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lunes, noviembre 09, 2015

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Noviembre 9

Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Salmo 45; I Corintios 3,9-13.16-17; Juan 2,13-22
Homilía, audio  El templo de Dios  |  The Temple of God

Razón de esta Celebración
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano. La Basílica de Letrán es la iglesia-madre de Roma, dedicada primero al Salvador y después también a San Juan Bautista.


Esta celebración fue primero una fiesta de la ciudad de Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos los congregados en la caridad».

Dios está en todas partes y no solo en el templos que los hombres edifican. Sin embargo, ya desde el A.T. Dios enseña a su pueblo la importancia de los lugares santos consagrados a El.

Jesús enseña con su ejemplo la importancia del Templo. Cuando estaba en Jerusalén solía ir al Templo a enseñar. El mismo había sido allí presentado a Su Padre. El Evangelio de hoy nos enseña que el celo por la casa de Dios, Su Padre, le consume. 

El Templo es, en primer lugar, el corazón del hombre que ha acogido Su Palabra.

"vendremos a él, y haremos morada en él" (Juan 14, 23)
Pablo escribe: "¿No sabéis que sois santuario de Dios?" (1 Corintios 3, 16).

Esta verdad no contradice la importancia de honrar el templo hecho de piedra.
Aunque rezar en casa debe ser una práctica diaria, no es suficiente.  Jesus quiso salvarnos del pecado, no por separado, sino unidos como un pueblo.  Por eso instituyó la Iglesia. Esta se congrega en el templo.

El Templo es el lugar consagrado a Dios donde los fieles se reúne para darle culto.  En cada iglesia católica Jesús esta presente en el tabernáculo.

El Padre Cantalamessa escribe:
Cristo fundó una ekklesia, es decir, una asamblea de llamados, que instituyó los sacramentos, como signos y transmisores de su presencia y de su salvación. Ignorar todo esto para crear la propia imagen de Dios expone al subjetivismo más radical.

Uno deja de confrontarse con los demás, sólo lo hace consigo mismo. En este caso, se verifica lo que decía el filósofo Feuerbach: Dios queda reducido a la proyección de las propias necesidades y deseos. Ya no es Dios quien crea al hombre a su imagen, sino
que el hombre crea un dios a su imagen. ¡Pero es un Dios que no salva!

Ciertamente una religiosidad conformada sólo por prácticas exteriores no sirve de nada; Jesús se opone a ella en todo el Evangelio. Pero no hay oposición entre la religión de los signos y de los sacramentos y la íntima, personas; entre el rito y el espíritu. Los grandes genios religiosos (pensemos en Agustín, Pascal, Kierkegaard, Manzoni) eran hombres de una interioridad profunda y sumamente personal y, al mismo tiempo, estaban integrados en una comunidad, iban a su iglesia, eran "practicantes".

En las Confesiones (VIII,2), san Agustín narra cómo tiene lugar al conversión al paganismo del gran orador y filósofo romano Victorino. Al convencerse de la verdad del cristianismo, decía al sacerdote Simpliciano: "Ahora soy cristiano". Simpliciano le respondía: "No te creo hasta que te vea en la iglesia de Cristo". El otro le preguntó: "Entonces, ¿son las paredes las que nos hacen cristianos?". Y el tema quedó en el aire. Pero un día Victorino leyó en el Evangelio la palabra de Cristo: "quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre". Comprendió que el respeto humano, el miedo de lo que pudieran decir sus colegas, le impedía ir a la iglesia. Fue a ver a Simpliciano y le dijo:
"Vamos a la iglesia, quiero hacerme cristiano". Creo que esta historia tiene algo que decir hoy a más de una persona de cultura.
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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]
Fuente: corazones.org

viernes, enero 24, 2014

Nuestra Señora de la Paz, Patrona de El Salvador

Nuestra Señora de la Paz, Patrona de El Salvador
Enero 24 - Noviembre 21

HISTORIA:
El origen de esta devoción se remonta al siglo VII.

El 18 de diciembre del año 645, pasada la medianoche, terminado el IX Concilio de Toledo, su arzobispo san Ildefonso, ferviente devoto de la Virgen María, en compañía de algunos colaboradores, se dirigió a la Catedral para cantar los maitines. Al entrar, se produjo en el altar un resplandor fuerte e irresistible a los ojos corporales.

Los acompañantes del arzobispo huyeron asustados, pero él avanzó resueltamente y vio a la Santísima Virgen, que había descendido del cielo y estaba sentada en su cátedra episcopal. La Madre de Dios habló con dulces palabras a su file servidor y promotor de la fe en su inmaculada concepción, le entregó una casulla, que se conserva allí, y después desapareció. Por este particular beneficio, a su muerte ocurrida el 23 de enero de 667, la Iglesia de Toledo decretó que el 24 de enero se celebrase solemnemente en todo el arzobispado, el memorable descenso de la Virgen María a la Iglesia Catedral.

Sin embargo, el nombre y la advocación de Nuestra Señora de la Paz le es dado a fines del siglo XI, a raíz de un singular acontecimiento histórico.

En efecto, en el año 1085, Alfonso VI, rey de Castilla (España), reconquistó la ciudad de Toledo tomada por los moros (musulmanes). Una de las condiciones estipuladas en el Tratado de Paz, fue que el Templo principal de la ciudad quedase para los moriscos como mezquita. El rey Alfonso firmó el Tratado y enseguida se ausentó de Toledo, dejando a su esposa, la reina Constanza, como gobernadora de la plaza.

Pero los cristianos consideraron cosa indigna que, si nuevamente eran dueños de la ciudad, no lo fuesen de la Iglesia Metropolitana consagrada a la Santísima Virgen. En consecuencia, fueron a presentar sus quejas ante el arzobispo Rodrigo y ante la reina Constanza, quienes compartieron su horror de que la Catedral sirviese para los cultos a Mahoma y apoyaron sus peticiones. Alentados por aquella tácita autorización, los cristianos trataron de apoderarse de la Catedral con gente armada, sin tener en cuenta el compromiso del rey ni el peligro a que se exponían en aquella ciudad donde era mayor el número de infieles.

Los moros, ante el ataque, tomaron las armas y, juzgando que el rey quebrantaba el Tratado, se lanzaron contra los cristianos para vengar la injuria. El combate se entabló frente a la Catedral y no cesó hasta que la reina y el arzobispo se presentaron en el campo de batalla para aclarar que el ataque se había lanzado sin saberlo el rey.

 Enseguida, los moros enviaron embajadores al rey para denunciar el atentado, y Alfonso volvió rápidamente a Toledo, con el firme propósito de hacer un escarmiento a la reina, el arzobispo y los cristianos por haber quebrantado su real palabra.

