MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

El infierno tan temido review

11.05.2009
El hombre onettiano de Murfreesboro. Fuente: terra

Así es, el "infierno tan temido" existe en la tierra. Es real. O, mejor dicho, otra vez la realidad copia a la literatura. El extraordinario cuento de Juan Carlos Onetti "El infierno tan temido" se ha escenificado en la vida real. Un hombre en Murfreesboro, Tenesee, envió, como tarjeta postal navideña, fotos pornos a su ex suegro. No se sabe si el final es tan trágico como en el cuento de Onetti. Por lo pronto, el sujeto tendrá dos años de prisión. Dice la nota:

Un hombre fue sentenciado a dos años de prisión en suspenso por enviar a los parientes de su ex novia fotos sexualmente explícitas de la mujer. David Simmons, de 57 años, fue condenado por distribuir fotos de su antigua novia mientras le realizaba distintas prácticas sexuales. Luego de que la pareja se separara el hombre pergeñó la macabra idea de mandarles las imágenes a los parientes de ella como tarjetas de navidad. El hombre, de Murfreesboro, Tennessee, en los Estados Unidos, se declaró culpable de los cargos criminales y logró obtener por ello una sentencia en suspenso.Pero dijo: ¡Feliz Navidad, suegro! Acá te mando unas fotos de tu hija exhibiendo algunas de sus más sobresalientes destrezas.

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Vilariño sobre Onetti

7.03.2009
Juan Carlos Onetti e Idea Vilariño. Fuente: el país uruguay

Hace unos meses falleció Idea Vilariño, la reconocida poeta uruguaya que alguna vez fue amante de Juan Carlos Onetti. La periodista María Esther Gilio entrevistó a la poeta y en el suplemento Ñ el fin de semana pasado, como parte del homenaje al centenario de Onetti, colocó la entrevista en la que se habla bastante de esta relación tan intensa y distinta entre dos grandes autores uruguayos. Dice la nota:

Seguimos con tu vida afectiva; después de Manolo, Onetti. El cambio es grande. Se acabó la paz...¿o no?
Tuvimos períodos en que estábamos muy bien. En que todo funcionaba, en que nos entendíamos totalmente. Esos períodos eran maravillosos. Pero no duraban. Era todo muy complejo. Estábamos en uno de esos buenos momentos cuando él me dijo que se iba a Buenos Aires. "¿Por qué?" dije yo, "¿por qué te vas?" "Porque tengo que casarme", dijo él. "Tengo que casarme. Tengo".

¿Pero tú qué dijiste? Tratá de recordar qué dijiste.
No sé, éramos muy especiales. Esto ocurrió en un momento en que no estábamos muy problematizados sino al contrario, estábamos insólitamente bien, maravillosamente bien. No sé qué dije. Seguramente no dije nada. Pero ese verbo que él usó, "tengo", quedó muy grabado en tu memoria.

¿Supiste por qué "tenía" que?
Habló de Dolly, de cómo era Dolly. (Se refiere a la última mujer de Onetti, con la que el escritor estuvo casado hasta su muerte) No sé. Tal vez yo dije: "La semana que viene me voy a Las Toscas". El, claro, algo dijo. Lo curioso es que no fue algo que le costara decir. Para él era algo banal. Tenía que casarse la semana siguiente y nada más. Se trataba de algo irrelevante.

¿Y tú nada tenías que ver con ese hecho?
Qué desgraciado–, dice Idea sonriendo con indudable ternura. Entonces le dije: "Si estuviera locamente enamorada de otro hombre y te dejara por él, ¿lo aceptarías?" ¿Y él? El... no recuerdo bien qué dijo. Creo que nada. No era de hablar mucho, de explicar. El explicaba con palabras que tornaban todo más incomprensible. Pero era así. Eramos unos monstruos. Yo también.

Tú también.
Claro, yo también. Recuerdo una vez que me prometió venir a Las Toscas a pasar una semana conmigo. Yo lo esperé pero no vino. Cuando finalmente nos encontramos le pregunté por qué no había venido. Le dije: "Te esperé". "¿Querés que te diga la verdad?" Dijo él "¿Querés realmente saber?" "Sí", dije yo que no iba a ser menos hombre que él... "Sí, sí, decime". "Mirá, –dijo él– me pasé la semana con una mujer. Pero cada vez que encendía un cigarrillo pensaba en lo nuestro." Y se acabó el tema. El decía siempre la verdad aunque esto te matara. No sabía lo que era cuidar al otro.

