Si bien son escasos los datos de los orígenes y primeros pasos del cristianismo en nuestra población, no por ello hemos de pasar por alto su recopilación y divulgación, así como la exposición de la evidencia de la significación de los mismos.
Como ha señalado la profesora Carmen Aranegui, en su estudio sobre la Antigüedad Tardía de Sagunto: “Ni a nivel de hallazgos urbanos ni tampoco en lo que afecta a villae o residencias en su área inmediata, se conocen restos que permitan la restitución del paisaje del final de la antigüedad en Sagunt. Se mencionan, no obstante, acuñaciones muy puntuales de Gundemaro y Sisebuto que, de alguna manera, atestiguan una cierta actividad, pero ningún edificio, público o privado, hasta el momento, es susceptible de ilustrar los acontecimientos de época visigoda que, por ejemplo en Valentia, cuentan con textos y con la información proporcionada por las excavaciones de L´Almoina y, en el Pla de Nadal de Ribaroja, tienen un modelo de residencia señorial aproximadamente de la misma época. No es difícil aceptar, en consecuencia, la sustitución del histórico topónimo por el de Murviedro (murus veteris) con el que la ciudad aparece en las fuentes árabes posteriores (…) La cristinización de una población como la saguntina se produjo de una manera anónima, sin mártires y sin obispos, en la òrbita de Valentia que da nombre a la diócesis”[1].
Esta falta de datos no debe, sin embargo, eludir la presencia incuestionable del cristianismo en Sagunto desde una época temprana, y prueba de ello son la incripción del epitafio cristiano que recoge Josep Corell y el dibujo simbólico del sello de ágata -hoy, por desgracia, desaparecido-, del que nos habla Antonio Chabret en su obra de fianles del siglo XIX.
También adquiere una gran importancia para el cristianismo primitivo de época visigótica, las acuñaciones de moneda en dicha época, teniendo en cuenta la extraordinaria aparición última de un triente de oro -con un significativo monograma en forma de cruz- del reinado de Égica y Witiza, que unido a los otros tres trientes de las épocas de Gundamaro y Sisebuto, nos hablan de un extenso periodo del que urge una revisión y una toma de consideración.
Las piezas cerámicas con signos y símbolos cristianos -qne no analizaremos en este artículo, y que ya recordara Antonio Chabret en su primer volúmen dedicado a la época visigoda saguntina-, así como el hecho, tan peculiar, de tan alto valor simbólico, como es la localización del primer túmulo del cuerpo martirizado de San Vicente en la playa de Sagunto, por parte del gran poeta hispanolatino Prudencio, todo ello, digo, no hace más que evidenciar la extraordinaria significación de nuestra ciudad en el imaginario paleocristiano.
1.- VESTIGIOS TEXTUALES: LOS
VERSOS DE PRUDENCIO
El vestigio textual con el que nos encontramos, en el que aparece Sagunto asociado al cristianismo primitivo o al paleocristianismo, pertenece al contexto de la poesía hímnica del poeta hispanolatino de la Antigüedad tardía, Aurelio Prudencio Clemente (Aurelius Prudentius Clemens), natural, bien de Calugurris (Calahorra), bien de Caesaraugusta (Zaragoza), nacido a mediados del siglo IV, en el año 348, y muerto hacia el año 410, seguramente en algún monasterio zaragozano[2].
