Bye bye
Au revoir
Arrivederci
Lebewohl
Zbohom
αντίο
Compañeros, ahora sí que sí, me las piro. Empieza oficialmente mi peculiar maratón de no hacer ni el huevo en tres semanas. Habría programado unos cuantos posts para no dejar el blog triste y abandonado casi un mes, pero como soy cero previsora, no me ha dado tiempo. De hecho, apuesto a que ahora mismo estaré todavía sentándome encima de la maleta a ver si consigo cerrarla y como, obviamente, no lo lograré, en los próximos cinco minutos me tocará decidir que par de sandalias dejo en Speedytown y qué pantalones son prescindibles estos días. (Evidentemente esta entrada sí está programada, ¿cómo no iba a despedirme?)
Os diría que me pasaré de vez en cuando por aquí para ver como os va, pero como soy completamente atecnológica, lo voy a tener harto difícil. Ni blackberry, ni PDA, ni un triste movil para meterme en Internet, aunque sea con una conexión chorizada. Por no tener estas vacciones no tengo ni portatil. Eso significa que me va a venir la inspiración a todas horas, porque siempre que no tengo un ordenador a mano, me se me ocurren mil ideas para entradas. Las apunto guarramente en el primer papel que encuentro y después me cuesta un mundo pasarlas a formato digital. ¡Qué cruz tengo con esto, madre mía!
Bueno, que me lío. Que yo venía a despedirme. Que si tenéis vacaciones, que las disfrutéis. Y si no, que aguantéis como campeones, que yo os apoyo (moralmente). Que feliz verano. Y que nos leemos a la vuelta, ¿vale?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CIAO AMORESSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
viernes, 15 de julio de 2011
jueves, 14 de julio de 2011
38 horas y contando
Falta un día y medio. 38 horas. 2280 minutos. 136.800 segundos para el día D, hora H. Viernes a las 14.00. A esa hora exactamente, ni un segundo más ni uno menos, empiezan mis vacaciones. Mis ESPERADÍSIMAS vacaciones. Mis primeras vacaciones en muchos años. Y sí, por si no lo habíais notado en lo que va de párrafo, tengo un montón de ganas.
Y eso que no tengo grandes planes. Algún viajecillo, playita y si hay mucha suerte puede que una escapada fuera de España. Pero poco más. Cuando vuelva posiblemente mi futuro laboral se habrá enturbiado aún más de lo acostumbrado y mis tragedias griegas personales seguirán allí, alguna seguramente bastante empeorada. Pero ¿sabéis qué? Me la repampimfla.
Me da igual. Me da lo mismo que el supervillano de turno vaya a utilizar un arma definitiva para destruir la Tierra o que una catástrofe natural aceche el Planeta. Tiempo muerto. Necesito un kit kat. O desconecto, o me va a dar un chungo.
En lo que va de año, he tenido marrones laborales para aburrir, unos cuantos dramones personales, raciones suplementarias de gili-tontez y una buena noticia que ha requerido muchísimo trabajo y todas mis energías. Y sólo llevamos siete meses de 2011. Está claro que necesito reponer fuerzas por si el año que queda sigue así... o empeora, que no lo descarto.
Así que, compañeros, me las piro. Caiga quien caiga. Pero os dejo encargados de echarle un ojo a la blogoesfera y al mundo en general para que no se me desmadre demasiado. Al que se porte mal lo apuntáis en la pizarra. Puedo confiar en vosotros, ¿verdad?
Y eso que no tengo grandes planes. Algún viajecillo, playita y si hay mucha suerte puede que una escapada fuera de España. Pero poco más. Cuando vuelva posiblemente mi futuro laboral se habrá enturbiado aún más de lo acostumbrado y mis tragedias griegas personales seguirán allí, alguna seguramente bastante empeorada. Pero ¿sabéis qué? Me la repampimfla.
Me da igual. Me da lo mismo que el supervillano de turno vaya a utilizar un arma definitiva para destruir la Tierra o que una catástrofe natural aceche el Planeta. Tiempo muerto. Necesito un kit kat. O desconecto, o me va a dar un chungo.
