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viernes, 10 de octubre de 2014

Historias absurdas... O puede que no tanto

El otro día me crucé con un colega que iba acompañado de una señora. Resulta que era su madre. Me la presentó. Yo la saludé con formalidad, los dos besos de rigor y un susurrado “encantada”. De repente la señora en cuestión, brazos en jarra y con expresión medio sorprendida medio enfurruñada me dijo:

-¡Uy, pero qué seria! ¿Es que no sabes sonreír? ¿Qué pasa, se te ha comido la lengua el gato?

Yo la miraba horrorizada y di un paso atrás cuando vi que ella estiraba la mano con intención de pellizcarme el moflete…

-¡Madre mía! ¡Qué amiga más tímida que tienes, hijo! Desde luego ya puede espabilar…

***

El mes pasado tuve unos días raritos. No tenía mucha hambre, tenía el estómago revuelto y un poco de dolor de cabeza. Uno de esos días fui al restaurante de siempre y, en lugar del menú del día pedí un plato combinado. Cuál fue mi sorpresa cuando el camarero apareció con un platazo de lentejas estofadas, lo plantó delante de mis ojos y me dijo amoroso:

-Ahora te traigo lo que has pedido pero primero tienes que comerte las lentejitas, ¿vale, princesa? Que te alimentan mucho, ya verás qué ricas están.

Yo lo miraba flipando. La verdad, olían bien. Y no tenía cuerpo para discutir. Así que le di un tiento a las lentejas, tomé un par de cucharadas y luego aparté el plato. Cuando volvió a aparecer el camarero me miró enfadado:

-Te he dicho que te lo tienes que comer todo.

-Pero es que no tengo hambre –le respondí, cohibida.

Se sentó a mi lado, cogió la cuchara, la llenó de lentejas y, mirándome amenazante, la acercó a mi boca. Yo me aparté e hice el amago de levantarme.

-¡Siéntate ahora mismo! –me gritó.

Todos en el restaurante me miraban y murmuraban. “Hay que ver, mira todo lo que se está dejando en el plato, y en África los niños se mueren de hambre…” Sus reproches llegaban hasta mis oídos. Me senté humillada y dejé que el camarero enfadado me hiciera engullir las lentejas a toda velocidad.

-Venga, deprisa, mastica y traga. ¿No ves que tengo que atender a toda esta gente? Mira que eres egoísta, el tiempo que me haces perder…

Me dolía la tripa y tenía ganas de vomitar, pero en ese ambiente hostil no se me ocurrió rechistar cuando me trajo el segundo plato. Me lo comí todo, todo, todo, hasta el chusco de pan. Cuando el camarero me arrojó la nota sobre la mesa aún me regañó más por mi mal comportamiento.

-¡Y además, te has quedado sin postre!

Salí corriendo de allí, aliviada. No hubiera podido comer ni media uva, la verdad. Desde ese día odio las lentejas, ¡con lo que me gustaban a mí antes!

***

El fin de semana pasado mi marido estaba de un torpe y revoltoso que me tenía frita. Se despertó tempranísimo, y eso que era sábado, ¡para un día que puedo dormir! Y venga a hacer ruido… Luego le dio por poner la música bien alta, lo que me levantó dolor de cabeza. Como no pone cuidado me tiró al suelo el montón de ropa recién planchada al suelo. Y como no mira por dónde anda se chocó conmigo en el pasillo y me dio un golpetazo que me dejó sin respiración, ¡hay que joderse con el hombre este! Total, que por la tarde ya me tenía hasta el gorro así que le dije:

-Anda, vamos a tomar algo con los amigos, que me tienes harta hoy. Así le das la barrila a otro y me dejas un ratito en paz.

