Como ayer anuncié, hoy es el lanzamiento de "Estela y Mauro" El País de los Cuentos sin Escribir. Una bella historia que os pongo a continuación.
Las ilustraciones y la portada son minicuadros de punto de cruz. Mi aportación al libro.
Espero que os guste y os emocione tanto como a mi, y si queréis ver más, visitad el blog de la escritora. (Blog de Elena) No os arrepentiréis.
Y mañana, ella mostrará la deliciosa escena en la que ha recreado la esencia de la historia
ESTELA Y MAURO (El País de los Cuentos sin Escribir)
Más allá del horizonte, donde la bruma se confunde con las montañas y el arco iris toma apoyo para desplegar su manto de color sobre el cielo, rodeado de verdes y frondosos bosques, florece el País de los Cuentos sin Escribir.
Allá, en deliciosa y despreocupada libertad, van y vienen las palabras y las letras, jugueteando como los cachorros de la última camada, descubriendo la vida, los puentes y los laberintos de mil historias a la espera de ese tren de horario incierto que, quién sabe si algún día, se los lleve hasta las páginas de un libro y de allí a la eternidad…
Allá, en busca de una historia a retazos intuida, llegó Estela cuando apenas clareaba una mañana de mayo que jamás olvidará.
Apenas cruzó la linde que marcaba el final del bosque, un revuelo alborotado de palabras, signos, exclamaciones y letras se agolpó a su alrededor. Bienvenida fue la primera en sonreírle y Curiosidad la que dio voz a la pregunta que todos llevaban esbozada entre los labios: “quién eres? qué has venido a hacer aquí?” Receloso, que desde una cierta distancia y amparado entre las sombras, no dejaba de mirar hacia el andén de la estación, hizo llamar por señas a Cautela y Desconfianza y sin que nadie lo notara, se alejaron sigilosos para no dejarse volver a ver. Vanidosa se sentía tan dichosa que, de inmediato, corrió a preparar sus maletas, absolutamente convencida de que, aquella noche, el mundo entero se aprestaría a mirarla bailar y Estela, recorriendo con sus dedos temblorosos la espiral de su cuaderno, sonriendo al abecedario, dulcemente respondió:
- Vengo a buscar una historia que una noche, entre sueños, soñé. He recorrido el mundo entero tratando de encontrarla, no hay libro que no haya leído, ni rincón donde no haya buscado. A todo el que he preguntado por ella he sorprendido y nadie ha sabido darme razón. Vengo a buscar esa historia porque quiero conquistar con ella un corazón que parece estar hecho de acero y acompasar su latido al ritmo de mi corazón.
Un manto de sorpresa y de silencio recorrió de extremo a extremo aquel País de los Cuentos y por un instante pareció que hasta el tiempo se detenía.
Autoridad fue la primera en reaccionar y con su voz templada y profunda, dirigiéndose a Estela, dijo:
- El tren de horario incierto ha partido millones de veces desde esta estación, cargado de cuentos e historias que sin duda debes conocer. No fundiría alguna de ellas el acero de ese corazón que no late?
Con tristeza, Estela les habló de Mauro, el niño obligado a ser hombre antes de tiempo, con la vida apenas estrenada pero tan vapuleado por ella que, perdidos los sueños y la sonrisa, solo puede vagar en un océano de pesadillas que no le permite conciliar el sueño. Mauro y su corazón helado, Mauro, su amigo, su anhelo… y a la pregunta de Autoridad, respondió:
- Se las he contado todas; algunas lo asustan y humedecen su mirada, otras lo entristecen y lo desvelan, las hay que no comprende y por eso, lo enfadan, otras le dan risa y se atraganta, la mayoría no consiguen llegar hasta su corazón y se le pierden en el camino. Ya no sé qué hacer…
Tal fue el efecto que provocaron sus explicaciones, que el Gran Consejo de las Palabras fue convocado de inmediato a deliberar en la cripta y allá permanecieron sin descanso doce días con sus noches hasta que el tintineo de la campana de la estación anunció que el tren estaba a punto de llegar.
…/…
Muchos años después…
Una lágrima resbaló incontenible por su mejilla cuando al abrir el cajón de aquella cómoda sus manos toparon con la espiral de aquel cuaderno que nunca llegó a olvidar del todo y su corazón regresó a aquel vagón de tren donde, nerviosa e ilusionada, trataba de poner orden en aquel tropel de palabras que el Consejo de los Cuentos puso en sus manos antes de partir. Promesa, Fantasía, Lealtad, Fe, Fuerza, Ilusión, Confianza, Amistad, Complicidad, Paciencia… todas seguían allí sonriéndole con la misma ternura que aquella primera vez.
