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09 abril, 2015

Reflexiones acerca del cuento como género

Aún sin título, aguardo con el entusiasmo de un catecúmeno la publicación inminente de mi libro de relatos a manos de una editorial modesta e intrépida. Tras las pruebas de imprenta y a la espera de prólogo y de los múltiples flecos que componen el minúsculo artefacto, han surgido algunas reflexiones acerca del cuento como género que deseo compartir.

Allan Poe tenía su propia teoría sobre le relato y el cuento
La primera es su versatilidad para jugar con las estructuras, imposible en formatos más largos. Un acordeón, un chicle adorable que nos da una lección de brevedad e intensidad. No por ello lo considero guión ni resumen de novela (aunque sí embrión de la misma cual grano de mostaza preparado para el Big Bang), sino una especie de historia vista por dentro, pergeñada, apuntada entre líneas.

La segunda es el esplendor de su validez, de su contenido, pues si perfecto e independiente en sí mismo, puede encuadrarse en el contexto de una historia mayor, que tendrá sus consecuencias después en la imaginación agradecida, subyugada del lector.

Infinitos sabores nos concede su cocina en un menú de maestros universales. Invoco, verbigracia, a Poe, tan admirado por Baudeleire y Cortázar (otra cocina de alta fusión), cuyas tétricas galerías de escenarios góticos y fantasmagóricos fueron sustituidos por los laberintos de Kafka y Borges.

La teoría del relato de Poe resulta sencilla: el autor, dice, debe comenzar definiendo bien el efecto que desea producir, y sobre él armar la historia; por tanto, el tema resulta secundario al efecto, pues éste será el que mueva al lector. Organización racional estricta del relato, a la que de forma tan fiel y magistral su adscribió Borges.

Una inmensa gama de registros, por otro lado, están al servicio de las plumas que se atreven con él. Desde el perspectivismo de hoy a la omnisciencia decimonónica, desde el experimentalismo a las estructuras clásicas. En cualquiera de los supuestos, este placer portátil tiene asegurada su supervivencia; intratable, personalísima, se niega a ser la hermana menor de nadie, sino la hermana distinta para el placer portátil de la lectura de hoy, ayer, y todos los tiempos del mundo que caben en unas pocas líneas.

Autor: Chema D. Garrido

12 febrero, 2015

¿Cómo eligen los padres los libros para sus hijos?

¿Te has preguntado qué sucede en la mente de una mamá o papá durante los pocos segundos en los cuales se interesan en un libro para sus hijas e hijos? Sin duda una cosa es lo que escogen los pequeños y otra el criterio que utilizan los adultos para elegir un libro para sus niños. En este artículo tratamos lo segundo.

El año pasado tomé la decisión de comenzar a escribir para público infantil y afortunadamente todo va bien al respecto. Antes de hacerlo, con la ilustradora Silvia Sugasti – quien ha ilustrado dos de mis libros a la fecha – decidimos hacer una encuesta para conocer las preferencias de las mamás, papás, abuelos y todo quien tenga niños en casa, a la hora de adquirir un libro.

Muchas veces son los niños quienes escogen los libros, cosa que me parece de lo mejor y esto es lo que promuevo, ya que en vez de enchufarle un libro que podría no gustarle, el pequeño tiene la facultad de quedarse con el libro que llame más su atención. Por otro lado, un porcentaje de los padres suele tener la tendencia a escoger libros que sirvan en el proceso educativo escolar o que transmitan alguna enseñanza, cuando más bien los niños quieren divertirse.

En internet hay una serie de recomendaciones para padres en cuanto a qué criterios utilizar, las cuales están basadas principalmente en la edad del lector, gustos de los pequeños y otros más completos e interesantes que incluyen diversos factores.

De todas formas quisimos conocer las preferencias de los adultos, ya que finalmente son ellos quienes deciden qué tipo de libro se adquirirá y porqué. Las preguntas permitían respuestas múltiples, por lo cual no trates de sumar y encontrar el 100%. He aquí los resultados.

