En esta página iré compartiendo los relatos que más me gustan, es decir, aquéllos que me han hecho envidiar a sus autores:
Gabriel García Márquez
"...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida".
Julio Cortázar: Amor 77
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Sandro Centurión: Tres cosas antes de morir
Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Podía morir tranquilo. Sin embargo cuando le llegó la hora se dio cuenta que jamás había viajado en barco, ni había escalado una montaña, ni se había emborrachado con tequila, entonces se puso en campaña para hacer esas tres cosas antes de morir. Las hizo en poco tiempo y ya en su lecho de muerte cayó en la cuenta de que jamás había cazado un tigre, ni había buceado en aguas cristalinas, ni le había cantado una canción al oído a una muchacha. Se levantó de un salto y salió corriendo. Un tiempo después estuvo a punto de morirse pero recordó que nunca había comido helado de chocolate en la mañana, ni había arrojado flores al río, ni había cantado ópera bajo la ducha.
Dicen que anda haciendo cosas increíbles por el mundo. Sólo tres cosas más antes de morir, dice y sigue viviendo.
Gotzon: Mujeriego
Por favor, sea breve, dijo el pecador, y para cuando el cura dijo “Ave maría purísima” él ya estaba “entre todas las mujeres…”.
Félix Hormiga: Silencio
Hace hoy mismo un mes que visité al miniaturista y recogí los veinticuatro clavos, casi invisibles, que le había encargado.
Hoy mismo hace un mes que no te oigo decir esta boca es mía.
Y te sorprende que cuantas veces has intentado decírmelo te han brotado cuarenta y ocho gotitas de sangre rodeándote los labios.
-Algún tipo de fiebre -te ha dicho el médico. Nada importante.
Sabas Martín: Prólogo
Ahora que tú lector te dispones a ojear estas páginas por un momento se repliega el universo y de nuevo se curva el tiempo hacia su origen hasta que el último dinosaurio pierde las escamas y surge de entre el follaje en forma diminuta que se sumerge en el agua y transcurre como pez hasta que le crecen las patas y se arrastra hacia la tierra donde se establece y se multiplica hasta que uno de sus descendientes recuerde lo ocurrido cuando se dispone a ojear estas páginas en las que por un momento se repliega el universo y de nuevo se curva el tiempo hacia su origen.
Alberto Omar Walls: Papiroplexia
Me gusta hacer animalitos con el papel. Llamo a esto papiroplexia. Un juego lento y hermoso. Ayer o hace un siglo, quizá esta mañana, hice un animalito con un papel azul y otro blanco. Era un animalito porque tenía cuatro patas, un cuerpo y una cabeza. No sé qué clase. Fui ahí al lado y cuando volví le vi comiéndose el desayuno. No le recriminé, por el contrario le traje más leche y se la puse en el plato por saber si me aceptaba. Se acercó, y bebió de la leche, con unos chasquiditos menudos y satisfechos. Viéndole, pensé que debería haber más animalitos de papel: muchos.
Pero luego, quizá ayer o hace un rato, quizá el año pasado, se me acabaron las cuartillas. Necesitaba seguir escribiendo.
Deshice el animalito y escribí en él. Fue muy doloroso.
Nota: Papiroplexia, que no papiroflexia, es el arte de deshacer figuritas orgánicas de papel y escribir en ellas.
Guillermo Escribano: Pompas de jabón
Mi sepulcro a perpetuidad, os preguntáis, amada mía. Habéis de saber que cuando fui arrojado por la borda de aquel bergantín me dije a mí mismo que el océano lo sería. Quién iba a pensar que mi cadáver, engullido por aquel monstruo, luego arponeado, troceado y hervido en un ballenero se convertiría en jabón: ése que ha recorrido cada rincón de vuestro cuerpo y que ahora sujetáis entre vuestras dos manos, haciendo pompas con un leve soplido, abandonando la duda a la suave brisa.
Kum*: Rutinas...
Temprano en la mañana despierta con el estruendo de los enanos cantando alborotados camino de la mina.
Ya desvelado, aunque somnoliento, dedica la siguiente hora a buscar sus zapatillas, sus gafas, su reloj… y el resto de bártulos y enseres que durante toda la noche los duendes, divertidos y traviesos, han escondido o cambiado de sitio. No le hace falta verlos,… sabe que a esas horas aún le observan. Puede sentirlo.
Después recorre las habitaciones dando palmas y espantando a voces a los espíritus que rondan susurrando en los rincones.
-Este runrún de fantasmas no me deja oír mis pensamientos….
Más tarde, blandiendo su bastón, sale a ahuyentar a la bola de unicornios que cada mañana acuden con las primeras luces y devoran sus flores, desbaratan el huerto y le cagotean todo el jardín.
-Malditos asnos con pincho, vayan ya a joder a otro sitio, cabrones! –les grita huraño.
Luego prepara el desayuno mientras, a manotazos, dispersa la nube de hadas que revolotean golosas sobre las tostadas y, ya más tranquilo, sale a disfrutar del café caliente y de su primer cigarro, siempre bien protegido bajo el techado del porche. Sabe por experiencia que no es seguro andar al descubierto cuando un pegaso vuela sobre tu cabeza.
Es en esos momentos de relativa calma cuando, resignado, maldice aquella tarde remota en que tras ver pasar el cometa pidió un deseo:
-Que la magia sea en mi vida. Cada día… siempre.
Era extraño ver a aquel hombre revolotear y mecerse en el columpio. Apenas sabía cantar.
Pablo Garcinuño: Toy sensible
Como últimamente andas tan arisca conmigo, me he empezado a aficionar a la publicidad que buzonean bancos y cajas de ahorro. Que si “nuestro interés es tu mirada”, eso de “pensamos en ti”, o incluso el “apoyamos todos tus proyectos”… Hacía mucho tiempo que nadie me decía cosas tan bonitas.Agustín Martínez Valderrama: La jaula
Era extraño ver a aquel hombre revolotear y mecerse en el columpio. Apenas sabía cantar.
4 comentarios:
Gracias, Belén... Joé... todo un inesperado honor. En fin,... me quedé sin palabras. Ves lo que haces?
Pd: ni ganas me quedan de meterme con tu música ratonera.
En realidad te puse aquí porque nadie se atrevía a comentar algo, y sabía que no resistirías la tentación...! :o) Que no, que es broma. Se me ocurrió poner estos textos aquí para no perderles la pista, así que ya tengo el tuyo fichado. Me encanta como escribes, así que el honor es mío. No entiendes nada de música, pero escribes bien, son cosas que pasan...
Un abrazo admirado
¡¡Vaya bajage literario!! Culta, enamorada de la música y además persona de mucha vida. Un saludito y gracias por inspirarme con tus blogs. Un saludito
El mérito es de los textos, que son muy buenos :o) Y de los compositores, pintores, escultores, cineastas, etc., etc. Lo único que hago es admirarlos :o)
Gracias por pasar por aquí! Un abrazo.
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