
En Argentina, como en toda América, llegó de contrabando en 1997 y podías
comprarlo en quioscos o jugueterías. El primer Tamagotchi se lanzó en 1996 y resultó
un éxito instantáneo.
Es muy loco pensar que hoy un niño crece con
tablets, celulares smart y videojuegos avanzados, pero en aquella época nos
divertíamos con un pequeño dispositivo electrónico con la forma y el tamaño de
huevo y una pantalla en blanco y negro pixelada que almacenaba a una mascota
virtual.
Originalmente fueron diseñados para las japonesas adolescentes, para que pudieran darse una idea de lo que sería cuidar a un niño.
Pero lo terminaron adquiriendo todos, desde altos directivos (lo veían como un elemento anti-estrés) hasta amas de casa aburridas y adolescentes precoces. Y es que era realmente simpático. Mirá qué simpatico:
… solo miralo, ¡por el amor de Dios!
Algo que los Tamagotchies nunca hicieron fue
prometer la eternidad; se negaban a proteger a los usuarios de la realidad más cruda
de la vida. Así, nos enseño a nosotros (niños de los 90’s) muchas lecciones
valiosas: todos necesitan comida, juegos y cuidado. Y después te morís. Y esto a veces podía llegar a ser verdaderamente
traumático. Tanto que psicólogos e investigadores llegaron a definir el “efecto
tamagotchi” como el desarrollo de un apego emocional hacia máquinas,
robots o incluso software particulares.
(Al respecto, si
todavía no vieron la película “Her”, de Spike Jonze, por favor háganlo. No tiene desperdicio).
"Eres
responsable para siempre
de
lo que has domesticado"
(Antoine de Saint-Exupéry, El Principito)
Y es que el sueño de todo niño es justamente eso:
que su juguete preferido cobre vida. Los juegos de monstruos de bolsillo (Pokémon) y Star Wars, por su parte, sentaron las bases para que uno comenzara
a sentir afecto por androides adorables.

Hay algo de debate respecto al mayor tiempo que
alguien logró mantener a un Tamagotchi vivo. Una coleccionista de nombre Kyliesmum afirma que pudo hacerlo por 5
meses y que se le murió porque olvidó setear su alarma una vez (básicamente: se
quedó dormida y se le murió).
En el fondo el cerebro humano siempre necesita
alcanzar “algo”, un objetivo, una meta.
Por eso hay tantas personas infelices
en el mundo a pesar de que pueden comer y dormir todo lo que quieran. La
imperiosa necesidad de “alcanzar algo” es lo que finalmente nos permitió
conquistar todo el mundo, descubrir los secretos del átomo o impulsarnos hacia el espacio. Los Tamagotchies representaron la forma más reducida y sencilla de
cumplir este cometido: apretabas un botón y la mascota virtual vivía, reía, te
agradecía. Con solo un botón cada tanto recibías un “¡bien hecho!” virtual. Esta sensación de logro se alcanzaba con
facilidad, sin esfuerzo físico y casi sin esfuerzo mental.
Por otro lado, el Tamagotchi decidía cuándo
tenías que apretar ese boton, así que ni siquiera era una cuestión de decisión
nuestra.
Hoy el Tamagotchi
no desapareció, sino que fue transformándose. Farmville, por ejemplo, es en realidad un Tamagotchi oculto. La
franquicia de Digimon, también de
Bandai, fue otro esfuerzo para seguir la idea en la nueva generación de chicos.
Hay un animé
inspirado en el dispositivo, podés bajarte apps que lo simulan en tu
celular y existe muchísima música que lo referencia directamente. Una de mis
preferidas siempre fue “Together Forever”
(de la desconocida banda Daze) que está plagada de menciones al
Tamagotchi.
► ESCUCHÁ,
y con esto cerramos:
► CAPÍTULOS ANTERIORES: Este post es el segundo de la “saga
nostálgica” del blog. Date una vueltita por el primero: La nostalgia ya no
es lo que era (I): Doom. ¡Hasta la próxima!
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=>> Otras notas sobre NOSTALGIA en el blog: “La nostalgia ya no
es lo que era (I): Doom”; “Gemini Rue y la narrativa de los videojuegos”; “Técnicas Narrativas III: In medias res”; “El efecto Tetris en la vida real”; “LISTA TOP-5: las imágenes más perturbadoras de Dónde
Está Wally”; “Elige tu propia aventura: o cómo revivir tu infancia
con un libro”. <<==
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