Se trata de uno de los himnos recogidos en su Liber Peristephanon (Libro de las Coronas), concretamente en el IV, Hymnis in honorem sanctorum decem et octo matyrum caesaraugustanorum (Himno en honor de los dieciocho mártires de Zaragoza), en el verso 100. Veamos la estrofa sáfica número veinticinco adonde aparece:
TEXTO
LATINO:
passus ignota
dederit sepulcri
gloriam
uictor prope litus altae
forte
Sagynti.
ignota y,
por casualidad, diera a la gloria del
sepulcro a
la gran Sagunto
cerca de la
costa.[6]
ciutat que
ell desconeixia, on sufrí la passió i, després de
la seva
vistòria, donés casualment la glòria del seu sepulcre
a un indret pròxim a la riba de l´alta Sagunt.[7]
6.- Marcelino Menéndez Pelayo:
Logró
vencer y conquistar la palma;
Tal vez el
muro de la gran Sagunto
Vió su
martirio.[8]
El “prope litus” de Prudencio, concuerda con el “ad litus” (a la orilla, a la arena de la playa) de otras versiones de la Passio de San Vicente, como son la Passio Brevior (ms. de la Biblioteca Ambrosiana de Milán) y el Pasionario hispano (mss. de Silos y de Cardeña), y cercano al “ad portum” de la Passio Vulgata (códices Vaticanos 1196 y 5696).
De aquel lugar litoral, el cuerpo martirizado de San Vicente sufrirá varios traslados, que, como recoge Leopoldo Peñarroja, “...para algunos serían tres: a) el protagonizado por la viuda Jónica, de la orilla misma a un túmulo o pequeña capilla; b) el efectuado por la comunidad cristiana de Valencia pocos años después, tras la Paz de la Iglesia y el Edicto de Milán (313), del túmulo primitivo a una basílica o iglesia que se menciona ya como tal en la Passio y que debe identificarse con el entorno de la Roqueta; y c) el que ya en tiempos del obispo Justiniano, muy devoto de San Vicente, pudo verificarse en la 1ª mitad del s. VI desde esa basílica a la ya entonces ecclesia mater de la ciudad, la catedral visigoda de tres naves ubicada en el área episcopal de l´Almoina...”[9]
Así pues, siguiendo lo que nos dice Prudencio y lo que nos adelanta el texto del manuscrito de la Passió Brevior, el cuerpo del mártir habría arribado a la playa de Sagunto, cerca de su puerto -conocido hoy como Grau Vell-. adonde una mujer, con el nombre de Ionice (Jónica), le daría santa sepultura, y de allí sería trasladado, poco después, a la Basílica de la Roqueta. He aquí el texto de la Passio Brevior:
“Sed Domini manu gubernatum continuo defertur ad litus. Quod dum repertum fuisset, anus quaedam , Ionice nomine, eum cum omni honorificenctia tradidit sepultarae. Dum turba fidelium hoc audisset, ex sepulcro sanctum ejus corpus rapuerunt, et ad ecclesiam cum gaudio reportantes, summa cum veneratione sepulturae tradiderunt. Pasus et beatus Vicentius levita in cicitate Valentina die undecimo Kal. Febru. Sub Datiano praeside, regnante Domino nostro Jesu Christo, cui est honor et gloria in secula seculorum. Amen.”[10]
En otros versos de la Passio Sancti Vicentii Martyris (Pasión de San Vicente Mártir), el poeta Prudencio describe el lugar al que llegó el cuerpo de San Vicente:
secessus
ille, qui sacra
fouens
harenis uiscera
uicem
sepulcri praebuit,
dum cura
sanctorum pia
deflens
adornat aggerem
tumuloque
corpus creditum
uitae
reseruat posterae!
Sed mox
subactis hostibus
iam pace
iustis reddita
altar
quietem debitam
praestat
beatis ossibus;
subiecta
nam sacrario
imamque ad
aram condita
caelestis
auram muneris
perfusa
subter hauriunt.
