En estos días en los que empiezan a salir candidatos al Balón de Oro, toca hablar de uno de esos jugadores que cuyo nombre nunca aparece en las listas, pero que se trata de una pieza fundamental en el actualmente considerado mejor equipo del Mundo. Hablamos de Javier Mascherano, un jugador que llegó de Liverpool con la etiqueta de suplente de Busquets y que en apenas un año ha terminado asentándose como líder de la defensa.
Todo empezó la primavera pasada con las lesiones de Piqué y Puyol, cuando Guardiola tuvo que hacer experimentos probando a Busquets y a Mascherano de centrales para acompañar a Abidal. Mientras el de Badía nunca terminó de encajar por su lentitud, que resultaba fatídica cuando le cogían la espalda, el argentino empezó a tener un rendimiento sobresaliente que le llevó incluso a ser titular en la final de Wembley al lado de Piqué, en detrimento de un Puyol que llegó tocado y que apenas disputó unos minutos con el partido resuelto. Parecía que esta temporada todo volvería a la normalidad pero para desgracia para Pep, la pareja titular sigue sin estar a punto y tanto Mascherano como Abidal se han olvidado de sus posiciones naturales para conformar una defensa de ciscumstancias pero a la vez de un rendimiento altísimo.
¿Por qué Mascherano rinde tanto en defensa? Si analizamos su juego podemos constatar que las habilidades que le hicieron destacar como volante defensivo son todas muy necesarias para ser un gran central: Estamos hablando de colocación, anticipación, intensidad y rapidez en el cruce. Curiosamente, el mejor Mascherano lo hemos visto con defensa de 3 y jugando como líbero, ya que su despliegue físico es tan impresionante que es capaz de cubrir su posición y a la vez estar pendiente de las coberturas hacia los dos lados. Pero lo que realmente hace de él un central Barça es su capacidad para cortar contraataques: Cuando el Barça pierde el balón, el rival nunca se arriesga a salir con el balón jugado, sino que suele buscar el pase directo a su delantero para que aguante el balón de espaldas y permita que su equipo salga. Eso lo lee de maravilla el argentino, que sale a por el balón un segundo antes que el delantero lo que, unido a su rapidez, le permite interceptar el balón para volver a iniciar jugada. Cuando llega un pelín tarde, usa el tackling que tanto vemos en la Premier para barrer el balón y impedir que el rival reciba. Pues bien, cortar ese balón no solo sirve para hinchar sus estadísticas de balones recuperados, sino que ahorra al equipo el tener que replegarse con el esfuerzo físico que esto representa y poder jugar como más le gusta al Barça: En campo contrario, con las líneas juntas y circulando rápidamente el balón, sin tener que recorrer grandes distancias. Si a eso le unimos que en el uno contra uno es muy difícil rebasarle y que corriendo hacia atrás pocos delanteros le ganan por velocidad, podemos estar hablando del central titular del equipo a medio plazo y un relevo de garantías para Puyol. De hecho, su único inconveniente es que le faltan algunos centímetros para ser central, pero esa carencia la suplen tanto Piqué como Abidal, sus compañeros de zaga.
Y termino con una pequeña reflexión: ¿Volveremos a verlo de mediocentro algún día? Probablemente no, ya que con el fichaje de Cesc y la llegada de Thiago, Keita ha ocupado su lugar como suplente de Busquets, pero no olvidemos que el maliense jugará la Copa África en invierno y entonces seguramente veremos al Jefecito (para mi, el Jefazo) volviendo temporalmente a la posición donde brilló en el Liverpool y que le permitió fichar por el Barça.
Redactor: Bernat Barata