En calzones
Ángel me mira tras sus legañas sin saber qué decirme hasta que le oigo exclamar; -"Tio, ¿me vas a contar qué haces llamando a mi casa a las cinco de la mañana y con estas pintas?" Podría llorar, pero no lo hago, podría contarle la historia, pero ahora sólo quiero fumarme este porro y terminar con uno de ellos lo que él ha provocado. Me pasa un porro que ya tenía hecho y se enciende él un cigarrillo; debe pensar que las cinco de la mañana de un miércoles es mala hora para hacerlo. Y lleva razón. Hace tiempo que no fumo porros. Me gusta la palabra "porro" porque es uno de los últimos resquicios que han sobrevivido de la generación de los 80, aunque ahora insistan en que vuelvan las hombreras. No les fumo desde que tras un día de intenso ritmo, me dejó con un bajón de tensión durante horas. Y os aseguro que es una sensación de lo menos agradable. Ahora no procede detallar esa historia, basta con decir que comer azúcar a cucharadas no ayuda cuando tu tensión ha caído ha