 Cuando los cristianos de la ciudad tuvieron noticia del enojo del rey, salieron a su encuentro en procesión, encabezada por el arzobispo, la reina y su hija única. Pero ni las súplicas de aquellos personajes, ni los ruegos del pueblo para que los perdonase, atento al motivo que los animó al ataque y que no era otro que el de tributar culto al verdadero Dios en la gran iglesia de Toledo, consiguieron que el monarca accediese a faltar a su honor y a la palabra que había empeñado. Don Alfonso anunció a los solicitantes que la Catedral quedaría en poder de los infieles, como lo había prometido.

 Pero en ese momento se produjo un acontecimiento extraordinario, que todos tomaron como una señal de que Dios había escuchado sus plegarias. Los moros consideraron el peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma en la Iglesia principal de aquella ciudad cristiana y enviaron al encuentro del rey una comitiva de sus jefes. Los embajadores salieron de Toledo y, postrados ante Don Alfonso, le suplicaron que perdonase a los cristianos y prometieron devolverle la Catedral.

 Grande fue el regocijo del rey y el de su pueblo, que vieron en aquella solución inesperada una obra de la Divina Providencia. El monarca ordenó, con el beneplácito del arzobispo y de todos los fieles que, al día siguiente, justo un 24 de enero, se tomase posesión de la Catedral y se hiciesen festividades especiales en honor de la Virgen María de la Iglesia Metropolitana, a la que, por haber restablecido la paz en la fecha de su fiesta, se la veneraría en adelante con el nombre de Nuestra Señora de la Paz.

 Y desde aquel 24 de enero de 1085 hasta hoy, se realizan en Toledo magníficas celebraciones y espléndidas procesiones en su honor.

RECONOCIMIENTOS Y DEVOCIÓN:
De Toledo se extendió su devoción a toda España y otras ciudades de Europa.
Desde el siglo XII en el templo de San Nicolás en Bruselas (Bélgica), se venera una imagen de la “Reina de la Paz”.

En el templo de las religiosas del Sagrado Corazón de Picpus en París, se venera otra imagen con mismo título y maravillosa historia, originariamente pertenencia de la familia de los Príncipes de Joyeuse y de ahí pasó a Hawai donde es venerada. El Papa Sixto IV (1471-1484) hizo erigir en el centro de Roma un templo a “Santa María de la Paz”, cumpliendo el voto por la paz entre los estados de la península.

En América, todas las naciones evangelizadas por España, profesaron una veneración especial a Nuestra Señora de la Paz, que tiene un santuario en cada una de las grandes ciudades latinoamericanas y es la patrona principal de El Salvador.

En el siglo XVII, también en Francia, se estableció esta fiesta para ser celebrada el 9 de julio, con motivo del cese de la “Guerra de los treinta años”.

El Papa Benedicto XV (1914-1922), víctima de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), favoreció esta devoción y el 5 de mayo de 1917, prescribió para toda la Iglesia incluir en las Letanías del Rosario la invocación “Reina de la Paz”.

 En Argentina, en la Catedral de Buenos Aires se venera una imagen traída de Perú en 1750; a ella se recurrió en los momentos históricos difíciles de esta nación.
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jueves, enero 23, 2014

Desposorio de la Virgen María con San José, Fiesta Universal

Desposorio de la Virgen María con San José, Fiesta Universal
Enero 23 - Noviembre 26

Los evangelios hacen aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús. Según lo que narran se puede ver que María en ese momento era prometida de José de Nazaret, quien era carpintero.

Los relatos evangélicos se inician después de los desposorios de María con San José. El evangelio según san Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia de Jesús. Es en Lucas también donde es llamada “muy favorecida”, “bendita entre todas las mujeres”, “madre del Señor”…

La sentencia comúnmente aceptada por los teólogos es que María contrajo verdadero matrimonio con San José. Para algunos es incluso verdad de fe (como Seldmayr), para otros próxima a la fe (Lepicier). Según el Papa Benedicto XIV la sentencia contraria (es decir, que no hubo matrimonio verdadero) es ‘temeraria’.

Los textos bíblicos siempre hablan de ‘desposorio’, ‘matrimonio’:
-Lc 1,26-38: ‘una virgen desposada con un varón de nombre José’;
-Lc 2,5: José fue a Belén, ‘con María su esposa’;
-Mt 1,18-25: ‘Estando desposada María… con José…’; ‘…José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa…’; ‘recibiendo en su casa a su esposa’…

Estos textos indican claramente que en el momento de la Anunciación, María estaba ciertamente desposada con José. Era virgen (lo dice expresamente San Lucas). Tenía intención de permanecer virgen, aún estando, como ya estaba, desposada: lo expresa claramente su pregunta al ángel: “¿cómo podrá suceder esto, si no yo conozco varón?”; esta pregunta carece de todo sentido y es ininteligible en una mujer que está a punto de convivir con un hombre, pues en tal caso debería haber supuesto que concebiría del modo más natural del mundo, una vez que empezase a convivir con José. Distinto es el caso en que Ella tuviese intención, compartida con su esposo, de permanecer virgen; en este caso: o el ángel está hablando de un cambio de planes por parte de Dios…. o de un milagro inaudito.

La encarnación tuvo lugar antes de que María fuese llevada a casa de José. Revelado a José el misterio de la concepción virginal, José llevó a María a su casa, celebrándose las nupcias (Mt 2,24). El matrimonio se realizó según el ceremonial hebreo que incluía: primero los esponsales o promesa de unión (en este estado de vida estaba María en la Anunciación) y luego las nupcias o solemne introducción de la esposa en casa del marido.

Según la tradición judía de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban entre los dieciocho y veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a partir de los doce años eran consideradas doncellas (na’arah) a partir de esa edad podían desposarse.

El matrimonio judío tenía dos momentos, desposorio y matrimonio propiamente dicho: el primero era celebrado en la casa de la novia y traía consigo acuerdos y obligaciones, aunque la vida en común era preciso. Si la novia no había estado casada antes se esperaba un año después del desposorio para llegar a la segunda parte, el matrimonio propiamente dicho, donde el novio llevaba solemnemente a la novia desde la casa de sus padres a la de él.

Los desposorios entre los judíos equivalían a nuestra boda, aunque no eran nupcias definitivas. Si después de los desposorios ella era infiel a su marido se la consideraba adúltera, y si éste moría, a ella se la consideraba viuda.

Los desposorios judíos suponían un compromiso tan real que al prometido se llamaba “marido”. Aunque María no vivía todavía con San José, ya era su legítima esposa. Por eso el ángel llama a María esposa: «José, no temas aceptar a María, tu esposa»(273).

En cuanto a la naturaleza del matrimonio hay que decir que San José y la Virgen María contrajeron verdadero matrimonio en cuanto a su esencia (o como se dice en teología: en cuanto a su primera y esencial perfección) porque lo formal del matrimonio (lo que constituye propiamente a un hombre y una mujer en esposos) es el consentimiento para la unión conyugal, es decir en la unión indivisible de los ánimos.

