BIENVENIDOS A "LIBELULARIAS" CON LOS TEXTOS LITERARIOS DE MARTA ALICIA PEREYRA BUFFAZ.

Iniciado el sábado 4 de octubre de 2008 en la ciudad de Morteros, provincia de Córdoba, República Argentina y aquí continúo.

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jueves, 23 de octubre de 2008

60. CARTA DE AMOR DE UNA VAMPIRESA




Vampiria, 14 de febrero de 2005


Ubel, mi eterno amor:

Es la hora en que los pájaros vuelven a sus nidos, los murciélagos van dejando sus refugios y las luces de la ciudad comienzan a parpadear somnolientas porque el asesinado sol se muere en la hemorragia de sus heridas crepusculares.

Yo estoy saliendo de mi letargo y atisbo la noche recién nacida, mis recuerdos de otras noches de mi eterna vida se me agolpan en la memoria cuando, de entre las nieblas crepusculares de la cercana esquina en penumbras porque están rotos los faroles, apareces y me hechizas con tu silueta aristocrática, tu rostro juvenil y fresco, el cabello oscuro cayendo sobre tu frente... ¡Oh, tu cuello poderoso! Tus espaldas y tu torso llenos de fortaleza viril y vital sobre una pelvis singular y erguida sobre las férreas columnas de tus piernas.

Tu figura y tu juventud toda me encienden de desmesurada sed de beberme tu vida y sé que te seguiré por cielo y tierra hasta hacerte mío por toda la eternidad.

Bajo volando desde mi atalaya y te seduzco y envuelvo en la nube de mi antiguo poder. Me miras al fondo de mis ojos donde anida la noche, recorres mi cabellera más negra que el plumaje de los cuervos, mi suave piel del blancor de la luna y mi boca de maduras fresas sonriendo sólo para subyugarte. Vibran para ti, mi pecho generoso y mis caderas suaves sobre mis piernas esculpidas en una marmórea piel que guardan la entrada a tu eterno paraíso de lujuria que te hará mío para siempre. Me envuelven velos suaves de negras gasas que me dibujan en la noche con fragmentos de luna y memorias del tiempo, mientras en lo alto brillan millones de diamantes en el cielo.

Ya estás hipnotizado por el deseo de auscultar todos mis secretos y te vas a tu casa fascinado y absorto en tu nuevo sentimiento. Tal vez te acostarás en tu cama y yacerás con tu mujer, pero tu alma y el torrente de tu pasión circularán por tu sangre aguardando mi llegada.

Yo te sigo en el laberinto urbano y voy siguiendo tu rastro metamorfoseada en loba. Llego a tu casa, atravieso la reja y corro entre la hierba dentro del cuerpo de una frágil araña, llego a tu ventana e ingreso en tu dormitorio entre el aleteo de tus blancas cortinas, allá te diviso tendido en tu cama junto a la que llamas esposa.

Retorno a mi figura de hembra de la casta de Lilith y me dirijo a despertarte con mis besos y mi concupiscencia sexual y te prometo la eternidad. Me agacho sobre tu rostro y tu cuello; mi boca se bebe, sedienta, tu fuego. Entreabres tus ojos adormilados y sorprendidos que se encienden y se pierden en los míos. Los entrecierras para concentrarte en el más perfecto gozo y me abrazas, me ayudas a tenderme a tu lado en tu lecho matrimonial. Yo sólo sé que sin ti moriré y te beso con arrebato porque será la última vez que lo haga para beber tu sangre. En ese beso me ofrendarás vida y yo te entregaré, a cambio, eternidad. Me harás tuya y serás mío para siempre cuando me penetres victorioso y te sacies. con mi voluptuosidad.

Luego, después de haber contenido suspiros y gemidos en este orgasmo inigualable, dormirás lánguido y desfalleciente y dejarás de ser un común mortal porque te habrás transformado en un eterno seductor de las tinieblas, mi semejante: un vampiro y mi eterno amante.

Esta carta, que dejaré al lado de tu cama, sobre tu mesita de luz, la hallarás cuando despiertes desorientado y confundido y, tal vez, con un apetito de pasión desmesurado. Tendrás ansias de oscuridad, estrellas y lunas, pero no estaré a tu lado para saciarte. Yo me habré ido, no puedo quedarme a esperar a mi enemigo: el día. Tu antigua esposa no se enteró de nuestro amor de anoche, pero en la mañana te observará extraño. Piensa qué explicación le darás de tu nueva existencia. Descansa durante el día porque esta noche tendrás que salir de cacería para alimentar tu eternidad con sangre fresca y cobrar nueva vida.

Mi amado, te espero en Vampiria, nuestro mundo, ya que allí seremos felices por los siglos de los siglos. Te beso con mi húmeda boca roja de tu sangre.


Vampiresa




Marta Alicia Pereyra
Morteros,14-02-05

59. CARTA DE AMOR DE 1947



Villa María, 15 de septiembre de 1947.


