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domingo, 8 de marzo de 2015

8 de marzo de 2015 y aun no estamos para fiestas

El día de la mujer no significa fiesta, sino tiempo para la reflexión, para definir estrategias y para establecer deberes, pues, pese a que en esta jornada se reconoce la labor de cuantas nos precedieron, dejándose la piel en intentar llevar al terreno de lo real el sueño de la igualdad, lo cierto es que la coyuntura actual dista bastante de ser óptima. El legado, cierto, tiene un valor incalculable, pero la labor ha de tener continuidad y esto depende de nosotras, de las que hoy quisiéramos celebrar y aun no podemos, de las que celebran sin saber que la lucha aun no ha terminado y de las que se conforman, de las que no cuestionan o de las que desconocen qué hay detrás de su supuesto "confort" actual. Y es que, lamentablemente, hay miles de conciencias adormecidas en un contexto en el que la desigualdad continúa enquistada. 

Es por ello que el día de la mujer, además de ser un reconocimiento a nuestras antepasadas y a su denuedo, ha de servir de acicate para ampliar nuestro campo de análisis e impulsarnos a la batalla, pues, en un mundo globalizado, no se pueden obviar las noticias espeluznantes que nos llegan de otros países, regiones, culturas o religiones; pero tampoco se puede desviar la mirada cuando la desigualdad se apodera de nuestro día a día, de nuestra economía, de nuestra sociedad. Puede incluso que la veamos en nuestra calle, en nuestro portal, en nuestra casa y que, si su magnitud no implica muerte, seamos incapaces de identificarla; pero lo cierto es que está ahí, en cada actitud al servicio del equívoco, que se vale de la reiteración para empequeñecer el ámbito de la palabra derecho hasta que confundimos lo que moralmente nos pertenece con una concesión o un privilegio. 

A día de hoy, insisto, no toca festejar, sino batallar, reclamar, conquistar y aniquilar cuantas consignas, aparentemente inocuas, nos sumergen en la desigualdad. Su tibieza y la repetición son, a fin de cuentas, las estrategias que la llevan al éxito: a nuestro bautismo y a nuestra comunión con una coyuntura perversamente machista que, de no reconocer y de no enfrentar, acabaremos por asumir, alimentar y perpetuar.

lunes, 25 de octubre de 2010

¿A QUIÉN MOLESTA LA IGUALDAD?

Estos días se han producido dos acontecimientos que nos retrotraen a otros tiempos que todos suponíamos superados. Dos hecho preocupantes si no fuera porque estamos todos obsesionados por la crisis económica. Pero si están retrocediendo todos los derechos civiles, económicos y sociales, no es de extrañar que los derechos de la mujer, o su posición en la sociedad, retroceda también.

Por un lado las declaraciones del Alcalde de Valladolid refiriéndose a la nueva ministra de Sanidad, Leire Pajín, que tal vez no caiga muy bien a la mayoría de la sociedad pero no se merecía unas palabras tan zafias y machistas como las de este energúmeno:


"la Leire Pajín, una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y que va a ser la alegría de la huerta".

Como cierre a su intervención sobre Pajín, León de la Riva apostilló: "tengo que decir que cada vez que le veo la cara y esos morritos... pienso lo mismo, pero no lo voy a decir aquí".

Estas declaraciones son totalmente inadmisibles. Han provocado una oleada de rechazo tanto entre la clase política como entre los artistas. Mientras el partido al que pertenece ese elemento calla y lo disculpa. Es de justicia decir que ese impresentable es el ginecólogo de Ana Botella.

Y por otro lado, en la remodelación del gobierno se han cargado al Ministerio de Igualdad. He leído en este blog algunas críticas a su funcionamiento. Evidentemente era un ministerio reciente con poca trayectoria, con defectos en su trabajo, pero yo creo que hacía una buena labor. Al eliminarlo Zapatero también ha cedido a una de las pretensiones de la derecha que no soportaba a su titular Bibiana Aído, a la que reprochaban los mismos defectos que a Leire Pajín: juventud, compromiso y feminismo activo.

Creo que son dos hechos muy preocupantes. Un retroceso, como digo en las políticas de igualdad. La sensación que ha quedado entre los ciudadanos es que han quitado un ministerio florero y que eso de la igualdad es un lujo que no nos podemos permitir.

En fin, creo lectores y lectoras de este blog, que hay que prepararse para lo peor. Esto no es más que un aviso de lo que nos puede caer en las próximas elecciones, si se cumplen los peores presagios. Habrá que ir, y perdonadme por la expresión, “atándose los machos”.