¿En qué factores te fijas a la hora de comprar un libro?

  • El atractivo de las ilustraciones, con un arrasador 68%. Según mi experiencia, los niños eligen de la misma forma.
  • Que tenga una sinopsis y que sea entretenida, 42%. No por nada se recomienda que la sinopsis sea breve, al grano y que llame la atención del lector rápidamente.
  • El atractivo de la portada, 36%.
  • Que tenga una indicación del rango de edad, 30%. Por esta razón pusimos un logo en La jirafa Margarita cumple su sueño, indicando la edad recomendada, en nuestro caso de cinco a ocho años. De todas formas es una guía solamente, ya que varias mamás y papás nos han informado que a sus hijos de cuatro años les ha encantado el cuento.
  • El precio, 30%. ¡Pensábamos que este ítem iba a ser más relevante! Que la crisis económica, el banco internacional, la situación sociopolítica entre USA y Medio Oriente, etc., y sigue siendo más importante el asunto gráfico (lo cual me parece estupendo).
  • El material del libro, 18%. Desde un comienzo quisimos tener un producto físico de alta calidad, pero al parecer no es un factor determinante.
  • El resto del porcentaje está dividido en varias cosas y no hay un patrón claro.

¿Quieres cambiar los números? Todavía puedes completar la encuesta aquí.

El cuento de la semana

Esta semana comencé una serie infantil-juvenil que titulé Cuentos galácticos. El primero lleva por nombre La princesa extraterrestre y puedes leerlo aquí. ¡Que lo disfrutes!

Contacto con el autor



Twitter: @LuisEduardoVP
Sitio web: http://luiseduardovivero.com
Email: info(arroba)luiseduardovivero(punto)com

04 febrero, 2015

Reseña del cuento infantil ilustrado: Erik el constructor de sueños

¡Quién no ha imaginado y fantaseado con el mundo de los sueños! ¿Cómo sería si de una forma increíble fueras a dar una noche al lugar en donde reside el arquitecto de los sueños?

Esta semana quise hace algo diferente y que fuera de utilidad para la comunidad de familias que tienen pequeñitos en casa. Por lo anterior les presentaré un cuento infantil ilustrado que me encantó y a continuación les diré porqué.

Erik el constructor de sueños


Información básica del libro:

Autor: Kike Gómez
Ilustrador: Dani Padrón
Número de páginas: 20
Editorial: Bululú
Dónde se consigue: En librerías de España. Aún no está en formato digital.

Todo entra por la vista

Si fuéramos al grano tendría que decir que el libro me cautivó por sus ilustraciones. De hecho la primera vez recorrí el libro completo sin leer el contenido, viendo las imágenes, de la misma forma en que lo hace un niño que todavía no sabe leer. Luego de eso, volví al comienzo y leí el texto, el cual acompaña de manera natural y positiva el mundo que se presenta ante la vista.

Las ilustraciones son especiales: el ilustrador hizo un trabajo maravilloso al traducir la idea del autor de forma gráfica, ya que como verán, tiene un estilo único, en el cual algunas dimensiones parecen desproporcionadas, algunas cosas disímiles y otras figuras poco delimitadas. Pero justamente lo anterior, utilizado de forma inteligente y creativa, hace del libro algo excepcional.

Me fue un poco difícil elegir una selección de páginas, pero tampoco podía poner el libro completo, así es que comencemos con la página 6. Me encantó la forma aparentemente no terminada de la construcción de la casa, ya que con hojas que parecen estar siendo llevadas por el viento se le da estructura a la morada de Erik, a modo de una gran enredadera que lo cubre todo. Para mí, es básicamente es un poema gráfico que extiende su significado más allá del texto y la primera impresión que da al ver la ilustración.


