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martes, 23 de agosto de 2022

Lubinas "dulces"

 Estamos en una época en la que la pesca de la lubina (seabass) es muy interesante, ya que la pesca con paseantes se hace muy entretenida. Sin embargo, estas últimas salidas se las estoy dedicando a su primo de agua dulce, el bass.

 Ahora es cuando hay que buscar a los gordos en toda la masa de agua, tratando de descubrir donde se encuentran más cómodos. Y a veces no se hace fácil, ya que comparten hábitat con muchas otras especies.Carpas y perca soles son las más abundantes y por el Miño se han extendido en gran número.

He visitado varios embalses y en alguno de ellos he tenido capturas de las "épicas", como este pequeño ejemplar que pesqué a mucha distancia y desde altura. Fue picar, dejar salir linea y correr monte abajo, para luego recuperar el terreno cedido. Toda una aventura jejeje.
 
Una de las cosas que más atraen de estos peces, son sus saltos acrobáticos. Capaces de deleitarnos con repetidas cabriolas para tratar de escapar.

Las perca soles ya están con sus nidos a pleno rendimiento. Es curioso ver tan cerca a estos peces, ya que son muy voraces con todo lo que se les ofrezca.

La librea de algunos de estos centrárquidos, es otro de los motivos que hacen me guste tanto pescarlos. Tonos verdosos y negruzcos variados, según la zona por la que se mueven.

Han sido muchas las capturas, pero sigo a la búsqueda de los grandes ejemplares. Por suerte, en breve volverán a estar más activos en breve y con ganas de dar guerra. Y ahí estaremos nosotros a pie de orilla jejeje.

En una de las salidas de pesca encontré este nido de avispa, que algo o alguien habían desenterrado. No pude evitar pensar en el problema que desde hace años tenemos con la avispa asiática. Ojalá algún día se controle su expansión.

!Saludos y buena pesca¡

viernes, 24 de junio de 2022

!! Bendito Benito ¡¡

Desde la aparición del Covid, hubo muchas cosas que se tuvieron que postponer. Entre ellas esta salida que tenía pendiente con Benito, un pescador jubilado que se ofreció para pasar una jornada de pesca en el embalse de Castrelo de Miño. La especie a pescar era el black bass, aunque a veces aparece alguna trucha que ataca alguno de los distintos señuelos que se utilizan para la pesca de este centrárquido.

Inicialmente comenzamos a buscarlos con señuelos duros en distintas zonas, que parecían muy prometedoras, sin embargo no se divisaban peces. Le comenté a Benito que a mí me gusta pescarlos a pez visto, por lo que tratamos de encontrarlos primeramente. Los lances se sucedían pero no había respuesta. Cuando alcanzamos una pequeña récula, opté por usar vinilos. Así es como salieron los primeros ejemplares. Entre ellos, este que carecía de pigmentación en forma de manchas, lo cual me resultó curioso, porque han sido escasos los basses que he capturado con estas libreas.
 
Desde el momento en que capturé los primeros black bass de la jornada, Benito se dedicó a hacer de barquero, llevándome a las zonas que siempre le habían dado buen resultado. Este bass que picó en una zona con muy buenas trazas, es totalmente opuesto al de la foto anterior, ya que presentaba un buen número de manchas por encima de la línea lateral.
 
Al más puro estilo de los manglares, la zona prometía un buen número de peces, ya que había zonas de ramas sumergidas, que son un auténtico lujo para dar cobijo a estos peces.
Aquí pude ver enormes nubes de alevines de black bass, pululando por encima del fondo de guijarros.

Al divisar un buen número de peces, se disparaban las ganas de clavarlos en esas zonas difíciles. La pesca en pequeños arroyos, me había proporcionado la destreza suficiente para acometer los distintos lances en dichas zonas y así fue como fueron llegando las capturas.

Este ejemplar presentaba una zona colorada desde el vientre hacia la cola, quizás por el desgaste a la hora de preparar el nido en el fondo.

Otro bonito ejemplar con numerosas manchas y con el pedúnculo caudal un tanto desgastado.

Tras varios minutos sacando muchos ejemplares, tocó moverse a un nuevo emplazamiento. De camino pudimos ver a un buen número de carpas que se movían con tranquilidad a lo largo de la orilla. Por norma general, donde estaban las carpas no había basses y viceversa. En la siguiente parada, pude clavar este pez de bellos colores.

