Año raro este, el más feliz de nuestra vida, pero cargado de pérdidas que ensombrecen nuestro corazón. Estoy desaparecida, mi tiempo es para mi princesa. Como digo muchas veces, ella no siempre va a querer estar a todas horas jugando conmigo, así que tengo que aprovechar,... Tiempo habrá de volver. Mientras, de vez en cuando, os dejo alguna pincelada... Esta de hoy no es de mi cosecha, son las palabras de dolor de Stephen por la pérdida de una persona importante en su vida a la que yo no tuve la suerte de conocer:
Ayer a las 9:00 abrí la página de
marca.com y me encontré con el siguiente titular:
Las pulsaciones de mi corazón se
me dispararon más rápido de lo que aceleraba tu coche en cualquiera de tus
carreras. No me lo podía creer, tuve que leerlo varias veces para asegurarme de
que lo había leído bien. En un intento estúpido por mi parte abrí la página de
as.com con la esperanza de que hubiese habido algún error. Titular parecido,
resultado parecido. Creo que por unos pequeños momentos el oxígeno no llegó a mis pulmones y mi circulación
sanguínea se paró. Helado, inmóvil, sin poder hacer ni pensar nada. Cuando por
fin pude reaccionar lo primero que pasó por mi cabeza fue algo así como “No
puede ser, es imposible” 24 horas después me sigue pareciendo mentira, un
chiste macabro, una errata garrafal ¿cómo puede ser que hayas terminado así? ¿Cómo
puede ser que hayas muerto por causa natural? No me lo explico, aunque no sé si
mi cerebro no se lo explica o es la rabia, el dolor y la impotencia la que no
me deja entenderlo.
Hacía tiempo que habíamos perdido el
contacto. Eso no quita para que el dolor al saber de tu pérdida sea grande. Yo me fui del colegio a los 14 años, aunque siempre intenté mantener el
contacto con la gente que había formado una parte importante de mi vida hasta
entonces. Procuraba ver a la gente por lo menos una vez al año, para así
ponernos al día y no perder lo que tantos años nos habían aportado. Contigo no
fue diferente, pero si es cierto que poco a poco nos fuimos distanciando. Eso
sí, recuerdo perfectamente las dos últimas veces que hablamos, y cuando digo
esto me refiero al hablar de verdad, viéndote cara a cara o bien oyendo tu voz
y no estas cosas de hoy en día de mails, whatsapp o cualquiera de las nuevas
formas de comunicación. La primera fue por teléfono, hará hace unos 10 años. Te
llamé para comentarte que estábamos
organizando una quedada de antiguos compis. Te hizo mucha ilusión, corrijo
¡¡nos hizo muchísima ilusión!! Mi llamada. Lo primero que hiciste fue
agradecerme que me acordara de ti y que te tuviera en cuenta. Así eras tú, ante
todo agradecida y educada. “¡¡¡hombre María, como me iba a olvidar de ti!!”
Estuvimos un buen rato hablando, contándonos nuestras cosas, cómo nos iba todo,
cómo iban de encaminados los sueños que sabíamos el uno del otro, riéndonos
recordando nuestros tiempos de críos en el cole… finalmente me dijiste que lo
sentías enormemente pero no podías ir ya que ya estabas literalmente corriendo
de aquí para allá. Pero, eso sí, me dijiste que repartiera besos y abrazos a
doquier de tu parte. La segunda fue un día hace unos 8 años que fui al circuito
del Jarama a ver unas carreras varias. Cuál fue mi sorpresa cuando en el
programa vi que en una de las carreras corría alguien llamado “M. de Villota”
me dio un vuelco al corazón porque tenía claro que tenías que ser tú. Tendrías
que haberme visto en la grada cuando de repente me puse como un loco a
animarte, la gente alrededor lo flipaba porque vieron la transformación de una
persona normal en una especie de hooligan del motor. Al acabar tu carrera me
acerqué lo máximo posible a la zona de boxes y cuando los guardias de seguridad
me pararon les expliqué que era amigo tuyo, que te quería dar una sorpresa, que
nos iba a hacer mucha ilsuión…. Supongo que por ser una carrera “menor” (quiero
decir que no es la Formula 1, que ahí ya puedes ser el primo de Alonso que si
no tienes pase ni de coña te dejan pasar) me dejaron pasar y cuando me viste
soltaste una mezcla de grito y risa. Luego nos dimos un gran abrazo. Hablamos mínimamente
porque tú tenías lío con lo de las carreras, me suena que tenías una segunda
tanda más adelante. Dijimos de ver si algún día podríamos quedar y vernos más
tranquilamente. Nos dimos un pequeño abrazo de despedida. Ese fue el último,
esa fue la última vez que te vi, el día del que habíamos hablado por lo que
fuera nunca llegó….
Da igual el tiempo que haya
pasado, te tengo un gran cariño. Me siento afortunado por haberte conocido y
por haber compartido un montón de cosas contigo. Te podrás haber ido, pero te
aseguro que los recuerdos permanecen conmigo. Eras una chica maravillosa,
alegre, optimista, luchadora, agradecida, por supuesto deportista, llena de
vitalidad, inteligente y buena estudiante, una gran compañera. En fin eras una
de esas personas que merecen la pena conocer y que dejan huella en las personas
que te han conocido. Tengo muy claro que esto que digo lo compartirán todos los
que te han conocido y tengo igual de claro que esas personas se sentirán
afortunadas de haber compartido en algún momento y de alguna manera su vida
contigo.