¡Dichoso el rincón aquel de esta costa encantadora que, dando abrigo con sus arenas a las sagradas entrañas, hizo las veces de una tumba, en tanto el piadoso desvelo de los santos adorna entre lágrimas un túmulo y, confiando su cuerpo a esa tumba, lo guarda para la vida futura! Pero luego, reducidos los enemigos, una vez devuelta la paz a los justos, un altar concede a sus bienaventurados huesos el debido reposo; porque éstos, situados bajo el santuario, ocultos al pie del ara, absorven la brisa de la ofrenda celestial, que allá abajo, sobre ellos se derrama.[11]
Contamos con dos ejemplos de epigrafía y glíptica paleocristiana de la Antigüedad tardía, del periodo visigótico, que han sido recogidos en la magna obra de Josep Corell:
“318. INSCRIPCIÓ CRISTIANA. Bloc de calcária blava trencat dalt i a ambdós costats. La cara. anterior està allisada; la posterior és tosca.
Es desconeixen les circumstáncies i el lloc en què aparegué.
Es conserva al refectori, núm. inv. S.1.207. .
Dimensions: (44) x (44) x 13.
Lletres: r. 1: 10; r. 2: 6
ELST 244:'CIL II2 14,562. Cf. Alfóldy 1981b: 130.
319. INSCRIPCIÓ CRISTIANA. Segell d'àgata. «Lleva grabados con la mayor delicadeza una cabra y un pastor que la está ordeñando, y delante del animal se ve el
signo ; entre
sus piernas ; detrás del
cuello
y ; encima de la
cabeza del
pastor ; bajo de la línea
en que
se apoya,
el trabajo de figura
; y una palma por
delante y un
cayado por detrás cierran el marco del grabado», Chabret.
Aparegué 1'any 1897 a la necròpoli descoberta en fer les obres de 1'estació
del Ferrocarril del Nord, concretament a la parcel·la F del plànol de Chabret.
Desaparegut.
Dimensions: desconegudes.
Chabret 1897: 465.
Es tracta d'una inscripció cristiana,
com indica el
crismó. Aquest apareixia,
segons sembla, acompanyat
d'una
alfa i
una omega, símbols que presenten
Jesucrist com a principi i fi. Per altra banda, la és probablement
1'abreviatura de
Theos. Desconeixem els altres
signes.
Tenint en compte el crismó
i ellloc en què
aparegué, no hi ha dubte
que
es tracta d'una
inscripció paleocristiana,
potser del s. VI
o VII.”[13]
3.- VESTIGIOS NUMISMÁTICOS: LA CECA
VISIGODA SAGUNTINA
La descripción
de la monedas la ofrecen Pere Pau Ripollés y María del Mar Llorens:
TRlENTE
Oro.
20 mm. Peso medio 1,28 g (1 ejemplar]
Anv. [I ]INM. N EGICA RX. Dos bustos enfrentados; cruz, entre ellos.
Rev. VVITIZA REGES. Monograma cruciforme S-C-V-N-T-O con la V intercalada.
Ref. bibl.: Inédita.
521.A.274
R.267
" a Valencia, col. privnda. 1,28 g.
4.- SAGUNTO EN SAN
ISIDORO DE SEVILLA:
Quisiera acabar esta primera aproximación al paleocristianismo saguntino recogiendo las dos alusiones que a Sagunto realizó el gran escritor cristiano hispanovisigodo, San Isidoro de Sevilla, en su magna obra. Una muestra preclara de la importancia de nuestra ciudad en el imaginario paleocristiano.