Erik tiene una figura alargada, usa barba y sombrero. Cuando lo vi pensé que se trataba de

29 enero, 2015

La importancia de las ilustraciones en los cuentos infantiles

¿Te has preguntado alguna vez por qué hay ilustraciones en los cuentos infantiles? ¿Cómo se benefician los niños al leer relatos de este tipo?

El inicio


Una página del libro Orbis Pictus
Todo comenzó con Jan Amos Comenius, un teólogo, filósofo y pedagogo checo. En 1658 publicó su obra Orbis Pictus - con la finalidad de enseñar latín - el cual parece ser el primer libro ilustrado para niños. ¡Vaya aporte! No por nada se le considera “el padre de la pedagogía”.

Desde ese tiempo el campo de los cuentos infantiles ilustrados ha evolucionado mucho, pero más que nada en las últimas décadas, principalmente al existir herramientas computacionales que permiten el desarrollo de ilustraciones, como también el acceso global a este tipo de tecnologías.

Beneficios en los lectores infantiles


Esto es tan importante que ha sido estudiado por psicólogos infantiles, pedagogos y numerosos grupos con interés en las letras. Aquí tenemos una lista de los beneficios más relevantes:
  • Promueve el desarrollo intelectual, de la imaginación y la creatividad
  • Entretiene de forma positiva
  • Desarrolla la memoria gráfica y el concepto de belleza estética
  • Un libro con imágenes atractivas causa placer, lo cual a su vez desarrolla el gusto por la lectura

Buscando la combinación perfecta entre lenguaje gráfico y texto


Un niño aprende el lenguaje gráfico mucho antes que el escrito, ya sea por la exposición a los dibujos de la televisión, acceso a juegos en dispositivos electrónicos, o porque simplemente somos seres visuales. Por algo se dice que “una imagen vale más que mil palabras”, ya que el mensaje se entrega de forma más rápida e incluso con más claridad.  

Es fácil citar ejemplos en los cuales una imagen transmite un concepto, idea, acción o situación de forma más simple y divertida que un texto, por nombrar algunas: un rostro pícaro, una persona que está molesta y que intenta sonreír a la fuerza, una niña traviesa, un niño enamorado.

Y no digo que no necesitemos las palabras, por cierto, Es por eso que lo ideal es que el escritor trabaje de forma cercana con el ilustrador, de forma tal que los elementos gráficos se conjuguen de forma armónica y creativa, a través de la cual se apoyen, refuercen y cuenten una historia en la que el niño tiene que utilizar su imaginación para completarla.

4 libros ilustrados para recomendar

22 enero, 2015

7 claves para mejorar la comprensión lectora infantil

Una cosa es leer, otra, comprender. Es un tema muy relevante en el ámbito educativo y se hacen importantes esfuerzos para mejorar el apoyo desde el aula. No sacamos mucho con que los pequeñitos lean de corrido si no entienden lo que va pasando ante sus ojos. Según los especialistas en educación infantil, esto es algo de mucha relevancia, que tendrá efectos durante todo el desarrollo y en diversas áreas de la vida. ¿Qué podemos hacer entonces como mamás, papás, abuelos y tutores al respecto? A continuación veremos algunas ideas para trabajar en este mar que nuestros niños deben aprender a navegar.


1.- Usar textos que se correspondan con la edad y desarrollo del niño

Antes de entrar en detalle quisiera mencionar esto como punto de partida. Es importante que el texto que el niño vaya a utilizar se corresponda con su edad y desarrollo. Sucede de forma similar al comenzar a gatear, hablar y caminar; cada infante lo hace a su tiempo y es importante respetarlos y ser paciente en ese sentido.
Nos sucedió con Amira que intentamos enseñarle a leer a los cuatro años, sin embargo ella no quiso y no lo encontró divertido, por lo cual dejó la práctica. Cuando ya tenía cinco años, desarrolló un interés propio en las letras y en ese momento la apoyamos, resultando con los meses en una lectora empedernida de Mafalda.


