédito a las instituciones en las que está. Y , sin embargo, persiste en sus cargos y lo hace con una actitud que induce a pensar que si no lo despachan es porque no pueden. Y todos son conscientes de eso. Y los contribuyentes no podemos hacer nada, puesto que todo se decide en las cúpulas de los partidos.
Son los partidos los que deciden quienes van en las listas y quienes se quedan, y a muchos de estos últimos, para compensarles, les colocan en organismos que también están a cargo del contribuyente y que sólo sirven para eso. Si los políticos respetaran a los contribuyentes no quedaría ninguno. Pero como no ordene Merkel que los supriman, van a durar.
Lo de Carlos Fabra con la justicia tiene su miga, puesto su juicio, o juicios, llevan y años, mientras los encargados van cambiando uno tras otro, y los hay que piden amparo al CGPJ.
Y a pesar de todo sigue en el partido y mantiene sus cargos y es tal su poder que impuso a su hija en las listas. La idoneidad de la hija para el puesto ha salido a relucir, y una vez que ha ocurrido esto, el responsable de las listas de Castellón, por respeto a los votantes, debería haber dimitido inmediatamente. Ha ocurrido lo de siempre en esta que llaman democracia nuestra. Su partido ha salido a defender, institucionalmente a Andrea Fabra. Como cuando Leire Pajín dijo aquello del encuentro sideral, en cuyo momento debió ser apartada de la política, dada su evidente falta de capacidad. Y ahí sigue.
Y a los contribuyentes nos queda la opción de pagar. Bueno, no a todos. Hay contribuyentes que no pagan lo que deben.

'De Laura y otras muertes'
'Hasta los cuervos picotean las cerezas'
'La energía después de Fukushima'
'Limones dulces'
'Ocurrió en Valencia'
'Los invitados de la princesa'
'La vida y la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer contada a los niños'
'Los mejores dibujos publicados en El País 2004-2011'

martes, 22 de mayo de 2012

El caso Dívar

La Fiscalía decidió archivar la denuncia presentada por el vocal del CGPJ, José Manuel Gómez Bermúdez, contra el presidente del citado organismo, Carlos Dívar, por no considerar delictivos los hechos denunciados, que consisten en una serie de viajes a Marbella, realizados por el denunciado, con cargo al propio CGPJ.
Dado que el denunciante sabía que las normas del Consejo no obligan a informar de las actividades oficiales de sus miembros cuando realizan algún viaje, cabe suponer que era consciente de que su denuncia podía ser archivada. Pero cabe suponer que también sabía que el diario El País serviría de altavoz de la noticia, por lo que el prestigio de Dívar quedaría un tanto menguado, como probablemente ha ocurrido.
Para los ciudadanos cada vez es más evidente que la Justicia debe estar totalmente al margen de la política, porque si no es así no hay Justicia y sin Justicia no hay democracia.
Creo que hay una propuesta de alguien perteneciente al Movimiento de los Ciudadanos hacia la República Constitucional, que consiste en que los componentes del CGPJ sean elegidos por todo el personal de la Administración de Justicia. Parece una idea razonable, puesto que de este modo los jueces ya no dependen de los políticos y por otra parte han de demostrar su valía ante quienes les observan desde la primera fila con ojos expertos.
Podría darse el caso de que algunos jueces muy conocidos, quizá Garzón, acaso el propio Dívar, yo eso no lo sé, no fueran vistos con simpatía por quienes han trabajado a sus órdenes. Lo que es evidente es que este sistema, si se aprobara, obligaría a los jueces a ser más eficientes y, al mismo tiempo, más comprensivos con los funcionarios de Justicia, a la par que les permitiría ser menos complacientes con los políticos.
El mayor pelota de España, y es difícil alcanzar ese título, salió en defensa de Carlos Dívar, pero mejor se hubiera defendido él solo si hubiera explicado sus gastos.

viernes, 27 de enero de 2012

El miedo de la izquierda a la libertad

Propone Alberto Ruiz-Gallardón modificar el sistema de elección de los miembros del CGPJ y sólo le acompaña en el empeño UPyD. La independencia de la Justicia es fundamental para que haya democracia. Si los jueces están sometidos al Poder, a los ciudadanos no les cabe ninguna esperanza en caso de litigio.
Los jueces no son perfectos, e incluso se dice que algunos se duermen en los juicios, y que otros son vagos, pero por lo menos han tenido pasar una oposición, aunque también los hay que ni eso, y estos últimos suelen ser, por lógica, los más sumisos con quienes les han nombrado. Los jueces han pasado una oposición, pero los políticos lo único que tienen que hacer es caerles bien a quienes hacen las listas y votar exactamente lo que se les manda, o sea que su caso es peor.
Fue el gobierno de Felipe González el que acabó con la tímida separación de poderes que había hasta entonces. “Montesquieu ha muerto”, dijo Alfonso Guerra. La coartada que se procuró para perpetrar el desafuero parecía razonable: Los jueces son franquistas y la sociedad es socialista, por tanto hay que adecuar la composición de la judicatura a la realidad española. En realidad, más razonable hubiera sido dejar que el transcurso del tiempo hiciera su labor. Cercenar la independencia de los jueces y concentrar todos los poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en uno, es lo mismo que acabar con la democracia.
Y esto es lo que tenemos ahora, un simulacro de democracia en el que unos pocos mandan y todos los demás obedecen, sin que tampoco haya transparencia, puesto que continuamente surgen casos de corrupción, que han estado gestándose durante años, sin que nadie diga nada, porque el Poder obstruye todas las investigaciones y los diputados deben obediencia a los líderes de sus partidos y no a los ciudadanos.
Ojalá tuviéramos democracia.

'El tiempo que nos une'
'Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes'
'La crisis del euro'
'Zero'
'Cuentos nevados de Phil y Maya'
'El Conde Lucanor'
'Contra el insulto'
'Milagros de Nuestra Señora contados a los niños'