martes, 26 de noviembre de 2024

AVE DEL MES noviembre 2024

 

Trepador azul

Sitta europaea Linnaeus, 1758

Inglés: Nuthatch

Francés: Sittelle torchepot


Foto: Carlos A. Ramírez


Con una longitud de alrededor de 13 o 14 cm. y envergadura de unos 25, tiene aproximadamente el volumen de un gorrión pero hechuras muy diferentes, colicorto y cuellicorto, con pico largo y en forma de daga, se diferencia bien por sus actitudes de trepar cabeza arriba y cabeza abajo por los troncos de arbolado maduro al que vive ligado.

Habita por toda la banda templada de Eurasia, desde Portugal a Japón y Kamchatka, y en una zona del norte de África. acceso a mapa de distribución de Wikipedia Se vienen reconociendo unas 15 subespecies, aunque se han llegado a describir hasta 40; básicamente se pueden dividir en tres grupos: Las norteñas, desde Escandinavia hasta Japón, de garganta y vientre blancos, entre ellas la subespecie nominal (descrita por Linneo a partir de ejemplares de Suecia); las del resto de Europa, desde los Alpes hacia el Sur, norte de Marruecos y Oriente Medio (antes separadas con rango específico como Sitta caesia), de garganta blanca y vientre ante o anaranjado, más o menos intenso, y las de Asia oriental (parte de China y Taiwán), S. e. sinensis y afines, en las que los tonos ocráceos incluyen también la garganta. Todas ellas comparten el tener la zona perianal e infracoberteras caudales de tonos rojizos (intensos en el macho, pálidos en la hembra) y con motas blanquecinas.




Foto: Carlos A. Ramírez
Foto: Carlos A. Ramírez






 






En España encontramos las subespecies caesia (al norte) e hispaniensis, de partes inferiores más pálidas, en el centro y sur. Caesius -a -um es palabra latina que describe un tono de azul celeste, más pálido que el cerúleo, y que vino a denominar también al cesio, por presentar su espectrografía dos bandas azules.

Tiende a vivir en zonas con poca sequía estival, por lo que en la España Mediterránea es más frecuente en las zonas montañosas, sin descartar que en ellas es donde más se han conservado los bosques con profusión de árboles añosos y agujereados. Es especialmente querencioso de robledales y quejigales, pero lo podemos encontrar también en bosques de coníferas, dehesas, bosques de ribera o incluso en parques periurbanos. Su demografía parece saludable en nuestro país, y se viene detectando su expansión a zonas más bajas, beneficiado por el abandono de zonas agrícolas marginales y el desarrollo y envejecimiento de arbolado en los llamados “bosques del butano”, rebollares antaño mantenidos por extracción de leña en formas arbustivas que se regeneraban por rebrotes de cepa y raíz.

Se alimenta de insectos y otros invertebrados en el buen tiempo, y para el malo almacena piñones, avellanas y semillas variadas, escondiéndolas entre las grietas de la corteza.


Anida en agujeros de los árboles, ya sean creados por los pájaros carpinteros o por roturas y podredumbres; estrecha la entrada con barro hasta ajustarla a su propio tamaño, evitando así que se lo usurpen otros pájaros más grandes y dificultando la depredación; suele anidar a alturas relativamente bajas, de 2 a 4 metros, quizá porque los agujeros más altos son más reclamados por los estorninos; revoca también con barro el interior, y pone dentro un acolchado burdo y sin estructura, con restos de hojas, astillas y trozos de corteza.

Foto: Carlos A. Ramírez
Suele sacar una pollada al año, raramente dos. La puesta viene siendo de 6 a 9 huevos, blanquecinos y con un moteado marronuzco que probablemente no sirva de mucho camuflaje allí dentro, y los incuba la hembra durante dos semanas o dos y media mientras el macho la alimenta; los pollos abandonan el nido a la edad de tres o cuatro semanas, con un plumaje de coloración más apagada que los adultos pero de diseño similar, y son pronto expulsados del territorio paterno. Pasada la época de reproducción, se vuelven los trepadores menos agresivos y pueden moverse en bandos mixtos, aunque las parejas siguen defendiendo el territorio durante todo el año.