En cuanto a la segunda perfección (que es el uso del matrimonio o unión carnal de los esposos) José y María renunciaron voluntariamente antes ya de que María fuese introducida en casa de José. ¿Esto implica imperfección del matrimonio?. Hay que distinguir que en cuanto a la unión carnal, no fue matrimonio perfecto, pero sí fue perfecto en cuanto a la educación de la prole: el niño Jesús.

¿Cuáles fueron los motivos de conveniencia para que María se desposase con San José si no iban a tener vida matrimonial (en cuanto a la unión carnal)?. Los motivos más importantes que señalan los santos Padres son:
Para que Jesús no fuera tenido por hijo ilegítimo por los impíos.
Para escribir su genealogía dentro del uso corriente, por medio del varón.
Para ocultar al diablo el parto de la Virgen.
Para que José tuviera el oficio de alimentarlo.
Para librar a la Virgen de toda infamia (calumnia).
Para que no fuera apedreada como adúltera por quienes no aceptasen el milagro de la Encarnación virginal.
Para que tuviese el auxilio de José a lo largo de su vida.
Para simbolizar a la Iglesia desposada con Jesucristo.
Para honrar a la virginidad y al matrimonio, y presentar tanto a las vírgenes como a las esposas un ejemplo vivo.

EL ANILLO NUPCIAL DE MARÍA Y JOSÉ
Desde la Edad Media los anillos de la boda de José y María ejercieron cierta fascinación en la religiosidad popular. La influencia de las narraciones apócrifas que se deleitaban en el milagro de la elección de José para esposo por una parte, la iconografía de los desposorios por otra, contribuyeron a que la ceremonia de la boda, con anacronismos encantadores, divulgara la imagen de la imposición o entrega del anillo por san José a la esposa María virgen. Todo ello explica el hecho de que se conservaran y veneraran en lugares distintos cinco anillos nupciales al menos. La primacía numérica la detentó u ostentó Francia, con cuatro de las cinco joyas devocionales.

Dos monasterios benedictinos poseían sendas alianzas: el borgoñón de Semur-en-Auxois que, según la tradición, fue donado por el que fuera patrono o encomendero del monasterio, el conde Gérard del Rosellón, a mediados del siglo VIII. El otro, más tardío, pertenecía a la abadía de Anchin, y se contaba que había sido transportado por los cruzados y donado por benefactores civiles y eclesiásticos en el siglo XIII.

Ya en el siglo XIV y comienzos del XV se veneraba en Notre Dame de Paris el par de anillos que se creía haber intercambiado los santos esposos en su boda. La fuente principal y señera que lo transmite es, nada menos, Jean Gerson, que esgrime en prosa y verso esta prenda para afianzar su constante petición de una fiesta con misa y oficio de los desposorios de José y María. Lo suplicaba al poderoso e influyente duque de Berry en 1413 poniéndole de relieve el gran servicio religioso que prestaría estableciendo y apoyando la fiesta (que habría que colocar en tiempo litúrgico de Navidad) del “virginal matrimonio de San José y Nuestra Señora y el rezo del oficio” que él mismo había compuesto, y, además, todo ello en la iglesia de Notre Dame de Paris, “donde están los anillos del desposorio de la Virgen”.

EL ANILLO DE PERUGIA
Ni todos en conjunto, ni ninguno de los anillos franceses en particular, pudieron competir con el realmente afortunado, el que se conserva aún y se venera en la capilla propia de la catedral de San Lorenzo de Perugia. Puede decirse, incluso, que es la reliquia josefina por excelencia, la más enriquecida de gracias espirituales, con indulgencias; la más rica también en leyendas y en bibliografía de todos los talantes, desde la más crédula a la más crítica y rigurosa; la vigente aún y animadora de acontecimientos culturales y festivos con motivo de la exposición pública y ritual del anillo nupcial.

Sus orígenes son oscuros a más no poder, algo frecuente e incluso incitante en devociones populares. Para ser más exactos, habría que decir que no se conocen los orígenes del santo anillo, lo que sitúa a la reliquia en el ámbito de la fantasía, de la imaginación, y del juego lejano de claros intereses político y religiosos. La leyenda, posterior, explica la llegada del santo anillo a Chiusi, su primera localización, en el siglo III gracias a la mártir santa Mustiola, patrona de Chiusi y que había recibido el santo obsequio de su marido, también mártir.

La otra versión, no más verosímil ni probable que la anterior, habla de la presencia de la reliquia nupcial en Chiusi ya a principios del siglo XI. Un joyero local, Rainerio o Ainero, la había recibido en Roma de un judío, con el ruego de que la venerase como merecía, condición que no cumplió Rainerio con aquella joya, que dejó semiolvidada en la iglesia de Santa Mustiola. Hasta que a eso de los diez años, el hijo (además único) de Rainerio murió y fue conducido a la iglesia de Santa Mustiola. Allí, estando en el túmulo, resucitó para reprochar públicamente al padre su pecado de descuido, y, tras haber recibido la seguridad de reparación de la culpa, murió otra vez plácidamente. Y comenzaron los milagros, ya en aquella misma ocasión con un repique de campanas sin que nadie las tañera. Siguieron con castigos a alguien que no respetó al santo anillo y, según narran los cronistas de Chiusi conducidos por la fantasía, se multiplicaron sin cesar en lo sucesivo.

La fama de los milagros despertó las rivalidades. Y a mediados del siglo XIV, con la excusa de que la iglesia de Santa Mustiola, extramuros y regida por canónigos regulares, resultaba insegura para tal tesoro, la reliquia se depositó en la catedral. Fue una decisión de la autoridad civil, y los pleitos que se siguieron entre los canónigos de ambas iglesias condujeron a que la autoridad eclesiástica, el obispo de Chiusi, decidiera que el santo anillo fuera depositado en una iglesia neutral: la urbana de los pobres franciscanos conventuales.

Allí estaba, cuando se hizo presente otro de los elementos habituales en la historia y en el tráfico de las reliquias: el hurto sacro, revestido casi siempre con ropajes de intervenciones sobrenaturales para justificar la nueva propiedad. En el caso del santo anillo es posible que actuaran también rivalidades entre los poderes civiles y los eclesiásticos. Lo cierto fue que uno de los frailes del convento de San Francisco, se dijo que llamado fray Winter, de Maguncia, sustrajo la reliquia. Lo que ya no es tan seguro es discernir si, tal y como confesaría el fraile, la robó con el objetivo de llevarla a su tierra alemana o, comprado por las autoridades perusinas que se lo pagaron con generosidad, llana y sencillamente para entregar el tesoro tan rentable a la ciudad de Perugia.