Muchos recuerdos. Lo que más nos
unía era el deporte ya que no llegamos a compartir clase como tal (solo las de
inglés cuando nos separaron por niveles) pero en el deporte encontramos el uno
en el otro alguien igual de “chiflado” por competir. Compartimos muchas horas
de entrenamientos, sobretodo de atletismo con esas series que nos metía Takel
Berry y que nos obligaba ir a ritmo hombro con hombro. De lo mejor de entrenar
a mediodía era que luego comíamos con los mayores y estábamos algo menos
controlados y podíamos incluso elegir plato. Ahí nos sentábamos y comíamos
juntos y charlábamos de lo que fuera, normalmente de baloncesto o de formula 1.
De aquella no era un deporte muy seguido en España y menos por chavalines de
nuestra edad, pero a mí ya me gustaban los duelos Senna-Prost y sobre todo
Nigel Mansell, siendo yo británico no podía ser de otra forma!! Ahí encontraste
en mí alguien con quien hablar de las carreras del fin de semana, y yo encontré
en ti a alguien que me podía contar alguna cosa más de la Fórmula 1 desde
dentro. Flipaste cuando te enseñé una colección de cromos super cutre que tenía
de coches de Fórmula 1, y más aún cuando te enseñé uno de tu padre. Recuerdo
que te di una página de recuerdo, a día de hoy sigo teniendo esa “colección” y
se puede apreciar la hoja arrancada. Me produce una gran sonrisa ver esa hoja
que falta.
Los dos éramos unos competidores
natos, queríamos ganar siempre pero en esto teníamos una diferencia tremenda.
Paradojas de la vida, yo, el británico, competía con fuego latino dentro de mí.
Quería arrasar al contrario, si podía ganar de 50 puntos mejor que mejor, no
paraba de dar lo máximo de mí hasta que se acaba la competición que fuera. Sin
embargo tú eras la española con hielo nórdico dentro de ti. Eras mucho más
elegante que yo y mucho mejor persona, no buscabas machacar o incluso humillar
al rival, simplemente ganar. Con eso te bastaba, si corrías te valía con ganar
por un segundo, yo sin embargo no paraba hasta intentar sacar 10 segundos al
rival. Eras una ganadora nata, pero como en todo en tu vida, con mucha clase,
elegancia y siempre pensando en el prójimo. Eso sí, una cosa que teníamos en
común es que éramos grandes compañeros de equipo, siempre apoyando y animando a
nuestros compañeros. No tengo datos para saberlo, pero seguro que si algún
compañero de equipo de tu carrera profesional como piloto pudiera decirnos cómo
eras como compañera diría algo parecido a lo que estoy diciendo.
Eras muy grande María, prueba de ello es la gran cantidad de mensajes de
compañeros del colegio que te han dedicado unas palabras a raíz de tu muerte, y
eso a pesar de todos los años que han pasado desde nuestros tiempos en el cole.
Sin duda dejaste huella en muchos de nosotros.
Hoy me he enterado que hace un mes diste el pregón en las fiestas
patronales de mi pueblo. Justamente ese fin de semana me fui a Inglaterra para
hacer la presentación a la familia de la pequeña que tuve hace 8 meses, esa que
me ha hecho sonreír después de entristecerme tanto, esa que ha secado mis
lágrimas simplemente con abrazarme. En fin, si me llego a enterar hace 3 días
que estuviste en mi pueblo dando el pregón me habría dado una rabia tremenda no
haber estado, pero hoy no puedo casi ni explicar lo que siento. Me duele no
haber podido aprovechar esa oportunidad para vernos, contarnos nuestras cosas
de nuevo, haberte preguntado cómo te ibas encontrando, decirte que a pesar de
la falta de contacto nos seguías importando a muchos y que de vez en cuando
pensábamos en ti y para habernos dado un
último abrazo. Me habría encantado que fuera así y no el que nos dimos hace
unos 8 años…
Me alegra enormemente que hayas
disfrutado de tu corta vida haciendo algo que te llenaba. Me alegra enormemente
haberte podido conocer, transmitías mucho y muy bueno. Me alegro mucho de tener
4, 5 o incluso más, buenos puñados de grandes recuerdos junto a ti. Gracias por
todos esos buenos momentos. Gracias por lo que has transmitido a todo el mundo
en los últimos años y especialmente en el último año. Lo que no te voy a
agradecer es la prisa que te has dado por irte, maldita cabezota, siempre
corriendo y buscando la vuelta rápida. Dejas mucho bueno aquí, entre otras, una
casi perpetua sonrisa cargada de optimismo. Para los que no te conocieron, que
sepan que esa sonrisa no es de ahora, esa sonrisa llena de luz ya la tenía
María desde pequeñita. Una sonrisa preciosa y sin duda especial Te mando todos
esos besos y abrazos que un día me dijiste que repartiera. Ten por seguro que
todos a los que se los di hoy te los mandan a ti.
Con mucho cariño, tu compi loco
de los deportes. Stephen