En la primera de ellas, las Etimologías (Etymologiae u Originum sive etymologiarum libri viginti), en el Liber XV (“De aedificiis et agris oppida nobilia, qui vel quae constituerunt), en el capítulo dedicado a “Algunas ciudades famosas y sus fundadores”, nos dice:
TEXTO LATINO:
La otra alusión aparece en la obra cronística de San Isidoro, Historia de regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum, en el capítulo 58 del “De origine Gothorum”. Aunque ésta ha sido cuestionada, ya que o bien se dijo en un primer momento que se refería a Sigüenza, o, más adelante, a Gigonza, hay razones para pensar que su referencia es Sagunto. Así lo recogió el historiador Felipe Mateu Llopis, que dijo: “Saguntia se suele traducir por Sigüenza; pero lo cierto es que si se leyera Saguntum, sería claro el avance militar en el litoral; y el hecho innegable es que sus sucesores, Gundamaro y Sisebuto, acuñaron en esta ciudad...”[16]. Más actualmente, ha mantenido esta postura el profesor José Luis Villacañas, en su extraordinaria La formación de los reinos hispánicos[17], y el medievalista, hispanista británico, Roger Collins en su obra Visigothic Spain: “Según parece su reinado [Witerico] estuvo marcado por nuevos conflictos con las fuerzas bizantinas que se encontraban en la península, incluida la captura de parte de dichas tropas en Sagunto; no se menciona en texto alguno si en esta ocasión se produjo también la toma de esta ciudad.”[18]
“En la era DCXII, en el año veinte del Imperio de Mauricio, asesinado Liva, Witerico reivindicó para sí durante siete años el reino, que había invadido en vida de aquél. Fue hombre valiente en el arte de las armas, pero desconoció la victoria; pues aunque realizó algunos intentos con la guerra contra los soldados imperiales, no consiguió ningún resultado lo bastante glorioso, si se exceptúa el haberse apoderado de algunos soldados en Sagontia por medio de sus generales. Hizo en vida muchas acciones ilícitas, y en la muerte, porque había matado con la espada, murió con la espada. No quedó sin venganza de él la muerte de un inocente, pues fue asesinado en un banquete, víctima de una conjuración de algunos. Su cadáver fue vilmente arrastrado y sepultado.”[19]
[1] Carmen
Aranegui, “Sagunto en la Antigüedad tardía”, en Los orígenes del
cristianismo en Valencia y su entorno, Valencia, Ajuntament de València,
200, pp. 123 y ss.
[2] Sobre
Prudencio véase la “Introducción General” de Luis Rivero García, en su edición
de las Obras, Madrid, 1997, t. I, pp. 7 y ss.
[3] Prudencio,
Obras, Madrid, Gredos, 1997, p. 162.
[4] Le livre des couronnes, Paris,
Les Belles Lettres, 1951, t. IV, p. 67.
[5] Prudentius : in two volumes, London, William
Heinemann , 1979, t. II, p. 163.
[6] Cristianismo valenciano, Valencia, Ajuntament de
València, 2007, p. 49.
[7] Llibre de les corones, Barcelona, Fundació Bernat
Metge, 1984, p. 79.
[8] Historia de los heterodoxos españoles, lib. I, cap. I. Citado por
Antonio Chabret, Sagunto. Su historia y sus monumentos, Barcelona, 1888,
t. I, p. 151.
[9] Leopoldo
Peñarroja, op. Cit., p. 48.
[10] Idem.
p. 50.
[11] Prudencio, Obras, Madrid, Gredos, 1997, pp. 181-182.
[12] Sobre
la fórmula recessit (in pace), cf. M.T. MUÑOZ: Tradición formular y
literaria en los epitafios latinos de la Hispania cristiana, Vitoria, 1995,
pp. 199-201. (Nota de Josep Corell)
[13] Josep
Corell, Inscripcions romanes del País Valencià. Ia (Saguntm i el seu
territori), València, Universitat de València, 2002, pp. 401-402.
[14] Arse-Sagvntvm, Sagunto, Bancaja, 2002, p.
316.
[15] Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
2004, pp.
1056-1057.
[16] “El hallazgo de Abusejo”, en Miscelánea
Arqueológica, Barcelona : Diputación Provincial de Barcelona, Instituto de
Prehistoria y Arqueología, 1974, t. II, p. 52.
[17] Madrid,
Espasa, 2006, p. 72.
[18] La
España visigoda,
Barcelona, Crítica, 2005.
[19] Cristóbal Rodríguez Alonso, Las historias de los godos, vandalos y
suevos de Isidoro de Sevilla : estudio, edición critica y traducción, León,
Archivo Histórico Diocesano, 1975, pp. 269-271.