Mostrando las entradas con la etiqueta Literatura autobiográfica. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Literatura autobiográfica. Mostrar todas las entradas

jueves, julio 21, 2022

Primera carta a Helene Berr sobre sus Diarios: 1942-44

“Las catástrofes siempre ocurren en días soleados”

Primera carta a Helene Berr sobre sus Diarios: 1942-44

20 de julio de 2022

Querida Helene:

¿Cuántos diarios íntimos sobre la Segunda Guerra Mundial (SGM) siguen esperando por darse a conocer? ¿cuántas joyas de la literatura autobiográfica se perdieron para siempre en un incendio, en la basura, en la tragedia de esos años o simplemente en algún descuido posterior a 1945? Lo mejor es no pensarlo y hacer como tú nos enseñas en el vuestro: admirar el momento. Si algo maravilloso tienen tus escritos es esa permanente actitud de descubrir la belleza que te rodea. De esa forma escribes en la primera entrada (7 de abril de 1942; de acá en adelante solo señalaremos: día y mes, porque esta primera carta solo se refiere a ese año), al relatar la gran emoción que sentiste cuando recogiste el libro que te dejó Paul Valery y tenía una dedicatoria con un poema: “El júbilo me ha inundado, una alegría que confirmaba mi confianza, que armonizaba con el sol alegre y el cielo azul completamente límpido por encima de las nubes algodonosas”. Los textos de Ana Frank fueron conocidos a solo dos años de terminada la guerra, pero tú que has sido llamada la “Ana Frank de Francia” tuviste que esperar 60 años.

El ser humano tiende a la tristeza ¡y ni se diga en momentos de crisis o dificultades como una guerra! Hay que cultivar la voluntad y usar nuestra razón y sentidos para animarnos, y esto se logra desarrollando la educación (espíritu o percepción) estética. Tienes 21 años al iniciar el Diario y lo haces perfectamente. “Pensemos en otra cosa. En la belleza irreal de este día de verano en Aubergenville. El día ha transcurrido de manera perfecta, desde la salida del sol, lleno de frescor y promesa, luminoso, hasta la tarde tan suave y serena, tan tierna, que me ha bañado hace un rato” (11 de abril). Tus estudios universitarios de literatura en La Sorbona son alegres; porque el solo hecho de llamar a las personas por los autores que les gustan y no dejar de escribir sobre lo que lees, demuestran la gran pasión que sientes por los libros ¡por el arte!  La vida aburguesada de tardes de meriendas escuchando discos o tocando música, y el coqueteo con algunos compañeros de la universidad; se percibe tan lejano a la barbarie de la guerra.

No he encontrado en tus escritos muchas referencias a la naturaleza de los diarios, salvo el 15 de abril cuando lo justificas: “Escribo aquí porque no sé con quién hablar” y el 4 de mayo cuando dices: “¿Un día destruiré estas páginas (…)?” La realidad, considero, es que nunca encontraremos a esa “alma gemela” que pueda escuchar atentamente todo lo que queremos decir y comprendernos. Y no lo haremos porque no existe, porque el diario es un diálogo con nuestra conciencia; y el otro es eso: el diferente. Solo podemos compartir y complementarnos, y tú lo lograste con tu familia, tu padre que tan cariñosamente describes, tus amigos y Jean Morawiecki (J.M.). Pero el diario también es un testimonio, y de esta forma una fuente primaria para los que anhelamos comprender una época. Y finalmente es una prueba de nuestra humanidad, del ser personas y por tanto únicos e irrepetibles siempre en diálogo con nosotros mismos y con los demás. Con una dignidad que los nazis y sus colaboradores (el gobierno del mariscal PhilIppe Petain) intentaron destruir y arrebatar; pero no pudieron. Y de esa manera tú y yo dialogamos en el tiempo. 

