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martes, 7 de septiembre de 2010

Biblioteca Hispanoamericana Septentrional. José Mariano Beristáin de Souza.





Cuenta don José  Mariano Beristáín de Souza en  el prólogo de  su obra,  que fue durante  su estadía en  Valencia donde  leyó  por primera vez el grueso tomo  en folio  de   la  Biblioteca Mexicana,  de Juan  José Eguiara  y  Eguren,  al  terminarlo   buscó con anhelo la  continuación de la obra, hasta  que  su  maestro D, Gregorio Mayans  y  Circar le  informó  que el libro  de Eguiara  no se había  continuado, y menos  concluido. El primer  impulso  del joven   fue  terminar la  obra;  las noble intención  se  vio  frustrada  por una serie de acontecimientos  hasta 1794 año  que regresó  a la Nueva España para  tomar posesión  de  la canonjía  que le ofreció  el rey en la  catedral metropolitana de México. La idea  original de  concluir  la  obra  cambió  y optó por escribir una  nueva. 
Si  bien, utilizó como base  los  trabajos de  Eguiara,  emprendió el   proyecto  bajo  otro plan y  método.  A  diferencia   de Eguiara tomó la  decisión de  escribir su libro   en castellano y  no en latín,  también  modificó la  clasificación al ordenar alfabéticamente  a los autores   por  apellidos y  no por sus  nombres. 
Registró todas  las  historias de América, todas  las crónicas  generales de las ordenes  religiosas, y  las particulares de la Nueva España, Santo  Domingo, Guatemala  se  excusó de no   abarcar la  América  meridional  advirtiendo  que la  fuerza  no le  iba  a  alcanzar.  Visitó todas las  bibliotecas  de  la ciudad de México, Texcoco, Tepotzotlán  Querétaro,   y encargó  que  se  hiciera lo  propio en Guadalajara  y Valladolid (Morelia) consultó  bibliografías  hispanoamericanas así  como también la  Biblioteca  Hispana de Nicolás Antonio.  






La muerte  sorprendió a Berinstáín  el  23 de marzo de 1817  cuando apenas llegaba  la impresión del primer tomo  a  la  página 184. La  obra se  publicó  por  cuadernos  y  los suscriptores exigieron que  no  quedara trunca  Con  el manuscrito  completo, fue  posible   continuar  el trabajo.  La  tirada de los  dos tomos  siguientes  se  redujo  al  número  de ejemplares estrictamente necesarios  para satisfacer  a los  suscriptores,  de  lo  que ha  resultado que los  juegos  completos, sean  muy  escasos.   El encargado de la   edición fue Antonio Valdés quién  dio  fin a  la biblioteca en 1821.  Lamentablemente dejó   sin imprimir los anónimos y los índices, que   por  no  ser  parte de  la serie alfabética podían omitirse sin que fuera notado  por el lector.


En  1842 se  avisó  de   una nueva edición  de  la obra  dirigida  por el Pbro. D.  Juan  Evangelista Guadalajara que  nunca  tuvo  efecto.  En  1863 la  Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística  acordó  que  se  reimprimiera  la Biblioteca, sin  embargo  debido a  la  corta capacidad  de su imprenta y  temiendo no    imprimirla   con el  decoro  necesario  la Sociedad  cejó  en  su intento.
En  1867 los  impresores Andrade y  Escalante  tiraron los   primeros  pliegos, pero los  acontecimientos  políticos de ese año los  obligaron abandonar  la empresa ante  la urgencia  de exiliarse.  Fue  hasta  1883 que  Fortino Hipólito  Vera    realizó la    segunda  edición  en el poblado de  Amecameca en la  Tipografía de Colegio  Católico. 3 vols. Nicolás  León comentando la  edición  lamentaba  que  se  hubiera   impreso en pésimo papel, en tipos casi ilegibles y  de manera  incompleta.  En 1897  José  Toribio Medina tratando de completar el esfuerzo  publicó los anónimos  en Santiago de Chile en la imprenta  Elzeviriana. 


