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viernes, 10 de octubre de 2014

Historias absurdas... O puede que no tanto

El otro día me crucé con un colega que iba acompañado de una señora. Resulta que era su madre. Me la presentó. Yo la saludé con formalidad, los dos besos de rigor y un susurrado “encantada”. De repente la señora en cuestión, brazos en jarra y con expresión medio sorprendida medio enfurruñada me dijo:

-¡Uy, pero qué seria! ¿Es que no sabes sonreír? ¿Qué pasa, se te ha comido la lengua el gato?

Yo la miraba horrorizada y di un paso atrás cuando vi que ella estiraba la mano con intención de pellizcarme el moflete…

-¡Madre mía! ¡Qué amiga más tímida que tienes, hijo! Desde luego ya puede espabilar…

***

El mes pasado tuve unos días raritos. No tenía mucha hambre, tenía el estómago revuelto y un poco de dolor de cabeza. Uno de esos días fui al restaurante de siempre y, en lugar del menú del día pedí un plato combinado. Cuál fue mi sorpresa cuando el camarero apareció con un platazo de lentejas estofadas, lo plantó delante de mis ojos y me dijo amoroso:

-Ahora te traigo lo que has pedido pero primero tienes que comerte las lentejitas, ¿vale, princesa? Que te alimentan mucho, ya verás qué ricas están.

Yo lo miraba flipando. La verdad, olían bien. Y no tenía cuerpo para discutir. Así que le di un tiento a las lentejas, tomé un par de cucharadas y luego aparté el plato. Cuando volvió a aparecer el camarero me miró enfadado:

-Te he dicho que te lo tienes que comer todo.

-Pero es que no tengo hambre –le respondí, cohibida.

Se sentó a mi lado, cogió la cuchara, la llenó de lentejas y, mirándome amenazante, la acercó a mi boca. Yo me aparté e hice el amago de levantarme.

-¡Siéntate ahora mismo! –me gritó.

Todos en el restaurante me miraban y murmuraban. “Hay que ver, mira todo lo que se está dejando en el plato, y en África los niños se mueren de hambre…” Sus reproches llegaban hasta mis oídos. Me senté humillada y dejé que el camarero enfadado me hiciera engullir las lentejas a toda velocidad.

-Venga, deprisa, mastica y traga. ¿No ves que tengo que atender a toda esta gente? Mira que eres egoísta, el tiempo que me haces perder…

Me dolía la tripa y tenía ganas de vomitar, pero en ese ambiente hostil no se me ocurrió rechistar cuando me trajo el segundo plato. Me lo comí todo, todo, todo, hasta el chusco de pan. Cuando el camarero me arrojó la nota sobre la mesa aún me regañó más por mi mal comportamiento.

-¡Y además, te has quedado sin postre!

Salí corriendo de allí, aliviada. No hubiera podido comer ni media uva, la verdad. Desde ese día odio las lentejas, ¡con lo que me gustaban a mí antes!

***

El fin de semana pasado mi marido estaba de un torpe y revoltoso que me tenía frita. Se despertó tempranísimo, y eso que era sábado, ¡para un día que puedo dormir! Y venga a hacer ruido… Luego le dio por poner la música bien alta, lo que me levantó dolor de cabeza. Como no pone cuidado me tiró al suelo el montón de ropa recién planchada al suelo. Y como no mira por dónde anda se chocó conmigo en el pasillo y me dio un golpetazo que me dejó sin respiración, ¡hay que joderse con el hombre este! Total, que por la tarde ya me tenía hasta el gorro así que le dije:

-Anda, vamos a tomar algo con los amigos, que me tienes harta hoy. Así le das la barrila a otro y me dejas un ratito en paz.

