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ABUELOS I
Es plateada y violenta, suele apagar las luces
detrás de los que salen de las piezas.
La silla que se inclina y la dama de noche
conversan de presagios
una voz de comadre sentenciosa
sabe darle esa aureola de autoridad doméstica
llegar al corazón de las carnes más tiernas
recoger los oficios para hacerlos cantar
y rezar y besar, tiesos libros de nácar
medallas que pendieron de los pechos visibles
de sus antepasados
o pequeños recuerdos que alguien llevará atados
en la piel que recubre la emboscada.
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ABUELOS II
No parece que haya vivido en la oscuridad.
Tal vez vivió en las sombras.
Las sombras guardan más temor
que la oscuridad. Misterian.
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ABUELOS III
Aquí se estableció con sus manteles de hule
el carmín de aquel tiempo cuando
el furor en los labios.
Sobre una tabla blanca y lisa
cuadriculó domingos en la harina.
Quiso Génova, plantas y lo claro del cielo arriba de
las flores. Negó oficios y amores con signos de
pureza, y en su nombre creó un puerto de sombra
un silencio de barco recién ido.
Los hombres se casaron con descendientes
de indios, trayendo un color nuevo a la familia
y sus mujeres fueron bordadoras de brillo en las
ojeras, operarias de costura recta, lavanderas.
Por las noches hablaron del gran amor
se interrumpieron las bocas largos ratos con él
y se fueron al viento de la mañana.
Este sol y estas sombras les pertenecen
aquí están las paredes recogiendo los días
que se vienen al suelo con el revoque
en un contraste duro
donde la vida juega con la muerte
sus dedos en las trenzas.
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ABUELOS IV
A veces la pensaba como recostada
en un nido salvaje, llevándonos a todos
en tiempos en que el agua era limpia y
corría por las alcantarillas hasta llegar al río.
Fue la última vez que entró a la casa
que le vi las arrugas en reposo
tan cerca como nunca
estiradas y quietas para siempre.
Pero ella siguió siendo un deseo inconcluso
y sus peinetas blancas un camino lejano
a todas las caricias que empezaron
al borde la frente
hasta que a su cabello le cortaron las manos.
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ABUELOS V
Envolvieron su cuerpo en la mantilla blanca
manchada con el vino de la frente.
Pronto será de noche sobre esa cruz de viento.
Nadie sabrá qué hacer con tanto polvo.
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ABUELOS VI (voces)
Aquel fuego encendido con las últimas hojas del
otoño, duró hasta que el carbón extinguió el frío.
Tal vez no conocimos otra estación con ella.
En las habitaciones de estos años
el fuego le regresa el control de las vidas
su alimento la nombra, como entonces,
nuestras culpas están llenas de voces.
Los pájaros aún cuelgan, ahorcados, de sus pechos.
José Antonio Cedrón
De "Vidario" 2002 - (México)
Nació en 1945 en Buenos Aires, Argentina.
Publicó los poemarios:
VIAJE HACIA TODOS, LA TIERRA SIN SEGUNDOS, DE ESTE LADO Y DEL OTRO, ACTAS, CUADERNO DE TRÁNSITO, y el reportaje testimonial novelado EL NEGOCIO DE LA FE.
Obtuvo el II Premio Cincuentenario del Periódico Alberdi (Buenos Aires, 1973); Primera Mención Honorífica Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío (Nicaragua, 1981); Mención Honorífica Premio Carlos Pellicer para Obra Publicada en México, 1982, y el Premio Nacional de Poesía de México, Sinaloa, 1985. Parte de su obra fue traducida al francés y al inglés e integra una veintena de antologías poéticas editadas en su país y en el exterior.