Pero fue peor el remedio que la enfermedad, porque, cuando estábamos todos sentados en el bar mi marido la lio bien liada. Fue como un dominó: le dio un golpe a un vaso y fueron cayendo uno detrás de otro. Mi cerveza acabó en mi regazo y estallé. Le cogí del brazo y lo sacudí mientras le gritaba:

-¡Mira que eres tonto DE REMATE!. ¡Todo el santo día dando el coñazo el tío este! ¿Es que no tienes ojos? No pones ningún cuidado y mira la que has montado. Ahora mismo nos vamos, se acabó la fiesta. Ya puedes ir pidiendo perdón a tus amigos por fastidiarles la tarde. Nos vamos a casa, y en el coche más te vale pensar en tu comportamiento…

Seguí gritándole mientras me lo llevaba a rastras al coche, y él lo único que hacía era mirarme con ojos bovinos, como si no entendiera todo lo mal que lo hace siempre todo.





miércoles, 22 de enero de 2014

Tal día como hoy, hace un año


Tal día como hoy, hace un año, volvíamos a casa con nuestra pequeña. Nevaba, y nos despertamos temiendo que la nieve nos impidiera. Por eso urgimos al personal para que nos gestionaran el alta hospitalaria y poder salir lo antes posible.

Para la ansiada alta primero tenían que pesar a Lily. Si no había ganado peso tendríamos que quedarnos y darle un suplemento de biberón. Pero yo estaba convencida de que había engordado por fin.

La tarde anterior, al comprobar que seguía perdiendo peso, me dijeron sin más: “le vamos a dar un biberón”. Y se fueron a buscarlo. Cuando regresaron, yo, educadamente, me negué. Ya había notado la subida de la leche, que había tardado más de la cuenta por eso de la cesárea, y mi bebé todavía no había llegado a la preocupante barrera del 10% de pérdida de peso. Lo entendieron y me dieron de plazo hasta la mañana siguiente. En cuanto desaparecieron me puse a comer y beber todo lo que pillé por la habitación para tener un poco de energía (a alguien se le olvidó quitar de mi menú la comida de dieta sin sal y me estaban matando de hambre): chocolate, gominolas, jamón y lomo con pan, un trozo de la tarta de cumple de mi sobrino,…

Y funcionó. Bebé subió 90 gramos en 15 horas. Estábamos listos para la vuelta al hogar.

En este caso, a pesar de que finalmente respetaron mi voluntad, me molestó bastante el tono impositivo de las enfermeras. Si yo no llego a ser como soy le hubieran dado el biberón. ¿Hubiera tenido consecuencias? Posiblemente no, o no muy graves. Pero solo posiblemente.

Muchas veces, en los hospitales de maternidad, se obsesionan con algún tema y, sin informarte siquiera, toman decisiones apresuradas o medidas desmesuradas. Al hijo de un compañero de trabajo le dieron un biberón sin previo aviso. A una buena amiga, sin embargo, obsesionados con la pronta subida de la leche, le colocaron el sacaleches para estimular dicha subida. Pero, ¡porelamordetres! Si eso es algo completamente natural que acaba sucediendo sí o sí (salvo raras, rarísimas excepciones), somos mamíferos perfectamente programados para alimentar a nuestros hijos, ¿para qué torturar los pechos ya torturados de una recién parida?

Informarte, tener las cosas claras y ser firme en tus decisiones. Eso es lo que debería hacer toda mujer que no quiera ser ninguneada por la política protocolaria del hospital que elija/le toque en gracia.

Tal día como hoy, hace un año, llegamos a casa y comenzó a nevar a lo grande. Copos gigantes que caían suavemente llenando de magia el momento. Inolvidable. 

lunes, 13 de enero de 2014

Tragando sentencias (I)


Creo que ya os lo he comentado alguna vez, mi planteamiento de la maternidad es radicalmente distinto al que era antes de ser madre. Pero resulta que también choca con la idea de maternidad que tienen muchas personas a mi alrededor, incluyendo familia cercana. Por suerte he sido madre lo suficientemente mayor como para que me importen un pepino las opiniones de los demás. Pero a veces resulta molesto esto de ir “contra corriente”.

De eso ya habrá tiempo de hablar, me da a mí que mucho. Hoy me voy a centrar en mí misma. Hoy me voy a enfrentar a la Vir de hace un año, esa Vir que estaba a punto de ser mamá. Muchas veces mi yo actual se enfrenta a esa Vir con una sonrisa burlona, recordando aquellas declaraciones de intenciones tan firmes que hoy no son más que papel mojado:

“Yo le voy a dar pecho hasta los 4 meses. Luego se lo voy quitando poco a poco porque paso de volver al trabajo y tener que estar pendiente de si me gotean o no”. Mi niña va camino del año y sigue enganchada a mi pecho, algo que las dos disfrutamos mucho, y por el momento no tenemos pensado dejarlo.