Tú me contás esto y yo pienso en tu poema "Ya no" donde parecés dolerte de no saber cómo habría sido estar juntos, quererse, estar. La pregunta es en definitiva, ¿querrías haber armado con él una pareja, compartir la vida de todos los días?
Yo no digo ahí que querría eso, sino que eso no podría ser. El dijo en una entrevista que estaba enamorado de ti, pero que nunca sintió que tú estuvieras enamorada de él. Sí, sí, ya lo sé. El me lo dijo a mí muchas veces. Cuando eso apareció en la entrevista que tú le hiciste y publicó la revista Brecha, me llamaron de todas partes para preguntarme. Yo me enojaba mucho con él cuando decía que no sentía que estuviera enamorada. "Con la cabeza lo entiendo, pero con esto no", decía él y se tocaba el corazón.

¿Por qué pensás que no creía en tu enamoramiento?
Porque yo muy a menudo decía no. Y para él no hay amor sin sumisión. Seguramente. Pero yo no tenía más remedio que decir no, salvo que estuviera dispuesta a dejar que me pisara la cabeza. Pero además, no se trataba sólo de amor. Era la manera de vivir. Nosotros nos contábamos todo, hablábamos de todo lo que nos pasaba, de lo que pensábamos y sentíamos con total libertad. Sin miramientos ni escrúpulos. Eso era algo que hacíamos bien, pero compartir la vida... Habría sido muy difícil. Yo no debí haberme enamorado nunca de Onetti. Era el último hombre que tenía que haberme gustado. Eramos dos personas absolutamente contradictorias.

¿Pero habrías escrito los poemas de amor que escribiste?
Eso, quién puede saberlo.

¿Cómo conociste a Onetti?
Había una reunión de la gente de la revista Número a la que iría Onetti como invitado. Yo estaba, aunque todavía débil, en plena recuperación de uno de mis episodios. No sentía ganas de ir, pero Manolo insistía. "Vení, va a estar Onetti", decía, lo cual a mí no me interesaba. Finalmente me vestí, fui y Onetti estuvo seductor. Completamente seductor, y claro, me sedujo a mí y a todos. Cuando se fue quedó en mandar de Buenos Aires los cuentos que se publicarían en la revista Número: "Un sueño realizado", "Bienvenido Bob" y otros. A partir de ahí él mandó cartas a Número donde siempre había palabras para mí, la mujer de sonrisa giocondina.

¿Te acordás del tango que más le gustaba a Onetti?
Yo creo que era "Amurado". Sí, "Amurado" le gustaba, pero yo creo que el que más le gustaba era "Tus besos fueron míos". "Pasaste por mi lado con fría indiferencia, tus ojos ni siquiera se detienen sobre mí. Y sin embargo tienen sumida mi existencia, y tuyas son las horas mejores que viví". Ese tango le encantaba.

Bailar no bailaba.
Una noche estábamos en casa y habían venido unos amigos a escuchar unos tangos viejísimos. Bailé con alguien que bailaba muy bien, con lo cual yo también bailé muy bien. Cuando me senté vi que Onetti estaba tristón. "¿Querés bailar?", le pregunté. "No, con lo que acabo de ver, no", dijo él.

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Onetti, 100 años

7.01.2009

Juan Carlos Onetti. Ilustración: Sabat. Fuente: CVC

Un día como hoy el extraordinario Juan Carlos Onetti hubiera cumplido cien años. En Uruguay se ha dado inicio al "Año Onetti". En todo el mundo se le recuerda con admiración. De la transcripción de una entrevista en la televisión francesa, que originó el libro Un posible Onetti, dejo a manera de homenaje estas respuestas -onettianas podría decirse- del genio huraño y descreído:

ADOCTRINAR
Jamás me interesó adoctrinar. ¡Si hasta en el Quijote, que estoy releyendo por milésima vez, me revientan esos parrafitos didascálicos que a veces preceden los capítulos!

AMOR
Te agarra a traición, como algunas muertes… Yo sólo creo en el amor loco. Lo demás son ganitas de tratar de encontrarse en una cama o un buen negocio de matrimonio. Este amor pasión tal vez sea el único que importe. Lo que nada tiene que ver con el insensible declive que va llevando a una amistad cariñosa, en los mejores casos a una ternura, a un agradecimiento, a una necesidad de compañía.

AUTENTICIDAD
Yo besaré los pies de aquel que comprenda que la eternidad es ahora, que él mismo es el único fin; que acepte y se empeñe en ser él mismo, solamente porque sí, en todo momento y contra todo lo que se oponga… Siempre he sido Onetti. Nunca usé trucos, ni estafé a nadie ni a mí mismo. Todas las debilidades que se pueden encontrar en mis libros son debilidades de Onetti y son auténticas debilidades.