 Aquí se puede ver el mapa comparativo de la distribución detectada en los 2º y 3er Atlas en el que se observa que se va detectando cada vez más presencia en zonas bajas de las cuencas del Duero y del Tajo. https://atlasaves.seo.org/ave/trepador-azul/

Entre sus amenazas podemos destacar los incendios forestales, la fragmentación de las masas boscosas y su rejuvenecimiento en el caso de industrias madereras.

Se calcula una población mundial, en números redondos, de entre 19 y 35 millones de adultos, reconociéndose una tendencia estable por parte de la UICN Red List.  La población española debe de andar por el millón o poco más de adultos, y está incluido en el Listado de Especies silvestres en Régimen de Protección Especial, sin categorizar como amenazada.

El nombre genérico Sitta, propuesto por Linneo en la descripción original de la especie, es latinización del nombre griego con que ya en tiempos de Aristóteles se designaba a alguna especie de trepador, y que más remotamente bien pudiera tener origen onomatopéyico.


domingo, 27 de octubre de 2024

AVE DEL MES octubre 2024

 

Ratonero común

Buteo buteo (Linnaeus ,1758)

Inglés: Common Buzzard

Francés: Buse variable

 


No me da la gana poner en el titular el nombre de “busardo ratonero”, con que actualmente se le denomina en ornitologués pseudovernáculo, porque me estomaga.  Más entrañable me parece el de "águila ratonera" que toda la vida se le ha dado en el verdadero román paladino, en qual suele el pueblo fablar con su vecino.

Sus medidas son de unos 50 a 57 cm de largo, y una envergadura de alrededor de metro y cuarto.

Es especie sedentaria en casi toda Europa (salvo las poblaciones más norteñas, que emigran dentro del propio continente en el mal tiempo, y pasando África parte de ellos), y nidificante en la amplia zona de las estepas asiáticas, desde donde migra para invernar en África o en el sur de Asia.

Presenta una gran variabilidad en el plumaje, desde animales con amplias zonas blanquecinas hasta los que son de color mayoritariamente pardo oscuro, casi negro; lo que suele ser bastante constante, visto en vuelo coronado, es la presencia de dos manchas negruzcas en las muñecas, que resaltan bastante en los ejemplares de infracobertoras alares claras, y una banda clara en la parte baja del pecho. Esta variabilidad ha dado lugar a la descripción de varias subespecies de validez no totalmente aceptada, y de las cuales quizá sólo merezca la pena acordarnos aquí de la subespecie vulpinus, así llamada por su color comparativamente rojizo, que recuerda al del zorro rojo, y que se viene conociendo como ratonero de estepa; englobaría poblaciones orientales, mayormente asiáticas, y netamente migratorias.





Su hábitat y costumbres son bastante generalistas; se desenvuelve bien en cualquier zona boscosa o despejada, siempre que tenga bosquetes donde anidar y a poder ser oteaderos  en los que pasa el tiempo acechando, mostrando su rechoncha silueta sobre postes de la luz, vallas, o cualquier otra atalaya natural o artificial; busca también su comida volando, para lo que se dedica a menudo a ciclear aprovechando las térmicas. Su alimento incluye gran cantidad de micromamíferos, pero también una variedad de presas de pelo, pluma, escama o quitina, desde conejos hasta lombrices de tierra, y hace también sus pinitos como carroñero y cleptoparásito.

Las parejas son fieles a sus territorios, en los que disponen por lo general de varios nidos que utilizan alternativamente; generalmente en árboles, evitando los aislados si pueden elegir, más raramente en riscos (lo cual es, sin embargo, habitual en la subespecie canaria, Buteo buteo insularis). El dimorfismo sexual es inapreciable en cuanto a librea y no muy grande en cuanto a tamaño: las hembras son mayores, como es usual en las rapaces, pero no lo suficiente como para ser un criterio de sexado fiable; del orden de un 20% más pesadas que los machos. Ponen generalmente 2 a 4 huevos que incuban los dos progenitores durante un mes largo. Los pollos son alimentados primero por la madre, que despedaza para ellos las piezas que aporta el macho, y luego por los dos. Echan a volar al mes y medio escaso.

