Mi madre era bordadora.
Empezó siendo una niña, allá por los primeros años cuarenta, en el taller de Doña Manolita. Allí, bajo la severa mirada de la jefa del taller, compartía historias y risas con otras niñas que, como ella, tenían que arrimar el hombro para ayudar en casa; eran malos tiempos.
Estuvo bordando en el taller hasta que se casó y luego siguió haciéndolo en casa.
Cuando evoco mi infancia, la imagen que más me viene del recuerdo, es la de mi madre sentada en su silla de enea, inclinada sobre el bastidor a la luz del flexo, mientras escuchaba los seriales radiofónicos y mi hermano y yo merendábamos pan con chocolate "Elgorriaga".
A veces nos hacía despejar la mesa para transferir los dibujos que luego bordaría.
Extendía la tela de sábana de "La viuda de Tolrá", sacaba los libretos de dibujos, papel de calco, papel de seda, lápiz azul.... Y esa tarde no podíamos contar con la mesa para hacer los deberes.
Lo que hubiera dado ella por tener un sitio donde ejercer su magia con ese lápiz azul!
Por eso, pensando en ella, he preparado un lugar que le habría encantado.
Sobre el mueble, los artículos de dibujo.
En los cajones, telas, hilos, cintas...
...y sábanas ya preparadas para bordar, con pastillas de jabón que siempre ponía entre la ropa blanca para perfumarla.
Y esa caja roja de Cola Cao que tenía llena de hilos, botones y tantas cosas, y que ahora tengo yo en casa. La de la foto, me la hizo Carmen, (Pekevasión), a partir de las fotos de la caja de mi madre.
Ya os enseñé en otra entrada el bastidor. Pero, al verlo puesto en su lugar, la tela me ha parecido muy basta, ideal para punto de cruz, pero no para el bordado que mi madre hacía tan bien. Así que he cambiado la tela y he hecho un nuevo bordado en punto sombra que se aprecia mejor en esta tela y que fue el primer bordado que mi madre me enseñó a hacer.
Mi madre siempre ha sido muy de mesa de camilla. Por eso, cuando en la feria de Fuengirola vi esta mesa y esta silla de Pedrete Trigos, no me pude resistir.
Tenía un montón de libretos de dibujos y muestrarios. Así que he hecho este revistero para tenerlos ordenados. A mí me los han proporcionado Carmen y Sulay.
Siendo mi madre la que me ha inspirado el cuarto, me ha parecido oportuno diseñar unas cajas con una foto suya de cuando era casi un bebé y que me parece preciosa y con los colores de la alfombra y otros complementos.
Las he colocado en la estantería que también he diseñado especialmente para este cuarto.
En las mañanas de verano, me sentaba a su lado para ayudarle a hacer vainicas en los bajos de las sábanas; otras veces, las dos hacíamos mantelitos y juegos de té de punto de cruz.
Ese aprendizaje me ha servido ahora para poder hacer estos muestrarios.
He puesto más cuadros.
El ovalado del fondo con flores bordadas al minuto y el espejo dorado que hay en la otra pared, son regalos de Pedrete Trigos, lo mismo que el cojín del sillón; el que hay sobre el espejo de pié, es un regalo de mi querida Azucena; este que se ve el primero, con flores en un dedal y bordado a punto de cruz, es de May, (Anisnofla); los demás, están hechos por mí.
La vitrina-casa de muñecas a escala 1:144, es un regalo de mi amiga Mav.
Hagamos un recorrido de izquierda a derecha.
Este rincón le habría encantado; con todo a mano, el costurero con su bastidor, la bolsa de punto que me hizo mi Elena, igual que la suave manta de espuma de mar, su revista...
No se ve en todas las fotos porque lo he puesto después de hacerlas pero, sobre la mesita velador, está la foto de su infancia enmarcada; y un florero con rosas y gladiolos, sus flores favoritas.
El cuarto de costura, es la única habitación de mi casita que mi madre no llegó a ver y seguramente, la que mas le habría gustado, por eso, la he preparado con mucho cariño pensando en ella, y como un pequeño homenaje a la gran bordadora que fue y a la aun mas grande madre que siempre ha sido.
Espero que dónde esté, pueda ver este cuarto que a ella le habría encantado tener.
Te echo de menos, mamá!