[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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18.6.15

Teorías de la justicia y equidad en salud.


Ayer tuvimos la oportunidad de ver a Sridhar Venkatapuram (del cual ya hemos hablado aquí) hablar sobre el abordaje de las capacidades en el ámbito de la economía de la salud dentro de las XXXV Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud.

Aprovechamos este momento para compartir con vosotrxs la presentación que vamos a utilizar en unos minutos para presentar el trabajo que llevamos a cabo sobre teorías de la justicia y análisis de documentos sobre equidad en salud -y que ahora estamos traduciendo para ver si lo publicamos en algún lado-... Una presentación que tiene solo una parte de todo el trabajo pero que puede ser bien explicativa de lo realizado...

30.12.14

El 2014 de médicocrítico: 12 meses, 12 párrafos.

Muchos temas, nuevas -y maravillosas- incorporaciones al blog, muchos datos, muchos gritos, algún eslogan y al menos cinco millones de contradicciones. Y párrafos, muchos más de los algo-más-de-12 que os dejamos ahora.

Ser campeones del mundo en trasplantes (lee ese enlace, te harás un favor) y no saber gestionar un ciclo normal de gripe es una de las contradicciones que mejor define nuestro sistema sanitario, un sistema que partiendo de la base conceptual de la universalidad, integralidad y calidad, va caminando hacia el mantenimiento de pequeños espacios de excelencia propagandística que permitan mantener alguna razón para seguir autoproclamándose elmejorsistemasanitariodelmundo aunque una pequeña brisa haga temblar sus cimientos.

Por lo tanto, hoy día,  luchas como la de Stop Desahucios o la de las Corralas no hacen otra cosa que lanzar a la calle lo que siempre ha estado en un papel. Hoy, la ciudadanía construye derechos a partir de la lucha social, construye salud a partir de plataformas ciudadanas (buena prueba de ello es el estudio realizado por la médica de familia y antropóloga médica Elena Ruiz Peralta «Desahuciar, desalojar, ejecutar. Cuando la política callejera se convierte en medicina»). 
Así pues, podremos hablar de estas luchas como focos de salutogénesis, que llevan la estrategia de “Salud en todas las políticas” a la calle, en la que la salud se convierte en un eje transversal al realizar acciones políticas con impacto positivo en salud, ya sea por hacer de la unión ciudadana un activo en salud o por intentar conquistar un derecho que les fue arrebatado. 

La situación actual no invita al optimismo en relación al futuro de la Atención Primaria en los países occidentales, especialmente en España. Las presiones económicas, el incremento de las demandas y expectativas de la población y la falta de un rumbo político que claramente apuesta por una asistencia integral lo más cerca posible del entorno del paciente, hacen que sea previsible pensar en un futuro inmediato de mayor debilitamiento de la Atención Primaria y un desplazamiento de la actividad hospitalaria hacia entornos previamente ocupados por el primer nivel asistencial (mediante integración vertical o mediante ocupación de nichos al estilo de ciertos dispositivos de atención a la cronicidad).
Desde los profesionales de Atención Primaria, además de continuar con el correcto desempeño de sus funciones, es clave identificar cuál es el valor añadido que pueden aportar frente a la hiperespecialización procedente del hospital; aquí desempeña un papel clave el concepto de interseccionalidad[xviii], acuñado por los feminismos negros pero de aplicación clara en nuestra práctica clínica, que alude a la conjunción de diversos ejes de desigualdad para resultar en consecuencias distintas a la simple suma de cada uno de los ejes; en nuestro caso, esta interseccionalidad estaría representada por el mayor peso de la multimorbilidad en nuestra asistencia sanitaria y en el consumo de recursos[xix], frente al predominio mainstream de los modelos de asistencia a la cronicidad. 
La medida de (re)introducir la desgravación fiscal de los seguros sanitarios privados tiene una efectividad no contrastada para la reducción del gasto sanitario público y se enfrenta a graves problemas de equidad. En el contexto de nuestro sistema sanitario de cobertura casi-universal (aunque en proceso progresivo de adelgazamiento de la cobertura a marchas forzadas) es injustificable esta medida, sólo motivada por el intento de apoyar el negocio de la sanidad privada o por tratar de continuar adelgazando un sistema sanitario que no tiene un problema grave por la parte del gasto sino por la de los ingresos, y que se vería necesitado de una reforma fiscal, pero en el sentido contrario de la que previsiblemente anunciará este gobierno.