Pero fue peor el remedio que la enfermedad, porque, cuando estábamos todos sentados en el bar mi marido la lio bien liada. Fue como un dominó: le dio un golpe a un vaso y fueron cayendo uno detrás de otro. Mi cerveza acabó en mi regazo y estallé. Le cogí del brazo y lo sacudí mientras le gritaba:

-¡Mira que eres tonto DE REMATE!. ¡Todo el santo día dando el coñazo el tío este! ¿Es que no tienes ojos? No pones ningún cuidado y mira la que has montado. Ahora mismo nos vamos, se acabó la fiesta. Ya puedes ir pidiendo perdón a tus amigos por fastidiarles la tarde. Nos vamos a casa, y en el coche más te vale pensar en tu comportamiento…

Seguí gritándole mientras me lo llevaba a rastras al coche, y él lo único que hacía era mirarme con ojos bovinos, como si no entendiera todo lo mal que lo hace siempre todo.





jueves, 18 de septiembre de 2014

El Extraño Caso de la Doctora Jekyll y Miss Hyde

MiLily es muy buena. Como ya os he comentado alguna vez tiene su puntito de mala leche, algo que me parece muy saludable. Me gusta pensar que en el futuro va a una niña-adolescente-mujer asertiva, fiel a sus principios y con voz para rebelarse contra las injusticias. Aunque por lo general es de carácter dulce y risueño y los enfados no le duran mucho.

Pero… ¡sí, siempre hay un pero! Hay una situación en la que MiLily se transforma y deja de ser ese ser adorable para transformarse en algo parecido a la niña del exorcista, a veces con vómito a chorro incluido: los viajes en coche.

Me consuela saber que no es algo exclusivo de ella. Les pasa y les ha pasado a muchos bebés. Y digo que me consuela no por eso del “mal de muchos…” sino porque parece que es algo que la gran mayoría supera.

Pero, por el momento, me toca aguantarme y recurrir a toda una serie de estrategias que he ido perfeccionando con el tiempo. Aprovechar sus horas de descanso para que se cuaje nada más encender el motor, salir de muy-muy-madrugada cuando se trata de un viaje largo,  darle la teta en las posturas más inverosímiles -si no soy yo la conductora, claro-, cantar durante 40 minutos la misma canción, o mi nueva técnica infalible: ¡comida!

Yo, defensora de una alimentación equilibrada y enemiga de las guarrerías cuando se trata de mi niña, he tenido que renunciar a mis principios para mantener la cordura. Y es que conducir con un bebé berreándote en la oreja, además de romperte el corazón, estresa hasta el punto de convertirte en un pésimo conductor. Por no hablar de las consecuencias del llanto no atendido, el temido vómito, ¡qué asco que me da! 

Así que ahora llevo el coche lleno de bolsas de patatillas, gusanitos, palitos de pan,… y el bolso lleno de bolsitas de yogur o fruta para beber, golosinas varias y chocolatinas -el recurso “calma total”, solo para emergencias-.


¿Sufrís alguno estos mismos males? ¿Algún consejo, algún remedio que no se me haya ocurrido? ¡Estoy ansiosa por escuchar vuestras sugerencias y consejos!

jueves, 10 de enero de 2013

El último mes


Hola amigos, ¿qué tal esas fiestas? Yo he debido comer demasiado, porque tengo un barrigón…. J Vaaaale, en serio, han sido unas fiestas distintas, tranquilas, emotivas, con sus momentos para todo, hasta para echar unas buenas lágrimas.

En cuanto al embarazo, entrando en su fase finalísima, a menos de tres semanas de salir de cuentas, ¡qué nervios y qué ganas! Y qué hartura.

Porque, si el embarazo en general no es ese mundo idílico que te venden las revistas, no os podéis imaginar lo pesado que es el último mes.

Hoy me he cortado las uñas de los pies. Ha sido todo un ejercicio acrobático del que estoy orgullosísima y se lo he contado a todo el que me ha querido escuchar. Es increíble lo limitante que puede llegar a ser llevar en tu barriga una media de cinco kilos en modo compacto. Por no hablar de todo lo demás…

Mis manos han doblado su tamaño, tengo la cara deformada (por primera vez en mi vida tengo los labios carnosos, lo que estaría genial si no se me despellejasen de la tensión), mis tobillos tienden a desaparecer, parezco un tentetieso cada vez que ando (y mis amigos, que son majísimos todos ellos, me imitan y se ríen de mí), tomo pastillas para el ardor como si fueran caramelitos, si estorurnudo, toso o me río demasiado me meo encima, y si no también, mi espalda es una contractura toda ella,… Y podría seguir, porque es un no parar.