Y mañana, ella mostrará la deliciosa escena en la que ha recreado la esencia de la historia
ESTELA Y MAURO (El País de los Cuentos sin Escribir)
Allá, en deliciosa y despreocupada libertad, van y vienen las palabras y las letras, jugueteando como los cachorros de la última camada, descubriendo la vida, los puentes y los laberintos de mil historias a la espera de ese tren de horario incierto que, quién sabe si algún día, se los lleve hasta las páginas de un libro y de allí a la eternidad…
Allá, en busca de una historia a retazos intuida, llegó Estela cuando apenas clareaba una mañana de mayo que jamás olvidará.
Apenas cruzó la linde que marcaba el final del bosque, un revuelo alborotado de palabras, signos, exclamaciones y letras se agolpó a su alrededor. Bienvenida fue la primera en sonreírle y Curiosidad la que dio voz a la pregunta que todos llevaban esbozada entre los labios: “quién eres? qué has venido a hacer aquí?” Receloso, que desde una cierta distancia y amparado entre las sombras, no dejaba de mirar hacia el andén de la estación, hizo llamar por señas a Cautela y Desconfianza y sin que nadie lo notara, se alejaron sigilosos para no dejarse volver a ver. Vanidosa se sentía tan dichosa que, de inmediato, corrió a preparar sus maletas, absolutamente convencida de que, aquella noche, el mundo entero se aprestaría a mirarla bailar y Estela, recorriendo con sus dedos temblorosos la espiral de su cuaderno, sonriendo al abecedario, dulcemente respondió:
- Vengo a buscar una historia que una noche, entre sueños, soñé. He recorrido el mundo entero tratando de encontrarla, no hay libro que no haya leído, ni rincón donde no haya buscado. A todo el que he preguntado por ella he sorprendido y nadie ha sabido darme razón. Vengo a buscar esa historia porque quiero conquistar con ella un corazón que parece estar hecho de acero y acompasar su latido al ritmo de mi corazón.
Un manto de sorpresa y de silencio recorrió de extremo a extremo aquel País de los Cuentos y por un instante pareció que hasta el tiempo se detenía.
Autoridad fue la primera en reaccionar y con su voz templada y profunda, dirigiéndose a Estela, dijo:
- El tren de horario incierto ha partido millones de veces desde esta estación, cargado de cuentos e historias que sin duda debes conocer. No fundiría alguna de ellas el acero de ese corazón que no late?
Con tristeza, Estela les habló de Mauro, el niño obligado a ser hombre antes de tiempo, con la vida apenas estrenada pero tan vapuleado por ella que, perdidos los sueños y la sonrisa, solo puede vagar en un océano de pesadillas que no le permite conciliar el sueño. Mauro y su corazón helado, Mauro, su amigo, su anhelo… y a la pregunta de Autoridad, respondió:
- Se las he contado todas; algunas lo asustan y humedecen su mirada, otras lo entristecen y lo desvelan, las hay que no comprende y por eso, lo enfadan, otras le dan risa y se atraganta, la mayoría no consiguen llegar hasta su corazón y se le pierden en el camino. Ya no sé qué hacer…
Tal fue el efecto que provocaron sus explicaciones, que el Gran Consejo de las Palabras fue convocado de inmediato a deliberar en la cripta y allá permanecieron sin descanso doce días con sus noches hasta que el tintineo de la campana de la estación anunció que el tren estaba a punto de llegar.
…/…
Muchos años después…
Una lágrima resbaló incontenible por su mejilla cuando al abrir el cajón de aquella cómoda sus manos toparon con la espiral de aquel cuaderno que nunca llegó a olvidar del todo y su corazón regresó a aquel vagón de tren donde, nerviosa e ilusionada, trataba de poner orden en aquel tropel de palabras que el Consejo de los Cuentos puso en sus manos antes de partir. Promesa, Fantasía, Lealtad, Fe, Fuerza, Ilusión, Confianza, Amistad, Complicidad, Paciencia… todas seguían allí sonriéndole con la misma ternura que aquella primera vez.
No pudo evitar una carcajada al recordar los ojos desesperados de Amor corriendo con todas sus fuerzas por el andén de la estación y los apuros que pasó cuando, alcanzada por fin la barandilla del último vagón de aquel tren en marcha, trataba de vencer la fuerza del viento que lo agitaba como la bandera de una goleta hasta que consiguió refugiarse en su cuaderno.
Se preguntó si Vanidad habría terminado ya de llenar sus maletas y Receloso habría conseguido vencer su timidez y con una dulzura infinita, ahuecó el cojín de aquella butaca donde no mucho tiempo después, Mauro dormiría plácidamente su siesta prendido de su mano en ese remanso que es el tiempo antes de que los niños regresen de la escuela…
Autora: Elena Gutiérrez
Ilustraciones: Victoria Cascales
Revisado por: Azucena Sánchez y Mª Ángeles Vallecillos
Editorial: Zulueta`s World
Autora: Elena Gutiérrez
Ilustraciones: Victoria Cascales
Revisado por: Azucena Sánchez y Mª Ángeles Vallecillos
Editorial: Zulueta`s World