La tarde discurría muy bien, pues Benito se había propuesto que disfrutase de la jornada y lo cierto es que ya había cumplido con creces las previsiones. Entonces el sol ya calentaba bastante y la falta de víveres comenzaba a hacer mella.

Diviso en la orilla dos carpas que van pasando de largo y otra un tanto "rara". Entonces me doy cuenta de que no es una carpa si no un bass de buen tamaño. Lanzo mi engaño y la caída desata el ataque. !!Saltos poderosos y carreras que hacen girar la barca¡¡ Tocaba templar los nervios para ir cansándolo hasta que ya estaba a punto para sujetarlo con la mano. Un bonito ejemplar que dio una bella pelea. !!Espectacular¡¡
Resulta que sin movernos del sitio, diviso otro de un tamaño similar. Lanzo en las proximidades y !!Zas¡¡ !!Picada brutal¡¡ Comienzan los saltos y las carreras, sin embargo, en el cuarto salto, el pez se libera del engaño ... !Una pena¡
Probamos en algún lugar más, antes de emprender la vuelta, ya que a media tarde podía empezar a soplar el viento y luego, la vuelta se podría tornar difícil.

Localizo a un ejemplar interesante a mucha distancia y para no tener que desviarnos, decido hacer el lance desde nuestra posición. El pez no lo duda y toma el engaño. Clavada y ... !!A disfrutar¡¡. Saltos y carreras hasta que pude ir doblegándolo. Estos lances largos no garantizan tanto la clavada, si bien hay que mantener la tensión en todo momento.
El pez se merecía una foto mejor para el recuerdo, pues la distancia considerable hizo que fuera una de las mejores luchas de la tarde.

El viento comenzó a hacer acto de presencia y la superficie del agua comenzó a rizarse, mientras las nubes dibujaban formas ininteligibles en el cielo. Nos aguardaba un duro regreso. Y a pesar de insistir varias veces para remar, Benito estaba en que yo no tenía que remar.

El viento era muy fuerte en las zonas más expuestas, por lo que teníamos que orillar a cada rato, para resguardarnos, aunque eso significase hacer más kilómetros. En estas zonas fui apurando los últimos lances, ya que todavía quedaba mucho trayecto y la vuelta se complicaba.

Ya comenzaba a notar fatiga en los brazos, después de tantos lances a lo largo de la jornada. El viento seguía soplando y las capturas habían sido tan numerosas, que ya solo intentaba sacar aquellos peces de cierto porte. Como este que también salió a mucha distancia. Consideré que este era el último que iba a sacar, pues ahora había que remar si o si.

Fui remando como buenamente pude, ya que mi envergadura no me permitía hacerlo con comodidad, pero prefería remar de mala manera, a que Benito, con más de 70 años, siguiera haciéndolo.
Cuando llegamos al punto de partida, pude respirar aliviado, porque había sido una jornada muy dura.
¿Porqué? Pues porque fueron más de 12 horas de pesca, unos 13 kilómetros recorridos a remo, sin comer ni beber, con un sol de justicia y con el tramo final a golpe de remo, que acabó haciendo ampollas en mis manos, ya que no estoy acostumbrado a este tipo de ejercicio. El hecho de tener que usar los remos, se debe a que este año se ha prohibido la utilización de cualquier tipo de motor en estas aguas, por lo que los desplazamientos no se hacen tan cómodos.
Y a pesar de todo esto ... la jornada fue estupenda. Buena compañía, muchos peces y paisajes maravillosos.
Ya solo quedaba ir a un bar cercano a tomar una cerveza y a disfutar de una pequeña charla, antes de poner rumbo a casa.

martes, 24 de mayo de 2022

A la cita un año más

 Un año más comenzaba la temporada de reo y salmón, donde las previsiones no eran muy buenas y para más "desgracia", esta vez no venía Luis con nosotros. Sin embargo, Jose y yo estaríamos acompañados de Jorge, así que al menos éramos un grupo con la intención de pasarlo muy bien.