La justificación se fabricaría por parte de la ciudad con la tradición de que cuando el fraile ladrón se encaminaba hacia Alemania, justo allí, junto a Perugia, le sorprendió una niebla tan densa y tan duradera, que le impidió progresar, y por ello, y por inspiración divina, se vio obligado a entregar la preciosa prenda al gobierno urbano de la ciudad. Por supuesto, el común de Perugia lo acogió gozosamente y lo encerró en un arca fortísimo y con muchas llaves. Y se depositó en la catedral de San Lorenzo.

Como era de esperar, las dos ciudades se enzarzaron en una guerra que no se limitaba a la confrontación legal sino que llegaba también a expresiones más violentas. Sixto IV, a quien recurrieron desde Chiusi y desde su defensora Siena, decidió contra Perugia; pero el sucesor, Inocencio VIII, que necesitaba ganarse el favor de la ciudad, dirimió el conflicto a favor de Perugia. Para celebrarlo, en 1487 predicó un encendido apóstol de san José, el franciscano fray Bernardino de Feltre. Fueron tan arrebatadas y fundadas sus palabras, que animó a las autoridades a honrar la milagrosa reliquia con la edificación de una capilla dedicada al santo anillo prónubo, como en realidad se hizo, y a fundar lo que sería el alma alentadora del culto y de la veneración: la Cofradía del Santo Anillo. Capilla propia en la catedral, cofradía responsable, interés del municipio, todo ello ha influido de manera decisiva en la devoción a una reliquia simpática, no cabe duda.

No obstante, a pesar de estos factores, a los que hay que añadir el del atractivo turístico de las fiestas en la actualidad, en tiempos anteriores a los contemporáneos se necesitaba también, y sobre todo, para la popularidad la oferta de ganancias espirituales y los milagros. En cuanto a las indulgencias, de las que disfrutaban los cofrades, para ganarlas estaban los tres días de exposición, cuando se sacaba el santo anillo de su arca fuerte y se mostraba al público.

Y por lo que se refiere a los milagros, las crónicas y los escritos apologéticos dan buena cuenta tanto de los prodigios atribuidos a la mediación de la reliquia como a su fama de proteger a las esposas embarazadas, a las familias en cualquier necesidad. Favores que podrían obtener no sólo a los peregrinos a su capilla sino también quienes disfrutasen de alguna copia (que solía ser también de piedra) del santo anillo de Perugia.

La veracidad de la reliquia sería cuestionada, naturalmente, además de por las exigencias religiosas de elite, por los críticos, desde que en el siglo XVII la historiografía se hiciera más rigurosa y aventurase los criterios de autenticidad característicos de los ilustrados del siglo XVIII. La verdad es que los Bolandistas, tan rigurosos con las leyendas carmelitanas y las historias proféticas, se muestran mucho más suaves con el santo anillo.

Andreas Rivet, en su interesante “Apología mariana” (1639) expone con tanta dureza, que hasta el comprensivo Benedicto XIV se vería obligado a matizar sus clamores. Con este motivo, el cardenal Lambertini esgrime un principio muy válido de hermenéutica historiográfica: “en estas cosas no hay que reclamar más que la probabilidad ni de este anillo hay que aseverar nada de manera firmísima sino, y solamente, creer piadosamente lo que es tradición”.

La crítica sensata llegaría precisamente de este papa ilustrado. Al tratar de las fiestas marianas, concretamente y en primer lugar de la de los Desposorios de la Virgen con san José (23 de enero), termina hablando de la reliquia del santo anillo. Alude a los que la atacan y también a los excesivamente crédulos, como acabamos de ver, y manifiesta su punto de vista: “Pero nosotros, con la debida veneración hacia esta reliquia, advertimos con la mejor voluntad a quienes lean esas cosas que no se crean que por las actas de Sixto IV y de Inocencio VIII la Sede Apostólica ha juzgado como genuino este anillo santo. Porque ambos pontífices trataban solamente de si el anillo sagrado debía adjudicarse al pueblo de Chiusi o al de Perugia; y a pesar de que en aquel juicio se presumía la verdad del anillo, ¿quién hay que ignore que una cosa es presumir y otra el definir y declarar?”.

La devoción y la leyenda, la capacidad de penetración de los sermones antaño, de artes como el teatro, o del turismo, han popularizado esta reliquia, mimada por la ciudad que la posee. Por si fuera poco, la iconografía, concretamente la pintura, y la pintura de maestros de primer orden, ha sido otro factor de propaganda del santo anillo. Nos referimos al cuadro de los Desposorios, la tabla encargada por los magistrados y oligarquías urbanas de Perugia nada más recibir el refrendo pontificio de la reliquia en su posesión (1486). Después de avatares diversos, fue el maestro Perugino quien lo pintó, y en la capilla del santo anillo permanecería desde 1504 hasta que los franceses en 1797 lo expoliaran y lo llevaran a Francia (hoy se encuentra el cuadro en Caen). Tanto los Desposorios de Perugino como los coetáneos de su discípulo Rafael de Urbino, sitúan en el centro de la escena nupcial la entrega del anillo de José a María.
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Fuente: orosdelavirgen.org
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Nota: El 23 de enero, Los Desposorios de la Virgen y San José. Aunque este fue el día que prevaleció, tuvo varias fechas, dependiendo de las diócesis y las épocas: 15, 22, 23 y 24 de enero, 6 de febrero, 7 de marzo, 30 de mayo, 28 de julio y 22 de diciembre.

Celebrada primero por los premonstratenses, propagada por los franciscanos y hecha propia por los carmelitas.
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Texto: Ramón Rabre

martes, diciembre 10, 2013

San Gregorio III, Papa


San Gregorio III, Papa
Noviembre 28 - Diciembre 10

90 -San Gregorio III: Siria; Marzo 18, 731-Noviembre 741.
Nació en Siria. Elegido el 18.III.731, murió el 28.XI.741. Invocó la ayuda armada de Carlos Martello, Rey de los Francos, contra los Longobardos. De ello deriva el título de "Cristianismo" adoptado después por todos los Reyes franceses. Las limosnas fueron llamadas "óbolo de S. Pedro".
Martirologio Romano: En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes. († 741)

El Papa Gregorio III fue hijo de un siriano llamado Juan. No se conoce la fecha de su nacimiento. Su reputación por el aprendizaje y sus virtudes, fueron tan grandes que los romanos lo eligieron como papa por aclamación, cuando él acompañaba el funeral de su predecesor, el 11 de febrero de 731.