En cuanto a mi hija, ha dejado de ser mi princesita, mi amor, mi cielo, mi vida,… para convertirse en “el octavo pasajero”. Eso no son patadas, parece que quiere salir de mí atravesando útero y barriga. Lleva dos días sin parar de removerse, no debe de ser muy  confortable estar tan comprimida, pero ¿qué culpa tengo yo? Ahora le ha dado por jugar a la pelota con mi vejiga. Casi prefería cuando se dedicaba a jugar a la comba con mis intestinos.

Ya se me ha olvidado lo que es dormir más de dos horas seguidas. Si no son los dolores es que tengo que hacer urgentemente tres gotas de pis, o que la pequeña quiere juerga (jugamos a “tú me das una patada y yo te aprieto el pie”, ¡le encanta!) Por ahí dicen que esta fase es una especie de preparación para lo que se te viene encima después, pero yo casi preferiría llegar a esa fase sin tanta preparación.

Es una de las cosas, junto con la cerveza, que más echo de menos, ¡dormir una noche entera del tirón! Y, por desgracia, voy a tener que esperar bastante para disfrutar de ambas.

Peeeero… ¡Estoy feliz! Cada día me acerca al momento de sostenerla entre mis brazos, algo que pensé que nunca llegaría. Si me da un patadón protesto, pero en el fondo estoy encantada de sentir que es absolutamente real.

Claro que pienso en el parto con algo de miedo, pero mis nervios tienen más que ver con las ganas de ver su carita, de besar su nariz respingona, de morder sus deditos de los pies,… ¡Qué ganas!

jueves, 13 de diciembre de 2012

Lo que nadie te cuenta del embarazo: Introducción


Mimi me sugirió llevar en el blog un diario del embarazo, pero no lo consideré oportuno. ¿Para qué llenar este espacio de miedos e incertidumbres? Ahora que mi niña sería viable fuera de mí y que las posibilidades de que las cosas vayan mal se han reducido bastante, ya puedo permitirme el lujo de contaros alguna cosita.

Vaaaaale, prometo no convertir este sitio en el blog de Mamá-Vir, pero durante un tiempo tendréis que aguantaros, ¡o dejar de leer! Porque esto es lo más emocionante y bonito que me ha pasado en la vida.

Lo de ser mamá, digo, no lo del embarazo. El embarazo es un coñazo. Por suerte, el cuerpo de la mujer es sabio y se prepara para aguantar las mil y una tonterías que “son normales” durante el embarazo produciendo una enorme cantidad de hormona “me-la-refanfinfla” y hormona “soy-súper-feliz”.

Bueno, vale, es verdad. No es tan horrible. Tiene un montón de cosas buenas (además de ese chute hormonal que deberían vender en cocktail para tomar una noche de copas).

Y de todo esto iremos hablando en las próximas semanas. ¿Qué os parece? J

viernes, 4 de mayo de 2012

#elúltimoempujón

Disculpen la ausencia, tanto en mis blogs como en los suyos. Y es que ya lo dije, ¡¡no paro!! Entramos ya en la recta final y mis energías flaquean. Va a ser un fin de semana emotivo y agotador. Y, como remate final, el todo o nada.
Hacía tiempo que no hablaba de mi otra gran pasión, y es que el año no ha dado más de sí. Entre unas cosas y otras no he podido disfrutar todo lo que hubiera querido. Aunque en esta temporada, más que disfrutar, lo que hemos hecho es sufrir. Un año lleno de alegrías a medias y muchos sinsabores. Pepu, ¿qué pasó?
Una buena Demente lo lleva codificado en los genes, es lo que toca, es lo que hay. No es algo nuevo ni será la última vez.
Para colmo, Jiménez se va. Otro estandarte que se nos borra. Volveremos a reinventarnos…
Volveré con ustedes la semana que viene. ¿El día? Pues depende mucho de mi humor y de lo que pase el domingo… Crucen los dedos por mí (a menos que sean murcianos, pero no me lo cuenten).
¡¡ARRIBA ESE ESTU!! ¡¡EL ÚLTIMO EMPUJÓN!!