Este año teníamos una novedad importante en el río Tea y es que en la parte baja se ha creado un tramo libre sin muerte.
Al poco de comenzar, Jorge se estrenó con una trucha y ya se sucedían las primeras picadas.
Tal era la ilusión de pescar en este nuevo tramo, que perdí de vista a mis compañeros, si bien estábamos en contacto por Whatsapp jejeje.
El río nos recibió engalanado con las robinias en flor y entre sus ramas, tratábamos de buscar el cauce del río para ir haciendo sucesivos lances. Los anzuelos sin muerte lo ponían difícil y perdí varias piezas en distintas zonas del río.
En la parte baja pude divisar algún buen reo, aunque este no hizo caso de las cucharillas que utilicé en dicho tramo. Tuve como premio de consolación, otra trucha que esta vez si, llegó a la mano para devolverla al medio.
Tocaba volver sobre mis pasos, para reencontrarme con mis compañeros. De paso fui divisando las estacadas que este año se habían montado, con el propósito de hacerse con las codiciadas lampreas.
Como todos los años, aquí tenía que insistir un poco, porque suele haber alguna pieza de porte en las inmediaciones.
Vista de cerca de una estacada, donde los pescadores de lamprea se valen de los focos, para que por la noche puedan hacerse con este manjar, que lleva degustándose desde hace siglos.
Al fin alcancé a mis compañeros para ponernos al día de la jornada. Jorge había capturado una trucha de buen porte y quizás esa era la captura más destacable hasta el momento.
Tocaba proseguir y Jose tuvo una picada de la omnipresente boga. Un pez que a veces anima las jornadas, cuando los salmónidos están un tanto esquivos.
En la orilla nos encontramos con la cabeza de una lamprea, presumiblemente devorada por alguna nutria o visón americano. Un fatal desenlace para este pez vampiro, que asciende los ríos desde el mar, con fines reproductivos. El más antiguo de los peces conocidos, que continúa visitando estos ríos, a pesar de todas las trabas que aparecen en el camino.
En las grandes tablas de aguas remansadas, las truchas, los reos y los salmones, comparten hábitat. Y es aquí donde ponen a prueba la pericia del pescador. En este caso, Jorge perdió un bello ejemplar de pintona, que no dudó en atacar al señuelo.
Siguiendo la senda del río, tratábamos de hacernos con alguna captura más, pues la hora de la comida ya estaba cerca.
Fue una comida excelente, con la que recuperamos las fuerzas que habíamos consumido por la mañana y que aprovechamos para la tertulia.
Ya por la tarde, decidimos ir a tantear algún bass, ya que Jorge nunca había pescado a uno de estos centrárquidos. Dicho y hecho. No hubo que hacer muchos preparativos, para que nuestro compañero se hiciera con otro cromo más.
Yo hice lo propio y me puse a pescar también. Lo cierto es que a pesar de no contar con los señuelos que más me gustan para estas situaciones, Jose ejerció de anfitrión, para probar una serie de engaños muy efectivos.
Capturamos un gran número de ellos y este fue el broche para una jornada de pesca, que se resume como la llamada de una tradición, un año más. Y espero repetir durante muchos años jejeje.
Dar las gracias a mis compañeros por la agradable jornada de pesca.

viernes, 28 de mayo de 2021

Un año más con ilusión

 Un año más, la apertura del reo y salmón nos hace madrugar. Esta vez Jose no pudo venir, pero Luis y Xiao venían acompañados de "El Bigotes", que afrontaba la jornada con la ilusión de una buena captura, supongo que como todos los demás.

 Con mi ahijado sobre los hombros, discurrió parte de la jornada, porque a un niño que se enfrenta al río sin el equipo adecuado, hay que brindarle toda la ayuda posible. Desde una posición privilegiada fue haciendo repetidos lances, aunque este año había menos opciones que en otras ocasiones ...

... Al llegar al lugar acordado, vi que los pescadores de las "estacadas" para capturar lampreas, todavía estaban pescando. Una rápida consulta en el móvil, me desveló la razón. Con motivo del Covid-19 no podían pescar de noche, así que lo hacían desde el momento de la finalización del toque de queda. Y además, teniendo la opción de pescar hasta medidados de este mes. Al llegar mis compañeros les expuse la situación y decidimos esperar a que amaneciese del todo.

El río tenía una pinta estupenda, con un caudal típico de estas fechas. La ilusión de todos los años recorría todo nuestro ser, así que con todo montado nos fuimos a intentar capturar el primer pez.
 
En esta ocasión acudieron muchos pescadores, así que había que ir buscando zonas en las que lanzar nuestros señuelos. Yo me estrené con un pequeño reo, todavía vestido con la librea plateada de ascenso desde el mar. Era un buen presagio si por la zona se encontraban sus hermanos mayores jejeje.
 
