Marta tenía tres años y decían que parecía retrasadilla.
A los seis años no era capaz de concentrarse en la clase. Que lenta es!
A los ocho años y debido a las burlas, insultos y desprecios de los compañeros e incluso de algún maestro, caía en una depresión que acabó con el primer cambio de escuela. Por entonces, ya había empezado el peregrinaje por logopedas, psicólogos y psiquiatras.
El diagnóstico fue de dislexia en la lecto-escritura. Sin embargo, seguía con problemas para avanzar. Algo más debía haber. Las terapias habituales no servían y Marta se agotaba de tantas sesiones sin resultados
Tenía trece años y se consideraba tonta. La autoestima por los suelos y la familia sin saber como enfocar una problemática que le desbordaba.
Fue entonces cuando contactaron con un neuro-pediatra que supo diagnosticarle una "TDA inatenta" con dislexia. Aquello era nuevo.
El diagnostico adecuado y el tratamiento correspondiente permitieron empezar a corregir esa desconexión neuronal que provoca evidentes problemas de aprendizaje. Finalmente, se confirmaba por fin, que no era un problema de inadaptación, ni de adolescencia, ni educacional, sino que existía una raíz física e incluso potencialmente genética. Fue entonces cuando contactaron con un neuro-pediatra que supo diagnosticarle una "TDA inatenta" con dislexia. Aquello era nuevo.
Aún así, cuando encontraba un profesor que entendía el problema, el curso iba bien. Sin embargo, también aparecen esos profesores que escépticos, la trataban de inmadura y con problemas de adolescencia. El curso se convertía entonces en un verdadero calvario.
Hoy Marta, con quince años, se siente fuerte, informada de su problema y con aquellos recursos necesarios para defender su condición y sacarle partido. Hoy tiene ilusión por ir a la escuela.
Quisiera resaltar la importancia de reconocer este tipo de problema que afecta a un 10% de los niños pero que frecuentemente no es reconocido o diagnosticado como tal. Este problema, necesita de la ayuda de la familia, por supuesto, pero desgraciadamente no es suficiente.
Es muy importante también, el reconocimiento y comprensión de los profesores y tutores, pues son ellos quien deben ajustar ciertas pautas a las limitaciones que esta circunstancia supone.