Él no fue consagrado más que un mes después de su elección. Se presume que la espera de la confirmación de la elección fue por las consideraciones en Ravenna. En materia de iconoclasmos, él siguió la política de su predecesor. Envió delegados y legados en relación con la persecusión del emperador León III, desarrolló dos sínodos en Roma (731) en los cuales se condenaron las herejías. Como forma de protestar contra el emperador, hizo que se dieran honores especiales a las imágenes y reliquias en particular a las de San Pedro. Existen fragmentos de inscripciones de estos tiempos, que dan cuenta de estas condiciones en la Basílica del Vaticano, algo que él construyó y frente a las cuales se oraban y recitaban oficios especiales.


La respuesta de León ante los argumentos y apologías de las adoraciones que se llevaban a cabo en oriente y occidente, fue tomar los patrimonios papales en Calabria y Sicilia, o donde quiera que se tuviera poder en Italia. Esas posesiones fueron trasferidas al patriarca de Constantinopla, una jurisdicción ecleciástica que eran tenidas, ambas, por el papa con anterioridad. En ello tuvo un papel importante la Prefectura de Illyricum. Gregorio III confirmó la decisión de sus predecesores con los respectivos derechos de los Patriarcas de Aquilea y Grado, y envio el “pallium” a Antonio de Grado.

Con otorgar también derechos a Egbert de York, estaba siguiendo los acuerdos de San Gregorio I, quien había dejado claro que York tenía los derechos metropolitanos en el norte de Inglaterra, y que Canterbury los tenía en el sur. Tanto Tatwine y Nothelm de Canterbury recibieron el “pallium” en sucesión de Gregorio III (731 y 736).

A su requerimiento, Gregorio III extendió el mismo apoyo y ayuda a San Bonifacio, lo que le había sido dado también por Gregorio II. “Refuerzo que excedió por la ayuda del afecto de la Sede Apostólica”, con ello el santo continuó con alegría, su glorioso trabajo por la conversión de Alemania. Cerca del 737, Bonifacio vino a Roma por tercera ocasión para una recuento de su actividad, y para disfrutar de una conversación “que compartía vida” con el Papa. A petición de Gregorio, el monje y gran viajero, San Willibald, fue a asistir a su primo Bonifacio en sus tareas.

El final del período pontificial de Gregorio estuvo cargado de problemas por acción de los lombardos. Dándose cuenta de la ambición que tenía Liutprand, Gregorio completó la restauración de las murallas de Roma, lo que había sido iniciado por sus predecesores. También trajo de retorno Gallese, algo importante en la vía, de Transmundo, Duque de Spoleto. Esto permitió tener abiertas las comunicaciones entre Roma y Ravenna.
En el 739, Liutprand estuvo de nuevo en armas. Sus tropas avanzaron abrumadoramente, y él mismo marchó hacia el sur subyugando a los Duques de Spoleto y Bevento, así como al Ducado de Roma. Transamund huyó a Roma y Gregorio imploró ayuda al gran jefe francés, Charles Martel. Después de un tiempo aparecieron embajadores del Vice-Rey (subreguladores) de Frank, en Roma (739).

El hecho de que llegaran, en medio del calor del verano, trajo un paz momentánea. Pero al año siguiente. Liutprand tomó nuevamente el campo. Esta vez los romanos dejaron sus murallas y ayudaron a Transmundo a recobrar Spoleto. Cuando, no obstante, se había recuperado su ducado, él no pudo cumplir con el requerimiento de Gregorio en tanto recobrar para el papa “las cuatroa ciudades del ducado de Roma que se habían perdido”.

Fue en medio de todas estas guerras y rumores de guerra, que murió Gregorio. Fue sepultado en el oratorio de Nuestra Señora, el cual había construido para él en San Pedro. Murió en 741.
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Fuente: 

sábado, noviembre 30, 2013

San Andrés, Apóstol

San Andrés, Apóstol
Noviembre 30

Martirologio Romano: Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en Acaya y que fue crucificado en Patras. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono. 60

Andrés era hermano de Simón Pedro y como él pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercían los doce apóstoles, Jesús dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostólico están representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberíades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrés, junto con Juan.

Los dos primeros discípulos ya habían respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicación los había sacado de su pacífica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesías. Cuando el austero profeta se lo señaló, Andrés y Juan se acercaron a Jesús y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, ¿dónde habitas?”, signo evidente de que en su corazón ya habían hecho su elección.

Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro: “Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús”. Por esto Andrés ocupa un puesto eminente en la lista de los apóstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar después de Pedro.
Además del llamamiento, el Evangelio habla del Apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.

Después de la Ascensión la Escritura no habla más de él. Los muchos escritos apócrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La única noticia probable es que Andrés anunció la buena noticia en regiones bárbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, según una Pasión apócrifa, fue por crucifixión, en una cruz griega.

Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y después a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.
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Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Cathoic.net

Beato José López Piteira, Mártir

Beato José López Piteira, Mártir
Noviembre 30

Martirologio Romano: Paracuellos del Jarama, Madrid, España, beato Jósé López Piteira, religioso agustino que, acudiendo a lejanas tierras en respuesta al llamado hecho por el Señor, fue asesinado por odio a la fe. († 1936)
 
Fecha de beatificación: 28 de octubre de 207, por el Papa Benedicto XVI, junto a otros 497 mártires de la persecución a la fe en España.

La divina providencia quiso que este joven, primer beato cubano, viniese a derramar su sangre defendiendo su fe en Cristo, en España, la tierra de sus antepasados, aunque llevó clavada en su corazón hasta su postrer aliento la isla caribeña que le vio nacer. Pero un apóstol es ciudadano del mundo, un vastísimo territorio que se conquista palmo a palmo entregándolo todo, como Cristo exige en el Evangelio, de modo que cualquier lugar al que se vea conducido en aras de la voluntad divina se convierte en un destino amado e irrenunciable. Y esto que José tuvo presente en todo momento, unido a la gracia divina que le alumbró, hizo que no tambalease lo más mínimo justamente cuando se enfrentó a la muerte brutal que otros le impusieron. No es tan mundialmente conocido como otros mártires, pero forma parte por derecho propio de quienes supieron hacer frente con toda valentía a ese cruel instante que se cernía sobre ellos, y que generosamente dieron su vida dejando tras de sí un admirable legado de amor.
 
Un día de primeros del siglo XX su humilde familia abandonó la noble tierra gallega para ganarse el sustento, como hicieron tantos compatriotas. Allí quedaron, bajo la custodia de los abuelos, dos de sus hijos, de los que se despedirían con inmenso dolor. En su equipaje portaban la fe heredada de sus padres como un preciado tesoro que habrían de transmitir a su numerosa prole. José nació en Jatibonico el 2 de febrero de 1912. Fue el quinto de los hijos que vinieron al mundo en ese hogar creado por Emilio y Lucinda, y segundo de los varones; después nacerían cinco vástagos más.
 