Poco después sacaba una pequeña trucha en unas corrientes. No era lo que andábamos buscando, pero animaba la jornada, ya que yo no disponía de mucho tiempo hasta que tuviera que finalizar mi jornada.
 
A escasos metros de mí, vi como la caña de Xiao se doblaba y este comenzaba a recuperar línea con mucha euforia. Se trataba de una boga, pero este estreno en el río fue todo un trofeo, ya que está aprendiendo poco a poco. Tras la foto, se fue al agua, como las capturas anteriores. Al poco rato Luis capturó una bonita trucha y "El Bigotes" también se libraba del bolo jejeje.

En invierno, el río aumenta mucho su caudal y las raíces de algunos árboles van ocupando parte del cauce de este. Y algunas son tan bellas como esta. Una especie de ciervo viejo de cornamenta enrevesada. El próximo año supongo que avanzará un poco más, río abajo, salvo que la retiren del río.

También ocurre en este río, que las crecidas terminan por tirar aquellos árboles que no están lo suficientemente sujetos a las orillas. Esto no es un problema, ya que en algunas zonas como esta, se procede a un estaquillado con sauces, alisos y otros árboles de ribera, para detener la erosión.
Poco antes de marcharme, pude contemplar a cuatro lampreas que serpenteaban junto a unas piedras. Un espectáculo siempre agradable, ya que se trata de uno de los peces más antiguos que existen en nuestro planeta.
Una vez me llegó la hora de partir, avisé a mis amigos. Le deseé suerte en lo que restaba de la jornada, ya que esta vez a mí me supo a poco, aunque ya tengo ganas de volver.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Un "pedacito" de Chano

 Ya hace unos años desde que un trágico suceso se llevó a Chano. Aquella fecha fue muy dura para mí, pues también nos dejaban dos personas a las que tuve la suerte de conocer, por lo que a todos ellos les dediqué una entrada (enlace).

Al cabo de un tiempo, me enteré por las redes sociales, que el material de Chano se ponía a la venta, por parte de su familia. Y algo en mi interior me decía que me gustaría tener algo que él usó en vida. Pasaron los días y escribí al contacto que figuraba en el anuncio. La mayor parte del material ya había sido vendido, pero me llamó la atención una caña. Se trataba de una Geologic Lure Team de 240, que tenía un tramo más corto que otro, pues según me explicaron, Chano la había roto en una de sus salidas de pesca. El caso es que yo tenía esa misma caña en 270 cm, aunque con el tubo de la 240, ya que cuando me la consiguieron, se habían equivocado a la hora de vender el tubo. Por ello,  me decidí a comprar la caña, así que contacté con Manel para que la pagara y ya me acercaría por Asturias para recogerla. Al cabo de unos meses, hice una visita relámpago al Principado, para recoger la caña. Entonces Manel me comentó que esa caña era una de las preferidas de Chano. Supongo que cuando se le rompió y se quedó sin los 15 cms de la puntera, la caña pasó a un segundo plano.

Hace unos días me pidieron que reparase una caña y fue entonces cuando recordé que la caña de Chano estaba pendiente de su reparación. Probé a hacer un injerto con fibra de carbono y otro con fibra de vidrio. El que más me convenció fue el segundo, así que coloqué dos nuevas anillas, junto con la de la puntera, y la caña volvió a lucir como antaño.
Hoy la segunda capa de epoxy ya estaba seca así que tocaba probarla. La marea no coincidía muy bien para testarla en el mar, así que me fui a un embalse cercano para hacer unos cuantos lances. Con todo listo, hice un primer lance cercano, para ver que todo iba bien. El segundo fue más lejano y al poco de comenzar a mover el paseante, un pequeño bass se abalanzó sobre el. Se lo dediqué a Chano, porque algo me decía que tenía que ser así. La captura no fue un reto para la caña, así que me fui a la búsqueda de uno más gordo, aunque sabía que no era el mejor momento para dar con los grandes.
Seguí intentándolo unos minutos más, pero la actividad era nula. Quizás el premio de la jornada era el haber comprobado que la caña ya estaba operativa, tras un prolongado letargo.
Esta caña pasa a formar parte de mi material de pesca y ocupará un lugar muy especial. Seguro que me brindará grandes momentos.
Ahora, el siguiente reto, será llevarla al mar y pasar una jornada "Pescando en la espuma", que es como Chano pasaba las suyas.
Allá donde estés ... Descansa en paz, Chano.