“Mi hija no va a cambiar mi ritmo, tendrá que adaptarse a mí”. Con esta sentencia no me río de mí misma, me descojono abiertamente. Yo, que hasta en la época en la que me levantaba a las cinco de la mañana no era capaz de acostarme antes de las doce y media y ahora me quedo frita en el sofá antes de que den las once. Yo, que pasaba horas delante del portátil y ahora hay días en los que ni lo abro. Yo, la del ritmo frenético, la de no llegar nunca tarde, la de salir hasta el amanecer,…

“Los bebés tienen que llorar.” Pero, ¿de dónde saqué yo semejante pensamiento? Maredelamorhermoso, lo que pesa lo culturalmente establecido… Los bebés lloran, claro, pero para comunicarse con nosotros, para expresarnos su malestar. Y ese malestar hay que aliviarlo. Dejar llorar a un bebé es CRUEL. Y eso me quedó claro la primera vez que oí llorar a mi pequeña y un profundo malestar surgido de lo más primario de mí me embargó.

“En cuanto destete a mi hija se irá a dormir a su habitación”. Bueno, evidentemente todavía no está destetada, cuando llegue ese momento ya veremos. Y es que mi hija no solo duerme en nuestro dormitorio, sino que duerme con nosotros. Desde que nació. Primero lo hizo entre nosotros. Cuando fue un poco mayor adosamos su cuna a nuestra cama de tal manera que su colchón es una continuación del nuestro. No solo no me parece mal, sino que me parece la mejor opción. Ya profundizaremos en este tema…

“Mimar es malcriar”. ¡Uff! A este mi yo le pegaba un par de bofetadas para que comprendiese lo que es malcriar. Besar, abrazar, acariciar, consolar, apoyar, dar seguridad,… En definitiva, mimar, es BIENCRIAR. ¿A quién no le gusta que le traten con mimo? ¿No nos sentimos mejor cuando la gente nos trata con cariño, de manera agradable? ¿Igual preferiríamos un trato más frío, no vaya a ser que nos convirtamos en adultos “malcriados” de recibir tanto amor? ¿Y por qué lo que nos parece absurdo aplicado a los adultos nos parece tan convincente cuando hablamos de criaturas indefensas? Yo, por el momento, me como a mi hija a besos y abrazos, que ya llegará el día en que se los quite con la manga de la camiseta y me parta el corazón.

Bueno, para una primera entrega y un cura de humildad pública no está mal, ¿no os parece?

viernes, 16 de marzo de 2012

De cambio de planes

Se ha muerto J.
Aquí se muere mucha gente. Es más, muchos viene a morir. Es algo con lo que convivimos, ley de vida que asumimos como parte de nuestro día a día.
Pero con J ha sido distinto. Era un tipo diferente, un espíritu libre que murió poco a poco con la institucionalización. Nunca quiso entrar en la rueda. Le costaba acatar las normas, amoldarse a las rígidas rutinas.
Era un tocapelotas, pero de esos que caen bien, de esos a los que les coges cierto cariño. Y estoy segura de que tuvo una vida de lo más interesante. Aquí se sentía enjaulado, sin ganas de seguir adelante.
Hoy me planteo de nuevo esas cuestiones existenciales que tanto incomodan. ¿Deben las instituciones proteger a toda costa al individuo de sí mismo? ¿Deben gastar recursos extraordinarios en algo inevitable? ¿Debemos seguir jugando a ser pequeños dioses poniendo la vida por encima de la dignidad? Y, a modo personal, ¿qué harías yo si me tocara a mí/mis?
Había pensado despedir la semana con algo más alegre pero, como humanos que somos, la muerte no se adapta a nuestros planes de vida. Hoy, después de la noticia, solo quería reflejarlo. Disfruten mucho, nunca se sabe.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un chiste de funcionarios y políticos