Al igual que con el debate sobre la sostenibilidad del sistema sanitario, el uso del envejecimiento poblacional como factor principal de aumento del gasto sanitario introduce elementos de análisis que se alejan de lo técnico y se acercan a las preferencias de modelo de sociedad y sanidad. Frente a una situación en la que el principal factor determinante del aumento del gasto sanitario es la introducción de innovaciones tecnológicas -situación para cuyo abordaje se precisaría de la entonación de un mea culpa por parte de los decisores político-sanitarios de los últimos años y la asunción de responsabilidades para el cambio- se articula un discurso en el que losculpablesdel incremento del gasto es "el envejecimiento", esto es, "la población".
Es posible que el envejecimiento juegue un papel en el incremento del gasto sanitario; es probable que sea un papel meramente marginal, siendo más importante la pluripatología -no tanto la cronicidad-, la introducción de tecnologías sin evaluación previa, la ausencia de compromiso con la organización sanitaria por parte de los agentes de gasto -los trabajadores-,... Además, desde el punto de vista de la ética política, tal vez habría que sustituir el discurso culpabilizador del envejecimiento por uno que realmente pusiera en el centro aquello que parece ser más importante para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario (sostenibilidad externa -reforma fiscal- e interna -mejoras de la eficiencia, reforma de la incorporación de prestaciones,...-). 


En el caso con el que comenzamos este post, ¿tiene sentido que un sistema público de salud -y hacemos hincapié en el carácter público de la institución porque su perspectiva tiene que ser social- seleccione los pacientes a los que se realice la cobertura de una prestación en función de quién considera que es el responsable del desarrollo de la enfermedad en cuestión? ¿Por qué los pacientes que adquirieron el virus de la hepatitis C en una transfusión deberían ser merecedores de un tratamiento que habría que negarle a los que se infectaron por el consumo de drogas por vía parenteral? ¿Y los que se infectaron al ser tratados de procesos a los que podemos, socialmente, atribuir una responsabilidad individual directa dentro de algún marco ideológico -problemas relacionados con el alcohol o las prácticas sexuales, por ejemplo?
Venimos de un sistema de conocimiento que, inserto en un tipo de sociedad concreto, ha tendido a atribuir conductas a individuos sin plantear sus determinantes sociales más allá de los marcos teóricos. Ese marco basado en las conductas y responsabilidades individuales se refleja en el concepto social de gestión y distribución de recursos... Ahora mismo seguimos, en gran parte, instalados en una visión utilitarista con trazas de anarcocapitalismo -en lo relacionado con la atribución individual de las responsabilidades-... y cambiarlo es un proceso cuya responsabilidad es colectiva.

En sanidad siempre ha existido la queja de que los que dirigían el sistema sanitario desde la política no tenían mucha idea de cómo latía esta en sus posiciones más cercanas a la población. Ahora nos encontramos con sanitarios y población general implicados en estos movimientos que, a pesar de tener un gran conocimiento del micro/meso-sistema sanitario, tal vez pueden verse más perdidos (o con un marco teórico más difuso) en el nivel macro.

Por ello, y basándonos en el siguiente esquema (extraído de una clase de Antonio Moreno en el Máster de Salud Pública de la Escuela Andaluza de Salud Pública), vamos a ir desgranando algunas de las líneas que consideramos fundamentales para la creación/elaboración de un programa electoral sobre salud y sanidad.


La planificación sanitaria basada en el ahorro (lineal) y no en el uso adecuado de los recursos sanitarios (los existentes y los que se precisen) lleva a generar aberraciones organizativas como las que hemos podido ver. Hay quien señala como llamativa la falta de presencia pública de Ana Mato -que al parecer está en la playa-, personalmente nos parece que es mucho más útil la coordinación de Mercedes Vinuesa que el papel que pueda desempeñar la ministra, dado que ya ha dado muestras de que no está en ese cargo por sus conocimientos sobre gestión o sobre el ámbito del ministerio.
En relación al segundo aspecto no tenemos dudas. La defensa de una sanidad universal incluye a un cura que trabaje en Liberia y que reúna las condiciones para su repatriación para ser tratado en un centro sanitario de nuestro país e incluye a un inmigrante indocumentado; así mismo, nos asquean bastante los argumentos basados en que Miguel Pajares dedicaba su vida a los demás y por eso se merece la repatriación... esta visión profundamente utilitarista tal vez desecharía la repatriación de Miguel Pajares si éste fuera un ladrón o un traficante de diamantes; sin embargo, para nosotros el sistema sanitario no es un juez que dictamine el valor individual de los actos de las personas y en función de ello otorgue prestaciones de acuerdo con el nivel de merecimiento.
Un sistema sanitario en el que el derecho a la asistencia se conquista de forma independiente a la condición de cotizante a la Seguridad Social elimina del debate actitudes y planteamientos que no ayudan a una mayor gestión de estas emergencias y que, en ocasiones, se convierten en el centro de atención. Por ello es por lo que debemos seguir luchando. 