El colaboracionismo francés no era solo del Estado, sino también de los que no veían el mal de la ocupación o el Tercer Reich, ¡y el terrible derrotismo en el que muchos se encerraron en sus mundillos privados!  Me gustó tanto cuando al discutir con “Sparkenbroke” sobre el resultado de la guerra, tú le haces una pregunta retórica ante su confianza en que Adolf Hitler obtenga la victoria: “¿Qué será de nosotros si ganan los alemanes?”, y este te responde con un “¡Bah! No cambiará nada. Siempre existirán el solo y el agua…” Y de manera contundente dijiste la gran verdad del totalitarismo nazi: “¡Pero no a todo el mundo le dejan disfrutar del sol y del agua!”

Toda la belleza y la alegría tendrá que el terrible contraste de las medidas contra los judíos a partir de junio de 1942. A diferencia del Este de Europa en el que se establecieron tempranamente todas las prohibiciones, llevar la estrella de David, el encierro en los guetos, el asesinato por cualquier cosa y los campos; en Francia los hebreos solo fueron censados a los cuatro meses de la ocupación y se le prohibieron ciertos empleos (Estado, docencia, prensa, radio y cine), salvo el caso de los extranjeros. La vida de la familia del vicepresidente de la Sociedad Kuhlmann (industria química): Raymond Berr, tu padre; no se vio afectada, hasta que el primero de junio deben llevar la “estrella amarilla” a la que te opones pero después lo reconsideras y te das cuenta que “no llevarla es una cobardía con respecto a quienes la llevan” (4 de junio). “El frescor, la belleza, la juventud de la vida, encarnada por esta mañana límpida; la barbarie y el mal, representada por esta estrella amarilla” (8 de junio).

En la descripción de la actitud de la gente hay más personas solidarias que ofensivas, pero igual las autoridades te obligan a ir en el último vagón del Metro y “era como si llevara en la frente una marca al rojo vivo” (9 de junio). Y lo peor ocurrirá días después cuando envíen a tu padre al campo de Drancy por unas semanas debido a que la llevaba “mal cosida”. “Yo no entendía muy bien toda aquella belleza de París una mañana radiante de junio. Siempre hace bueno las catástrofes” (24 de junio). Y después vendrá la redada del Velódromo de Invierno (16 y 17 de julio) de la que son avisados, pero que no les toca por varias condiciones que lo protegen: franceses desde hace doscientos años, padre combatiente en la Gran Guerra y lo que finalmente terminará salvándolo temporalmente: su nivel social. Todo eso te transformará y te dedicas a ayudar a la comunidad judía, donde verás el sufrimiento de tantas familias separadas y cuidar a los niños cuyos padres son deportados. El 22 de septiembre liberan a tu padre (al parecer gracias a un chantaje con la empresa) y a finales de noviembre tu novio se unirá a la Resistencia huyendo de Francia, y dejas de escribir hasta agosto y octubre de 1943.

Al final, tu experiencia es la de la Francia que se solidarizó con los perseguidos y nunca fue derrotada. “Las amistades que se han forjado aquí, este año, tienen la impronta de una sinceridad, una profundidad y una especie de honda ternura que nadie podrá conocer nunca. Es un pacto secreto, sellado en la lucha y las penalidades” (19 de julio). El mes que viene debo escribir a otra joven (de 27 años) pero esta vez de Holanda: Etty Hillesum, la cual decide ir a un campo para ayudar.

lunes, junio 20, 2022

¿Qué tiene que decirle Ana Frank a los jóvenes venezolanos?


Primera carta a Ana Frank sobre su Diario en el año 1942 

Querida Annie:

El 12 de junio se cumplieron 80 años desde que comenzaste a llevar tu Diario el día de tu cumpleaños número trece. Siempre he pensado que escribirlo es expresión de un alma sensible que valora la trascendencia. Por ello afirmas: “No quiero haber vivido en vano como la mayoría de la gente. Quiero ser útil o llevar alegría a la gente, incluso a las que nunca conocí. Quiero seguir viviendo incluso tras mi muerte”. ¡y con alegría te cuento que lo lograste y cómo jamás lo pudiste imaginar! Al colocar en Google tu nombre aparecen 135 millones de entradas y al cambiar a “Anne” llegan hasta 204 millones. Si le agrego “Diary” son 12 millones. El famoso refugio es un museo que tuve la suerte de visitar y hay miles de referencias más sobre tu persona (tu rostro es un ícono de la cultura popular) junto a la experiencia que compartiste con todos nosotros. A cualquier persona que le pregunte: ¿cuál es el diario más famoso de la Segundo Guerra Mundial (SGM)? Dirán tu nombre sin dudarlo un instante.