martes, 27 de marzo de 2012

Momento-vergüenza

Acabo de tener un estúpido episodio sincopal, una lipotimia, vamos, una bajada de tensión con mareo, sudoración fría, aumento de las pulsaciones, náuseas,… En medio del pasillo, en el curro. Es un coñazo. Sí, un coñazo con todas las letras. Porque no puedo hacer nada por solucionarlo más que esperar, porque siempre tengo que montar el numerito y porque no hay nada como ver a un grupúsculo de gente reunida para que todo el mundo pregunte qué pasa. Vox pópuli en treinta segundos.
No es algo nuevo, pero hacía tiempo que no me pasaba. Recuerdo la vez que pasé más vergüenza. Estaba en una tienda en mi pueblo y noté que me venía. Traté de salir de allí, siempre pienso que voy a conseguirlo pero nunca lo consigo, así que, a mitad de camino, en medio de uno de los pasillos, tuve que tirarme al suelo porque no podía más. Una vez en el suelo la sangre vuelve a regar el cerebro y todo empieza a mejorar. Pero poco a poco, mientras a tu alrededor se congregan curiosos y preocupados, preguntando sin cesar. Y a una le dan ganas de gritar: ¡déjenme tranquilita un momento, por favor! Pero la voz no sale, una está más ocupada tratando de respirar normalmente.
Aquello se saldó con la regañina de todos los que estaban a mi alrededor: ¡mira que no desayunar con este calor!, con una botella de suero glucosado intravenoso en la ambulancia, otra regañina de las enfermeras y un montón de personas desconocidas preguntándome durante meses cómo me encontraba a cada paso que daba por el pueblo.
En la consulta médica, en medio de una celebración futbolística, en una reunión de amigos en mi casa,… Debería estar acostumbrada, pero a los momentos vergonzosos una nunca se acostumbra.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un chiste de funcionarios y políticos

Gracias a Olga por la inspiración:

Un señor que va en coche y se percata de que está perdido, maniobra y pregunta a alguien en la calle:
-¡Disculpe!, ¿podría usted ayudarme? He quedado a las 14:00 con un amigo, llevo media hora de retraso ¡y no sé dónde me encuentro!
-Claro que sí -le contesta-. Se encuentra usted en un coche, en la autovía A 43 dirección de salida, a unos 7 Km, 400 m del centro de la ciudad, a 40º de latitud norte y 58º de longitud oeste.
-Es usted FUNCIONARIO, ¿verdad? -dice el del coche.
-Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
-Muy sencillo, porque todo lo que me ha dicho es "técnicamente correcto", pero "prácticamente inútil": continúo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer con su información.
-Usted es POLITICO, ¿verdad? -pregunta el de la calle.
-En efecto -responde orgulloso el del coche- ¿Cómo lo ha sabido?
-Porque no sabe dónde está ni hacia dónde se dirige, ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de preguntarme, pero ahora, por alguna extraña razón, parece que la culpa es mía.

viernes, 9 de marzo de 2012

Una de sueños

Hace un par de días tuve un sueño…, bueno…, raro…, ejem…, inesperado… Vamos, que soñé con un compañero, un sueño bastante desconcertante. No fue un sueño erótico en toda regla, pero sí tuvo cierto componente sexual.
Todos los días, sobre las dos de la tarde, tenemos nuestro momento relax de charla (política-fútbol-fútbol-política), un ratito antes de que yo termine mi jornada y él la empiece.
Pues, cuando fui ayer a verlo, nada más entrar me puse roja como un tomate y me dio la risa floja. Y es que los sueños muchas veces actúan en el recuerdo como experiencia vivida, y es de lo más embarazoso soñar algo de esa índole con alguien con quien no tienes ese tipo de relación y que encima tienes que ver a diario.
¡Qué mundo este de los sueños! 7ven siempre protesta (en broma) cuando le quiero contar alguno, porque los míos son de lo más elaborado.
Y vosotros, ¿soñáis? ¿Cuál es el sueño más raro que recordáis?
¡Feliz fin de semana!