Para abordar el estudio de la seguridad de las vacunas necesitamos de mejores herramientas y, posiblemente, de un campo de juego epistemológico más rico. Para abordar la comunicación de riesgos y eventos adversos precisamos de instituciones más fuertes y sin miedo a afrontar la rendición de cuentas como la sociedad actual les debería exigir.


Salgamos y miremos de nuevo el paisaje.
Umbrella repugna, pero no es la repugnante. Son las normas de juego neoliberales las que colocan a Umbrella en esa posición dentro de la cual su movimiento congelaóvulos es perfectamente coherente. Un sistema redondo y estable como el neoliberal (concretamente una bola de pinchos que se estabiliza clavándose en la carne de sus esclavos) sólo puede nutrirse de un sistema aún más estable y redondo, mucho más arraigado en la historia, en las columnas familiares, en tu propio pensamiento. De ese otro sistema también somos esclavos. Las respuestas de rechazo mantienen de fondo el considerar a los úteros en su conjunto. A los padres en su conjunto. A los trabajadores con útero como uno solo.

Nos encanta esta noticia. Porque no aporta nada nuevo respecto a Umbrella o al neoliberalismo. Pero en el rechazo que te genera puedes palpar toda la mierda patriarcal que te remueve. Puedes palpar cómo subrepticiamente estás opinando qué es lo que deben hacer las mujeres (como si fueran sólo una), por qué deben hacerlo, cuál es en el fondo su prioridad vital y cómo y cuándo debe ser la crianza de sus hijos. Eso que está detrás de tu rechazo es pus patriarcal, y te está avisando de cómo drenarlo. 


Algunas actividades preventivas ahorran dinero. Otras no. Algunas ayudan a mejorar tu salud en el futuro. Otras no. Algunas incluso pueden empeorarla en el presente. Sin embargo, el valor de las actividades preventivas que merecen la pena (no de todas, sino de las que merecen la pena) no es el de disminuir el gasto sanitario, sino el de lograr uno de los objetivos fundamentales del sistema sanitario: conseguir que la gente mantenga un elevado nivel de funcionalidad social la mayor cantidad de tiempo posible.
Las funciones de oferta y demanda de servicios sanitarios son lo suficientemente complicadas como para que el concepto "prevención" tenga una influencia muy limitada en ambas -tanto para aumentarlas como para disminuirlas-; así mismo, el gasto sanitario seguirá cabalgando sin cesar mientras un montón de expertos conferenciantes en política sanitaria, profesionales sanitarios y políticos varios ponen las manos en su cabeza y al grito de "más prevención" se preguntan por qué si estamos previniendo todas las enfermedades posibles la gente sigue consumiendo recursos sanitarios. 


No nos sorprenden las torturas, no nos sorprende que hayamos conseguido seguir viviendo mientras sabemos que es algo que ocurre -también en nuestro país-, pero sigue sorprendiéndonos que el "ayudar a mejorar la salud de la gente" pueda convertirse en "este hombre está perfectamente, déjalo sin dormir 100 horas que lo va a aguantar sin problemas". Colaboradores necesarios. Una vez más.  