¿Cuál es la diferencia con otros diarios? ¿Por qué no se cumplió aquello que dijiste a los pocos días de comenzar: “ni a mí ni ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años” (20 de junio)? Son muchos los que coinciden en que precisamente por esto es que se convirtió en un clásico, porque logras hablar de lo universal en medio de la mayor tragedia de la humanidad (el Holocausto o Shoá). Pero también es porque cada vez que te leo, y ya perdí la cuenta de todas las veces que lo he hecho, es cómo si charláramos cómo viejos amigos. Sigues viva en tus escritos como anhelaste: “Quiero que algo de mí perdure después de la muerte”.

He tenido la suerte de leer vuestro Diario cuando era adolescente. Pero he vuelto a él una y otra vez, probablemente cada década de mi vida. Ahora lo leo en el contexto de un proyecto de estudio sobre la SGM (en esta primera carta solo me dedicaré a comentar tus entradas del año 1942), pero anhelaba decirte lo que he sentido en cada uno de esos momentos en que abrí sus páginas. La gente te lee porque trasmites esperanzas, porque eres ejemplo de alegría en medio de la época más triste. Soy profesor de jóvenes y no dudo en recomendar tu lectura, y sueño con que algún día pueda analizarlo con adolescentes tal cómo tú lo eras cuando lo escribiste.

No es comparable lo que ha vivido y vive Venezuela con la Europa ocupada por el Tercer Reich, pero también son tiempos oscuros y de fuerte crisis económica. La mayoría de los niños y jóvenes no tienen las libertades y oportunidades que se tuvieron en el pasado, por lo cual tu mundo limitado y rodeado de miedo tiene mucho que decirnos al nuestro. Al principio tu Diario parece una autobiografía que relata la historia de tus padres, tu familia, “los buenos tiempos”, de cómo se vinieron de Alemania huyendo de los nazis y cómo estos los alcanzaron al invadir Holanda en 1940 “y así comenzaron las desgracias para nosotros los judíos. Las medidas antijudías se sucedieron rápidamente y se nos privó de muchas libertades” (a continuación enumeras un montón de prohibiciones desde entrar a diversos lugares cómo circular a algunas horas, que llevan a que los judíos se mantengan encerrados en sus casas).

A pesar de ello tú vives las experiencias de toda niña de tu edad hasta que el cinco de julio tu padre te habla de la “clandestinidad” donde “será muy difícil vivir completamente separados del mundo” ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante las grandes dificultades que la vida puede presentarnos de golpe y sin ninguna advertencia? Es admirable cómo tus padres prepararon todo a lo largo de un año para poder sobrevivir escondidos. De inmediato el 8 de julio ya cuentas que tus días están “patas arriba, pero aún estoy viva, y eso es lo principal, como dice papá”. Al llegar la citación de las SS para tu padre (fue enviada el 5 de julio y en realidad fue para tu hermana Margot) dices: “me asusté muchísimo. Todo el mundo sabe lo que eso significa. En mi mente se me aparecieron campos de concentración y celdas solitarias”. De inmediato se aceleraron los planes para ir al refugio “la casa de atrás” que es en el “edificio de las oficinas de papá” que se dedica al procesamiento de especias. Con la familia Van Daan sumaban siete personas en el “escondite” que tenía cuatro cuartos con cocina, baño, un espacio común y un desván con buhardilla (120 metros cuadrados).

