domingo, 23 de diciembre de 2007

Hymn - Ultravox

Give us this day all that you showed me.
The power and the glory 'til thy kingdom come.

Chorus:

Give us this day all that you showed me,
The power and the glory 'til thy kingdom come.
Give me all the story book told me,
The faith and the glory 'til thy kingdom comes.

And they said that in our time,
All that's good will fall from grace.
Even saints would turn their face,
In our time.

And they told us that in our days,
Different words said in different ways,
Have other meaning from he who says,
In our time.

(Chorus)

And they said that in our time,
We would reap from their legacy,
We would learn from what they had seen,
In our time.

And they told us that in our days,
We would know what was high on high,
We would follow and not defy,
In our time.

(Chorus)

Faithless in faith.
We must behold the things we see.

(Chorus - Repeat 4 times and fade)


domingo, 9 de diciembre de 2007

Have You Ever Really Loved A Woman? - Bryan Adams

To really love a woman
To understand her - you gotta know it deep inside
Hear every thought - see every dream
N' give her wings - when she wants to fly
Then when you find yourself lyin' helpless in her arms
You know you really love a woman

When you love a woman you tell her
that she's really wanted
When you love a woman you tell her that she's the one
she needs somebody to tell her
that it's gonna last forever
So tell me have you ever really
- really really ever loved a woman?

To really love a woman
Let her hold you -
til ya know how she needs to be touched
You've gotta breathe her - really taste her
Til you can feel her in your blood
N' when you can see your unborn children in her eyes
You know you really love a woman

When you love a woman
you tell her that she's really wanted
When you love a woman you tell her that she's the one
she needs somebody to tell her
that you'll always be together
So tell me have you ever really -
really really ever loved a woman?

You got to give her some faith - hold her tight
A little tenderness - gotta treat her right
She will be there for you, takin' good care of you
Ya really gotta love your woman...

Then when you find yourself lyin' helpless in her arms
You know you really love a woman
When you love a woman you tell her
that she's really wanted
When you love a woman you tell her that she's the one
she needs somebody to tell her
that it's gonna last forever
So tell me have you ever really
- really really ever loved a woman?

Just tell me have you ever really,
really, really, ever loved a woman? You got to tell me
Just tell me have you ever really,
really, really, ever loved a woman?

jueves, 6 de diciembre de 2007

El Ilustre Haddock. El integral de los insultos del Capitán - Albert Algoud

Del insulto considerado como una de las Bellas Artes


Haddock, como Aquiles, debe su inmortalidad a sus formidables arrebatos. Más incluso que sus ilustres hazañas, son sus épicos alaridos los que le convierten en el más popular de los héroes de esta mitología del siglo XX que son las aventuras de Tintín.

La intemperancia, por supuesto, caracteriza a Haddock, mejor aún que el ron o el whisky, palabras que embriagan al ardiente Capitán. Colérico crónico, cediendo constantemente a su propensión, bebe en su inagotable léxico de impresionantes insultos para regar a sus enemigos. En sus crisis se deja arrastrar, , en un sostenido crescendo, la violencia de la invectiva se exacerba hasta el más alto grado de delirio verbal.

El singular heroísmo del Capitán no podría expresarse sino con un lenguaje original. Está claro que la ofensa encierra la fuerza catártica de los viejos tacos, pero para aniquilar al enemigo, para insultarlo a muerte, no se acomoda a convencionalismos del género. Nada de palabrotas muy poco argot. De la boca furiosa de Haddoc no brotan jamás apóstrofes groseros. Exentos de toda bajeza, estos sordida verba o tienen nada de sórdidos; aunque son lanzados para ofender al adversario, estos insultos no hieren jamás los ojos del lector. Philippe Goddin, en Hergé y Tintín, Reporteros, narra como la palabra Clysopompe, inconsideradamete proferida por Haddock, fue tachada de su vocabulario.