30.11.14

Repensar la democracia

Democracia, la palabra de moda. El capitalismo vacía términos y los convierte en objetos inanimados. Hoy día, la palabra democracia, se ha tornado un concepto inerte, sin vida, sin gracia... Después de años de políticas neoliberales en los que la democracia se ha reducido a la libertad de elección y al libre mercado, las instituciones y los regímenes democráticos se tambalean y pierden su sentido. Ésta ha sido puesta durante años al servicio de fines economicistas convirtiendo lo que debía de ser un fin por sí mismo en tan sólo un medio. Sin embargo, tras el resurgir de los llamados "nuevos movimientos sociales" y con el auge de determinados partidos que reivindican la democracia participativa como sistema de toma de decisiones, la palabra parece tomar forma de nuevo, modelándose y construyéndose a la vez que la ciudadanía. 
Nos surgen preguntas a veces sin respuestas claras... ¿Qué tipo de democracia queremos? ¿son todas las democracias igualitarias? En un país en el que hace apenas 40 años vivíamos en dictadura, en un país de transición borrosa y donde la historia aún es tapada... ¿somos realmente conscientes de que pedimos al pedir democracia?. 
Según la RAE la democracia es la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. Sin embargo, según Boaventura de Sousa Santos, se hace necesario distinguir entre la democracia instrumental hegemónica impuesta por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y el uso contra hegemónico de este instrumento. Por tanto, democracia no es un término unívoco... democracia no hay una sino muchas. 
En el cuadro siguiente, detallamos las diferentes visiones de la democracia en la sociedad occidental (sacado del libro Democracia Radical de Ángel Calle)
Actualmente, en los que la democracia representativa está en crisis, transitamos asambleas que se proclaman como verdadera democracia erigiéndose como estandarte de la democracia radical. Por ello, queremos plantear algunas reflexiones:
1. La democracia no se articula desde sociedades ideales, La participación no puede identificarse en un espacio público que se apoya en una base social “en la que los iguales derechos de ciudadanía hayan cobrado eficacia social” como en el discurso deliberativo de Habermas. Hay que poner un análisis de las inequidades en el centro. No podremos hablar de verdadera democracia mientras no establezcamos mecanismos de reducción de desigualdades y no se dote a la personas de las capacidades para participar. Todo lo demás será la democracias de unxs pocxs, no la democracia de todxs. 
2. La calidad democrática pasa por tener presente una perspectiva de género en los procesos asamblearios. Tras años relegadas al espacio privado y al ámbito doméstico, las mujeres continúan luchando por conquistar el ámbito público. Es tarea colectiva darles voz y espacio. (Recomiendo el artículo de la compañera Patricía Escartín (http://arainfo.org/2014/09/las-mujeres-nuestra-voz-y-el-espacio-publico/)
3. Los ritmos de la democracia no pueden obedecer a un sistema productivista capitalista. Una democracia real pasa por poner la vida y los cuidados en el centro, por lo que deben establecerse herramientas de participación para todas aquellas personas que dedican su vida y su tiempo a los cuidados y al sostenimiento de la vida.
4. No podemos dejar de entender la democracia como un proceso que se construye desde la cotidianidad. El avance de ésta dependerá de su práctica real y no de fabricar conceptos. Hacer democracia pasa por generar cultura democrática.
Repensar la democracia que queremos pasa por realizar un análisis profundo de la sociedad en la que vivimos y que queremos priorizar, por revisar nuestros valores y nuestros ideales. El camino es difícil y plagado de obstáculos. En nuestras manos queda si queremos una democracia que transforme o una que reproduzca desigualdades. 

"La rebeldía democrática supone la necesidad de pensar la democracia desde los valores éticos y de compromiso con la defensa de la humanidad y de un proyecto transformador que no se hace declamando la democracia, sino construyendo alternativa. Su valor estratégico la convierte en una propuesta de futuro. Desconocerla, ignorarla, no debatirla o despreciarla es realizar una acción inquisitorial propia de quienes tienen miedo al debate democrático. Democracia sin demócratas."
Marcos Roitman. Democracia sin demócratas.


21.9.14

Eficiencia, equidad y clases dominantes: quién define qué en sanidad.



Antes de ingresar en la universidad creía algo que aún hoy creo y que probablemente la gran mayoría de ustedes comparta. Me refiero a la convicción de que para decidir si determinado periodo económico es bueno o malo en términos económicos hace falta evaluar el bienestar de la población en general durante el periodo en cuestión. Si en términos generales las personas estuvieron bien, el periodo es bueno; si no, es malo. Dado que tenía esta idea antes de entrar a la universidad, me sorprendió algo que oí en una de mis primeras clases, impartida por Frank Cyril James, ya fallecido, quien casualmente se graduó como Bachelor of Commerce en este mismo lugar, la London School of Economics, en 1923. En ese momento, James era director y vicerrector de la McGill University; allí, además de ocupar la dirección, todos los años impartía clases acerca de la historia económica del mundo, desde sus oscuros orígenes hasta el mismo año en que estuviera dictándolas. En mi caso -el año era 1958-, y en la clase acerca de la cual quisiera hablarles, James describía específicamente un segmento de la historia moderna, un cuarto de siglo, o poco más; lamento decirles que no logro recordar cuál era.
Pero sí recuerdo algo de lo que dijo al respecto, "Estos", dijo, haciendo referencia a los años en cuestión, "fueron tiempos excelentes en lo económico. Los precios era altos; los salarios eran bajos". Y prosiguió, pero no pude oír el resto de la oración.
No pude hacerlo porque me distraje tratando de descifrar si el profesor había querido decir lo que había dicho o si tal vez había intercambiado, por error, las palabras "altos" y "bajos": aunque no había estudiado economía, yo estaba convencido de que precios altos y salarios bajos suponían tiempos difíciles, no de bonanza. A su debido tiempo llegué a la conclusión de que James era demasiado cauteloso para haber cometido un error. Esto suponía que efectivamente había querido decir lo que había dicho. Y suponía, también, que al afirmar que habían sido tiempos de bonanza había querido decir que lo habían sido para las clases empleadoras, la gente de la que se revelaba así como vocero, ya que la combinación de salarios bajos y precios altos permite hacer mucho dinero a expensas de los trabajadores asalariados.
Por una vuelta al socialismo: o cómo el capitalismo nos hace menos libres. Gerald A. Cohen. 