viernes, 10 de febrero de 2012

Recuperando trocitos de A partir de los 30

Porque hay días en los que quisieras escribir pero no tienes ganas de vomitar bilis sobre el papel, hoy voy a recurrir a re-publicar. Porque hoy no tengo ganas de estar enfurruñada, una historia con algo de humor; porque este frío me cansa, una historia con un toque de calor; porque parece que recordar es delito, una historia que surgió de un bonito recuerdo. Para los que ya la leísteis en su día en A partir de los 30, mis disculpas. Feliz fin de semana.
La Frase Adecuada
Como cada tarde, me senté en la barra de mi bar favorito, La Vaca Chuca, el bar de Patricio, el camarero cañón. Mi cerveza fresquita, mi paquete de tabaco, mi caja de cerillas (¡qué le voy a hacer! Soy una romántica de las cerillas), mi cuaderno y mi bolígrafo. Es un sitio inspirador, un bar de los de toda la vida, con las paredes alicatadas de azulejos setenteros, olor a calamares fritos, radio vieja que cruje más que suena, habitual clientela masculina de sol y sombra y máquina tragaperras.
Estaba a punto de terminar la novela. La editorial me había encargado un par de ampliaciones para redondearla un poco, para que no se quedara coja. Particularmente no veía la necesidad, pero ellos son los entendidos, y, como suelo decir, la historia puede estar tan clara en mi cabeza que a veces se pierden detalles de mi mente al papel.
Patricio es un encanto. Somos amigos desde hace tiempo, desde que decidí que aquel era el sitio perfecto para escribir. A veces me enredo con él en las más absurdas conversaciones, incluso lo convierto en escucha de párrafos que no me terminan de convencer. Otras, simplemente nos saludamos y me deja en paz enfrascada en mi escritura. Estoy segura de que los camareros tienen un sexto sentido, una especie de don para entender las necesidades del cliente, más allá de la tapa de bravas o el montadito de lomo.
Además, Patricio es arrolladoramente atractivo. Su sonrisa. Ahí está la clave. Cuando sonríe lo hace con cada fibra de su cuerpo. Sus ojos están circulados de pequeñas arrugas de felicidad que se profundizan cada vez que la alegría se refleja en su rostro. Es inteligente, es educado, es divertido y siempre tiene la frase adecuada. O casi siempre.
El caso es que lo mío con Patricio es amor platónico, pero no todos los días se levanta una para mirar y admirar. Y cuando las hormonas mandan, ¿quién les planta cara?
Allí estaba yo, con la mirada perdida en la parte de su pecho que asomaba desnuda bajo su camisa, completamente distraída, cuando interrumpió mis pensamientos:
- ¿En qué estás pensando?
“En desabrocharte el resto de los botones, meter mi mano bajo tu ropa y acariciar ese pecho cubierto de vello suave.”
- En nada.
- Parece que ha vuelto el calor, ¿verdad?
“No lo sabes tú bien. Acércate y verás qué calor hace por aquí.”
- Sí… – noté cómo ese mentado calor subía a mis mejillas y, nerviosa, le di un golpe a mi caña de cerveza ya terminada.
- Ten cuidado, que te vas a mojar.
“(Pensamientos no reproducibles)”
Ya estaba yo a punto de dejar el euro veinte sobre la barra y largarme de allí cuanto antes, antes de decir alguna tontería, cuando, mirándome con esos ojos oscuros y esa media sonrisa que me tienen enganchada, añadió:
- ¿Te pongo algo?
Y claro, rompí a reír.