Editorial Navarro festejando veinte  años de su fundación   llevó  a cabo la  impresión de la tercera  edición. El   editor Enrique  Navarro mencionó que el motivo   principal   para  pensar en una nueva  edición  de tan  importante  documento, se  debió  a la gran escasez del  libro. Mencionaba  que   no  tenían  conocimiento  se  hubiese puesto en  venta ningún ejemplar de la primera  edición, por lo menos de cincuenta  años  a la   fecha (1947). Que esta  edición  estaba  valorada  en varios miles  de pesos, y que  de la  segunda  se habían hecho también  muy  raros los  ejemplares, alcanzando  un precio  de varios  centenares. Para  otorgar el  valor  justo al  anterior  comentario habrá  que  recordar  que los hermanos  Enrique y Daniel  Navarro  antes  de   ser  editores  se  dedicaron por  muchos años  a la  compra venta de  libros antiguos,  a principios de siglo  XX poseían  un local  en el  legendario mercado del   Volador

La  tercera  edición  incluyó por primera vez los  anónimos, índices y  las adiciones  de Félix Osores, José Fernando  Ramírez,  García Icazbalceta, Nicolás León, José  Toribio Medina, Enrique  R.Wagner, y  otros  más
Además  se agregaron 5 capítulos que  venían  a complementar la obra:
- Tres  siglos de  imprenta y  de Editores en México.
- Primeros Impresores y Editores de la América Española,
- Filigranas en papel,
-  Marcas de fuego de las  antiguas bibliotecas conventuales
- Notas bibliográficas de  Genaro Estrada






Marcas de Fuego


Filigranas 


La Biblioteca de Beristáin contiene alrededor de  cinco mil  fichas  biobibliográficas  que  independientemente de  los comprensibles  errores y  naturales omisiones en las que  pudo incurrir el  autor  permanece   como   fuente  de consulta  obligada  al   interesado  en  cualquier  aspecto de lo que fue  nuestra   apasionante época virreinal.






Beristáin de Souza, José Mariano. Biblioteca  Hispanoamericana  Septentrional o  Catálogo  y  Noticias  de los  literatos  que  nacidos  o  educados, o  florecientes  en la América  Septentrional Española , han dado a luz  algún  escrito, o lo  han dejado preparado para  las  prensa. México. Ediciones  Fuente Cultural. 1947.

miércoles, 1 de abril de 2009

Bibliografía Mexicana del siglo XVI: Catálogo razonado de libros impresos en México 1539-1600. García Icazbalceta, Joaquín.


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Con la Bibliografía del siglo XVI quiero comenzar una serie de entradas que traten sobre las principales fuentes para el estudio del libro en México.

Me parece que no hay libro más apropiado para iniciar, que el de García Icazbalceta, el cual a pesar de sus 122 años de existencia sigue siendo una obra de consulta obligada para cualquier persona interesada en el tema. Después de cuarenta años de grandes trabajos y tras costear con  recursos propios la impresión, le fueron entregados al autor el 18 de diciembre de 1886 los primeros ejemplares de la Bibliografía Mexicana.
La Bibliografía incluye además de lo que sería propiamente el catálogo de libros, algunos interesantes ensayos como: La introducción de la imprenta en México, Los Médicos en el siglo XVI, La industria de la seda, los autos de Fe, y veinticinco biografías entre las que destacan la de Fray Pedro de Gante y la de Maturíno Gilberti, todos ellos realizados con la erudición y el rigor académico que caracterizaron a don Joaquín. Finalmente el libro se acompañó de hermosas reproducciones de todas las portadas que el autor tuvo disponibles por medio de fotolitografías, poniendo cuidado hasta en el más mínimo detalle.
La primera edición fue de 350 ejemplares, número que resultó insuficiente, ante la expectativa que había generado entre los estudiosos, aunada a la corta tirada habría que restarle los que no pudieron ponerse a la venta, debido a un desafortunado evento :
"El encuadernador de mi último libro me ha ensuciado y estropeado un gran número de ejemplares (más de 80) y voy a ver los que puedo reparar con los pliegos y estampas sobrantes".2 No se sabe en realidad cuantos se lograron reparar.

Los diez pesos en los que se vendió en 1886 no fueron obstáculo alguno para que se agotara en poco tiempo la edición. Ante la necesidad de contar con tan imprescindible texto el Fondo de Cultura Económica realizó en 1954 una nueva edición, teniendo el acierto de encargarle la misión a Agustín Millares Carlo quien no contento con reproducir lo hecho por don Joaquín, colocó las adiciones del mismo don Joaquín, las de Toribio Medina y algunas otras que se habían ido acumulado en los últimos sesenta y ocho años, conservó el planteamiento original y respetó el eje cronológico de presentación. Comprendiendo la doble naturaleza del libro se esmeró en hacer de esta útil herramienta un objeto hermoso, presentando un libro en 4o mayor, planos en tela, lomo cuajado, 581 pp. y 156 láminas. De nueva cuenta los 2100 ejemplares que se tiraron resultaron insuficientes. De esta edición, aunque escasa es posible todavía hacerse de algún ejemplar.

Curiosamente en la actualidad resulta más fácil y más barato adquirirla en el extranjero vía internet.









1. Edición de 1954.
2. Bernal, Ignacio. Correspondencia de Nicolás León con Joaquín García Icazbalceta. México. UNAM. 1982. p.140
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