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jueves, 21 de noviembre de 2024

FÉLIX AZZATI Y JOSEP VICENT MARQUÉS



Preparando un texto para la serie radiofónica “Historias desde las esquinas” de Onda Cero Sagunto (finalmente no grabado) sobre el periodista Félix Azzati, que da nombre a una de las calles más concurridas de Puerto de Sagunto, quise saber más sobre este periodista de ascendencia italiana, nacido en 1874 en Cádiz, pero inmediatamente trasladado a Valencia, director del periódico El Pueblo, político dirigente del partido blasquista, diputado en Cortes entre 1907 y 1923, traductor de varias obras, entre ellas las primeras obras al castellano de Luigi Pirandello. Leí la abigarrada biografía de Vicente Alós y el excelente ensayo biográfico de Ramiro Reig y quise ahondar un poco más en el personaje leyendo el único libro que editó, El primer pensamiento, en la editorial valenciana de F. Sempere.

Se trata de un conjunto de textos de carácter ensayístico, de aforismos y prosa narrativa, que denota una cultura extensa y una inteligencia inquisitiva. Creo que puede situarse entre lo mejor del periodismo de eso que se ha dado en llamar la “Edad de Plata” de las letras españolas y merecería una mayor atención porque su estilo, aunque en algunas ocasiones recargado y algo envejecido, se encuentra muy cuidado, refleja bien las complejidades del pensamiento anticlerical y por él vemos pasar la vida de los primeros decenios del siglo XX y las esperanzas y utopías del pensamiento socialista y republicano. Entre esos textos lo vemos glosar una frase de Jacinto Benavente (al que dedica varios textos): “Que nuestras obras florezcan en tantas obras que no haya por qué recordar las nuestras”; replicar a Azorín sobre su apoyo a las congregaciones religiosas; asistimos a sus diatribas contra el clericalismo, la guerra, la explotación, el dogmatismo; disfrutamos de su visión de una nueva religiosiosidad con alusiones al protestantismo y a Alfred de Vigny y su Daphné; y leemos el estremecedor relato introductorio sobre un preso que dedica sus últimos instantes a crear un jardín en el centro penitenciario…

He leído el ejemplar que se encuentra en la Biblioteca de Ciencias Sociales “Gregori Maians” de la Universitat de València, que pertenece a la donación de la biblioteca personal de Josep Vicent Marqués, a quien conocí por primera vez en mi año de militancia en el Moviment Comunista del País Valencià (en varios mítines y manifestaciones, a finales de los 70) y, más tarde, como asistente a alguna de sus clases sobre ecología y sociología, en los 80. Tener entre mis manos este pequeño tomito de los años 20, me ha traído la felicidad de su lectura y el recuerdo de aquel intelectual valenciano cuyo pensamiento merece que volvamos sobre él.



martes, 14 de septiembre de 2010

ABEL MARTÍN Y JUAN DE MAIRENA: HUELLA DE MACHADO EN VALENCIA

(Viñeta de Ramón Gaya, sobre A. Machado, publicada en Hora de España)



Con fecha de Enero de 1937, en las páginas del primer número de la mítica revista, Hora de España, se editaba en Valencia, bajo el título de "Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín", un grupo de fragmentos ensayísticos de los que son un buen ejemplo los cuatro que más adelante recogemos.


Aparecieron junto a ellos, en la revista, textos de María Zambrano, José Bergamín, Juan Gil-Albert, o Rafael Dieste, entre otros. En ellos se nos muestran las ideas de los "complementarios" de Machado, sobre el silencio, la guerra, la fraternidad, y la duda.

Se hallaba Machado, por aquel entonces, alojado junto a su familia en el chalet "Villa Amparo", en el pueblo valenciano de Rocafort, y allí escribiría poemas, junto a otros textos de diversa índole, que iría bien ofreciendo a revistas y a la prensa periodística, bien exponiéndolos públicamente en actos vindicativos, e incluso llegando con ellos a publicar el libro La guerra, último libro que publicó Machado en vida.





ABEL MARTÍN / JUAN DE MAIRENA




I
Sólo en el silencio, que es, como decía mi maestro, el aspecto sonoro de la nada, puede el poeta gozar plenamente del gran regalo que le hizo la divinidad, para que fuese cantor, descubridor de un mundo de armonías. Por eso el poeta huye de todo guirigay y aborrece esas máquinas parlantes con que se pretende embargarnos el poco silencio de que aún pudiéramos disponer.




II
Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De este modo premia Dios al escéptico y confunde al creyente.



III
Cuando el Cristo vuelva –decía mi maestro–, predicará el orgullo a los humildes, como ayer predicaba la humildad a los poderosos. Y sus palabras serán, aproximadamente, las mismas: «Recordad que vuestro padre está en los cielos; tan alta es vuestra alcurnia por parte de padre. Sobre la tierra sólo hay ya para vosotros deberes fraternos, independientes de los vínculos de la sangre. Licenciad de una vez para siempre al bíblico semental humano.»

IV
Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin retórica. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro.

RESEÑA DE 'PAISAJE DESDE EL SUEÑO', de ANTONI GÓMEZ

  Pertany Juan Antonio Millón (Sagunt, 1960) al cercle de poetes i lletraferits que al llarg de quasi dues décades publicaren a Sagunt la re...