En plena niñez, poco antes de cumplir sus cinco primeros años de vida, José regresó junto a sus progenitores a España. Aunque apenas existen datos de su infancia, debió ser uno de esos niños que no crean problemas. Cursó estudios en régimen de internado con los benedictinos de Santa María de San Clodio, del municipio de Leiro, Orense, dando así sus primeros pasos hacia la vida religiosa. A buen seguro que sus padres habrían puesto grandes esperanzas en él. Finalizados sus estudios, se integró con los agustinos de Leganés, Madrid. Profesó con ellos en 1929, y prosiguió su formación en el monasterio de san Lorenzo del Escorial. Se han destacado las cualidades que apreciaron en él en esa época de su vida subrayando su «carácter bondadoso y tratable, entusiasta y observante».
 
Y efectivamente no sería mal religioso cuando un año antes de convertirse en sacerdote, momento que aguardaba gozoso, ya estaba decidido su futuro como vicario apostólico de Hai Phòng, en Vietnam. Sus superiores habían vislumbrado en él las cualidades y virtudes que iban configurándole como un gran apóstol. No llegó a partir y tampoco pudo recibir el sacramento del orden. Sus sueños se truncaron violentamente al ser apresado el 6 de agosto de 1936 junto a sus hermanos religiosos en medio de la fratricida contienda española. El antiguo colegio madrileño de San Antón, que había sido propiedad de los padres escolapios, donde tantos alumnos fraguaron y compartieron su fe –entre otros Fernando Rielo, fundador de los misioneros y misioneras identes–, convertido entonces en cárcel, fue el escenario donde se desenvolvieron los preámbulos del particular calvario de José.
 
Cuando llegaron a buen puerto las gestiones realizadas por sus atribulados familiares ante las autoridades cubanas, en un gesto de valentía y coherencia, el beato declinó la oferta de su liberación que se había obtenido tornando a favor suyo las dificultades que entrañaba tal decisión. Y su temple apostólico, lleno de caridad, se puso de manifiesto en su inquebrantable voluntad de dar hasta el final los mismos pasos de sus hermanos de comunidad: «Están aquí todos ustedes que han sido mis educadores, mis maestros y mis superiores, ¿qué voy a hacer yo en la ciudad? ¡Prefiero seguir la suerte de todos, y sea lo que Dios quiera!». Así lo determinó, con rotundidad, dispuesto a cumplir la voluntad divina. Los rostros de sus superiores y formadores le contemplaban conmovidos. Y con ellos compartió numerosos sufrimientos en cerca de cuatro meses marcados por las privaciones y la angustia, hasta que entregó su alma a Dios en Paracuellos del Jarama, Madrid.
 
Fue ajusticiado el 30 de noviembre de 1936, junto a otros 50 religiosos agustinos, exclamando: «¡Viva Cristo Rey!», al tiempo que renovaba el supremo acto de perdón aprendido del Redentor hacia quienes le privaban de su vida; así le franqueaban las puertas del cielo. Tenía 24 años.
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Autor: Isabel Orellana Vilches | Fuente: Zenit.org

Beato Juan de Vercelli Garbella, Maestro Sacerdote

Beato Juan de Vercelli Garbella, Maestro Sacerdote
Noviembre 30
 
Martirologio Romano: En Montpellier en Provenza en Francia, beato Juan de Vercelli Garbella, que, Maestro General de la Orden de Predicadores, reconmendó en la predicación la devoción al Nombre de Jesús. (c. 1205 - 1283).
 
Juan Garbella nació en Mosso Santa María (Vercelli). Estudió en París y enseñó Derecho en Paris y Vercelli; ingresó en los dominicos entre los que detento varios cargos, el último fue el de Maestro general (1264-1283). Durante diecinueve años, desempeñó ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo "pobre hombrecito") y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su ayudante fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente.Pero su energía suplía con creces su baja estatura.

En efecto, visitó y reformó incansablemente los conventos de su Orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes de los ayunos eclesiásticos y de los de su Orden. San Gregorio X, poco después de su elección al pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato que redactase un "esquema" para el II Concilio Ecuménico de Lyon (1274). En el Concilio conoció Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde Nicolás IV), quien había cedido a san Buenaventura en el cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus súbditos. Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III de Francia y Alfonso X de Castilla.
 
Ello no fue más que una continuación del oficio de pacificación en el que tanto se distinguió Juan de Vercelli. El beato fue uno de los primeros propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los albigenses. El beato Gregorio X eligió particularmente a Juan de Vercelli como capitán de la Orden de Predicadores, para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente a todos los provinciales. Filialmente se decidió que en todas las iglesias de los dominicos hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías contra la blasfemia.

En 1278, el Maestro general envió a un visitador a Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de santo Tomás de Aquino, muerto recientemente. El beato había nombrado al Doctor Angélico para ocupar la cátedra de Teología en París, ya que san Alberto Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, el beato Humberto de Romans, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la curia romana. También renunció al cargo de General de la Orden, pero su renuncia no fue aceptada, de suerte que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre en Monte Pesulano.
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San Gálgano Guidotti de Siena, Eremita

San Gálgano Guidotti de Siena, Eremita
Noviembre 30
 
Martirologio Romano: En el monte Sebio, en la Toscana, san Gálgano Guidotti, eremita, quien se convirtió a Dios después de una juventud disipada y vivió el resto de su vida dedicado voluntariamente a la penitencia corporal. (1148-1181).
 
Nació en Chiusdino (Siena), en el seno de la familia de los Guidotti, ligada por vasallaje a los obispos de Volterra, señores feudales del lugar; su madre se llamaba Dionisia, y su padre, Guido o Guidotto, por este nombre su apellido fue: Guidotti. Según cuenta la leyenda, sus padres que desearon tanto tener un hijo que se lo pidieron al arcángel san Miguel, pero cuando nació descuidaron su educación cristiana y tuvo una juventud tempestuosa, llena de pasiones y vicios.

Parece cierto que Galgano fue caballero: el acceso a la caballería era natural por pertenecer a una familia que tenía la función oficial de tutelar el orden constituido, la mano armada del obispo de Volterra para la protección del pueblo y distrito de Chiusdino. La muerte de su padre produjo en él un cambio de vida; su conversión estuvo rodeada de fuertes experiencias místicas: se cuenta que el arcángel san Miguel, patrón de Chiusdino, se le apareció en sueños y lo convenció para que se enrolase en la "milicia celeste"; siete días después, también en un sueño, el arcángel lo acompañó a un templo redondo dedicado a María y los Doce Apóstoles y le invitó a construir una iglesia según aquel modelo.

Movido del deseo de concretar esta invitación celeste, Galgano tuvo que afrontar la oposición de su madre, que buscó casarlo con una muchacha de Civitella, un castillo de la Maremma toscana, a la que la leyenda llamó: Polixena. En 1180, cuando marchaba a conocer a su novia, en el camino de la Maremma, el caballo de Galgano se paró; no hubo manera de hacerlo caminar. Galgano pidió al Señor que lo condujera a un lugar donde pudiera encontrar la paz espiritual.
 
