Harto de hacer lo que debo, de rebuscar
entre la basura, de perseguir ratones por el parque y de intentar dar
caza a las sombras de algún callejón, he decidido apoderarme del
tejado del edificio más alto de mi mundo.
Este lugar es perfecto para llevar a
cabo la misión que me he propuesto.
En la calle, todos caminan seguros de
que con sus aburridos silencios mantienen a salvo sus secretos. Voy a
arrancar una teja de las que andan sueltas, empujarla suavemente
hasta el borde para después dejarla caer al vacío. Así tal vez las
cosas se pongan más emocionantes ahí abajo.
Continuará...