Al principio lo tomas “como si estuviera pasando unas vacaciones en una pensión muy curiosa”, y reconocías las cosas buenas que tenían a diferencia de otros “refugios” tales como el espacio, la cocina, el baño, el agua y la radio, “suficientes cosas para leer” y no abandonaste tus estudios, entre otros (11 de julio). Pero fue inevitable que se desarrollaran fuertes tensiones con tu madre y los Van Daan, y en general todos “pelean tan fácilmente y por cosas pequeñas” (28 de septiembre). Lo peor siempre será el miedo “de que nos descubran y nos fusilen” (28 de septiembre), y ni siquiera estando escondidos dejaron de enterarse cómo en Holanda (al igual que el resto de la Europa ocupada) la persecución contra los judíos no dejaba de aumentar y a los hombres no judíos se los llevaban a Alemania como obreros. Y conoces perfectamente las condiciones en el campo holandés de tránsito: Westerbork, las cuales son inhumanas (sin casi comida ni agua, un baño para miles, todos duermen juntos y todos son rapados. Y la radio inglesa informó que los estaban asesinando en cámaras de gases (9 de octubre) ¡¿Cómo es posible que muchos dijeron posteriormente que no lo sabían?!

En medio de todo al menos no pasaste hambre ese primer año (aumentaste 8 kilos, aunque imagino también por el crecimiento) y hay buenas noticias a principios de noviembre con las victorias Aliadas en El Alamein y el desembarco en el Noroccidente de África (“Operación Torch”). Quiero dejar algunos comentarios sobre tus entradas de finales de año para mi segunda carta que espero escribirte a principios del 2023 cuando analizaré toda tu experiencia en 1943, siguiendo mi proyecto de revisión del 80 aniversario. El mes que viene tengo que escribir una carta a otra joven judía (Helene Berd) pero francesa, porque deseo que coincida con los 80 años de las redadas en su país y después otra holandesa y así. Dejo tu pensamiento cómo despedida, que es un llamado de esperanza para todos los que anhelan superar los tiempos en que no le es recocida su dignidad humana: “Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás, y no solamente judíos”.

El 25 de junio de 2022 el doodle de Google fue sobre Ana Frank con una animación como comics en el que se contaba su Diario y vida. Era el día del 75 aniversario de la primera publicación de su Diario. 

viernes, mayo 20, 2022

Reseña del año 1942 del Diario de Victor Klemperer: "Quiero dar testimonio hasta el final"

“Ser el cronista de la catástrofe que estamos viviendo”

Décima carta a Victor Klemperer sobre sus diarios: 1933-45

20 de mayo de 2022

Mientras asistimos a la desaparición progresiva de los últimos supervivientes y al resurgimiento de los movimientos de extrema derecha y del antisemitismo en todo el mundo, el recuerdo de la Shoah y de los campos nazis adquiere una relevancia crucial. Las fallas a las que nos enfrentamos hoy, inquietantemente paralelas a las de una época que creíamos lejana, nos empujan a cuestionar la historia: ¿cómo afrontaron la adversidad quienes nos precedieron? ¿Cómo expresaron su experiencia y los traumas que les generó? ¿Qué podemos aprender, a su vez, de la esencia de sus escritos? (Ariane Santerre, 2022, La littérature inouïe. Témoigner des camps dans l’après-guerre).

Querido Don Victor:

¿Qué le parece el pequeño extracto del libro (tesis doctoral) de esta joven historiadora canadiense? Son las mismas preguntas que tantas veces le he hecho y que trato de responder con sus entradas. Pero antes de intentar hacer una síntesis de su Diario en el año 1942, quiero informarle (que es hacerlo con mis lectores), que Dios mediante hasta octubre de este año solo escribiré de otros Diarios que nos relatan lo que ocurrió hace exactamente 80 años en relación al Holocausto. Nada de semblanzas intermensuales cómo es mi costumbre. La razón es que fue en 1942, después de la Conferencia de Wansee donde se planificó la Solución Final (20 de enero), que se inician las grandes redadas de judíos en los países ocupados, el cierre de guetos y el traslado a los campos de exterminio. ¿Qué nos pueden decir los diarios íntimos de este hecho que no podemos olvidar jamás? Esa es la pregunta que me guía y que trataremos de responder en esta columna mensual.