En lo que va de año, he tenido marrones laborales para aburrir, unos cuantos dramones personales, raciones suplementarias de gili-tontez y una buena noticia que ha requerido muchísimo trabajo y todas mis energías. Y sólo llevamos siete meses de 2011. Está claro que necesito reponer fuerzas por si el año que queda sigue así... o empeora, que no lo descarto.
Así que, compañeros, me las piro. Caiga quien caiga. Pero os dejo encargados de echarle un ojo a la blogoesfera y al mundo en general para que no se me desmadre demasiado. Al que se porte mal lo apuntáis en la pizarra. Puedo confiar en vosotros, ¿verdad?
martes, 12 de julio de 2011
La teoría del Reparto Equitativo de Gilipo****
La teoría del Reparto Equitativo de Gilipo**** establece que a cada uno de nosotros nos toca encontarnos en la vida con un número limitado de Tontos del Culo a los que tenemos que soportar con la mayor resignación posible. Según esta elaboración teórica, magníficamente formulada tras el análisis y comparación de los resultados de años de sufrimiento de sufridos sufridores, a cada uno nos corresponde una dosis equivalente de gilipollez añadida, que se nos suministra en forma de Capullos Integrales administrados por vía oral o intravenosa.
La proporción de tontos que tenemos que aguantar puede incrementarse a causa de la predisposición genética o los hábitos conductuales. Si eres mala persona, en esta vida o en las anteriores, puedes merecerte más enfrentamientos con gilipo**** concentrados en menos tiempo.
Ahora mi pregunta es: si yo no he matado a nadie, pago mis impuestos, felicito a la gente por su cumpleaños y no pongo la música alta los sábados por si algún vecino ha salido de marcha la noche anterior...
¿POR QUÉ TENGO TANTO TONTO DEL CULO EN MI VIDA?
Alguno de vosotros me ha endosado su ración, ya lo estoy viendo...
¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿Quién ha sido??????!!!!!!!
La proporción de tontos que tenemos que aguantar puede incrementarse a causa de la predisposición genética o los hábitos conductuales. Si eres mala persona, en esta vida o en las anteriores, puedes merecerte más enfrentamientos con gilipo**** concentrados en menos tiempo.
Ahora mi pregunta es: si yo no he matado a nadie, pago mis impuestos, felicito a la gente por su cumpleaños y no pongo la música alta los sábados por si algún vecino ha salido de marcha la noche anterior...
¿POR QUÉ TENGO TANTO TONTO DEL CULO EN MI VIDA?
Alguno de vosotros me ha endosado su ración, ya lo estoy viendo...
¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿Quién ha sido??????!!!!!!!
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miércoles, 6 de julio de 2011
De médicos
Tengo la inmensa suerte de tener una salud de hierro. No me pongo mala prácticamente nunca. Hace años que no cojo un simple catarro y ni me acuerdo de la última vez que tuve que quedarme en la cama porque me encontraba mal. Y aunque soy muy nerviosa (menos en mi labor de superheroína, claro) no suelo somatizar el estrés. Con poner taquicárdicos a los de mi alrededor tengo suficiente. Pero siempre hay excepciones, claro.
Cuando estuve en Capilandia cursando los estudios de contadora me lo pasé genial, pero los comienzos son siempre duros. Acostumbrarse a una nueva ciudad, aprender el idioma...todo me traia un poco de cabeza y bueno, reconozco que el primer año anduve un pelín histérica.
Un día noté que me salían escamas detrás de las orejas. Al principio no me preocupé. Pensé que mis poderes se estaban desarrollando y que me iban a salir branquias y aletas en la cabeza para tener supervelocidad también en el agua. Cuando me di cuenta de que aquello picaba mucho, pero no se convertía en nada útil, fui al médico. Maldita la hora.
El amable facultativo me vio entar por la puerta y a los cinco segundos, sin mirar siquiera mis escamas, ya tenía su diagnóstico.