Además de lo que dice sobre el papel de la economía y la instrumentalización de su buen o mal camino en función de los intereses de las clases dominantes, estos párrafos de Cohen pueden aplicarse a diversos ámbitos de la sociedad para recordar que las narrativas dominantes son, generalmente, las narrativas de la clase dominante.

En el ámbito sanitario tenemos varios ejes en los que se desarrollan dichas narrativas, existiendo en la actualidad un eje de especial tensión entre el discurso de la clase dominante y el discurso de las clases (vía la atomización de la clase obrera) de las clases dominadas: el eje "eficiencia clásica-equidad".

Decía Friedrich von Hayek (oráculo de la escuela austriaca de economía -liberales no igualitaristas-) que "debemos afrontar el hecho de que la preservación de la libertad individual es incompatible con una plena satisfacción de nuestros deseos de justicia distributiva".... ; en el panorama sanitario actual la libertad individual de la que habla Hayek se expresa, como dice Cohen, por medio de la libertad de mercado; esta libertad de mercado, en los sistemas sanitarios públicos se manifiesta a través de procesos como la entrada de la iniciativa privada en alguno de los puntos de la asistencia sanitaria (financiación, control, propiedad, provisión) o el impulso al funcionamiento de los servicios públicos con las características de las empresas privadas.

La eficiencia clásica es esa que genera la tensión frente a la equidad en salud, mientras que, como ya hemos comentado en este blog en otras ocasiones -haciendo referencia al genial artículo de Reidpath-, existe una visión de la eficiencia que integra la equidad sin llegar a presentar estos dos conceptos como antagónicos.

El discurso de las clases dominantes nos dice que hay que limitar los efectos redistributivos que pudiera tener un sistema sanitario público en favor de una selección de prestaciones que hagan de la eficiencia el principio rector del sistema. Ante ese discurso, se hace necesario articular una respuesta que muestre que la mejor forma de que un sistema sanitario obtenga buenos resultados, es que los obtenga de modo que sea la necesidad, y no la capacidad de pago o el padecimiento de enfermedades y procesos rentables, la que dirija el sistema.

9.3.14

Capacidad y responsabilidad individual: un aspecto clave en la salud pública

Últimamente muchas de nuestras lecturas giran en torno a las nuevas teorías de la justicia (cada vez menos nuevas... pasa como con las "nuevas tecnologías") y su aplicación al ámbito de la salud -o, mejor dicho, el papel de la salud en su formulación-. Uno de las lecturas más interesantes a este respecto es "Health Justice", de S. Ventakapuram, que es una aproximación al abordaje de las capacidades (A. Sen) en el ámbito de la salud.

Una de las preguntas que salen en casi todos los debates en los que uno trata de plantear el tema de la distribución de recursos en salud, la justicia distributiva, la justicia social,..., es el de la responsabilidad individual en la toma de las decisiones que acaban influyendo en la salud de un individuo/un colectivo. Por ello, y sin otro pretexto que el de poner la primera piedra de lo que será un tema recurrente en este blog, dejamos a continuación un párrafo extraído del libro de Ventakapuram donde aborda el tema de la responsabilidad individual desde la perspectiva de las capacidades.

"Desde la persectiva de las capacidades, los individuos se convierten en moralmente responsables de sus elecciones según sean sus capacidades, no de forma independiente a estas. Las elecciones que uno hace dependen de las opciones que uno tiene. Y, la conexión entre las elecciones personales y los resultados obtenidos sólo se pueden establecer después de tener en consideración el papel causal de los condicionantes biológicos, las condicines físicas y las sociales. Sin eso, podríamos estar haciendo plenamente responsable a la gente de decisiones de las cuales son, solamente, responsables de forma parcial."