SYLVIA
CELSO CASTRO
EDITORIAL DESTINO
128 PÁGINAS
SINOPSIS
Con su prosa ya característica, la nueva novela de Celso Castro es como un ovillo que vamos deshaciendo sin fin; una preciosa y triste historia sobre la esclavitud que supone el amor total, sobre todo cuando no es recíproco. Un joven poeta se enamora locamente de Sylvia, una bella mujer mayor que él con la que mantiene una tortuosa relación. Circundantes a la historia, encontramos los grandes temas del autor: la relación entre madre e hijo, la enfermedad y la búsqueda incansable de felicidad en el amor.
Esta es la gran, y temible, historia de una pasión arrolladora y no correspondida.
Hoy toca hablar de la última novela de Celso Castro, Sylvia. Hace unos años cuando vi en las novedades su novela "Entre culebras y extraños" me llamó la atención, pero más al referirse al autor como una de las promesas literarias con voz potente y única. No sé lo que leí para imaginarme que el autor era latinoamericano, y al ver la ficha editorial de Sylvia salí de mi error, Celso es gallego. Mucho mejor, es necesaria la llegada de voces autóctonas.
Los poemas suelen ser obras breves, normalmente en verso, que en pocas palabras consiguen transmitir y despertar al lector. Sylvia, es como un poema desgarrador, escrito en prosa en forma de relato breve, para transmitirnos el valor de un amor de verdad. Una obra mágica, en la que la brevedad no importa, a cada página la historia crece y crece hasta convertirla en una historia de amor en mayúsculas. Un amor de los que duelen y deja vacíos y tocados a los lectores.
No es extraño comparar el relato de Sylvia con la poesía. El protagonista es un joven atormentado que escribe poemas y se enamora de Sylvia, la subdirectora de la revista Minotauro. Una mujer mayor que él, escritora de poemas eróticos, alegre y con una sonrisa siempre dibujada que ilumina su rostro. No fue un amor a primera vista, para él fue un auténtico flechazo y la única razón para vivir. Un amor desesperante y culpable de todos sus males y desgracias.
"si nunca has suplicado de rodillas que no te abandonen, si no te has arrastrado a los pies de la persona que amas y no la has seguido babeando hasta el ascensor y por favor, por favor, y que harás lo que quiera, pero por favor... si no te has desgarrado en la soledad de tu casa, ni has besado su fotografía con una ternura que desconocías, ni has apretado su camiseta contra tu cara y la has olido y la has empapado con tus lágrimas, entonces es mejor que me dejes en paz y te vayas por ahí, porque no entenderás ni una palabra de lo que quiero contarte, ni una sola palabra."
El protagonista, del que desconocemos su nombre, es un joven de veinte años que vive con su madre. Su padre se suicidó en una celda y él arrastra el pasado tormentoso a pesar que su madre lo protege como a un cachorrito. Es un viejo conocido de la policía por sus ataques violentos y los excesos con el alcohol. Su vida se hace añicos y al igual que la vitrina del comedor que destrozó a puñetazos, nunca conseguirá unir otra vez los cristales y reorganizar su entereza. La madre cree que todo es culpa de la trágica muerte de su marido, y no entiende que su hijo sumido en un pozo sin salida, acusa de su desgracia a Sylvia, la mujer que le ha robado el corazón.
Sylvia es la pasión y la diosa del amor que el protagonista se encarga de darnos a conocer. Como si lo tuviéramos delante nos habla de tú a tú, de forma directa y a veces levantando la voz, evitando que se escape el mínimo suspiro de amor. Una historia de amor no correspondido como él esperaba, un amor que aumenta el tono y desemboca en una furia violenta. Y es que el protagonista es un joven incontrolable que absorbe nuestra atención. Es como el mar, imprevisible, bonito cuando está en calma y muy violento cuando hay temporal.
El protagonista tiene doble personalidad, unas veces está arriba con la furia de un animal y otras no para de llorar como si de un bebé se tratase. No importa, siempre tendrá la sobreprotección de su madre. El chaval es un joven enfermo que capta toda nuestra atención y nos acerca a Sylvia, esa mujer que conocemos a través de sus ojos y sus palabras. Una imagen que no se nos olvidará, porque la sentimos muy cerca. Celso juega con el lector y su protagonista, el texto en primera persona parece ir directo a absorber nuestra atención, a la vez que nos deja llenos de heridas de guerra, al despellejarnos con un texto íntimo y sangrante. Aunque también podría ser el monólogo de un enfermo delante de la consulta de su especialista, en la que relata su historia sin seguir un orden, saltando del presenta al pasado y viceversa.
Llama la atención la particular escritura del autor con la ausencia de mayúsculas. Al inicio las echamos en falta, por la costumbre, pero enseguida la prosa es tan absorbente que lo importante es conocer a Sylvia.
Sylvia es la historia en minúsculas, de un joven sin nombre y sin futuro, frente al amor en mayúsculas. Una narración no apta para lectores sensibles.