2.- Leer juntos y hacer preguntas

Este es un hábito muy saludable que crea lazos en el tiempo. Se trata de leer juntos –un párrafo cada uno, por ejemplo- y hacerle preguntas al niño a medida que avanzamos en el texto. Según la edad del infante podemos consultar por las ideas principales y secundarias. De esta forma vamos a tener certeza de si nuestro pequeño lector está comprendiendo o no.


3.- Llevarlos a otro contexto

Este es un ejercicio que consiste en que el niño lee un párrafo o una hoja y luego tiene que hacer un dibujo de lo que leyó. Es similar al punto anterior, salvo que

08 enero, 2015

La importancia de la lectura infantil

Introducción

A través de un número de artículos quisiera compartir información acerca de este tema desde mi perspectiva de lector temprano y más tarde como autor. Lo primero que recuerdo al respecto es a mi mamá haciéndome dictados desde pequeño, con el fin de tener una buena ortografía y gramática. Afortunadamente mi madre logró mucho más que eso con su buen ojo, dedicación constante y amor.


Papelucho y mi hermana Ji, de Marcela Paz
Hay cosas que hacemos casi sin pensarlas, o al menos de forma inconsciente, como caminar, comer, ducharnos y dormir. También nos sucede algo similar al leer, ya que el instante entre el cual un libro o artículo nos llamó la atención y nos pusimos a leerlo es muy breve. Para mucha gente es normal devorar libros que son de su interés. Es así como usamos la literatura para educarnos en temas específicos y en buena medida como una afición sana.

Así es que una vez que nos sumergimos en ese proceso dejamos de preguntarnos por qué, cómo y cuándo, simplemente lo hacemos de forma automática. Recuerdo que cuando mi hija pequeña comenzó a leer, andaba fijándose en todo a su paso: letreros de los negocios de la ciudad, las marcas en las cajas de juguetes, artefactos eléctricos del hogar, etc. Fue tan divertido ver a través de sus ojos porque en ese preciso instante se le abrió un mundo nuevo. ¡Lo mismo que me sucedió de pequeño cuando comencé a leer vorazmente la serie de cuentos “Papelucho” de la escritora chilena Marcela Paz”!

Creatividad, expansión mental y opinión

Creo que la lectura tiene un potencial tan importante en la vida de una persona que vale la pena invertir tiempo y energías en traspasar este hábito a nuestros hijos o pequeños que

01 abril, 2012

Los dioses que pueblan los Eddas


Pablo llegó a media tarde al aeropuerto de Gardermoen y buscó el anuncio del siguiente vuelo para Tromso, donde en esta época del año era fácil conseguir verlas, luego ya solo quedaba cruzar los dedos y esperar la buena suerte, porque son caprichosas y aparecen o no según su real antojo, o eso era al menos lo que aparecía escrito con una perfecta y diminuta caligrafía, en los márgenes de un viejo libro de cartografía de Escandinavia y el Círculo Polar Ártico que compró en el rastro por 5 euros. En la primera página aparecía escrito: “Este libro es propiedad de Fina Pemán Villarín. Hoy es 13 de marzo de 1952. Un día perfecto para avistar una aurora boreal en Tromso”.
Cuando Fina fechó el libro todavía faltaban treinta y dos años para que Pablo naciera, pero enseguida quedó cautivado por aquella mujer que en la España bruna de principios de los cincuenta se dedicaba a soñar con la luz de las auroras boreales. Los mapas estaban repletos de notas manuscritas, flechitas, círculos, cruces e indicaciones hechas con un

03 septiembre, 2011

Misterio




Él era un tipo raro, llevaba pañuelos en la cabeza, y sombreros en el bolsillo.
A veces caminaba sobre el mar, y otras nadaba en las dunas.
Incluso tocaba guitarra con el puño cerrado.
Era un tipo raro, siempre decía que no era más que una ilusión. Casi me convencí, cuando lo visité en la calle Diego Portales, y me dijeron que nadie con ese nombre jamás había vivido allí.