Se distinguen los juveniles de los adultos, vistos por debajo, por tener la banda subterminal oscura de la cola de anchura igual a las demás, además del pecho y vientre con diseño de estrías longitudinales, a diferencia del moteado con tendencia a barrado transversal de los adultos. Tienen además las plumas de la espalda y las supracobertoras alares ribeteadas de tono claro, y el iris claro, amarillento intenso o grisáceo, a diferencia del castaño oscuro de los adultos. Como no mudan todas las plumas de vuelo el mismo año, pueden llegar a distinguirse las edades durante unos tres años.

Se citan longevidades de hasta 25 años en libertad.

 

Foto: marco Roggerone

Mencionaremos la existencia de los conocidos como “ratoneros de Gibraltar”, híbridos y retrocruzados de nuestro ratonero común con el ratonero moro del Atlas (Buteo rufinus cirtensis); se sabe que, cuando menos, existe un cierto flujo genético entre ambos taxones y, cuando más, que cirtensis quizá debiera considerarse más bien subespecie de Buteo buteo, como se apunta en este estudio:  https://curioso-por-naturaleza.blogspot.com/2019/03/busardo-ratonero-y-busardo-moro.html

Podríamos resumir los caracteres diferenciales del ratonero moro, al menos en la subespecie cirtensis, en: Cabeza y pecho pálidos, plumaje tirando a rojizo, cola color canela claro con base blanquecina, carente de barras (con barreado tenue en los juveniles), y manchas carpales negras mayores que en el común, aunque a veces ausentes. Significa su nombre “oriundo de Cirta”, ciudad del nordeste de Argelia, actualmente denominada Constantina, y que fue capital de la antigua Numidia. Para quien tenga tiempo y ganas de profundizar en los criterios y dificultades para identificar correctamente a estos ratoneros, recomendamos este artículo  file:///C:/Users/USER/Downloads/BirdingWorld26-147-173.pdf

El ratonero común fue descrito como especie por Linneo en 1758, bajo la denominación de Falco buteo. El uso del término “buteo”  como género taxonómico fue instituido por el político, músico y naturalista francés conde de La Cépède en 1799, y es palabra que ya en latín clásico designaba a alguna o algunas aves rapaces, con una cierta imprecisión entre quienes nos han transmitido tal conocimiento (que tan pronto la asimilan a aguilucho como a gerifalte), y probablemente también entre sus originales usuarios, de los que no cabría esperar ni conocimientos taxonómicos ni homogeneidad lingüística a lo largo de tanto tiempo, espacio y pueblos diferentes como se usó el latín antiguo. De dicha palabra parece ser que vino a tener origen el nombre inglés “buzzard”, previo paso por el francés antiguo “busart”.

No es el ratonero común de las especies de rapaces que peor demografía tiene ni mucho menos, gracias a su carácter acomodaticio, que le permite soportar relativamente bien las transformaciones del hábitat. Superados los problemas generados a todas las rapaces durante el siglo pasado por la proliferación de pesticidas organoclorados y la persecución legal so pretexto de protección de la caza, hoy en día podemos citar entre sus principales causas de muerte no natural las electrocuciones y colisiones con tendidos eléctricos y aerogeneradores, los atropellos (propiciados por su afición a carroñear sobre otras víctimas de la carretera) y el envenenamiento delictivo, o indirecto por rodenticidas.

La Lista Roja de la UICN considera a la especie que nos ocupa como de “preocupación menor”, y le calcula una población mundial entre 2 y 3,5 millones de individuos adultos, con tendencia creciente; la población europea viene a ser de tres cuartos de la mundial. La española debe de andar por las 30.000 parejas o poco más.  En la legislación española está incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin categoría de amenaza.

Si conoces a algún español que lo llame busardo en sus hablajes ordinarios, o algún diccionario de la lengua española general o histórico que incluya este término, háznoslo saber en los comentarios.

 

jueves, 26 de septiembre de 2024

AVE DEL MES septiembre 2024



 


Colirrojo tizón

Phoenicurus ochruros (S.G. Gmelin, 1774)

Foto: Germán Fraile


Inglés: Black redstart

Francés: Rougequeue noir


Nuestro protagonista de este mes es un pajarillo insectívoro que mide lo que un gorrión común, pero pesa poco más de la mitad, poco aficionado a aferrarse a las ramillas y mucho a posarse en el suelo, muros y tejados, con su porte bien erguido y patilargo y ademán de empinarse brevemente y sacudir la cola, que ayudan a reconocerlo desde lejos; originario de biotopos rupícolas, se ha adaptado fácilmente a las construcciones humanas que emulan su originario hábitat, de forma que se encuentra bien integrado en los entornos urbanos y periurbanos.