Gracias a Olga por la inspiración:

Un señor que va en coche y se percata de que está perdido, maniobra y pregunta a alguien en la calle:
-¡Disculpe!, ¿podría usted ayudarme? He quedado a las 14:00 con un amigo, llevo media hora de retraso ¡y no sé dónde me encuentro!
-Claro que sí -le contesta-. Se encuentra usted en un coche, en la autovía A 43 dirección de salida, a unos 7 Km, 400 m del centro de la ciudad, a 40º de latitud norte y 58º de longitud oeste.
-Es usted FUNCIONARIO, ¿verdad? -dice el del coche.
-Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
-Muy sencillo, porque todo lo que me ha dicho es "técnicamente correcto", pero "prácticamente inútil": continúo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer con su información.
-Usted es POLITICO, ¿verdad? -pregunta el de la calle.
-En efecto -responde orgulloso el del coche- ¿Cómo lo ha sabido?
-Porque no sabe dónde está ni hacia dónde se dirige, ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de preguntarme, pero ahora, por alguna extraña razón, parece que la culpa es mía.

martes, 13 de marzo de 2012

Motivos para ir a la huelga

Yo no comulgo con ningún sindicato por una razón muy sencilla: mientras sigan recibiendo subvenciones gubernamentales no pueden ser un órgano independiente. Por ese motivo no suelo secundar las huelgas. Normalmente están mal planteadas: tarde, por motivos egoístas y manipulando al personal.
Pero a veces hay que bailar con la más fea. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando se nos brinda la oportunidad de protestar.
·         Porque estamos desamparados.
·         Porque nos recortan los derechos adquiridos.
·         Porque lo prometido no es lo que estamos recibiendo.
·         Porque pagamos por algo que no es nuestra  responsabilidad.
·         Porque los responsables no están pagando. Todo lo contrario, siguen recibiendo a manos llenas.
·         Porque estamos cansados de tener miedo.
·         Porque nos están colgando la etiqueta de delincuentes.
·         Porque la Reforma Laboral solo es la punta del iceberg.
·         Porque es nuestro DERECHO, porque necesitamos apoyarnos en los pocos recursos que tenemos para mostrar nuestro descontento.
·         Porque las urnas no representan nuestra voluntad.
·         Porque queremos ser escuchados.
El derecho a huelga es un ejercicio individual y solidario. Por ello, tal como lo pedí para mí cuando atravesé las barreras de piquetes para acudir a mi puesto de trabajo, respetaré las decisiones particulares de cada uno. Pero eso no quiere decir que me vaya a callar. Todavía hay mucho que decir.
Feliz martes y trece.

jueves, 8 de marzo de 2012

Feliz Lucha

Y no es que yo quiera tener pene, no mezclemos conceptos. No creo en la igualdad entre hombres y mujeres, es un absurdo. Pero por supuesto defiendo a capa y espada la igualdad de derechos y oportunidades.
Para llegar a donde estoy hoy muchas mujeres (y hombres) han tenido que luchar y sufrir, hasta morir. Me crispa una idea que se va asentando en la conciencia femenina colectiva: “nos engañaron con la liberación de la mujer, estábamos muy bien en casa”. ¡Por favor!
Es verdad que en muchos sentidos el sistema se ha aprovechado de esta situación, pero no olvidemos todo lo que hemos ganado: independencia, reconocimiento, autoconfianza, poder de decisión, libertad sexual y reproductiva.
Aún queda mucho camino por recorrer. Muchos países siguen coartando las libertades a las mujeres, solo por el hecho mismo de ser mujer. Y no debemos mirar tan lejos, por desgracia vivimos un momento de repunte del machismo en el mundo occidental. Las mujeres siguen sometidas en muchos ámbitos sociales, muchas veces por sus propias concepciones. No existe una realidad de igualdad de oportunidades, y donde los hombres pueden disfrutar de una vida plena las mujeres muchas veces tienen que optar: optar por ser madre o por desarrollar su profesión.
Seguimos siendo putas cuando disfrutamos de nuestra sexualidad libremente, seguimos siendo unas lagartas cuando llegamos demasiado lejos en el escalafón laboral, a veces putas y lagartas cuando se alude a nuestras rodillas como causa-efecto de nuestro ascenso. Seguimos siendo malas madres si damos demasiado en nuestro trabajo.
El propio lenguaje nos oprime: yo no quiero que el hombre me ayude en casa, quiero que comparta conmigo las tareas domésticas y las labores de educación y cuidado de los hijos. Compartimos responsabilidades, la conciliación no debería ser solo cosa de mujeres.
Hoy lo celebramos, el resto de los días seguimos en la lucha. Lo hacemos por nosotras, por las que nos rodean y por las que están a años luz de llegar a disfrutar de esa ansiada igualdad, por las generaciones venideras y, por supuesto, por las que nos anteceden, con profundo agradecimiento.
Feliz Día de Internacional de la Mujer.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Un día especial