El caballo comenzó a caminar y lo condujo a la cercana colina de Montesiepi, donde se paró. Al llegar este lugar, clavó su espada de caballero en una roca y se retiró a una ermita en el Montesiepi, donde vivió en silencio, en penitencia y en oración, a pesar del interés de sus familiares para que viviera en el mundo, además de las fuertes tentaciones que sufrió en su soledad.

El ejemplo de nuestro santo atrajo a muchas personas y, como otras experiencias eremíticas, también en esta ocasión fue el inicio de la fundación de una nueva comunidad monástica.
 
En 1181, Galgano visitó al papa Alejandro III y obtuvo la aprobación de su fundación. Durante su ausencia, tres personas envidiosas, que la tradición ha identificado con algunos monjes de la abadía de Serena, atentaron con él, destruyendo la ermita y destrozando la espada. Por intervención divina los tres fueron castigados. Quizás por sugerencia del Pontífice, Galgano se puso en contacto con algunos monjes de la Orden guillermita, presumiblemente con los del monasterio de San Salvatore di Giugnano, cercano a Montesiepi. Su experiencia eremítica duró menos de un año ya que murió con 30 años en Volterra.

Su vida está llena de leyendas piadosas que no tienen ninguna originalidad. Los cistercienses y los agustinos, quisieron apropiárselo y aparece como miembro de cada una de sus Ordenes. Parece que la comunidad monástica por él fundada, en el siglo XIII, la casa madre se adhirió a la Orden cisterciense y las comunidades sufragáneas a la Orden agustina, de aquí que aparezca como santo de una de estas comunidades religiosas. En su pueblo natal todavía existe una confraternidad dedicada a él, fundada en 1185 y es probablemente la más antigua confraternidad de la cristiandad entre las hoy existentes. Su tumba fue lugar de peregrinación y fuente de gracias divinas. Es uno de los principales patronos de la ciudad de Siena.
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San Tadeo Liu Ruiting, Presbítero y Mártir

San Tadeo Liu Ruiting, Presbítero y Mártir
Noviembre 30
 
Martirologio Romano: En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por odio a la fe. (c.1780 - 1823).
 
Nació en Ku-Hien, China. fue ordenado sacerdote con 35 años y se dedicó a recorrer con gran ánimo y fidelidad la provincia de Zyu-Tuan, donde atendió a los fieles pastoralmente, y los animó en la persecución.
En 1821, fue arrestado por la denuncia de un cristiano que había sido corregido por otro cristiano, y así se quiso vengar. Primero fue encadenado y al sol durante todo el día y luego se le dejó varios meses en la cárcel que se viera la causa.
 
Finalmente fue conducido a la capital de la provincia, Tcheou-Tou, donde fue juzgado y condenado a muerte por ser cristiano. Y se le reenvió a su lugar de procedencia, Ku-Hien, donde debió esperar la confirmación de su sentencia a muerte por parte del emperador.

Dos años pasó en la cárcel, años de paciencia y oración; se negó a apostatar diciendo que era sacerdote y quería ser file a la religión que había predicado. Llegada la confirmación imperial fue llevado junto al templo del pueblo y allí fue estrangulado en Quxian.
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Beato Miguel Rueda Mejías, y compañeros Mártires

Beato Miguel Rueda Mejías, y compañeros Mártires
Noviembre 30


Martirologio Romano: En el lugar llamado Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en España, fueron martirizados el beato Miguel Rueda Megías, natural de Motril (Granada), que tenía 34 años de edad; y seis compañeros mártires, religiosos de la Orden de San Juan de Dios, que, esclarecidos por su testimonio cristiano, durante la cruel persecución volaron hacia el Señor por la violencia de los enemigos de la Iglesia.

Sus nombres son: beatos Diego de Cádiz (Santiago) García Molina, Nicéforo Salvador del Río, Román (Rafael) Touceda Fernández, religiosos; Arturo Donoso Murillo, Jesús Gesta de Piquer y Antonio Martínez Gil-Leonis, profesos. 1936.

Natural de Motril (Granada), en el seno de una familia humilde. Venciendo la fuerte oposición familiar, en 1922, ingresó en la Orden Hospitalaria. Era de genio fuerte, pero se venció a sí mismo, manifestandose frecuentemente blando, sentimental y de alma delicada. Formó parte de varias comunidades hospitalarias del territorio español.

Formaba parte de la comunidad de Ciempozuelos cuando fue detenido. Durante los meses de su encierro demostró gran fortaleza. Ante su martirio, "diríase que iba a algún acto de comunidad a juzgar por su contento". Mártir en Paracuellos del Jarama (Madrid).
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Santa Maura de Constantinopla, Mártir

Santa Maura de Constantinopla, Mártir
Noviembre 30
 
Muchacha martirizada en Constantinopla. Parece que puede ser una duplicación de santa Maura celebrada el 3 de Mayo. s. III.
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San Mirocles de Milán, Obispo

San Mirocles de Milán, Obispo
Noviembre 30

Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria, san Mirocleto, obispo, del que have memoria san Ambrosio entre los obispos fieles que le precedieron. c. 314.

Obispo de Milán, fue uno de los padres de la liturgia y del canto ambrosiano. Asistió al Concilio de Roma en 313. San Ambrosio de Milán lo nombra en varios de sus escritos.
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San Tugal, Abad y Obispo

San Tugal, Abad y Obispo
Noviembre 30

Martirologio Romano: En la Bretaña Menor, san Tugal, apellidado “Pabu”, abad y obispo, que construyó un monasterio en la ciudad de Treguier. c. 564.

Monje galés, llamado “Pabu” (padre), entre los bretones, que se trasladó a Bretaña, Francia, con su madre, hermanas y otros parientes. La lengua celta de Bretaña era facil de entender por los hablantes de galeico. Tugal era primo del rey de Dumnonia, Deroc, y trabajó para promover la fe en los dominios de su pariente. Fue abad mitrado de Tréguier y abad de Trecor con el rey Childeberto I. Patrón de Tréguier.
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Beato Federico de Ratisbona, Ermitaño Leñador

Beato Federico de Ratisbona, Ermitaño Leñador
Noviembre 29 - 30


Martirologio Romano: En Ratisbona, de Baviera, en Alemania, beato Federico, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, siendo hábil carpintero, sobresalió por el fervor en la oración, por la obediencia y por la caridad. 1329.

Nació en Ratisbona (Alemania). Sus padres pertenecían a la clase media. Entró en calidad de hermano no clérigo en el convento de los agustinos de Ratisbona (Regensburg, Alemania), y sirvió a la comunidad como carpintero, con el encargo de proveer a la casa la leña necesaria para el uso cotidiano.