-Tú te miras al espejo y no te gusta lo que ves.
Vale... Reconozco que no era mi mejor día: iba peor peinada que en los días de odiosa niebla y las ojeras post-exámenes me llegaban hasta el suelo, pero hombre, un poco de sensibilidad. Llamarme fea, así, a traición, no es la mejor manera de tratar a una enferma.
-Pues usted tampoco es precisamente George Clooney.
-Quiero decir que ocurren cosas en tu mente y tu cuerpo las expresa.
-Me parece guay y ¿tiene que expresarlas en forma de escamas? ¿No podría mandarme una carta, que pica menos?
-Estarás viviendo cambios y te estarás adaptando.
-Pues unos pocos
-Estarás conociendo gente nueva
-¿Ha pinchado mi teléfono?
-Cargas con responsabilidades que te pesan mucho y no lo puedes compartir con tu entorno
-Ya me encuentro mejor, gracias, mejor me voy.
Cinco minuto más allí y al cuerno mi identidad secreta.
Cuando estuve en Capilandia cursando los estudios de contadora me lo pasé genial, pero los comienzos son siempre duros. Acostumbrarse a una nueva ciudad, aprender el idioma...todo me traia un poco de cabeza y bueno, reconozco que el primer año anduve un pelín histérica.
Un día noté que me salían escamas detrás de las orejas. Al principio no me preocupé. Pensé que mis poderes se estaban desarrollando y que me iban a salir branquias y aletas en la cabeza para tener supervelocidad también en el agua. Cuando me di cuenta de que aquello picaba mucho, pero no se convertía en nada útil, fui al médico. Maldita la hora.
El amable facultativo me vio entar por la puerta y a los cinco segundos, sin mirar siquiera mis escamas, ya tenía su diagnóstico.
-Tú te miras al espejo y no te gusta lo que ves.
Vale... Reconozco que no era mi mejor día: iba peor peinada que en los días de odiosa niebla y las ojeras post-exámenes me llegaban hasta el suelo, pero hombre, un poco de sensibilidad. Llamarme fea, así, a traición, no es la mejor manera de tratar a una enferma.
-Pues usted tampoco es precisamente George Clooney.
-Quiero decir que ocurren cosas en tu mente y tu cuerpo las expresa.
-Me parece guay y ¿tiene que expresarlas en forma de escamas? ¿No podría mandarme una carta, que pica menos?
-Estarás viviendo cambios y te estarás adaptando.
-Pues unos pocos
-Estarás conociendo gente nueva
-¿Ha pinchado mi teléfono?
-Cargas con responsabilidades que te pesan mucho y no lo puedes compartir con tu entorno
-Ya me encuentro mejor, gracias, mejor me voy.
Cinco minuto más allí y al cuerno mi identidad secreta.
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lunes, 4 de julio de 2011
¿Pastilla azul o roja?
Cuando pasa algo increiblemente bueno y se acaba en dos milisegundos, ese algo, la ausencia de eso, más bien, se convierte en algo increiblemente malo. Algo tan malo que hace muy difícil seguir adelante. Primero por el dolor de la pérdida y la rabia de haberlo perdido. Y cuando ese dolor se atenua, aparecen las terribles comparaciones.
No hay nada más difícil que conformarse con lo habitual cuando se ha conocido lo extraordinario. De repente ya nada es suficiente. Ya nada es bueno, en comparación con eso que hemos perdido, que se convierte en lo mejor y a la vez en lo único aceptable. La frontera entre la realidad y el recuerdo se difumina y cuesta distinguir lo real de la imagen idealizada que conservamos. La vida se vuelve más gris y sólo podemos pensar en los que no tenemos, en lo que la vida nos ha arrebatado.