En primer lugar, os remito a Un Mar de Cristal, por fin está en marcha la publicación de la novela y es importante que leáis la entrada de hoy.
Hoy es 29 de febrero, y eso es algo que no ocurre todos los años. Hoy también es el Día Mundial de las Enfermedades Raras, un buen día para remitiros a una página donde encontraréis información sobre una iniciativa solidaria preciosa: Tapones para Sara.
Hoy me he levantado con energías renovadas, como si el hecho de que febrero llegue a su fin supusiera también el fin de una etapa en mi vida y el comienzo de otra nueva, ilusionante.
Siguen corriéndome las hormigas por debajo de la piel, sigo estornudando y sintiendo que mi cerebro está demasiado hinchado para que lo albergue mi cráneo, sigo añorando los días de lluvia, pero, a pesar de que todo sigue igual, todo es distinto. Y eso es algo bueno.   

miércoles, 8 de febrero de 2012

Re-martes

Como bien decía Phoebe, es duro tener principios. Y si hace frío, pues más aún. Pero, señores, ¿no nos piden la dichosa solidaridad? Pues ahí que salimos a la calle a demostrarla. Porque, aunque muchos piensen que luchamos por nuestras maravillosas-condiciones-laborales-de-las-que-no-tenemos-derecho-a-quejarnos-hay-que-tener-cara-con-lo-bien-que-viven, en realidad estamos luchando por defender lo público. Y hoy no me voy a entretener en arengas políticas, que ya me aburro de predicar en el desierto, y que ya me llegará el momento de decir “os advertí”. Hoy solo quiero hablaros de EMOCIÓN. La que se siente cuando ves a tu alrededor a miles de personas que, aunque ideológicamente se alejen años luz de ti, son parte de algo mucho más grande que tú y que yo. Hoy no es martes, pero ayer sí lo era.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Los hijos del amor

Ayer recibí una llamada. Una mujer de unos 50 años se había enterado hacía tres de que era adoptada. Buscaba datos o información de la antigua inclusa para poder localizar a sus padres biológicos.

Hoy he leído una carta muy emotiva de un hijo a su madre muerta hace cosa de un mes. Era una carta hermosa, en la que hablaba de todo lo que había recibido de ella, de todo lo que le había enseñado, de todo lo que tenía que agradecerle.

Y me preguntaba yo… Si descubriera que mis padres no son los biológicos, ¿qué haría? La respuesta es NADA. Porque, en definitiva, mis padres no lo son por haberme regalado una parte de su carga genética, sino por todo lo demás que he recibido después.

¿Qué haríais vosotros? 

martes, 10 de enero de 2012

Carta de un funcionario

Con el permiso de No hay pan para tanto chorizo

Me presento: Soy médico (perdón)
Sí lo siento, me arrepiento, soy médico y por ello tengo que pedir perdón.

Pido perdón no sólo por ser médico, mi delito es aún más grave, soy médico y ¡¡funcionario!!, soy lo peor de lo peor.

