Natacha es la mujer más encantadora de la tierra!
¡Si viera usted qué calabazas acaba de darme!
"Nuestra Natacha", de Alejandro Casona
(La cita de arriba tiene un sentido. Voy a tardar en llegar a él, pero voy a llegar. No os desesperéis.)
Siempre he pensado que lo que más define a las personas son sus reacciones. Las acciones cotidianas se pueden pensar con antelación, es más fácil fingirlas. Las reacciones, en cambio, se producen como respuesta inmediata a un hecho inesperado, el que sea, y son más complicadas de trucar. Por eso dicen mucho de cómo somos realmente. Qué hacemos ante el dolor ajeno. Hasta qué punto llega nuestra honradez. Cuánto podemos contenernos. Y entre todas las reacciones hay dos que me parecen especialmente reveladoras: cómo nos tomamos un rechazo y de qué forma rechazamos a alguien.
No es sencillo asumir que nos han dado calabazas, pero tampoco lo es darlas, desde luego. Menos doloroso quizás, pero no más fácil. Hace falta delicadeza, empatía, educación y si es posible incluso un poquito de ternura. Y recursos para afrontar y, en su caso, aplacar, la (no siempre buena) reacción del implicado/a, claro.
Esto lo traigo a colación ahora porque dentro de nada me voy a comer unas calabazas como una catedral. Eso lo sabéis vosotros, lo sé yo y lo saben los niñitos de África. Está más claro que el agua, pero me la voy a jugar igual porque con esto del Jamacuco Supremo he decidido vivir al límite. Porque no me ha tocado la lotería de Navidad (a pesar de no poder decir ya aquello de "por lo menos tenemos salud") y quiero creer que va a haber más suerte con esta lotería. Y porque la receta más eficaz para librarse de un cuelgue prolongado es llevarse unas calabazas claritas y contundentes.
Ahora mi mayor miedo es que sean unas calabazas bien dadas. Quiero decir... que si el implicado reacciona mal y es un borde, o se pone tensísimo o deja de tratarme con normalidad va a ser una caca de la vaca paca, claro, porque a nadie le gusta que le pase eso, pero es lo más eficaz. Te das cuenta de que no merece la pena, pasas página y a otra cosa mariposa. El problema viene si reacciona bien. Si te dice que no pero con amabilidad, con empatía, con cariño. Si no cambia su manera de comportarse. Si no monta un drama donde no lo hay.
Yo me huelo unas buenas calabazas porque ya he visto otras reacciones del implicado antes y no están nada mal en general. Así que por un lado me alegro de que no me decepcione, claro, porque sería una lástima que el susodicho resultara ser un imbécil. Pero por otro lado ya me veo quedándome como Lalo, el personaje de Nuestra Natacha que dice las palabras que os he puesto al comienzo de la entrada y que en mi versión serían más o menos así:
¡¡Ayyy, qué majo!! ¡Tiene arte hasta dando calabazas!
Lo que me faltaba....