Sinopsis:
Guy Roland es un hombre sin pasado y sin memoria. Ha trabajado durante ocho años en la agencia de detectives del barón Constantin von Hutte, que acaba de jubilarse, y emprende ahora, en esta novela de misterio, un apasionante viaje al pasado tras la pista de su propia identidad perdida. Paso a paso Guy Roland va a reconstruir su historia incierta, cuyas piezas se dispersan por Bora Bora, Nueva York, Vichy o Roma, y cuyos testigos habitan un París que muestra las heridas de su historia reciente.
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"No soy nada. Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café"
Así empieza "Calle de las tiendas oscuras" de Patrick Modiano, una novela que imita un scrapbook literario. La historia avanza a trompicones, la acción se resuelve en una pila de fotos amarillentas e hilos hechos de palabras faltas de contexto, los viejos registros de teléfonos persiguen fichas que parecen sacadas de una novela detectivesca.
"Calle de las tiendas oscuras" es una investigación policiaca, donde el sujeto y la víctima son los mismos - el propio "yo", el protagonista, Guy Roland. El detective se persigue a si mismo, desmenuza su pasado que cubre un grueso vendaje del olvido y de negación. Se atreve a perseguir la respuesta a una pregunta peligrosa: "¿quién soy yo?" Intenta reconstruir su pasado, filtra la materia densa de la subrealidad, aisla frases y acontecimientos con tal de uniros y reproducir su pasado.
Los fantasmas que pululan en los sótanos del pasado, los ecos torturados por el pluscuamperfecto siguen los pasos de Guy Roland. Él es un valiente investigador privado que se dispone a recorrer las callejuelas de Paris en pos de su identidad perdida/destruida. Rebusca entre los escombros de sus amores y sus amistades, debajo de gruesa capa del paso de tiempo, identifica poco más que el olvido y el miedo. Es complicado decir si lo que encuentra le satisface y más complejo aún discernir qué pretendía encontrar. Puede que su determinación no hizo otra cosa que derribar los restos de esperanza y arder con la llama del vacío y sinsentido.
Dice
Modiano en una de las entrevistas:
"Me fijo en elementos que existen realmente: calles, personas, e intento infundirles misterio. Creo firmemente que incluso las cosas que nos parecen más banales contienen un misterio que, si uno las mira fijamente, acaba por desvelarse, como todo tuviera una especie de subrealidad. Hay misterio en todo."
Confieso mi debilidad por temas de existencialismo explayados en un paisaje urbano, un terreno crudo que roza nuestras almas con inexplicable hostilidad y amenaza con la aniquilación de la identidad. Por esa misma razón me enamoré enseguida del estilo fragmentario, arrancado, incompleto de Modiano, quien como nadie, consigue crear un ambiente sombrio y neblinoso. Un aire gélido del misterio atraviesa sus novelas, marcándolas de vacío y duda, de incerteza paralizante. Admito mi fascinación por el "submundo", la capa onírica - lo que cuentan rincones oscuros, rostros desdibujados, siluetas oscuras, los interiores de cajas y sótanos. En esta novela de Modiano, la realidad olvidada se pasea en paralelo con la realidad imaginada, tiene sus propios recorridos, sus interpretaciones inventadas que coexisten con el mundano día a día.
El espíritu modianesco ya forma parte de mí, me acompaña en el metro, comparte conmigo la soledad urbana, sufre junto a mí la fuerza de la nada que se nutre de la debilidad y la selectividad de la memoria humana. Cuando pensaba en sus libros, en los portales abandonados de Paris, las puertas a las que nadie llama, me acordé de uno de mis fotógrafos favoritos:
Jeanloup Sieff, parisino, viajero, soñador. Creo que sus fotos maravillosamente explican la sensación de aislamiento, soledad y el estigma de la realidad fragmentaria - los componentes que dominan en la prosa de
Patrick Modiano.