Foto: Marco Roggerone
Foto: Marco Roggerone

Incluido tradicionalmente en la familia de los Turdidae, y actualmente en la de los Muscicapidae, y dentro de ésta en la subfamilia Saxicolinae, junto con las tarabillas, ruiseñores y collalbas, entre otros. Cabe decir que las familias de los Turdidae y los Silviidae se trataron durante casi todo el siglo XX como subfamilias de los Muscicapidae, al no poder, con los métodos tradicionales, establecerse límites claros entre ellas, hasta que los estudios de hibridación de ácidos nucleicos vinieron a manifestar que, ni las tres presuntas subfamilias están muy emparentadas entre sí, ni los saxicolinos son túrdidos, aunque todos tienen en común la condición de insectívoros “primitivos”, en cuanto no tienen grandes especializaciones sobre el patrón genérico inicial.



Es la población ibérica de colirrojo tizón sedentaria, y reforzada con contingentes invernantes de más al Norte, los cuales están considerados como migradores presaharianos. 


Tienen los machos de estas poblaciones la parte baja del vientre de color grisáceo pálido, a diferencia de la subespecie nominal (P. ochruros ochruros), que habita en zonas de Turquía y el Cáucaso, y la tiene de color rojizo similar al de la cola. Más al Este, existen otras subespecies en las que el color rojizo se extiende a todo el vientre, con nítida delimitación respecto del pecho negro; se postula que tal patrón de coloración pudiera haberse originado por hibridación con el colirrojo real. Se sabe empíricamente que el colirrojo real y el tizón hibridan con relativa facilidad, produciendo descendientes fecundos y aptos para el retrocruzamiento con las especies parentales, siendo así que la ausencia de mestizaje 
generalizado parece deberse a diferencias de hábitat y conducta, y no a verdadera incompatibilidad fisiológica entre las dos especies. 

        

Volviendo a nuestros colirrojos europeos, cabe decir que se asignan a la subespecie P. o. gibraltariensis; en parte de Iberia y Marruecos crían poblaciones con los machos de dorso y cuello más negros, que se han venido describiendo como subespecie independiente (P. o. aterrimus), pero ni la diferencia es nítida ni la subespecie reconocida unánimemente; se cree que pudieron ambos grupos diferenciarse entre sí al quedar sus zonas de cría disyuntas durante la última glaciación, y haberse remezclado parcialmente con posterioridad.

Foto: Germán Fraile

Sobre su alimentación, poca o ninguna rareza puede decirse; se dedica a capturar insectos y otros pequeños invertebrados, mayoritariamente en el suelo, y llegado el otoño complementa su dieta como puede con pulpa de frutos y materiales vegetales fácilmente procesables.

Foto: Sofía Santos
Anida en oquedades de roquedos naturales, entre escombros, en resquicios de edificios o en interiores cuando puede acceder a ellos, aunque sea por pequeños orificios de ventilación. Suele criar dos nidadas al año, a veces tres, por lo general en nidos distintos. Los huevos son blancos, rara vez con pintas, y se ponen en un promedio de cuatro a seis, en nidos construidos por la hembra con vegetales y pelos o plumas, e incubados, al parecer sólo por ella, durante unos 13 días, empezando cuando están todos puestos. La permanencia de los polluelos en el nido varía entre menos de dos semanas y casi tres, dependiendo de lo bien alimentados que estén y de posibles peligros que tengan que eludir, y no vuelan bien hasta pasado el mes de vida.


Tienen los colirrojos tizones juveniles un diseño de plumaje idéntico al de las hembras, solo distinguible por la textura y grado de desgaste, por expertos que los tengan en la mano. La mayoría de los machos de un año (la llamada forma “cairii”), aun siendo ya reproductores, tienen un plumaje indistinguible del de las hembras, y los demás (forma “paradoxus”) exhiben un diseño corporal gris y negro similar al de los machos de más edad, pero carente de las manchas blancas de las alas.