Y en este punto hay dos reacciones distintas:
-Para unos el dolor es tan intenso y la rabia tan grande que no terminan de adaptarse a lo que les queda, porque no consiguen olvidar que hay algo mejor que se les ha vetado. Saber lo que se pierden es mucho más duro que no haberlo conocido nunca y llegan a desear que eso tan increiblemente bueno no hubiera ocurrido jamás. No se sufre por la oscuridad si no se ha visto nunca la luz. Nadie sabe lo que es la sed hasta que ha bebido. El sufrimiento no les merece la pena y desearían seguir en la ignorancia, pero tranquilos. Como la pastilla azul de Matrix.
-Para otros conocer lo extraordinario compensa el sufrimiento. Haber disfrutado de algo increiblemente bueno, aunque sea durante dos milisegundos, merece la pena. Saben que hay algo mejor, que hoy no lo tienen, pero un día lo tuvieron. Y eso les basta. Vivir en la realidad, nada tranquila, por cierto. Como la pastilla roja de Matrix.
¿Y vosotros cuál elegís? ¿Pastilla azul o roja?
(Edito: vistos los primeros comentarios, necesito hacer una matización. Con la pastilla roja se borra todo, también los "y si", porque siempre has vivido en la oscuridad, no te planteas qué pasaría si hubiera luz, ni siquiera que exista la luz. Entonces, ¿qué pastilla elegís?)
No hay nada más difícil que conformarse con lo habitual cuando se ha conocido lo extraordinario. De repente ya nada es suficiente. Ya nada es bueno, en comparación con eso que hemos perdido, que se convierte en lo mejor y a la vez en lo único aceptable. La frontera entre la realidad y el recuerdo se difumina y cuesta distinguir lo real de la imagen idealizada que conservamos. La vida se vuelve más gris y sólo podemos pensar en los que no tenemos, en lo que la vida nos ha arrebatado.
Y en este punto hay dos reacciones distintas:
-Para unos el dolor es tan intenso y la rabia tan grande que no terminan de adaptarse a lo que les queda, porque no consiguen olvidar que hay algo mejor que se les ha vetado. Saber lo que se pierden es mucho más duro que no haberlo conocido nunca y llegan a desear que eso tan increiblemente bueno no hubiera ocurrido jamás. No se sufre por la oscuridad si no se ha visto nunca la luz. Nadie sabe lo que es la sed hasta que ha bebido. El sufrimiento no les merece la pena y desearían seguir en la ignorancia, pero tranquilos. Como la pastilla azul de Matrix.
-Para otros conocer lo extraordinario compensa el sufrimiento. Haber disfrutado de algo increiblemente bueno, aunque sea durante dos milisegundos, merece la pena. Saben que hay algo mejor, que hoy no lo tienen, pero un día lo tuvieron. Y eso les basta. Vivir en la realidad, nada tranquila, por cierto. Como la pastilla roja de Matrix.
¿Y vosotros cuál elegís? ¿Pastilla azul o roja?
(Edito: vistos los primeros comentarios, necesito hacer una matización. Con la pastilla roja se borra todo, también los "y si", porque siempre has vivido en la oscuridad, no te planteas qué pasaría si hubiera luz, ni siquiera que exista la luz. Entonces, ¿qué pastilla elegís?)
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Yo es que alucino con todo
viernes, 1 de julio de 2011
Milagros, en Lourdes
Tengo superpoderes. Ya lo sabéis. Mis capacidades extraordinarias en este blog no son precisamente un secreto. Puedo cruzar Speedytown en dos milisegundos, cortarle el paso a los supervillanos que escapan por la azotea de un rascacielos sin tener que usar el ascensor para subir y leer todas las entradas del diccionario de la Real Academia de la Lengua en un minuto. Si cojo la suficiente carrerilla soy capaz de saltar de edificio en edificio al más puro estilo Spiderman y mi flexibilidad se acerca bastante a la de mi prima lejana, Elastic Girl. Pero NO soy todopoderosa. Por eso hay algunas cosas que no entiendo:
Primero: hasta lo que yo sé, un incremento de responsabilidad implica un aumento de la recompensa. Si de repente me nombran Alta Encargada Absoluta Final de los Destinos del Mundo, tendrán que compensarme por lo agobios. Vamos, creo yo. Si voy a cargar con las culpas por cada catástrofe que asole el Planeta, tendré que obtener algo a cambio, ¿no?