Texto: Daniela Gallegos Valenzuela

07 agosto, 2011

El Trueno


El Trueno era campesino pero sentía el mar como un pirata. Tenía la cara redonda, el pelo hirsuto, la barba cerrada; y en las manos llevaba tatuadas letras antiguas que le protegían de todo. Trabajaba con el hacha igual que yo con la pluma, araba con un solo buey y cuando le tocaba cargar animales muertos, siempre lo hacía burlándose de sus hermanos. Verle comer era asombroso.
Una vez, El Trueno y sus amigos nos sacaron de la zanja donde dormíamos y nos llevaron a lo alto de un monte. La luna asomaba a la izquierda, entre nubes de gasa. Delante respiraba el mar como un animal que se despierta. Y a nuestra derecha, se tendía la costa de hierro. El alba nos sorprendió envueltos en reproches. Un rayo saltó el horizonte y disipó las nubes. Sobre la línea surgieron playas negras y rocas altas. También algunas casas que parían botes como orugas.
Nadie echó de menos al Trueno hasta que

04 agosto, 2011

Confusiones

El hombre de sus sueños se le apareció a Gregoria, la lavandera, con un anillo de diamantes.
El hombre de sus sueños se le apareció a Eleonora, la niña de la casa, traía una vasija de leche, y miel para untar el pan.
La mujer de manos ajadas, al ver en su anular la joya y en la mesa de la muchacha el néctar, dijo:
―Señorita, volvamos a soñar, yo no quiero esta piedra ―ambas estuvieron de acuerdo.
Y al despertar de la siesta, exquisiteces cubrían el mantel de Gregoria; oros y brillantes, el cuerpo de Eleonora.
No se puede confiar en los hombres de los sueños, equivocan muy fácil la dirección.

Texto: Lucía Díaz

04 julio, 2011

Dª Otalina de Aniés y Feliciano, el sacristán


Los Aniés nunca aceptaban un no por respuesta, así que cuando el sacristán le dijo a Dª Otalina que no subiera a la torre porque los andamios de la obra hacían la escalera muy angosta; ella le miró con desden y siguió impasible hacia adelante. El pequeño campanario había sido mandado construir por su tatarabuelo, un crápula que quiso hacerse perdonar con ello sus muchos pecados de faldas y ahora su heredera se jactaba de hacerse cargo de la costosa restauración.

La terquedad de Otalina no tuvo en cuenta que con los años, además del mal carácter, le había aumentado considerablemente el tamaño del culo y en la segunda curva de la escalinata se quedó encajada entre el tablazón, sin poder moverse a pesar de su ímprobo esfuerzo por liberarse. Con el genio arisco que gastaba se puso a tirarse de las sayas y a punto estuvo de rasgarlas, pero su trasero ni se inmutó.

-Voy a ser el hazmerreír del pueblo –pensó alarmada- porque, conociendo como se las gastan estos aldeanos, seré la protagonista de sus chanzas y de sus tonadas de borrachera por veinte generaciones.

En ese momento, oliéndose que algo malo pasaba, apareció el sacristán detrás de ella y al verla en tan delicada posición,

04 junio, 2011

El caserón de las higueras



A dos kilómetros de Barbianes, perdido en la hondonada del valle está el viejo caserón de las higueras, la que durante décadas fue la finca de recreo de la familia de Bolaño hoy es sólo un montón de ruinas; los ventanales rotos, las puertas agrietadas y las paredes desconchadas son el retrato del olvido y la soledad.

Recibe el nombre de dos enormes árboles que sobresalen por encima del enrejado, tiene un jardín vencido por la maleza y está rodeado por un gran muro de piedra y una verja oxidada que termina en lanzas puntiagudas en forma de hojas.