COMPROMISO
No hay más compromiso que el que uno acepta tácitamente cuando se pone a trabajar. Compromiso con uno mismo. Escribir lo mejor que le sea posible; con total sinceridad, sin pensar en los hipotéticos lectores. Si hay ternura sale, si hay posición política sale, quiéralo o no el autor. Esas cosas no hay que proponérselas, van a aparecer solas… En todo lo que escribí he participado. Sólo los malos escritores creen que el compromiso debe ser político.

CRÍTICOS
Los críticos son la muerte; a veces demoran, pero siempre llegan.

ESCRIBIR 1
Al escribir sucede lo mismo que cuando uno se enamora. De pronto uno necesita escribir sin saber por qué. Yo le hice a Vargas Llosa –buen amigo mío- una comparación: lo que tú tienes es un amor conyugal con la literatura y debes cumplir como un buen marido. En cambio yo tengo con ella relaciones de amante: cuando me viene el deseo, escribo. Por eso lo hago por ataques. A veces me paso meses y meses y no se me ocurre nada,pero sé que volverá en el momento más inesperado… Si escribir significara para mí un trabajo: ninguna línea, ningún día.

ESCRIBIR 2
Las cosas suceden, simplemente. Cuando uno va a hacer el amor no se pone a pensar previamente en la técnica que aplicará. Uno va y lo hace y las cosas suceden. Lo mismo al escribir. Uno se dienta con una idea, pero a partir de ahí lo que ocurre es otra historia, no es la técnica… Cuando estoy escribiendo no existe nadie, ni el lector ni el crítico ni la familia… Yo en general tengo una sensación cuando me pongo a escribir: ¿qué va a ocurrir? Ignoro absolutamente cómo va a ocurrir; ese cómo me sucede mientras estoy escribriendo… Es decir, yo sé qué voy a escribir, pero luego ocurre de otro modo. Lo que aparece en el texto no es exactamente lo que yo quería.

LEER
Siempre leí lo que me gustó leer, despreocupado de que los libros figuraran o no en los programas de enseñanza o en las sucesivas modas que los frívolos y los tan diversamente comprometidos fingen, declaran, apasionantes… Yo pienso que leer mucho es indispensable, y que quien no esté dominado desde la infancia por el vicio de la lectura, no llegará a ser escritor.

LITERATURA
No, no hago literatura. La odio; odio hacer literatura.

MENTIRA
Todos sabemos que nuestra manera de vivir es una farsa, somos capaces de admitirlo, pero no lo hacemos porque cada uno necesita protener una farsa personal.

SILENCIO
Yo creo captar el otro en el silencio. Es una ilusión que no se puede comprobar nunca. Pasa el tiempo y te das cuenta de que tú tienes razón. Y tal vez, cuando más seguros estemos de que podemos comprendernos, más difícil sea decir nada.

TRABAJO
Una estupidez odiosa de la que es difícil escapar.

VERDAD
Decir la verdad es imposible; los hechos desnudos no significan nada. Lo que importa es lo que contienen o lo que cargan; y después averiguar qué hay detrás de esto y detrás, hasta el fondo definitivo que no tocaremos nunca… Hay varias maneras de mentir, pero la más repugnante es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.

VIVIR
El oficio de vivir se aprende si sabemos abandonarnos, interpretar y obedecer las indicaciones del destino, si sabemos despreciar lo que debe ser alcanzado con esfuerzo, lo que no nos cae por milagro entre las manos. Toda la ciencia de vivir está en la sencilla blandura de acomodarse en los huecos de los sucesos que no hemos provocado con nuestra voluntad, no forzar nada, ser, simplemente, en cada minuto… No hay viejo que no pueda vivir un año más ni joven que no pueda morir el día siguiente.

