En cuanto mamá dejó el plato en la
mesa, la vi haciéndose la muerta en mitad de la sopa. Al cabo de un rato ya
estaba en uno de los bordes del plato donde, ante mi asombro y tras agitar las
alas y las antenas, iniciaba lo que parecían unos estiramientos. Fue entonces
cuando mamá me tocó la frente, dijo “dios mío, estás ardiendo” y me cogió en
brazos para llevarme a la cama, mientras yo seguía mirando hacia la mesa,
atónito, donde empezaba una serie de saltos de trampolín desde mi cuchara.
Esa fue la última vez que la vi,
cuando tuve tanta fiebre y me levanté más alto.
Ayyy esa fiebre... muy bueno Luisa. Cuídate mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos
Todo por culpa de la fiebre eh...
ResponderEliminarMuy buen micro relato, te sigo desde ya y te espero en mi espacio cuando quieras, besos al alma.
Vaya con la mosca, puede que fuera una mosca de circo
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