Foto: Carlos A. Ramírez

El estado de conservación de la especie es bueno; su población se considera creciente tanto a nivel mundial como la de por aquí; la Lista Roja de la UICN efectuaba una estima global de entre 32 y 58 millones de adultos en 2018 y clasifica la especie como “least concern”; en España, con una población nidificante que quizá ande por el millón y medio o dos de individuos adultos, está incluida en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial, sin tener categoría de amenaza, a diferencia de su primo el colirrojo real, que está actualmente catalogado como vulnerable.

La especie fue descrita en 1774 por el médico, explorador y naturalista alemán Samuel Gottlieb Gmelin, si bien la adscribió al género Motacilla. El género Phoenicurus fue propuesto en 1817 por Thomas Forster, un polifacético personaje que escribió sobre gran cantidad de disciplinas, desde moral y filosofía hasta astronomía, y que debió de resultar bastante peculiar para su época, siendo considerado pionero del veganismo y del activismo en pro de los derechos de los animales.

Las palabrejas de etimología griega “phoenicurus” y “ochruros” significan, respectivamente, de cola rojiza y de cola ocrácea.


Foto: Carlos A. Ramírez

martes, 27 de agosto de 2024

AVE DEL MES agosto 2024




 



Garza real
Ardea cinerea Linnaeus, 1758


Inglés: Grey Heron
Francés: Héron cendré

 





Comprende la subfamilia de las Ardeinae, en las clasificaciones más conservadoras, todas las Ardeidas excepto los avetoros y avetorillos (botaurinae). Son especies de largos o larguísimos cuellos, arqueados en forma de S, y que mantienen encogidos en vuelo y en reposo pero generalmente estirados al andar, y que estiran con la rapidez de una ballesta para atrapar a sus presas. Tienen también las ardeinas la uña del tercer dedo aserrada para facilitar su acicalamiento.
No es la garza real santo de la devoción de pescadores ni piscicultores, dado su régimen alimenticio y la posibilidad documentada de trasladar patógenos a las piscifactorías a través de sus excrementos y egagrópilas. Su dieta es mayoritariamente piscívora, pero consume también cualquier otro tipo de bichejos que pueda capturar, tanto invertebrados como anfibios, reptiles, micromamíferos o los polluelos de pato, focha, o lo que se tercie. Aunque no tiene las desarrolladísimas bolsas gulares de algunos otros pelecaniformes, sí tiene suficiente flexibilidad y fuerza en el gaznate como para ingerir enteras carpas de un palmo de largas, y anguilas de medio metro.
Viene siendo la longitud de nuestra garza de unos 90 o 100 cm, su peso de 1 o 2 kg y su envergadura de más de metro y medio sin llegar a los dos.

Foto: Marco Roggerone

El contraste que muestra en vuelo entre las rémiges negruzcas y el gris del resto de las partes superiores facilita el distinguirla de la garza imperial, y el cuello encogido, de cualesquiera zancudas ajenas a la familia Ardeidae.
Es la población española sedentaria, y en invierno se le añaden las migratorias que vienen de los países norteños, huyendo de las heladas que les impiden la búsqueda de alimentos. La especie se extiende por prácticamente todas las regiones de Eurasia y África que no resulten inhóspitas por gélidas o desérticas. Se considera integrante de una superespecie representada en Norteamérica por Ardea herodias, y por Ardea cocoi en América Central y del Sur.






Suele nuestra garza ser solitaria para buscar alimento, pero no para nidificar; generalmente lo hace en colonias, a veces muy numerosas, como las “pajareras” de Doñana, y en promiscuidad de especies, no solo con las de su familia taxonómica sino también con cigüeñas, espátulas o cormoranes. Anida generalmente en árboles de buen porte, y más raramente entre carrizos o cañaverales; reutiliza si puede nidos de años anteriores, agrandándolos año tras año, hasta que caen por su propio peso, por rotura de las ramas o por el embate de los meteoros.