Mi problema es que he estado equivocado durante mucho tiempo: Tuve que sacar buena nota en selectividad, estudiar una carrera dura, aprobar una oposición para acceder a la especialidad, completar mi formación como especialista sirviendo como mano de obra barata, y finalmente (de momento) preparar otra oposición y aprobarla para acceder a una plaza fija en la sanidad pública. Yo a esto lo he llamado durante mucho tiempo "esfuerzo", "sacrificio"..., palabras malsonantes, con connotaciones negativas hoy en día. Afortunadamente nuestros próceres y medios de comunicación ya se han encargado de sacarme del error, no es "esfuerzo", no es "sacrificio", de lo que estoy hablando es de "privilegio".

Ahora soy mucho más feliz, ¡soy un privilegiado!, pero me han dicho que pida perdón por ello, que la gente está muy susceptible con eso de que todos los meses me levante (como el que no quiere la cosa) 1153 euracos de sueldo base. Que ya quisieran muchos tener una plaza fija y que soy un afortunado.

La verdad eso de ser un "afortunado" sí que me fastidia un poco, porque hace entrever que la suerte ha tenido algo que ver en mi carrera, a mí me gusta más lo de "privilegiado". Sobre todo mis ojos hacen chiribitas de placer cuando me lo dice un ministr@ de sanidad (ponga el lector la cara ó el nombre) cuyo principal mérito ha sido escalar posiciones en un partido político, pero claro, es que eso del esfuerzo está tan demodé como la propia palabra demodé.

Yo soy buen chico y obediente, y si mis jefes y los medios de comunicación me dicen que soy un privilegiado y que tengo que pedir perdón por serlo, pues yo voy y lo pido. Y que si tengo que hacer un esfuerzo porque soy un privilegiado, pues venga que por mí no quede, que me bajen el sueldo. Y ya puestos, que si puedo trabajar dos horas más a la semana, que al fin y al cabo ¿que son dos horas cuando hay tanta gente en paro?, pues venga que vengan horas.

Lo único que me fastidia (un poco) de lo de ser un privilegiado es que ya me han dicho en el sindicato que ellos no defienden a privilegiados, pero bueno, antes de serlo tampoco hacían mucho por mí, así que tampoco los echaré de menos.

Pido perdón, pero no por ello me rindo. Estoy enamorado de mi trabajo y en ocasiones hay resquicios de luz que sirven para mantener la llama durante tiempo. Hace poco leí en un blog experiencias de médicos con pacientes (no clientes), que les habían emocionado. Todos tenemos alguna de ese tipo y es lo que hace grande a nuestra profesión, yo compartiré con vosotros una de las mías:

Hace ya unos añitos trabajaba en una Unidad de Reanimación de Cirugía Cardiaca, tuve ingresado a un paciente durante meses, la primera semana completa con una asistencia biventricular. El paciente pasó por varios episodios de shock cardiogénico, SDRA, shock séptico, etc. Cuando por fin pudo irse de alta me dio su tarjeta de visita, por detrás con letra temblorosa solo había escrita una frase:

"Gracias por hacer posible la Navidad"

martes, 3 de enero de 2012

Otro martes a la carga

Mis promesas siguen valiendo lo mismo que siempre… Y es que ya no me puedo callar. Recuerdo, hace unos meses, que una buena amiga defendía de alguna manera (quiero suponer que no el caso real) los altos sueldos de los políticos, alegando que, quien está contento con su sueldo hace bien su trabajo.
Me agarro a este alegato para abanderar mi defensa de lo público. Yo quiero tener un personal sanitario contento, unos maestros contentos, unos policías contentos, unos bomberos contentos,… Quiero poder acceder a los servicios básicos (entendamos básicos por “esenciales”) donde se me trate con eficacia. Quiero que a mis hijos y a mis abuelos los cuiden personas que se levanten por la mañana satisfechas con su trabajo.
Está claro, a los empleados públicos no nos ganan en solidaridad, por el artículo 33, claro. Es muy incómodo levantarse cada día con los ojos apretados esperando la siguiente bofetada. Muy incómoda la sensación de inseguridad, saber que no se acaban los recortes, ajustes o como coño quieran llamarlo. Es incómodo renunciar a derechos, ver cómo tus ventajas sociales se esfuman, cómo juegan con tu pan. Al fin y al cabo yo soy una donnadie, pero, si yo vengo a trabajar con menos espíritu, ¿qué no les pasará a otros compañeros cuyo trabajo es humanamente trascendente?
De todas formas, y en esto le voy a dar la razón –por una vez y sin que sirva de precedente- a mi padre: no sabemos valorar lo público. Cuando algo es “gratis” o no tiene consecuencias penosas, no le damos el mismo valor. Igual es hora de dar el valor de lo primordial a los servicios públicos, de levantarnos y defender el desarrollo de nuestra comunidad, algo que debe comenzar por la defensa, promoción y exigencia de calidad en la educación. Eduquémonos. Eduquemos. Dejémonos educar.
Hay cosas que deberían ser un derecho, no un privilegio.

