domingo, 31 de agosto de 2014

¿Cómo se usan los intermitentes de un coche?

Instrucciones. 

Lea atentamente las siguientes instrucciones antes de proceder.

1. Observe su vehículo por fuera. Compruebe que a ambos lados, en la parte delantera y en la trasera, se encuentran los pilotos de color amarillo-auto, en número impar (uno a cada lado en la parte delantera, uno a cada lado en la parte trasera). Algunos modelos pueden integrar variaciones, como pilotos de menor tamaño situados en los bordes de los espejos retrovisores. 

2. Entre en el habitáculo; tras hacer las comprobaciones de seguridad (véase p. 2), y hacer contecto (véase p. 4)compruebe que junto al volante, en su parte izquierda, se encuentra una pequeña palanca móvil. 

3. Empuje la palanca del apartado 2 hacia abajo. Compruebe que se ilumina una pequeña flecha orientada hacia la izquierda en el salpicadero del coche; la iluminación estará acompañada por un repiqueteo, que le indicará que los pilotos de color amarillo-auto del lado izquierdo están funcionando. 

4. Salga del coche. Compruebe que los pilotos de color amarillo- auto del lado izquierdo lucen de forma intermitente.

5. Entre en el habitáculo del coche. 

6. Empuje la palanca del apartado 2 hacia arriba. Compruebe que se ilumina una pequeña flecha orientada hacia la derecha en el salpicadero del coche; la iluminación estará acompañada por un repiqueteo, que le indicará que los pilotos de color amarillo-auto del lado derecho están funcionando.  

7. Salga del coche. Compruebe que los pilotos de color amarillo- auto del lado derecho lucen de forma intermitente.

8. Entre el habitáculo del coche. Sitúe la palanca del apartado 2 en su posición original. 

9. El uso de  los pilotos intermitentes está indicado para la señalización de la dirección de su vehículo hacia la izquierda o la derecha. 


     

jueves, 28 de agosto de 2014

Crónicas marinas (6): Niña Pequeña y Sorolla.

Joaquín Sorolla tenía la luz en la punta de sus pinceles y la dejaba caer sobre sus lienzos; amaba la playa, al sol retenido entre las olas y los perfiles definidos de los niños que jugaban a pie de arena junto a él, mientras tomaba apuntes de lo que su aguda mirada fotografiaba junto al caballete.



 A Niña Pequeña le gusta el mar y dejarse mojar en la arena húmeda de la playa; por eso se tumba para dejar que el agua deje reflejos de metal en su piel, luchando con su espalda contra el empuje de las olas -aunque las mira de reojo, no sea que no sean suficientemente altas y tenga que ir a buscar otro juguete.Y hoy ella me recordaba al maestro de la luz...



 

lunes, 25 de agosto de 2014

Crónicas marinas (5): de cuerpos apolíneos.

Tienen la suficiencia que sólo poseen los adolescentes en pleno momento de coger tiempo al tiempo, que no pasa por ellos porque, es más: se detiene ante sus cuerpos musculosos y cuidados de gimnasio. Sabedores de rozar belleza de éfebos, se pasean entre las toallas de la piscina: bañadores mínimos -verde uno, rojo el otro-, mientras mandan mensajes a velocidad de vértigo por su teléfono móvil de última generación; gritan de un extremo a otro y bailan espaciadamente con rápidos pasos alrededor de la joven socorrista. Encandilada ella, no resiste el hechizo y les sonríe: brillan sus dientes perfectos mientras se arregla la coleta rubia. 

Los dos -Cástor y Pólux- nos permiten subir nuestra mirada hacia ellos y regalarnos los oídos en la hasta entonces mansa y pausada tarde de piscina: han traído su música y altavoces; conectan todo con el alargador que la hipnotizada socorrista les cede -como no podía ser de otra manera- y suben al máximo el volumen. Y yo no sé si acercarme a ellos y agradecerles el repertorio musical que atruena entre las olas de cloro, recordarles que el tiempo pasará y sus cuerpos se ajarán, mortales, o, simplemente, desear a sus padres una larga, dura y dolorosa adolescencia.

 

sábado, 23 de agosto de 2014

Crónicas marinas (4): mastica agua.