Foto: Guillermo Hernández
Es especie dada a la monogamia sucesiva, es decir, que suele cambiar de pareja en cada estación reproductora, y por lo que parece suelen ser los machos los que toman posesión del nido, o del sitio para emplazarlo, y tratan de atraer a las potenciales parejas. Corresponde al macho la tarea de aportar los palitroques para la construcción del nido, y a la hembra la de quedarse en él para colocarlos a su gusto y criterio y protegerlos del hurto, que no es poco en las mal avenidas vecindades que integran, y de las que nada bueno pueden esperar, salvo la protección conjunta contra los depredadores. Son bastante tempraneras las garzas reales en estos menesteres (a diferencia de las imperiales, que suelen anidar en carrizales, y necesitan esperar a que estén crecidos), empezando en febrero o marzo, pudiendo tener los pollos nacidos para finales de abril. Es la puesta promedio de 4 o 5 huevos, de color azul claro o verdoso y unos 6 cm. Ambos progenitores colaboran en la incubación, que dura unos 25 días y empieza con la puesta del primer o el segundo huevo, por lo que la eclosión es asíncrona, y los últimos pollos tienen pocas probabilidades de sobrevivir a la intensa competencia por el alimento y a veces al cainismo activo, si bien la agresión entre los hermanos no parece que sea tan sistemática y despiadada como en el caso de las garcetas o las garcillas bueyeras. Estudios realizados comparando diferentes poblaciones de Ardea herodias, e introduciendo pollos de dicha especie en nidos de Ardea alba, apuntan a que la alimentación con elementos más pequeños y numerosos induce fuertemente la conducta fratricida.

https://finchwrangler.com/download/mock-et-al.-1990.pdf
Flexibility in the development of heron sibling aggression

Volviendo a la especie que nos ocupa este mes, diremos que tardan los pollos unos 50 días en echar a volar, y durante unos pocos más siguen aquerenciados en el nido. Ceban los padres a la prole con alimento regurgitado, depositándolo en el gaznate de los pollos cuando son pequeños, y cuando no lo son tanto, dejándolo en el nido para que el que más pueda más coja, y durante las primeras tres semanas se turnan para quedarse uno de ellos de continuo en el nido protegiendo a la pollada.


Foto: Carlos A. Ramírez

Los juveniles se distinguen durante su primer año por el menor contraste en la cabeza y por tener gris la ranfoteca (que así llaman a la pieza córnea superior del pico, y gnatoteca a la inferior), mientras que los adultos tienen ambas partes amarillentas, y de un tono anaranjado más intenso en la época nupcial. Discrepan las fuentes relativas a la edad de la madurez sexual; algunas indican que al año, y otras que a los dos.
Se citan casos de individuos que han superado los 20 o incluso los 30 años de edad, pero deben de ser pocos los que superen los cinco.
La especie fue descrita por Linneo en su décima edición del Systema Naturae y denominada sin hacer mucho esfuerzo de imaginación, ya que Ardea es el nombre que ya recibía la garza en el latín clásico, y cinerea alude a su color ceniciento.

Foto: Carlos A. Ramírez

La Lista Roja de la UICN estima una población mundial de entre medio y dos y medio millones de adultos, y cataloga la especie como “preocupación menor”. La población reproductora española, a falta de censos recientes, se cree que pudiera andar por las 5000 o 6000 parejas, con tendencia creciente, y que aproximadamente la mitad de ellas crían en Doñana y en la Albufera de Valencia. De las ardeidas españolas, están recogidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas el avetoro común como “en peligro de extinción” y la garcilla cangrejera como “vulnerable”; las demás especies de la familia están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pero no en el Catálogo. Recordamos, o informamos a quien no lo sepa, que el Listado mencionado incluye dentro de sí el Catálogo Español de Especies Amenazadas, que a su vez establece dos categorías de protección: “en peligro de extinción” (que se define como “especie, subespecie o población de una especie cuya supervivencia es poco probable si los factores causales de su actual situación siguen actuando”, y la de “vulnerable”, es decir, “especie, subespecie o población de una especie que corre el riesgo de pasar a la categoría anterior en un futuro inmediato si los factores adversos que actúan sobre ella no son corregidos”.
Foto: Carlos A. Ramírez


jueves, 25 de julio de 2024

AVE DEL MES julio 2024

 

Alcaudón común 

Lanius senator Linnaeus, 1758

 






Inglés: Woodchat Shrike

Francés: Pie grièche à tête rousse

 

Es nuestro protagonista de este mes un pajarillo de unos 18 cm de longitud en promedio, perteneciente a la familia de los Laniidae, paseriformes de hábitos insectívoros y carnívoros que tienen picos de punta ganchuda, casi de rapaces, pero patas de pajarillo corriente y moliente.