viernes, 26 de marzo de 2021

"Apretura" que no apertura

 Como todos los marzos desde que me inicié como pescador de río, los nervios se apoderan de uno. Son momentos de reencuentros con los compañeros de pesca y en este caso con el valor añadido de que se trata de mi mejor amigo y mi ahijado. A las 6 de la mañana ya estaba en pie y en otro punto de la provincia, Luis y Xiao hacían lo mismo. ¡¡Eso es afición!! Después de desayunar, puse rumbo al punto de encuentro. Al llegar pude ver que los techos de los coches aparcados, tenían un manto blanco de escarcha. El frío nos recibía con todas sus galas jejeje. Aguardé por mis compañeros en el interior del coche y una vez llegaron, tocó salir a lidiar con el frío.  Mientras esperaba, en el techo de mi coche se había formado escarcha ¡¡Íbamos a pasar frío de verdad!! La previsión vaticinaba viento del norte y temperaturas bajas.

Después de unos cafés para los adultos y un cacao para Xiao, nos fuimos a la aventura.

En cuanto nos pusimos en movimiento, nos percatamos de que el frío era muy intenso. Tanto, que a los pocos lances, nos dimos cuenta de que se formaba hielo en las anillas de nuestras cañas. Fue entonces cuando tratamos de hacer algo de tiempo, charlando con otros pescadores, aunque yo no aguanté demasiado y opté por pescar con la mayor parte de la caña, metida en el agua. Esto era una solución parcial, ya que me permitía hacer unos cuantos lances, antes de que la anilla más cercana al carrete, también se congelase. Xiao también tenía tanto frío, que tuve que dejarle unos guantes para poder calmar los efectos de las bajas temperaturas. Yo tenía los pies helados y no había manera de hacer que entrasen en calor.
"Amor de padre" Aquí Luis no dudó en apartar momentáneamente una rama para que Xiao lanzase con cierta comodidad en una zona muy prometedora. Y efectivamente era prometedora, porque tuve un buen ataque a mi cucharilla, si bien la trucha logró librarse del anzuelo simple, con cierta facilidad.
Luis y yo le íbamos comentando a Xiao dónde lanzar y donde no. Este se empeñó en lanzar en una zona en la que había muchas ramas por delante, aún cuando su padre le dijo que no lo hiciera. El sedal pasó por un buen número de ramas, con lo que ya dábamos el señuelo por perdido. Pero con la mayor de las suertes del mundo, Xiao logró recuperó la cucharilla, lo que provocó que el padre se llevase las manos a la cabeza y que el hijo se riese.
El sol ya empezaba a asomar y podíamos sentir su calor. Fue el momento de acudir a un tributario de los que vierten sus agua al pantano, por si se podía divisar alguna trucha. La claridad de las aguas era formidable, pero no llegamos a percatarnos de la presencia de  pintonas en el lugar. Por ello volvimos sobre nuestros pasos.
Atravesando el bosque, llegamos a un punto donde retomar la pesca. Luis y yo le explicábamos a Xiao la diferencias más notables entre un bosque bien conservado y otro que no lo está. Y es que son las futuras generaciones, las que tendrán que velar por el patrimonio natural.

Xiao jugándose una mojadura de pies jejeje. La verdad es que apuntaba maneras para hacerse con alguna trucha, pero estas no dieron la cara. Cada año este escenario se vuelve más difícil, aunque nosotros acudimos más por la nostalgia de tiempos pretéritos.
Después de reponer fuerzas con unos bocadillos calientes, llegó el momento de la cata de licorcafé. Este año Luis traía uno que era una delicia. Esta bebida espirituosa nos ayudó a vencer el sueño que teníamos, manteniéndonos bien espabilados jejeje.
 El primer pez que se dejó fotografiar fue este bass, que acechaba cerca de una zona de juncos, supongo que tratando de alcanzar las zonas más expuestas al sol. Poco después, padre e hijo volvían para casa, mientras que yo me quedé un poco más. Pude acertar a localizar otro bass en la orilla, pero salió disparado hacia aguas más produndas, en cuanto me divisó.

La jornada no fue nada fácil, pero valió para reencontrarnos un año más, con la ilusión de siempre.