En lo relativo a su Diario no hablaremos más del mismo hasta el 2023 cuando haré la reseña de 1943 y así hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (SGM) cada año. Sí, querido amigo, sigo con este gran proyecto de ir analizando el conflicto bélico más importante de la historia a medida que se cumple su 80 aniversario, y que realizo en paralelo entre esta columna y la semanal en El Nacional y Opinión y Noticias. No voy a negar que extrañaré sus palabras pero es necesario permitir escuchar otras voces, otras experiencias y emociones. En ese terrible año creo que las suyas son fundamentales porque demuestran que los alemanes (judíos o no) no eran ignorantes del genocidio nazi. Es evidente que no sabían los detalles, pero una cosa sí es cierta: pudieron perfectamente decir lo que usted afirma el 16 de marzo: “Estos días he oído hablar de Auschwitz (o algo parecido) como del más horrible de todos los campos (…). Trabajo de minas, muerte a los pocos días.” Y el 13 de enero: “Se sabe por diversas personas bien informadas que en Riga judíos evacuados, han sido fusilados en serie, según iban saliendo del tren”.

El invierno del 42 fue la primera vez que a usted, junto a todos los judíos que todavía no habían sido “evacuados a los campos o guetos” y seguían en Alemania (que son solo los casados con arias o con la cruz de hierro de primera clase), son obligados a recoger la nieve. Con sus sesenta años a cuesta es inevitable al llegar a casa después de pasar todo el día (desde las 730 de la mañana hasta las 530 de la tarde): “Enorme cansancio, calambres en las pantorrillas, llagas en los pies, la mano incapaz de sostener la pluma. Imposibilitado para trabajar con la cabeza” y “Siempre luchando con el sueño” (01 de marzo). ¡Pero escribe! Y sus diarios son la prueba, fue en el 42 en el que más escribió de los seis años de la SGM. Cuando me siento sumamente agotado y no he escrito, su ejemplo me anima. Pero quizás lo de la nieve no sea lo peor, porque ya entre abril y mayo pasa con la llegada de la primavera.

Lo terrible es el miedo que no deja de crecer día a día, la esencia de todo régimen totalitario. El 8 de enero un miembro de la Gestapo lo baja del tranvía y lo lleva a un cuartel, después que usted le dice que se dedica a escribir un libro y él le responde: “No podrá publicarlo nunca, mañana empieza a trabajar en la fábrica…”. Allí todo será humillación, pero se salva cuando lo dejan ir diciéndole: “si no fuese tan viejo y tan enclenque, lo poníamos a trabajar” (12 de enero). Desde ese momento no se monta más en un tranvía y encerrado en casa lo más que puede. Su esposa Eva tendrá que salir más a buscar la comida. Pero aparece la amenaza de los registros domiciliarios que son de gran violencia si le consiguen comida o cualquier cosa que consideren de valor, ni hablar de escritos como su Diario (al menos sabe resguardarlos con amigos). Todos hablan de ellos y cómo tienden a generar el suicidio (01 de marzo). 

Sobre la guerra no habla tanto cómo en otros años, pareciera que la censura es mayor y todo se sabe por rumores o propaganda (los éxitos, claro). En junio teme a los bombardeos de ciudades que son cada vez más intensos “¡Con 1000 aviones sobre el norte y centro de Alemania!” (29 de junio). Lo que sí es cierto es el hambre que crece porque cada día les dan menos cupones y consiguen pocas papas que es lo que comen fundamentalmente. Las prohibiciones a los judíos se mantienen siempre crecientes hasta desde las cosas más absurdas como que solo pueden tener en casa lo que consumirán ese día, si se les consigue más serán multados.

Quiero despedirme por ahora mi querido maestro con la pregunta que me hicieron hace unos días sobre si mantenía mis columnas de artículos periódicos (semanales y esta mensual). La verdad es que no sé cómo lo logro ante todos los “trabajos alimenticios” (los que permiten comer) y las rutinas, por no hablar de esta sociedad caótica ¡por decir lo mínimo! La respuesta la tiene usted cuando habla de sus memorias (que llama Curriculum) al afirmar que “avanza despacísimo. Pero firmemente decidido a seguir con él. Y también me gustaría mucho ser el cronista de la catástrofe que estamos viviendo. Observar hasta el último detalle, tomar notas sin preguntarme si conseguiré alguna vez sacar provecho de estos apuntes” (17 de enero). El mes que viene hablaremos del Diario de Ana Frank.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...