Tienen los dos sexos del alcaudón común un plumaje de diseño parecido, pero las hembras se distinguen, algunas mejor que otras, por plumaje menos contrastado que el del macho, con las partes inferiores de un matiz ocráceo y con amago de barreado, frente  entreverada de plumas claras y oscuras, y dorso gris, sin contraste con el color del obispillo. 


Foto: Germán Fraile

Los juveniles, durante sus primeras semanas, tienen un plumaje mucho más críptico, con mezcla de plumas ocráceas, marrones, grisáceas y blanquecinas, pero ya se atisban en ellos amagos de las bandas claras de las escapulares y el incipiente antifaz en las auriculares; el color pálido del obispillo y las escapulares los distinguen bien de los jóvenes del alcaudón dorsirrojo.


Foto: Carlos A. Ramírez



Comparte con otras especies de la familia la costumbre de ensartar sus presas en espinas para almacenarlas o descuartizarlas. Son estas presas mayoritariamente variados invertebrados, sobre todo coleópteros, y en menor medida atrapa lagartijas, micromamíferos y algún pajarillo volandero que se deje.

Es especie migradora y su área de cría es prácticamente circunmediterránea. Ocupa casi toda la Península Ibérica y Baleares, aunque es raro en Galicia, cornisa Cantábrica y parte de los Pirineos (lo cual nos indica que las zonas de clima atlántico no le son tan favorables como las mediterráneas). Parece ser que algunos machos llegan antes y esperan aquí a ser ellos y sus territorios del gusto de alguna hembra, mientras que otros vienen ya emparejados de África. Se cree que cambian de pareja de un año para otro. Invernan en ecosistemas sabanoides entre el sur del Sahara y el Ecuador.


Mientras que en la Península cría la subespecie típica, en Baleares está presente la subespecie L. s. badius, distinguible porque carece, o casi, de la mancha blanca en la base de las rémiges primarias.


Anidan en árboles o arbustos, siempre en zonas más bien abiertas, como dehesas, sabinares o medios antrópicos de parecida estructura, de preferencia con buena cobertura herbácea, y lo hacen  a una altura por lo general no muy alta en árboles o arbustos, construyendo nidos bastante típicos en forma de tazón con hierbas y pequeñas ramillas o raíces, y acolchados con plumas, lana o pelusas vegetales. Ambos miembros de la pareja trabajan en la construcción del nido. Por el contrario, la incubación la realiza sólo la hembra, o casi, mientras que el macho la apoya con aporte de alimento. El tamaño de puesta no tiene nada de particular para avecillas de este tamaño; 4 a 6 huevos es lo más habitual. Las segundas polladas, aunque haberlas, haylas, son infrecuentes,  por lo que la mayoría de los individuos andan sobrados de tiempo para empezar a migrar en agosto o incluso a finales de julio,  con los juveniles ya mudados y revestidos de una librea parecida a la de las hembras adultas.

El Diccionario de la Lengua Española da por cierto que el nombre del alcaudón nos ha llegado a través del árabe hispano, y por posible que,  en origen más remoto, provenga del latín capito – onis, “cabezón”, aunque no han faltado quienes postulan que pudiera hacerlo de captor-oris ("cazador"), o de "cauda-ae" (cola); opción esta última que no me parece probable porque a la cola de ningún alcaudón le veo nada de particular.

Foto: Carlos A. Ramírez


Parece que está más claro que Lanius significa "carnicero", y senator alude por lo visto al supuesto parecido del color de su cabeza y cogote con el borde púrpura de las togas de los senadores romanos.

Foto: Germán Fraile

La Lista Roja de la UICN cataloga a la especie como “casi amenazada”, y estima una población mundial de entre 5.940.000 y 9.610.000 adultos. Su tendencia poblacional es decreciente, debido a la intensificación de la agricultura con la consabida proliferación de pesticidas, y a la invasión por matorral de pastizales en desuso. La población española puede ser hoy día de unos 3 millones de individuos, parece haberse reducido aproximadamente a la mitad en el último cuarto de siglo, y está amparada por el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.