Ya he comentado en alguna ocasión, si no aquí en otros entornos que tengo cierta tendencia a las situaciones ridículas o esperpénticas.
Parecía que iba remitiendo el porcentaje, supongo que por el aumento de días sin eventos tales, quizás debí haber previsto su cercanía, pero no, decidí confiarme...mmm...craso error.
Creo que lo gestiono bastante bien, tengo cancha y cada vez salgo mejor de estas situaciones, o eso me gusta pensar. Sin embargo desde ayer ya he tenido un par de aaayyyggggsssss, con cubrimiento de cara por cualquier cosa que tenga cerca. Supongo que algunas artes siguen, inevitablemente, sucumbiendo al rubor.
Parecía que iba remitiendo el porcentaje, supongo que por el aumento de días sin eventos tales, quizás debí haber previsto su cercanía, pero no, decidí confiarme...mmm...craso error.
Creo que lo gestiono bastante bien, tengo cancha y cada vez salgo mejor de estas situaciones, o eso me gusta pensar. Sin embargo desde ayer ya he tenido un par de aaayyyggggsssss, con cubrimiento de cara por cualquier cosa que tenga cerca. Supongo que algunas artes siguen, inevitablemente, sucumbiendo al rubor.
Últimamente por algún motivo me toca lidiar continuamente con ''ores'' de todo tipo, auditores, asesores, consultores...no sé si porque han decidido que se me da bien o porque no me quejo, igual debería probar.
Estos días ha venido uno cuyo país de origen no consigo definir al 100% y a estas alturas me da apuro preguntárselo. Ayer tuvimos reunión, dos horas repitiendo lo que ya he contado tantas veces que puedo hablar de ello mientras pienso en muchas otras cosas. Todo fue aparentemente bien, o eso creía yo hasta que, una vez en el ascensor, me he vi reflejada: ordenador en mano, cuaderno, botella de agua, bolígrafo, post-it y los dos botones superiores de la blusa desabrochados. “La madre quemmmm…..”, noté cómo me ardían las mejillas y las orejas de tal modo que seguro subí la temperatura del ascensor sustancialmente.
Estos días ha venido uno cuyo país de origen no consigo definir al 100% y a estas alturas me da apuro preguntárselo. Ayer tuvimos reunión, dos horas repitiendo lo que ya he contado tantas veces que puedo hablar de ello mientras pienso en muchas otras cosas. Todo fue aparentemente bien, o eso creía yo hasta que, una vez en el ascensor, me he vi reflejada: ordenador en mano, cuaderno, botella de agua, bolígrafo, post-it y los dos botones superiores de la blusa desabrochados. “La madre quemmmm…..”, noté cómo me ardían las mejillas y las orejas de tal modo que seguro subí la temperatura del ascensor sustancialmente.
Aaaaggggggghhhh, perdón por la interrupción pero necesitaba cubrir mi cara por unos segundos.
Agradecí llevar aquel precioso modelo de encaje verde y que mi pecho no sea generoso, de otro modo hubiese sido más escandaloso y violento. Quisiera pensar que esto ocurrió cuando me levanté y cogí mis cosas, pero vistos mis precedentes, seguramente llevaría de tal guisa el tiempo suficiente para que no pasase a nadie desapercibido. También agradecí la cerveza con aquel amigo que se desternillaba cuando se lo narraba, teatralmente claro, y que quitó hierro al tema, haciéndome reír a carcajadas.
No tenía intención de escribir sobre ello, pero en vista de que debo volver a reunirme con él, y tras la conversación cervecera a modo de terapia, he decidido hacer pública mi humillación, por eso del choque, de modo que cuando vuelva a enfrentarme no piense en botones ni en verde, solo en buscar la manera de recuperar mi imagen profesional en detrimento de otros encantos que prefiero reservar para quien yo elija.
Igual un cuello vuelto aun a veinticinco grados a la sombra ayude...mmm