¿Conocéis muchas parejas felices de verdad?
Y fijaos que no he dicho parejas que siguen juntas porque no tienen dinero para pagarse un piso por separado. Ni parejas que aguantan porque mirando a su alrededor ven el panorama muy negro. Ni parejas que continúan por miedo a la soledad. Ni parejas que resisten por inercia, por no dar un disgusto a los padres, por no provocar un trauma a sus hijos. He preguntado por parejas felices.
Y con felices no me refiero a la imposibilidad de un continuo happy flower en el país de la piruleta. Ya sé que las relaciones son difíciles, que hay momentos duros y épocas mejores y peores. Pero ninguna de esas dos cosas tiene nada que ver con lo del párrafo de arriba que es, os pongáis como os pongáis, lo que más abunda por ahí. Siento pincharos la burbuja, pero esto es así.
Hay muchas causas para que la mayoría de la peña no quiera o no sepa estar sola y prefiera el mal acompañado. Una que me parece muy triste, seguramente por inevitable, es la presión del reloj biológico. Conozco mogollón de personas que desean descendencia por encima de todo y cuando el amor tarda en aparecer, viven con angustia el paso de los años. Su cuerpo les recuerda 24/7 que su material reproductivo se acerca a su fecha de caducidad y que el tiempo es oro, y la urgencia se vuelve tan intensa que no les deja pensar con claridad. Están casi trastornados, se nubla su criterio para tomar decisiones. Y luego pasa lo que pasa.
Que si te conformas con lo que no quieres, permites cosas que jamás habrías tolerado en un estado mental distinto, te encabezonas en historias lacerantes claramente nocivas para ti o no te atreves a seguir buscando porque se te acaba el tiempo, estás escribiendo la crónica de un fracaso anunciado. Y a lo que quieres arreglarlo ya hay hijos a los que herir, custodia de mascotas por la que pelear, una hipoteca a la que hacer frente y un enooooooooooorme montón de sufrimiento y malos recuerdos. Totalmente evitables, dicho sea de paso.
Menos inversión para hacer viajes a Marte y más fondos para investigar como aplacar el reloj biológico cuando en lugar de servir para garantizar la supervivencia de la especie sólo logra incrementar el dolor y las malas decisiones. Otro gallo cantaría.