No sé si voy a conseguir que esto se entienda, pero allá vamos.
Mis años universitarios fueron la caña. Me divertí un montón pero como soy una empollona y una doña dramas también pasé agobios estudiantiles que con la perspectiva del tiempo ahora considero menores y totalmente innecesarios. Y también recuerdo algunas obligaciones absurdas autoimpuestas que nunca debieron existir.
Quiero decir... para mis compañeros las opciones eran estudiar para el examen de una asignatura o no. Y si no pegaban ni chapa y llegaban al día de la prueba sin tener ni idea, las opciones eran presentarse o no. Por razones que desconozco, para mi esta última opción no existía. Yo TENÍA que presentarme. No porque lo llevara bien preparado. No porque no me rindiera. No porque creyera que un milagro en forma de aprobado siempre puede ocurrir aunque sea altamente improbable. No porque perdiera ninguna beca. No porque me obligara alguien tipo, no sé, los SpeedyPadres. Ni siquiera porque me obligara yo misma en un descomunal alarde de autodisciplina. No. Porque NO era una opción. Ni siquiera me lo planteaba. Que los demás tomaran esa decisión me parecía lo más normal del mundo pero, simplemente, en mi caso NO cabía esa posibilidad.
Lo recuerdo ahora y me parece absurdo y lo peor es que me preocupa porque sigo haciendo lo mismo en facetas mucho más importantes que unos tontos exámenes universitarios. Veo gente eligiendo opciones vitales que, por razones que desconozco, no creo posibles para mi. No por una cuestión de dinero. No por una cuestión de salud. No por una cuestión de obligaciones familiares, laborales o ineludibles por cualquier causa. Es como si no fuera dueña de mi propia vida. Como sintiera que estoy aquí alquilada y sujeta a exigencias contractuales de algún tipo. Es como si no tuviera derecho a hacer con mi vida lo que me diera la gana. Es como si no me sintiera libre.
Y no tengo ni idea de por qué...