Haddock no se abandona a la simple liberación con un vocabulario adaptado a su temperamento. Su gusto inmoderado por el anatema se inscribe dentro de una tradición literaria, la de los polemistas más virulentos, quienes, de Juvénal a Céline, de Rabelais a Bloy, de la sátira menipea al dadaísmo y al surrealismo, pasando por Ernest Coeurderoy, Jules Vallès, George Darien, Guy Debord, Carlo Emilio Gadda, Octave Mirbeau (el autor sólo nombra aquí sus preferencias), se liberan de una cólera o de un desespero luchando con las palabras, armas mortíferas en esta perpetua guerra dirigida contra los mediocres y los malvados.

Si Haddock lucha tan bien es porque su panoplia, como la que adorna los muros de la villa de Tartarin, es de una diversidad increíble. Hace flechas de todo palo para lanzar al adversario. Anatomía, botánica, criminología, dietética, economía, entomología, etnología, historia, literatura, medicina, meteorología, moral, ornitología, psiquiatría, química, retórica, teología, zoología son algunas de las categorías a las que recurre la furia enciclopédica del Capitán.

Guardián de la lengua, Haddock vuelve a poner en circulación, sin que nadie lo esperara, arcáicos o desusados vocablos tales como: anacoluto, ectoplasma, oficleido, zuavo... Rompiendo con todos los estereotipos del insulto, estas palabras, violentamente iluminadas por los rayos de la rabia, golpean la imaginación y se instauran en la memoria de los hombres. Algunos se han convertido en clásicos: bachi-buzuk, vendedor de alfombras, bebe-sin-sed; otros continuarán mucho tiempo intrigándonos.

La riqueza de este diccionario n oes la de un museo, donde las estructuras morfológicas se conservan en tarros de formol. Conservatorio de la lengua, de la que Haddock es, por encima de todo, inventivo ilustrador.

Gracias a él, desprovistas de su uso convencional, arrancadas de la rutina, las palabras son lanzadas en un espléndido y barroco vuelo que les devuelve un vigor sorprendente. Como inspirado poeta, el Capitán restituye a los vocablos su valor sonoro, forja de inesperadas metáforas, ametrallador de estrepitosas imágenes.

En toda la poesía antigua y entre nuestros poetas del siglo XVI, la inspiración estaba concebida como una embriaguez otorgada por los dioses. No es pues una coincidencia que en la obra de Hergé este "ardiente furor" -como decía Ronsard- lo encarne un borrachín.


Extraído de: "El Ilustre Haddock. El integral de los insultos del Capitán" por Albert Algoud, ISBN: 84-7904-992-8

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Ley de Murphy II

Teoría de Jana sobre el Amor
En el amor, la mujer nunca consigue lo que espera y el hombre nunca espera lo que consigue.

Credo del Agricultor
Siembra tu amor el sábado por la noche y... reza el domingo para que se pierda la cosecha.

Comentario de Esquire
Cuanto mejor empieza una relación, antes pierde su color.

Ley de Farber
La necesidad es madre de... extraños compañeros de cama.

Ley de Hartley
Nunca se acueste con nadie que esté más loco que usted.



Extraído de: "La ley de Murphy" por Arthur Bloch, ISBN:84-7880-862-0

sábado, 1 de diciembre de 2007

Ley de Murphy

Ley de Murphy
Si algo puede salir mal, saldrá mal.

Corolarios
1.- Nada es tan fácil como parece.
2.- Todo lleva más tiempo del que usted piensa.
3.- Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, la que cause más perjuicios será la única que vaya mal.
4.- Si usted intuye que hay cuatro posibilidades de que una gestión vaya mal y las evita, al momento aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad.
5.- Cuando las cosas se dejan a su aire, suelen ir de mal en peor.
6.- En cuanto se ponga a hacer algo, se dará cuenta de que hay otra cosa que debería haber hecho antes.
7.- Cualquier solución entraña nuevos problemas.
8.- Es inútil hacer cualquier cosa a prueba de tontos, porque los tontos son muy ingeniosos.
9.- La naturaleza siempre está de parte de la imperfección oculta.
10.- La madre Naturaleza es una lagartona.

Filosofía de Murphy
Sonría. Mañana puede ser peor.

Extraído de: "La ley de Murphy" por Arthur Bloch, ISBN:84-7880-862-0