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J.C. Onetti en El Cultural

6.26.2009
Homenaje a Onetti en El Cultural. Fuente: elcultural

Nadie ha celebrado con tanto entusiasmo en España en centenario del extraordinario Juan Carlos Onetti como "El Cultural". Seguro el primer sorprendido sería el mismo Onetti, quien al ganar el premio Cervantes leyó una declaración: "es conveniente que se sepa que el jurado [...] ha tenido la quijotesca ocurrencia de otorgar esa gran distinción a alguien que desde su juventud estaba acostumbrado a ser un perdedor sistemático, a un permanente segundón [...] que no tenía ninguna victoria en su palmarés”. Entre los convocados a este homenaje están Jorge Rufinelli, quien escribe:

Actualmente la presencia de Onetti en la literatura no debe medirse únicamente por la eventual o virtual “influencia” de sus historias, ambientes y personajes, sino por su condición de modelo de escritor auténtico que jamás se sometió a requisitos de mercado y tuvo una fidelidad única: a la literatura. Ni siquiera a sus lectores ideales. De ahí, la poderosa admiración que por Onetti han sentido escritores como Juan Rulfo, García Márquez, y Julio Cortázar. A veces esa admiración es tan poderosa que sólo puede conjurarse escribiendo un libro, y ésos son los casos de Mario Vargas Llosa con El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (2008), y de Antonio Muñoz Molina, quien desde hace tiempo -ha dicho- se encuentra escribiendo un libro sobre Onetti, y quien ha señalado como supremo elogio: “Onetti te exige una lectura muy intensa, de los cinco sentidos”. Dolly Muhr señaló que Onetti a su vez admiraba a Muñoz Molina: “Son tan faulknerianos que se admiraban mutuamente”.

También participa Ignacio Echevarría:

Se ha destacado abundantemente la sorprendente madurez con que Onetti irrumpe en su propio mundo, en su propio estilo. En este sentido, cabe referirse a él como un escritor sin prehistoria. Apenas se puede hablar en su obra de una etapa de formación. Después de El pozo (1939), las novelas Tierra de nadie (1941) y Para esta noche (1943) acusan una episódica vacilación del rumbo a seguir, consecuencia de unos años por otro lado repletos de todo tipo de llamamientos para un escritor políticamente concienciado, por mucho que su compromiso con la escritura fuera impostergable. Ya la siguiente novela, sin embargo, La vida breve (1950), funda el territorio que el resto de la obra no hará más que explorar y que poblar. Y con los cuentos ocurre otro tanto. Baste señalar que una pieza magistral como “Un sueño realizado” (1941) es el quinto cuento que Onetti publica con su firma. Entre sus cuentos y novelas, por otro lado, se despliega un espacio incierto en el que resulta difícil, en muchas ocasiones, decidir a qué modalidad conviene adscribir una pieza u otra. Labilidad genérica; recurrencia de escenarios, de personajes, de motivos temáticos; continuo estilístico: el territorio narrativo de Onetti no ofrece apenas promontorios desde los cuales jerarquizarlo. Las obras completas de este escritor configuran, así, una perspectiva circular; admiten ser abordadas desde cualquier punto, sin que el itinerario escogido, por aleatorio que sea, desfigure el efecto del conjunto. Con muy buenas razones cabría dudar entre emplear aquí la etiqueta de obras completas o, más ceñidamente, la de obra completa.


Por otra parte, Antonio Soler comenta el gusto por lo policial de JCO:

Puede que alguna vez, o siempre, Onetti tratara de escribir novelas estrictamente policiales. Nunca lo consiguió. Quizá le ocurriera lo mismo que a su maestro Faulkner cuando intentó escribir una novela del género para ganar dinero y le salió Santuario. Es lo que a veces vemos en Onetti. Una trama policiaca de fondo devorada por el autor, por el peso de su mundo. Viscoso, difuso. Detrás queda el decorado, el regusto de lo policial. Pero apenas es un paisaje borrado por una lluvia densa. Dentro de Onetti siempre llovía. Siempre había callejones solitarios, mujeres pintarrajeadas y sensuales. Y un misterio por resolver. Sólo que al acabar de leer las novelas los misterios no se resolvían. Se habían trasladado a nuestra existencia y formaban parte de nosotros, como una gloriosa epidemia.

Cierran el homnaje palabras de Luis Mateo Diez y Luis Landero, así como una reseña de Joaquín Marco al tercer tomo de las Obras completas de Onetti.

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Dolly sobre J.C.O.

6.18.2009
Juan Carlos Onetti y Dolly en Madrid. Fuente: onetti.net

Madrid está rendida con Juan Carlos Onetti, quien fuera s huésped inhóspito en los últimos años de su vida. Mario Vargas Llosa dictó una conferencia sobre el autor uruguayo, a quien le ha dedicado un libro, y también ha sido entrevistada su viuda Dolly (Dorothea Murr) quien aparece en "El Cultural" recordando al Onetti íntimo (el perezoso, podría uno decir) al que ella conoció y amó mejor que nadie:

Es sabida la devoción que usted tenía por su marido. Tras escribir un libro sobre mujeres de escritores, en el que conversó con usted, José Tcherkaski llegó a decir que ojalá a él le tocasen 10 minutos del amor que usted sentía por Onetti...
Cómo no sentirlo, para mí era maravilloso. Fue un descubrimiento. Yo venía de una familia normal, burguesa, en la que todos éramos músicos. Leíamos mucho, eso sí, y en varios idiomas, pero al conocer a Juan descubrí un mundo completamente diferente, de ambientes distendidos y personajes exóticos. Una vida sin horarios, porque él podía venir a las tres de la mañana y decirte: “Toma, lee esta carta”.