La sandía es una fruta que se bebe mientras se mastica y se deshace en gotas de agua de jugosa pulpa. Y creo que es por esto que se convirtió en mi fruta favorita, aunque a Él le gusta más el melón, que es más serio y se deja notar y no consiente que la mordida le transforme en delicioso líquido, resistiendo, verde, blanco.


 
 

jueves, 21 de agosto de 2014

Crónicas marinas (3): o cómo ir de incógnito.

Aunque sean vacaciones para mí -mis vacaciones, les diría a esas familias que a fecha de hoy aún insisten en mandarme correos electrónicos con preguntas sobre los exámenes de septiembre de sus retoños-, no ha cambiado un ápice mi opinión: no me gustan las personas con gorra en sitios cerrados. Sí, sí, sigo en mis trece, incluso después de los años pasados desde que lo conté aquí, al anonimato de la red. 

Por eso, me muerdo la lengua y me quedo con las ganas -que estás de vacaciones, Negre, contente, me dice Él- para no decir nada a esas dos adolescentes de escasa Secundaria que pululan en mi comedor vacacional y con las que comparto el agua clorada de la piscina y el saludo mañanero por los pasillos de este lugar. Y no abro la boca, aunque se me van los pensamientos, al verlas con sus gorras beisboleras blancas mientras comemos fideuá y ensalada, a tres o cuatro mesas de distancia. 

- No entiendo, Negre -me dice Él, mientras se afana con el postre.

- ¿Hum?- digo, mirando de reojo a Niña Pequeña, que ha tirado por enésima vez la servilleta al suelo.

- Esas chicas -señala con la punta de su redondeada barbilla-. Van a la piscina y a la playa a tostarse al sol, tan ricamente, con esta calorina, y no llevan gorra. Y ahora se la ponen para comer.

- Bienvenido al mundo adolescente -contesto, intentando concentrarme en el helado.

- Claro, que la culpa es de sus padres...

- Pues eso digo yo durante diez meses al año -concluyo, saboreando los restos de helado de mi cuchara-. Pero no digas nada, que son vacaciones y voy de incógnito...



 

martes, 19 de agosto de 2014

Crónicas marinas (2): te regalo las olas.

Hoy luchábamos contra el viento entre la espumeante arena fina y la sombrilla de la vecina playera de delante: en segunda línea de playa, entre una familia francesa y una pareja italiana nos hacíamos fuertes: Niña Pequeña, Él y yo, las sombrillas y los complementos de una mañana de olas. El aire se nos enredaba y hacía ondear bandera amarilla y toallas, para hacer más creíble que los niños jugaban a ser piratas cerca del rompeolas.

¿Para qué sirven las esterillas en estos casos? Obvio: para llevarse más arena -sí: de esa que no me gusta- a casa, escondida en el doble fondo de la bolsa de los complementos aquellos y bajo la funda rosa de la silla de auto de Niña Pequeña. Porque sigue sin gustarme la arena, por mucho que nuestra vecina playera se afane en quitarla con un tubo y haga, poco a poco, un agujero para clavar -que no poner- su sombrilla verde de rayas blancas; la aparta, la apila, la deja más o menos cerca, pero ella -la arena- volverá a su sitio natural, y entonces, claro, la Naturaleza habrá ganado una vez más la batalla. 

- ¡Mamá! -grita a lo lejos Niña Pequeña-

-¿Hum? -digo, soltando el auricular derecho, la canción a medias. 

- Mamá, que me voy a saltar las olas. 

- Ah.




 

lunes, 18 de agosto de 2014

Crónicas marinas (1): desconecta.

Llega el momento señalado en el calendario: una línea roja que se extiende hacia el final de la hoja, y que marca los días que serán diferentes; serán más largos, más ligeros, con más luz, con más calor, con sabor a cloro de piscina y color azul de mis sombrillas de playa. Sabrán a arroz y agua fresca y al tacto, serán cremosos y suaves bajo el sol. Se esconderán en las maletas, entre las chanclas y los libros de un viaje, y aparecerán de repente al olor del jazmín de las ocho de la tarde y maullidos de gatos esperando una propina. Y será después -sólo después-, cuando la línea roja de mi calendario esté llegando a su final, cuando volveré a pensar en el olor de los olivos que hay al lado de mi casa y el rumor de los árboles que peinan el aire de mi colegio...