En el valle, la historia del viejo caserón

25 febrero, 2011

El funeral de D. Malaquías


Hoy hace ya cinco años que enterramos a D. Malaquías, y todavía no he olvidado lo que me tocó vivir y que si alguien pone en duda lo que vi puede preguntar a los que fueron testigos, al igual que yo, pero no creo que ninguno esté dispuesto a contar lo que allí pasó.

D. Malaquías aún no había cumplido los sesenta cuando murió y de esos llevaba casi treinta siendo nuestro párroco y todos ellos estuve yo con él de sacristán. Pero a pesar de compartir tantas horas juntos, he de reconocer que nunca se acaba de conocer a las personas y que a veces te salen por donde menos te lo esperas, pero que tampoco soy yo quien para juzgar a nadie, que de D. Malaquías guardo un grato recuerdo, que siempre fue bueno conmigo y se desvivía por ayudar a cuantos podía.

El buen hombre se fue plácidamente, como había vivido, se le paró el corazón

28 enero, 2011

Estrelllas de color miel


(Dedicado a mi amigo Marcos Alonso)
Nicolás Urquiola era el empollón de clase y el orgullo de sus padres, tenía 15 años y jamás había dado un disgusto a nadie, pero la dicha no puede durar siempre , así que la malaventura se le vino a aparecer en sueños y una mañana, sin saber como, se despertó enamorado de Irene Machado, su compañera de pupitre, una rubita resplandeciente, con la nariz salpicada de docenas de estrellas en forma de pecas color miel.


Aquella mañana se aseó y se vistió como un autómata con la cabeza llena de nubes blancas salpicadas de estrellitas de color miel. No se pudo terminar el desayuno y se marchó al colegio con el corazón latiendo a mil por hora y un coro de serafines resonando en su cabeza.


Recorrió los pasillos como un sonámbulo, sin saludar a nadie, se sentó en su pupitre y allí quedó embelesado mirando como un auténtico memo el asiento vacío de su compañera; ya había sonado el timbre cuando apareció ella, como siempre con prisas y sin prestar la menor atención a su vecino, pero Nico con sólo verla sintió una sacudida en todo su cuerpo como si hubiera metido los dedos en un enchufe




24 diciembre, 2010

El caballo de la Luna


Un cuento en Navidad

Marito inventaba historias sin parar, como la de la cueva de la sierra, donde lloraba un buitre gigante porque había crecido tanto que no podía regresar al nido, o como la de la flor naranja, que todas las primaveras nacía gigante para esconder a los jabalíes de las postas de los cazadores, o como la de la oveja linda, la de la lana arco iris por tanto mirar al sol mientras lloraba suplicando que no la esquilaran ese verano.
Marito inventaba tales historias que doña doña Luz, la maestra, le castigó a escribir cien veces “seré prudente y sólo contaré historias a quien las sepa entender”, pobre Marito, que tardó cien días en acabarlas porque a cada frase añadía versos desconocidos y decía que el salvador se los revelaba, y doña Luz, perpleja, pues creía, le preguntaba que quién era el salvador, y Marito callaba, y don Patricio, el alcalde, le rogaba que, por favor, cuéntame lo del salvador, pero Marito callaba porque esta vez la historia no era suya,.
Marito dejó entonces de contar historias y deambuló con la vista quién sabe si hacia el cielo o hacia las nubes, y  un día frío de diciembre regresó a su casa para despedirse de su madre, partió por el camino de Torre Los Negros y desapareció, y toda  la gente se puso a buscarlo, organizaron batidas alrededor del pueblo, y pasaron más de cuatro días sin noticias, pero nadie le encontró, apareció el quinto día, de madrugada, y entró en casa y su madre le regañó como buena madre, hijo, que son las cuatro de la mañana, y le abrazó llorando por dentro, y Marito preguntó por don Patricio y su madre le dijo

