Hasta la madrugada
Hasta la madrugada
en las calles solitarias
en los bares vacíos
en ese niño perdido
en la plaza sin gritos
en las persianas bajas
se refleja la luz apagada de los faroles
que iluminan la triste noche que pasa.
Hasta la madrugada
donde su luz apenas surgente y ya gastada
muestra los primeros pasos febriles del día
se siente esa calma acompañada por:
la presencia de las calles solitarias
el llanto de ese niño perdido
el silencio de los bares vacíos
de la plaza sin gritos
de la persianas bajas.
Hasta la madrugada
en el final de la noche
se puede sentir una ciudad palpitante
antes de ser ahogada en su desesperada acción diurna
antes de ser tapada por un desenfrenado andar.
Hasta la madrugada
en su despreocupación
hasta la madrugada
late una vida que pena.
Queja de una espera
I
Hay una cortada
a mitad de cuadra
a la derecha
podes tomarla.
Tiene un pozo ciego
una sonrisa mendiga
una mano indecisa
dos pies que no caminan.
II
( si sólo pudiera alcanzarte )
( si tan sólo pudiera abarcarme )
III
Oídos sensibles ante el tiempo quedo.
un tic-tac de fondo que se hace crónico
una espera que se alarga
y,
el extravío
como búsqueda de la demencia.
IV
( demencia:
solución asequible
respuesta de una ausencia )
V
Como tanto otros
con tan poca esperanza.
Como tantos olvidos
tan llenos de esperanza.
VI
Unos ojos que esquivan
unos dedos sin piel que no acarician
y un pecho abierto
piden
el olvido.
Leticia Hernando
De "La alegría del desarreglo" Ediciones La Guillotina, Buenos Aires (2005)
Nació en Buenos Aires en 1976.
Obra extraída de: http://edicioneslamariposaylaiguana.blogspot.com.ar