 

martes, 12 de agosto de 2014

Este blog cumple hoy cinco años.

Hoy es un día de cumpleaños: el de este blog y el de su hermano mellizo, En clase. Hoy hace cinco años que comenzaban ambos a rodar por la blogesfera. Cinco años después, los dos han servido para establecer relaciones sociales online, conocer otros blogueros (muchos de ellos, profesores), abrir una vía de comunicación más entre mis amigos, lectores, familias de alumnos, alumnos,... Mis blogs y yo hemos acudido a cursos de formación, hemos enseñado a otros, nos hemos presentado ante profesores y andamos por las redes sociales. 


A todos los que habéis leído alguna de las entradas de ambos blogs, aplaudido, criticado, comentado, reído, llorado, sugerido, votado, copiado (ejem) o estudiado con ellas, a todos, muchas gracias. 

Y tras cinco años, muchas son las entradas que han sido especialmente leídas o queridas por mis lectores; os dejo aquí diez de las entradas más leídas de cada uno de los blogs mellizos, para que las recuerdes... o las conozcas. 

Oculimundi: 
  1. Te deseo, tiempo.
  2. De pastiches y guirlaches
  3. Hoy es un día tan especial...
  4. Aviso de la escuela de padres.
  5. Dar de baja mi modem USB
  6. ¿Y qué hay en mi cuaderno?
  7. 3, 2, 1: Nochebuena.
  8. Dulces de Halloween.
  9. Feliz cumpleaños, Niña Pequeña.
  10. Esta estación ni fría ni caliente
En clase:
  1. ¿Qué es la Rosa de los vientos?
  2. Las herramientas del hombre prehistórico.
  3. ¿Qué es la escritura cuneiforme?
  4. La constelación de Orión. 
  5. Simón Bolívar, el libertador. 
  6. La Venus de Willendorf. 
  7. Cómo hacer una exposición oral. 
  8. El Tratado de Tordesillas. 
  9. Leyendas de la Virgen de Montserrat. 
  10. Las tres Gracias (Rubens)
   

martes, 5 de agosto de 2014

5

Me quedé con ganas de preguntarle porqué tenía el reloj adelantado cinco minutos exactos; comió y cenó a mi lado, y su reloj, en la muñeca izquierda, me iba marcando de soslayo los minutos empleados entre plato y plato. Cinco minutos marcaban las agujas doradas de la esfera. Ni uno más ni uno menos. No sé si es quería ganar la prisa al tiempo...

sábado, 2 de agosto de 2014

La piscina tiene tesoros.

Cuando era pequeña -es decir: cuando yo era una Niña Pequeña- iba con frecuencia a la piscina de TíaMaríadolores; era grande, rectangular, rodeada de hierba y con pocas sombras cerca, cosa que no importaba mucho porque yo sólo me dedicaba a estar en las soleadas olas de agua clorada, mientras mi tía se horrorizaba por mis yemas de dedos arrugadas y el tiempo pasado en el agua.

Imagino que ella se sentía responsable de su única sobrina, mientras mis padres, imagino, harían una tarde de vida ausente de hijos y preocupaciones varias. Por eso mi tía acababa asomándose al borde marrón y redondeado de la piscina, dejando claro a su sobrina -yo- que ya era la hora de salir, cambiarse y merendar, amén de que cuando los dedos se arrugan por efecto de la humedad es el momento ineludible de abandonar el agua. Innegociable hasta el día de hoy: las yemas de los dedos son como el reloj water resistant de la infancia.

Y yo salía del agua, claro, pero escondiendo los tesoros encontrados en lo más profundo del subsuelo acuático: unos cuadrados azulejos en color azul, que no tenían más utilidad, evidentemente, que esperar a ser arrancados por los niños, como espléndidos zafiros de las paredes o del suelo de la piscina.

Hoy encontré nuevos tesoros en un parque. No había piscina, no había subsuelo, no había niños y no estaba mi tía, pero estoy segura de que Niña Pequeña -esta vez no yo, sino ella- sabrá apreciar el tono rosado de las nuevas joyas, que no serán zafiros, sino cuarzos rosas...