En contra de lo que se piensa y del poso de pesimismo y frustración que tiene su obra, usted siempre define a su marido como un hombre curioso, que nunca perdió el interés por la vida. ¿Le molesta que se hable de él como alguien que, llegado el momento, decidió meterse en la cama durante 14 años?
No lo decidió, fue el hábito. Leía todo el tiempo y tomamos por costumbre leer tumbados los dos, era más cómodo. Claro que Juan era un depresivo cíclico, y yo le perseguía en la depre: subía y bajaba con él. Y a veces se recuperaba antes de que yo me diera cuenta, de repente. La alegría suya siempre estaba ahí, a pesar de todo. Él gozaba de la vida. Decía que le molestaba no saber qué iba a pasar después de morirse, así era de curioso. Y precisamente por eso escribía y por eso nunca dejó de hacerlo, porque era muy indagador. Cuando le entrevistaban, si le gustaba la persona, era él quien acababa preguntando.

Volviendo a lo de antes, al hábito horizontal de Juan, él mismo llegaba a hacer casi una apología de la pereza, ¿Cómo se lleva eso en un matrimonio?
Era muy perezoso, es cierto, si podía no hacer algo no lo hacía. Yo le llevaba todo, le hacía todo. Conseguí hasta que un tipo viniera a casa para hacerle las gafas. Pero no fue un pacto, las cosas ocurren así... Yo le proveía de libros, iba cada semana a la Cuesta de Moyano y volvía cargada. Él no dejó nunca de leer.

¿Querría contar alguna anécdota con la que se quede de él?
Sí, el momento en que elegimos a la Biche, la perra fox terrier que teníamos. Trajeron como cinco perros a la cama y elegimos quedarnos con ella, y fue una fatal decisión, porque era una calamidad. Estuvo 14 años aquí con nosotros, tuvimos que sacrificarla, una semana antes de morir Juan. De haber sabido que él se iba a morir no lo habría hecho.

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Inédito de Onetti

3.23.2009
Donación de Litty Onetti. Fuente: revistañ

Pero no es Roberto Bolaño, obviamente, el único escritor que ha dejado inéditos. Este fin de semana Litty Onetti, la hija de Juan Carlos Onetti, entregó a la Biblioteca de Montevideo un manuscrito inédito de su padre. Con esa ceremonia empiezan los primeros disparos de lo que será el enorme y merecido homenaje a este escritor fundamental a partir de mayo (15 años después de su muerte). Lamentablemente, se trata solo de un cuento inacabado. Ya quisiéramos una novela inédita del gran maestro. Dice la nota:

"Se trata de un relato inacabado, tal vez el inicio de un cuento o de una novela", en siete folios, donde "se hacen esbozos de posibles intrigas", explicó Corbellini. El manuscrito estuvo "años y años" guardado, después de que hubiera escrito el texto "en un cuaderno de tapa dura, sin rayas" durante la época en que vivió en Buenos Aires (en los años 40 y principios de los 50), en concreto, en el popular barrio de San Telmo, señaló por su parte Litty Onetti. "Utilicé ese cuaderno como mi diario íntimo, a los 15 y 16 años" y "supongo que aprendí a escribir sobre esas notas", comentó al relatar la génesis del texto durante su presentación. Después, "cuando me deshice de ese diario, conservé, por supuesto, las hojas que correspondían al manuscrito y lo guardé durante muchos años", afirmó la hija del autor de El Pozo y La vida breve."No se trata simplemente de una donación -aseveró el director de Cultura uruguayo-. Aquí está el alma de Onetti y esto tiene un valor incalculable". En el manuscrito es difícil en algunas ocasiones seguir sus líneas, pero en ellas se adivina el alma del autor del desarraigo y el pesimismo, para quien la literatura era "mentir bien la verdad". "En cuanto lo hicieron pasar, Carmen comprendió que aquel viernes iba a ser distinto. Creyó recordar tímidas premoniciones (...) "; así comienza el El último viernes, un texto que según el director de la Biblioteca Nacional servirá para indagar más en "la estilística" de un autor acostumbrado a "velar lo que narra".