15 diciembre, 2010

Casi un cuento de Navidad


Aquel 24 de diciembre fui a cenar con mi familia, una cena como las de otras nochebuenas, con demasiadas cosas para comer y con pocas cosas que contarse. Casi a medianoche  decidí que  ya había llegado la hora volver a casa.
Hacía bastante frío y las calles estaban vacías. Se
veían las ventanas iluminadas y en algunos balcones parpadeaban las luces multicolores de los árboles de navidad. Fue imposible localizar un taxi. Me puse los auriculares, me subí la capucha del abrigo y con las manos metidas en los bolsillos y  Serrat cantándome al oído,  empecé a caminar deprisa para olvidarme del viento helado y de la oscuridad.
En la calle D. Jaime, cerca de la Plaza de Ariño,  me sobresaltó un hombre de  unos 40 años, barbado, sucio y oliendo a alcohol, me dijo que si le  podía dar algo para cenar, yo le respondí que era Nochebuena y estaba todo cerrado. No obstante abrí el billetero y le di un billete de diez euros y le dije que tendría que esperar unas horas pero que podría desayunar caliente en cuanto amaneciera.
Para mi desconcierto el hombre se pegó a mi costado dándome conversación y caminando a mi paso. Si yo aceleraba él aceleraba también, si yo  disminuía el ritmo él se acomodaba a mi marcha.
La ciudad estaba desierta, no encontramos un alma hasta llegar a la Plaza de Aragón donde  vimos aparecer un coche de la policía local. Entonces él se puso nervioso y sacó una sirla de unos quince centímetros de hoja

14 diciembre, 2010

El regalo


ÉRASE una vez un regalo sobre un sillón que, entre el papeleo plateado y multicolor, no destacaba nada. Estaba muy sucio y arrugado. Tenía la forma de un balón, y su envoltorio estaba sujeto por unas finas cadenitas doradas. Parecía haber pasado por muchas dificultades. Tal vez, a saber, algún paje lo había dejado por descuido, o se había caído, como un moñigo, de alguno de los camellos de la interminable caravana que acompañaba a los Reyes Magos de Oriente. Arrinconado tras las cajas y los papeles que los niños rompían para descubrir sus juguetes, el regalo estuvo a punto de pasar desapercibido.
Bruno tiró de la manga de su madre, y señalando al extraño regalo, exclamó:
―¡Mamá! ¡Mamá!, ¿qué es eso?...
La madre lo miró con asombro. Apenas se atrevía a acercarse. No lo esperaba, pues nadie lo había pedido en la Carta a los Reyes Magos.
―¿Para quién será? ―preguntó Marianela.
―Corre, ve a buscar la lupa ―le pidió su madre―, aquí hay algo escrito. Y cuando aproximaron la lupa al intruso observaron que estaba envuelto en una fina y rugosa piel.
―Se parece a la piel del cuello de las tortugas ―exclamó Bruno.
La diminuta nota, escrita con una letra muy hermosa, decía: Para el distraído, el despertador del tiempo dormido.
―¡Es para ti, Bruno,

06 diciembre, 2010

Nuevos amigos



Una nueva sacudida. ¡Agárrate fuerte!
El mundo se puso patas arriba, el estómago dio un salto en su barriga mientras se giraba cabeza abajo para volver, en fracciones de segundo, a la postura inicial.
Y otra vez a nevar.
La castañerita, bien aferrada a su asiento, sintió cómo regresaban los copos de nieve que caían sobre su cabeza, abundantes al principio, para convertirse enseguida en apenas unas motas blancas que se posaban sobre su estufa.
Miró de reojo al niño que pasaba por la calle con la mochila a la espalda y que no se había movido ni un milímetro de su sitio, y a la señora que le tendía la mano con el dinero para pagarle las castañas que ella le ofrecía, en un cucurucho que ahora parecía más bien un helado, de tanta nieve como le había caído. El guardia le guiñó un ojo, firme en su posición, mientras saludaba con un toque en la visera del casco al conductor del coche de caballos que cruzaba, las patas del corcel levantadas con brío, evocando el ruido del choque de los cascos contra los adoquines.
Detrás de la pequeña castañera, la nieve resbalaba por los tejados y chimeneas de la fila de casas victorianas, por las fachadas coloreadas en brillantes colores y pintaba de blanco las coronas de muérdago que colgaban de las puertas.
Otro temblor. Esta vez,