Un modesto trabajo llevado a cabo durante años, unido a una profunda vida de oración. Fue apreciado por su religiosidad, su generosa obediencia, su delicadeza con los hermanos, su caridad con los pobres, su humildad y, en particular, por su ardiente devoción a la eucaristía; se narra cómo un día en que no pudo asistir a la misa, en el mismo lugar donde se encontraba trabajando, recibió la comunión de manos de un ángel.

Desde 1913, sus restos mortales, se hallan expuestos a la veneración de los fieles en la iglesia agustiniana y parroquial de santa Cecilia en Ratisbona.

El siervo de Dios, Clemente Fulh, Prior General, O.S.A., en una carta a los hermanos no clérigos, decía: “El beato Federico llegó en vuestro estado a la cumbre de la perfección, observando fielmente las normas establecidas por N. P. S. Agustín en su obra “De opere monachorum”, es decir, juntando en admirable consorcio la vida perfectamente contemplativa con la vida perfectamente activa. El beato Federico, en los diversos oficios que le encomendara la obediencia, sirvió sin descanso y con singular solicitud a la comunidad, anteponiendo siempre el bien común al propio, que es el carácter distintivo de la caridad cristiana, según nos enseña San Pablo y nos recuerda N. P. S. Agustín en la Regla.

El beato Federico es dechado y ejemplar admirable, pues íntimamente unido a los sacerdotes por la obediencia y la caridad, aspiró ardientemente a que Jesucristo reinara con imperio absoluto en las almas, y sobre todo en su corazón. Seguid sus huellas, imitad sus ejemplos e invocad su protección, para que también vosotros logréis llegar al mismo fin; a la perfección en vuestro estado y a la bienaventuranza eterna”.
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San José Marchand, Presbítero y Mártir

San José Marchand, Presbítero y Mártir
Noviembre 30

Martirologio Romano: En Hué, en Annam, san José Marchand, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, bajo el imperio de Minh Mang, fue condenado al suplicio de los cien azotes. (1803-1835).

Nacimiento.: 1803 - †: 1835 - País: Vietnam
Beatificado: por León XIII 27 may 1900 - Canonizado: por Juan Pablo II 19 jun 1988

En Hué, localidad de Annam, san José Marchand, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que bajo el imperio de Minh Mang fue condenado al suplicio de los cien azotes.

Nació en Passavant (dioc. de Besançon) el 17 de agosto de 1803, y completados sus estudios en el seminario diocesano, pasó en 1828 al de las Misiones Extranjeras de París. Ordenado sacerdote el 4 de abril el mismo año, el 12 de mayo siguiente partió para Annam.

Su primera actividad se llevó a cabo principalmente en la provincia de Binh-Tuan (Camboya), en medio de más de siete mil cristianos, distribuidos en veinticinco aldeas. El decreto de persecución de 1833 le obligó a refugiarse en el sur de Cochinchina, donde empezó una vida errante, huyendo hasta que fue obligado a esconderse en la espesura del bosque, donde se alimentaba de hierbas. Descubierto por los soldados de los rebeldes Koi, tuvo que seguirlos hasta la ciudad de Saigón, donde levantaron barricadas para defenderse de las tropas reales. El asedio duró dieciocho meses, durante el cual el líder rebelde trató -en vano- de que escribiera a los cristianos para levantarlos contra el rey. Caída la ciudad en las últimas semanas de 1835, Marchand fue encarcelado y acusado de haber participado en la rebelión. Vanas resultaron las protestas, por lo que, encerrado en una jaula con otros cristianos, fue llevado a Hué, ala cárcel de Yo-Loango.

Enalgunos interrogatorios que siguieron, la acusación fue renovada y refutada, pero querían inducirlo a la apostasía pisoteando la cruz, pero las respuestas del mártir fueron siempre firmes, incluso en medio de la terrible tortura de tenazas ardientes. El 30 de noviembre, a las 5 am, siete tiros al aire invitaron al pueblo a presenciar la tortura de «las cien heridas», a las que el misionero, persistente en su negativa a renunciar a la fe, había sido condenado. En medio de insultos y acusaciones de infamia y magia -que provocaron respuestas dignas-, comenzó el horrible tormento de una sucesión de terribles mutilaciones y heridas hasta que, incapaz de soportar el tormento, el mártir murió. Ni siquiera el cuerpo se salvó porque, descuartizado, fue arrojado al mar, incluyendo la cabeza, que fue exhibida primero en una pica.

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Autor: Isabel Orellana Vilches | Fuente: Zenit.org

Beato Ludovico Roch Gietyngier, Sacerdote y Mártir

Beato Ludovico Roch Gietyngier, Sacerdote y Mártir
Noviembre 30

Martirologio Romano: Cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Luis Roch Gientyngier, presbítero y mártir, que en la ocupación de Polonia durante la guerra, entre los crímenes cometidos por el régimen enemigo de la fe, fue martirizado, entregando su espíritu. (1904-1941).
 
Nació en Zarki, Polonia. Ingresó en el seminario mayor de Kielce, incardinándose en la diócesis de Czestochowa cuando ésta se creó. Fue ordenado sacerdote en 1927. Fue vicario cooperador de la parroquia de Strzenieszyce, al mismo tiempo estudiaba Teología en la universidad Jagellónica de Cracovia, donde se licenció en 1929. Fue destinado a la enseñanza de religión en las escuelas y liceos de su diócesis, y obtenía el nombramiento de presidente del Instituto Diocesano de Wielun.
 
Pero justo el día en que iba a tomar posesión de su trabajo se produjo la invasión alemana de Polonia con la consiguiente política antipolaca. Siguió en Wielun, pero en otoño de ese mismo año fue enviado a la parroquia de Raczyn, como párroco hasta que en 1941 fue arrestado y llevado al campo de concentración de Konstantynow y después al campo de exterminio de Dachau. Los guardianes del campo lo mataron.
 
Era un hombre de profunda espiritualidad y profunda cultura, celoso de sus deberes sacerdotales y de gran espíritu apostólico. De carácter amable  cordial, era gran devoto de María.
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Beato José Otín Aquilué, Mártir Salesiano

Beato José Otín Aquilué, Mártir Salesiano
Noviembre 30

Martirologio Romano: También en Valencia, en España, beato José Otín Aquilé, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, que en la misma persecución, invencible y constante en su fe, arribó al reino de los cielos. (1901-1936).

Nacido en Huesca el 22 de Diciembre de 1901.

Ingresó a la Orden Salesiana, recibiendo el minisnterio sacerdotal en 1928.
Educador muy apreciado en Alcoy. † Valencia, noviembre de 1936.
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Autor: Xavier Villalta