Segundo: Si tienen la cara de obligarme a ser responsable del bienestar de la humanidad gratis, tendrán que darme los medios para hacerlo. Yo no vuelo, es lo que hay. Si para salvar al mundo hay que despegar los pies del suelo, tendremos que contar con la ayuda de Superman o alquilar un avión. Insisto, yo NO vuelo. ¿Qué parte de esa sencilla frase no entienden?
Tercero: Tampoco tengo el don de la ubicuidad. No puedo proyectarme astralmente para estar en dos sitios a la vez, ni multiplicarme como los virus de Érase una Vez la Vida. Si me tienen todo el día rescatando gatos de los árboles y ayudando a cruzar la calle a ancianitas, no podré supervisar las grandes operaciones de salvamento del Mundo ni ayudar a evitar que un meteorito gigante choque contra la Tierra y la destruya. Insisto, NO puedo estar en dos sitios a la vez. Si eliges que esté bajando al gato del árbol y hay un fallo en la Operación Definitiva del Salvamento, ¿a mí qué me cuentas? Misifú está perfectamente.
Cuarto: Si soy Alta Encargada Absoluta Final de los Destinos del Mundo y tengo que coordinarlo absolutamente todo, tendrás que darme todos los datos de lo que pasa. Más que nada por detalles sin importancia como saber QUÉ narices tengo que coordinar. A mí las cosas me las tienes que contar porque NO puedo leer el pensamiento. Me parece que me confundes con el profesor Charles Francis Xavier y tiene delito, porque yo tengo mucho más pelo que él.
Soy Speedygirl, una superheroina de fama mundial. Tengo capacidades extraordinarias, buena actitud y muchas ganas. Pero milagros, en Lourdes.
Primero: hasta lo que yo sé, un incremento de responsabilidad implica un aumento de la recompensa. Si de repente me nombran Alta Encargada Absoluta Final de los Destinos del Mundo, tendrán que compensarme por lo agobios. Vamos, creo yo. Si voy a cargar con las culpas por cada catástrofe que asole el Planeta, tendré que obtener algo a cambio, ¿no?
Segundo: Si tienen la cara de obligarme a ser responsable del bienestar de la humanidad gratis, tendrán que darme los medios para hacerlo. Yo no vuelo, es lo que hay. Si para salvar al mundo hay que despegar los pies del suelo, tendremos que contar con la ayuda de Superman o alquilar un avión. Insisto, yo NO vuelo. ¿Qué parte de esa sencilla frase no entienden?
Tercero: Tampoco tengo el don de la ubicuidad. No puedo proyectarme astralmente para estar en dos sitios a la vez, ni multiplicarme como los virus de Érase una Vez la Vida. Si me tienen todo el día rescatando gatos de los árboles y ayudando a cruzar la calle a ancianitas, no podré supervisar las grandes operaciones de salvamento del Mundo ni ayudar a evitar que un meteorito gigante choque contra la Tierra y la destruya. Insisto, NO puedo estar en dos sitios a la vez. Si eliges que esté bajando al gato del árbol y hay un fallo en la Operación Definitiva del Salvamento, ¿a mí qué me cuentas? Misifú está perfectamente.
Cuarto: Si soy Alta Encargada Absoluta Final de los Destinos del Mundo y tengo que coordinarlo absolutamente todo, tendrás que darme todos los datos de lo que pasa. Más que nada por detalles sin importancia como saber QUÉ narices tengo que coordinar. A mí las cosas me las tienes que contar porque NO puedo leer el pensamiento. Me parece que me confundes con el profesor Charles Francis Xavier y tiene delito, porque yo tengo mucho más pelo que él.
Soy Speedygirl, una superheroina de fama mundial. Tengo capacidades extraordinarias, buena actitud y muchas ganas. Pero milagros, en Lourdes.
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