29 octubre, 2010

La nunca contada historia de Juan Irineo



Que nadie espere que les cuente la historia fatal del hacendado Juan Irineo, aunque yo tengo muchas cosas que contar sobre él, sé cosas que ni sus propios hijos conocen, tantas  como si por sus venas hubiera corrido mi propia sangre. 
De niños compartimos vivencias, juegos y peleas, entonces era un chiquillo prudente y un tanto esquivo, poco soñador, siempre apegado a las cosas materiales, convencido de que el dinero lo compraba todo. 
Irineo no escuchaba nadie o al menos a mí nunca me escuchó, sólo me dejó ser testigo del ocaso su desbaratada existencia y de cómo terminó vencido por la hipocresía, la codicia y la lascivia. 
Cierto es que llegó a acumular grandes riquezas materiales, pero no le sirvieron de mucho, nunca tuvo un verdadero hogar, sólo se compró casas, no consiguió tener felicidad, ni paz interior, ni sabiduría, ni tan siquiera pudo comprar su salud. 
Murió un domingo de abril de madrugada y apenas tres años después las dos mujeres que compartieron su vida,  en un triángulo impúdico y consentido, repudiaban públicamente su nombre y hasta  su recuerdo.
Poco bagaje dejó el desdichado que merezca la pena ser recordado, dinero, haciendas y la simiente de la avaricia fertilizando en sus hijos. 
Así que nadie espere que les cuente esta infeliz historia, las muchas cosas que sé las callaré para siempre.

Texto: Pilar Aguarón Ezpeleta

23 junio, 2010

El hormiguero



A Thomas le encantaba pasarse horas y horas viendo el ir y venir de las hormigas, participaba de su ordenado mundo, aunque a veces la tentación era más fuerte, y desordenaba ese equilibrio. Ponía obstáculos constante en una fila perfectamente alineada, un trozo de hoja por aquí, un pequeño palo por allá, hasta un trozo de bocadillo para comprobar lo golosas que podían llegar a ser.
Disfrutaba sintiéndose el dueño de ese minúsculo mundo. Él podía escribir las reglas, podía cambiar su alimentación, podía decidir quitarles su hábitat en el momento que le apeteciera, podía separarlas, secuestrar a la reina y cambiarla de hormiguero. En definitiva, le embriagaba jugar a ser Dios con los diminutos bichos negros.
Los alrededores de la casa se iban conectando, formando una red de largos pasadizos subterráneos, donde las hormigas podían liberarse de la constante manipulación de aquel gigante que no paraba de incordiar la perfecta y acomodada vida que deberían tener.
Se comenzaron a multiplicar y multiplicar, de tal manera, que el subsuelo que rodeaba la estancia se convirtió en una especie de arena movediza viviente.
Thomas se levantó aquel día dispuesto a fabricar la bomba de aniquilación más perfecta de la historia. El primer hormiguero de la derecha, según salía del porche, era el elegido, el que recibiría la mayor desolación en la historia de la especie más inferior que existía en el planeta.
Cuando puso su treinta y cinco de pie sobre el terreno, este se tambaleó, hundiéndose, las picadas eran constantes, su mano no era lo suficientemente ágil para quitar los millones de puntos negros que ascendían por sus rodillas. Al mismo tiempo que ellas subían, él iba introduciéndose en la tierra, engulléndolo y convirtiéndolo en una miniatura frente a la grandeza de millones de seres que le aplastaban y comían.
¡Noooo!, no puedo morir así…