Con
lo que se prueba que en España nadie tiene en cuenta los intereses
de los pequeños accionistas, que siempre salen perdiendo, bien se
trate de Cervezas El Águila, Banca Catalana, Banesto, Banco de
Valencia, Banco de Valladolid, o cualquier otra empresa que cotice en
la Bolsa y pase por dificultades, a causa de una mala gestión, o de
lo que sea.
En
el caso de Bankia conviene resaltar que ya hay alguna sentencia según
la cual la salida a la Bolsa de las acciones de esta entidad no puede
considerarse como ortodoxa, por decirlo con palabras suaves. Los
titulares de la prensa hablan de estafa.
Esta
salida a la Bolsa de las acciones de Bankia se produjo con la
complicidad del Estado, que luego, ante la magnitud del descalabro,
tuvo que invertir mucho dinero para evitar la desaparición de la
Entidad. Pero de quienes invirtieron sus ahorros, o parte de ellos,
en esas acciones, porque confiaron en los gestores de Bankia, y sobre
todo en sus avalistas, entre los que estaba el Estado, por medio de
algunas de sus instituciones, como el Banco de España o la CNMV, no
se acuerda nadie.
Por
otro lado, se alaba mucho la gestión de Goirigolzarri, pero tampoco
hay que olvidar que no ha hecho nada por defender los derechos de
esos accionistas que acudieron engañados a la OPV de Bankia. Los
derechos morales que puedan tener no son vistos por nadie. Quienes
deberían hacerlo, miran hacia otro lado.
El
gobierno pone a la venta ese paquete de acciones y con esta acción
quiere alegrar a los contribuyentes, dando a entender que comienza a
recuperar el dinero que tuvo que poner para salvar al Banco, que cayó
en el hoyo porque previamente habían fallado los servicios de
Inspección del propio Estado. Pero al poner todo ese papel a la
venta perjudica a quienes acudieron engañados a la OPV porque impide
que las acciones suban.