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Onetti corresponsal

3.09.2009
Un manuscrito de Juan Carlos Onetti. Fuente: onetti.net

Un libro de cartas que Juan Carlos Onetti envió, entre 1937 y 1955, al académico argentino Julio Payró será publicado en breve, como parte del homenaje del centenario del escritor uruguayo que se celebra este año. Ahí, al parecer, aparece un corresponsal menos huraño que en las entrevistas. La nota en la revista Ñ:

En estas cartas aparece un Onetti muy suelto, discutiendo sobre literatura, pintura y cine. También habla de política internacional, del nazismo, del crecimiento del fascismo y algo del acontecer político de la Argentina (donde vivió entre 1930 y 1934 y entre 1941 y 1955). El autor de este trabajo es Hugo Verani, ensayista y crítico literario uruguayo. Verani rastreó la correspondencia: 63 cartas, un poema y tres telegramas. Onetti cuenta en estas cartas el nacimiento de su narrativa, puntualmente de sus tres primeras novelas, escritas en forma paralela a la correspondencia. Otros aspecto a destacar del contenido de las misivas es, dijo Verani Clarín, el humor de Onetti. "Por ejemplo, cuando con el trabajo en la agencia Reuters su situación económica mejora, le envía un telegrama a Payró, y, entre otras cosas, le dice: "Estoy aburguesándome. Compraré un sombrero".También hay páginas reveladoras en cuanto a su manera de ver la vida. "Soy un tipo sin relación con el mundo", le dice a Payró después de haber sido abandonado por su segunda esposa. Sin poder enfrentar la situación, se aísla cada vez más y, según le confiesa a su amigo, sólo es capaz "de escribir, escribir, escribir".

Hugo Verani, el recopilador de estas cartas, cuenta cómo llegó a ellas de casualidad sino que fue una búsqueda:

"Me llamaba la atención que Onetti dedicara su primera novela publicada en Argentina, Tierra de nadie, a un crítico de arte del cual no habla nunca más. Hasta que empecé a leer sobre Payró y descubrí que había habido una amistad entre ellos. Así fue que llegué a los hijos de Payró, María Ana y Roberto, quienes conocieron bastante a Onetti por las visitas que le hacía a su padre. Me enteré de que se escribían mucho. Las cartas habían quedado en manos de su viuda, con quien ellos no tenían relación. Luego supe que las había vendido", relata Verani. "Entonces pedí a la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), donde trabajo, que intentara localizar esas cartas. Las hallaron. Estaban en poder de un vendedor de manuscritos y objetos culturales. Y luego fueron adquiridas por un mecenas argentino, ex alumno de Notre Dame, que compra manuscritos y primeras ediciones para la Universidad. Así se inició el trabajo".

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Vargas Llosa: "Onetti, la derrota con gloria"

2.11.2009
Mario Vargas Llosa y Onetti. Fuente: suplemento ñ

El suplemento Ñ de la semana pasada tiene como nota principal una extensa entrevista a Mario Vargas Llosa, cuya obra dedicada a Juan Carlos Onetti El viaje a la ficción (Alfaguara) recién se publicará en Argentina. El gorro de la nota, titulada "La derrota con gloria" dice: "En el reverso del pesimismo onettiano, Vargas ve el fulgor de una creatividad literaria que destaca como la más moderna del continente". Hay que aclarar, eso sí, que el libro de Vargas Llosa sobre Onetti es una obra introductoria, la de un lector fanático e inteligente y no la de un erudito. Y que, desde luego, los rasgos que más le interesan destacar de la obra de Onetti, antes que el mundo deprimente de sus personajes, es el de la ficción como un país que existe paralelamente a la realidad y con sus propias reglas y que se impone sobre el real (hasta el punto de que Santa María, nacida de la cabeza de un personaje, termina siendo el lugar real donde ocurren casi todas sus ficciones). Es decir, Vargas Llosa lee a Onetti en clave vargasllosiana. Como debe ser. Dejo aquí algunas preguntas:

Usted dice que no se dedica a hacer ensayos sobre escritores que no lo hayan impresionado o que no le hayan aportado. En el caso de Onetti, ¿qué es lo que más lo ha impresionado?
Varias cosas. Una, fundamental: creo, es uno de los primeros, sino el primer escritor de lengua espa­ñola, en hacer una literatura abso­lutamente moderna, una narrativa moderna. Desde luego, está Bor­ges, por ejemplo, que es un escri­tor absolutamente universal. Pero, para mí, antes que Onetti, no hay ninguno que utilice la técnica moderna narrativa como lo hace él, que además utiliza una prosa desligada de la prosa tradicional, convencional. Onetti inventa una prosa a partir de un lenguaje oral, una prosa que simula la oralidad. Y esto desde su primera novela, que hay que acordarse que es de los años 30 cuando lo que preva­lecía tanto en España como en América Latina era una narrativa muy costumbrista, con ecos de la estética modernista. Entonces, hay una verdadera revolución en estos textos que escribe Onetti, que reflejan clarísimamente lec­turas de los grandes narradores de su tiempo, desde Celine, Joyce..., después Faulkner, que tiene tan­ta influencia en él. Por otra parte, me impresiona mucho el mundo tan personal de Onetti; él crea un mundo de una gran autenticidad, desde luego sesgado hacia el pe­simismo, hacia una visión muy negativa de la condición humana, de las relaciones humanas.

Hay en Onetti toda una gale­ría de derrotados radicales. ¿Ve puntos de contacto entre ellos?
Lo interesante, en el caso de Onetti, es que esos derrotados al final escapan a través de la fic­ción. Todos viven experiencias de derrota efectivamente radical en el mundo tal como es. A algu­nos eso los lleva a suicidarse –hay una gran cantidad de personajes suicidas en Onetti– pero los que no se suicidan, escapan por la fan­tasía. Se inventan mundos pura­mente imaginarios en los que se refugian y pueden sobrevivir. Y yo creo que ése es el origen de la ficción; creo que nosotros empeza­mos a inventar porque el mundo no nos resultaba suficiente. O nos resultaba hostil, no lo entendía­mos, o vivíamos como golpeados, atemorizados por él. Y entonces, al final encontramos esa fórmula, que era inventar otros mundos para vivir la ilusión del relato, del relato oral al principio, y después, el relato escrito, o filmado. A mí me parece que una de las origina­lidades de Onetti consiste en que prácticamente toda la obra de él muestra este proceso, en distintos individuos, hombres, mujeres, que después de vivir experiencias atroces de frustración, de derrota, pues se escapan a través de la fan­tasía. Es evidente que eso Onetti no lo pudo planear nunca, él no pudo saber nunca que iba a darle a su obra toda esa unidad, diríamos, orgánica, a través del tema de la ficción.

Usted sabe que hay teorías psi­cologistas y feministas sobre la visión de Onetti de la mujer.
Me imagino que las feministas con Onetti no pueden estar muy contentas.

Critican sobre todo esa visión cosificada de la mujer ¿La suya cuál es?
El mundo de Onetti es un mun­do machista, desde luego pero donde los hombres por lo general son débiles. En "El infierno tan te­mido". ¿Quién es más temible, el periodista Risso o esa mujer, esa actriz? La actriz es la que concibe esa venganza, que al mismo tiem­po no se sabe si es una venganza o una búsqueda de recuperación con una frialdad mental y una amora­lidad que ningún hombre llega a superar. O sea que esas mujeres son mujeres también tremendas, son mujeres que tienen una capa­cidad de resistencia a la adversidad feroz. Pero es un mundo que se puede llamar machista, desde lue­go, no es un mundo igualitario.

¿Qué consuelo nos queda des­pués de leer a Onetti?
Nos queda el consuelo de la fic­ción. La obra de Onetti parece des­tinada a ilustrar cómo a través de la ficción, los seres humanos no solamente nos recompensamos de todo aquello que nos hace su­frir o nos desmoraliza en la vida, sino al mismo tiempo, vivimos más, enriquecemos nuestra ex­periencia, nos amamos, vivimos aventuras extraordinarias. Es de­cir, la función de la ficción no es solamente compensatoria, es tam­bién enriquecedora de la experien­cia, gracias a la ficción podemos hacer realidad apetitos, deseos, anhelos, que sin la ficción queda­rían siempre frustrados, porque jamás la vida de nadie va a estar a la altura de lo que son sus sueños y sus deseos. Creo que ése es un tema fundamental y por eso le he puesto al libro El viaje a la ficción, porque creo que ése es un tema recurrente en los cuentos como en las novelas.

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Vargas Llosa: la palabra justa

9.28.2007
Mario Vargas Llosa. Foto: Cristóbal Manuel. Fuente: El País

La palabra justa es, en síntesis, el gran consejo literario de Gustave Flaubert. Y por eso, no sorprende que Mario Vargas Llosa haya usado el término para referirse ayer al trabajo literario en la Fundación Juan March. Se trata del ciclo Poética y Narrativa. Una reunión espléndida, llena de anécdotas literarias, que el diario El País resume bien.