martes, 31 de mayo de 2011

Los martes hablamos de política

El sábado pasado, debido al proceso de descentralización de El Movimiento, asistí a la primera asamblea organizada en mi pueblo. En ella se trataron y votaron por consenso los siguientes puntos:

*Reforma electoral encaminada a una democracia más representativa y de proporcionalidad real y con el objetivo adicional de desarrollar mecanismos efectivos de participación ciudadana.

*Lucha contra la corrupción mediante normas orientadas a una total transparencia política.

*Separación efectiva de los poderes púbicos.

*Creación de mecanismo de control ciudadano para la exigencia efectiva de responsabilidad política.

Lo que escribo a continuación es fruto de mi propio pensamiento y no vincula a la asamblea:

No, nos generalizaciones. Muchos son partes de nuestra democracia que se pactaron en su momento, en un momento de inestabilidad en el que había que pisar con pies de plomo, que va siendo hora de cambiar.

No sé si mis compañeros (lo siento, a mí lo del género inclusivo no me va) se han dado cuenta de que el primer punto tiene mucho que ver con el estado de las Autonomías. Si un partido se presenta en una Comunidad Autónoma como circunscripción electoral es el porcentaje de votos en esa Comunidad lo que le sirve para obtener el suficiente para tener representación en la Cámara Baja. Si la circunscripción electoral es estatal se tiene en cuenta el porcentaje a nivel general.

La lucha contra la corrupción creo que es algo que no necesita explicación. Deberían acelerarse los procesos abiertos contra aquellos incluidos en las listas (nadie niega la presunción de inocencia, pero debería crearse un sistema para resolver estas causas pendientes antes de la formación del as listas). La declaración patrimonial debería ser real, pública y efectiva, y, por supuesto, controlada.

Con respecto a la separación de poderes, algo sobre lo que se sustenta nuestra Democracia, es indignante que dos de los órganos más relevantes del Poder Judicial sean órganos absolutamente politizados: el Consejo General del Poder Judicial, órgano de control y gobierno del Poder Judicial, y el Tribunal Constitucional, la más alta instancia, el lugar último donde defender nuestros derechos fundamentales, la legalidad de las normas, la coherencia constitucional. Pero no solo se trata del Poder Judicial. También está comprometido el Poder Legislativo. El Poder Ejecutivo tiene dos vías posibles para legislar, algo incongruente de por sí. Una es por delegación, opción restringida y controlada por el Congreso. Otra, la que llevamos sufriendo durante este tiempo de crisis, es el Decreto-Ley, algo que solo puede hacerse en caso de URGENCIA, que no necesita previa autorización del Congreso. Pues bien, échenle un vistazo al B.O.E, y vean la cantidad de “casos urgentes” que han requerido de esta medida arbitraria.

El último punto es de recibo para todos aquellos que deseamos tener voz y voto en los asuntos que nos conciernen. Referéndums vinculantes sobre los asuntos de gran trascendencia, adecuación de los medios informáticos para que estos se puedan llevar a cabo más fácilmente, plataformas de ciudadanos para hacernos oír,… ¿Alguien piensa que todo esto es descabellado?

***

Se trataron muchos temas paralelos que surgieron de las distintas aportaciones de los allí reunidos, entre ellas el voto de los residentes extranjeros (las mismas obligaciones que los españoles con menos derechos), la adecuación de estas acciones al plano local, la educación al ciudadano para conocer y poder juzgar las leyes,…

El martes que viene más.
Comunicado de la Asamblea enviado a Sol