lunes, 16 de enero de 2012

El tan esperado invierno

La niebla densa caía en pequeñas gotas que mojaban mi rostro al pasar, como de lágrimas que no derramé. La noche ya había caído cuando fui a despedirme por segunda vez en un mismo día. Sentí que todo estaba bien, que por fin el clima se acompasaba al ritmo lánguido de mi corazón.
Mi vida siempre ha sido una sucesión de despedidas y reencuentros, de lágrimas en el aeropuerto, tanto de tristeza como de felicidad. Una aprende a sobrellevarlo, no queda otra.
Aprendes a tener a la familia a una llamada telefónica, a abrazarlos en la distancia, a no contar con su presencia natural. Aprendes a disfrutar de las breves estampas, a cumplir años cuando te conviene y no cuando debe ser, a valerte por ti misma, a no sentir abandono o indefensión.
Ayer no lloré. Fue algo tremendamente egoísta lo que me llevó a no sentir la necesidad de desparramarme en humedades: la esperanza de que, por lo menos respecto al Señor Marqués, se trate de la última. Tampoco lloré con Malolito, y es que llevo toda una vida despidiéndome de él. Purita costumbre que no resta vacío.
Hoy tampoco lloro, que es lunes y llueve. Y la semana se presenta, cuanto menos, ocupada. No hay tiempo para las lágrimas. Sí para las sonrisas de invierno, bienvenido seas.

lunes, 2 de enero de 2012

El contador a cero

¡Buenos días!
Sí, y es que hoy el día ha empezado muy pronto. Toca volver al curro e intentar ponerse al día en el menor tiempo posible, aunque tal y como están las cosas ni ganas quedan. Pero bueno, yo seguiré tratando de desbordar optimismo. Eso sí, con el hacha preparada, por si hay que ponerse en pie de guerra. Que una es alegre, pero no tonta del bote. O no tanto.
El 2012 se presenta… difícil. Por una parte, menos dineritos a fin de mes. Por otra, más horas de trabajo. Eso, en principio, no sería un problema, porque ya las echo cuando hace falta, pero, señores, ¡esto es un engaño! Una bajada de sueldo en toda regla, cuando nos juraron y perjuraron que no sucedería. ¿Alguien se lo creyó? Lo de los recortes sociales por ahora me lo salto.
De todas formas, este año me no deja de ilusionarme. Tengo un par de proyectos en perspectiva que espero poder llevar a cabo con éxito. Para uno de ellos espero contar con vuestra ayuda, por ahora no os adelanto más.
¿Resumen del 2011? Las aguas vuelven a su cauce, y eso siempre es una gran noticia. El año ha tenido sus más y sus menos, pero ¿qué año no los tiene? Estoy contenta de que se haya acabado, es como cerrar un ciclo, como volver a empezar, esta vez con buen pie.
¿Propósitos para el 2012? Eso es lo que quiero que me contéis… ¡A mojarse toca!

lunes, 30 de mayo de 2011

Tormenta

El cielo nocturno cubierto de nubes refulgía cada pocos segundos. El viento soplaba furioso. Un viento frío que agitaba algún poste suelto haciendo que este repiqueteara en el silencio de las sombras. Poco a poco el ambiente se cargó de humedad. El olor a tierra mojada lo invadió todo. Ahora los truenos retumbaban desgarrando la noche, y una cortina de agua frenética tapó la visión de las tinieblas. Después, la calma.
La montaña rusa. En primavera es inevitable. He aprendido a convivir con estos cambios de humor. También he aprendido a convivir con el vértigo que produce la descorporeización, un fenómeno frecuente cuando llegan los ciclos rápidos. Odio esta superconciencia de mí misma. A veces trato de imaginar cómo sería ser otra persona. O intento proyectarme en mi vecino de enfrente, y sea en el metro, comiendo con mi familia o disfrutando con mis amigos, intentar averiguar qué inquietudes lo mueven por dentro, cómo se ha llegado a formar su filosofía de vida, qué le llevó a pensar de una manera o de otra. Es agotador.
El otro día le decía a 7ven que yo no siempre he sido así, que no siempre he pensado de la misma forma, y que muchas de las cosas que pienso, muchos del os ideales que defiendo, son costosos de defender, porque van en contra de mi naturaleza humana, y a veces hasta de mi moral. Defender lo correcto a veces supone un coste emocional grande.
En realidad no tiene importancia. Son las tormentas primaverales.