Dice la nota: "Un silencio casi reverencial le aguardaba en la sala. Vargas Llosa arrancó con una anécdota con su colega Juan Carlos Onetti. "Tuvimos una discusión en San Francisco, donde yo le conté mi método de trabajo, que a él le espantó: disciplina y horarios como un empleado de oficina. Él contaba que escribía por impulsos, a ráfagas, en trozos de periódico, libretas, servilletas... que luego no sabía muy bien cómo armar. Así nacieron todos sus cuentos y novelas. Por lo compacto y organizados que están, parecería algo muy organizado, pero debemos creerle. Tenía un orden secreto que venía de la profundidad de su personalidad". Recordó también a Cortázar. De cuando se veían a menudo en París en 1960. Justo cuando el argentino escribía Rayuela. El método Cortázar era "sentarse ante la máquina de escribir y esperar a la inspiración". De esa forma, que parece simple, nació esa compleja y ambiciosa novela. Y llegó el turno de Vargas Llosa. Desveló que nunca ha elegido un tema. "Siempre se me ha impuesto a través de experiencias vividas. Por alguna razón que desconozco, algo se queda prendado en la memoria. Tiempo después empieza a generar un fantaseo. Si esa semilla persevera, empiezo a escribir notas en pequeñas fichas". Después configura el esqueleto, operación que le puede llevar semanas, meses, incluso años. Ejemplo: fue cuestión de semanas cuando sintió que tenía que volcar en una novela (La ciudad y los perros) su experiencia traumática vivida con 15 años en un internado militar. Su segunda novela, La casa verde, arrancó de un viaje, en 1958, por la selva amazónica, que, a pesar de durar sólo dos semanas, fue el más fértil desde el punto de vista literario, porque le inspiró otra de sus grandes novelas, Pantaleón y las visitadoras, y muchos años después, en 1980, El hablador.

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Más Onetti

6.01.2007
Juan Carlos Onetti. Fuente: El País Uruguay

Y ya que estamos hablando de Juan Carlos Onetti, leamos lo que Jean Francois Foguel comenta sobre él en su blog dentro del colectivo Boomeran(g). Lo hace además en comparación con otro clásico: el francés Julien Gracq, que cumplirá 97 años.
[Onetti] "Llegó a ser un clásico con novelas que contaban la búsqueda del prostíbulo perfecto. Su lenguaje, directo, muy inspirado por la literatura policíaca, fue una renovación/creación del castellano. En la revista hay también una entrevista, con Dorotea Muhr, la viuda del escritor. Es solo una página pero llena el corazón de tristeza. Es la gran historia del exilio. Dolly (su apodo) dice que iba a Montevideo para fotografiar las calles cuando Onetti vivía en España sin posibilidad de volver a su país. Todo lo contrario de Gracq, por supuesto. Onetti no buscó a los clásicos sino al hampa triste del cono sur, para hundirse en el humo de una confitería donde sonaba un disco de Gardel. Escribir algo perfecto era para él inalcanzable. Dolly dice que Onetti hablaba a veces en sueños y se despertaba preguntándole si recordaba sus palabras. “Yo le contestaba que no y él me lo reprochaba diciéndome que era una lástima porque este sueño era un cuento perfecto”…"

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Manuscritos de Onetti

Dorothea Muhr aplaude en la ceremonia. Fuente: Clarín.

Gracias a Dolly Muhr, la viuda de Juan Carlos Onetti, Uruguay acaba de recuperar los manuscritos de su más importante escritor. Fueron dos cajas donde, entre otros, se podían encontrar los originales de Juntacadáveres (que incluye el mapa de la imaginaria ciudad de Santa María dibujado por el escritor y que se reproduce en algunas ediciones), Dejemos hablar al viento y Cuando ya no importe, además de relatos como "La cara de la desgracia" o "Jacob y el otro".

Dolly declaró: "Juan dibujaba cada letra con sensual lentitud. Cuando yo protestaba porque tenía que mecanografiar los originales, él me hablaba de la esposa de Tolstoi, que copió a mano las miles de palabras de La guerra y la paz, en fin, sería lindo que ahora estos manuscritos motiven el estudio y la lectura de las obras de Onetti porque con esta donación se cumple su deseo de volver a Uruguay"

Quienes han valorado los manuscritos afirman que éstos: "muestran la forma en que trabajaba y desmienten la leyenda que dice que Onetti no corregía sus textos"

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