Mi querida Avelina:

¡Cómo quisiera correr junto a ti para escuchar de tus labios que me has extrañado, que me quieres un poquito más y que también ansiabas estar conmigo!

Hoy domingo, como no he podido viajar a visitarte, me he puesto, durante la tarde, a releer todas tus cartas que conservo con particular e inmenso cariño. La primera de ellas está fechada el 2 de julio de 1946, día en que comenzó nuestro intercambio epistolar. Ésa y varias más me las dirigías con solemnidad exagerada: “Señor Federico Hipólito ...” “De mi mayor aprecio”. Con un estilo semejante lo hacía yo. Ahora, apenas si ha pasado un año y ya nuestras cartas son diferentes porque hemos sabido, quizás, interpretar el mutuo cariño de nuestros corazones. Quizás porque has comprendido el inmenso amor que siento por ti, mi amada Avelina. No quiero dudar que me quieres, que me amas de verdad, que en tu corazón sientes con tristeza el momento en que me separo de ti.

Día a día mis ilusiones y mis anhelos están puestos en ti porque siento que mi alma está inundada de tu ser, de tu afecto y de tu pasión al saber que me perteneces, que me quieres y que deseas ser enteramente mía.

Amada mía, sé que me quieres, pero eso no es suficiente para que dos personas se unan eternamente. Es necesario que me comprendas, que me toleres y que nunca haya asperezas entre nosotros. No me agradaría que vieras alguna falla, algún defecto y no tuvieras la confianza de observármelo, más si sufrieras al callarlo. Hemos llegado a tenernos tal confianza por nuestro amor que nos vemos sin reservas y de igual a igual, pues es imprescindible que nos conozcamos sencillamente como somos, sin afectaciones y con sinceridad. De esta manera, nuestro cariño no tropezará, después, con asperezas que puedan producir resquemores entre mi cariño y el tuyo.

Te llamará la atención que te diga todo esto ahora, pero es necesario que nos comprendamos bien y estemos preparados para el feliz día en el que unamos nuestras vidas, como ya lo están nuestros corazones y nuestras almas. Esta reflexión me la ha sugerido la frialdad de nuestras cartas que no parecen de enamorados prontos a comprometerse el 28 de este mes y dispuestos, Dios mediante, a unirse en la vida con el bendito sacramento del matrimonio.

Me extraña que todavía no seas confidente conmigo hablando personalmente y, en cambio, lo eres, aunque no en la medida de mis deseos, cuando me escribes. Me llama la atención tu pudor para hablarme de nuestro amor cuando estamos juntos, con la misma soltura e intimidad con que lo haces en tus cartas y estos me hace pensar que no adquieres, que no tienes o que no logro infundirte la confianza que es necesaria para la unión espiritual durante nuestro noviazgo antes de la unión matrimonial. He de decirte que aún me parece que me trataras con reserva, con respeto o como a un amigo en tu manera de actuar, en tu conversación y en la poca intimidad que nos rodea cuando nos vemos.

Esta “explosión” de mis sentimientos quiero que la entiendas bien y que la tengas siempre presente. He comprendido tu interés por pertenecerme cuando hablabas de nuestro casamiento y los sacrificios que te has impuesto para hacer tu ajuar de novia y el de nuestro futuro hogar que me has enseñado durante mis últimas visitas y estoy complacido por ello.

Darás afectuosos saludos míos y de mi familia para la tuya y vos recibe la seguridad de mi amor y muchos, muchísimos besos.




Federico


Marta Alicia Pereyra
Morteros, 12-02-05


58. CARTA A UN AMOR INOLVIDABLE



Córdoba, 9 de febrero de 2005


Inolvidable amor:


¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos?... ¡¡Toda una vida, amor mío!!

¡Cuántas veces busqué tu rostro en el rostro de otros hombres! ¡Cuántas veces creí o quise ver tu silueta entre la multitud de cada noche veraniega del mes de enero! Sí, siempre supuse que estabas de vacaciones debido a la feria judicial!

Tus ojos dorados por el tiempo, que los rodeó de sorprendentes arruguitas, brillan con picardía en mi memoria. Tu cutis de trigo y de miel acaricio; recorro, con la yema de mis dedos, tus ojos, tu nariz, tu boca, tus orejas y te beso mil veces en mi loca fantasía. Tu boca sonriente se pliega en la comisura de los labios y, hoy como ayer, la consiento con la mía y mis ojos turbados se tornan a mi recuerdo. Tu voz viril y tu risa resuenan en el eco de mis oídos. ¡Cómo deseo olvidarte como me olvido de tantas cosas que me resultarían tan útiles si las recordara! ¡Qué absurda e incoherente es la memoria!

Tu silueta me aguarda en la playa y me mira desde tu hombría y madurez hasta hacerme doler mi tierna juventud inexperta de aquellos tiempos. Tus besos... ¡Oh!... Tus besos y caricias hechos de lunas y soles recorrieron mi piel y los vuelvo a sentir como ecos de fantasmas en cada sitio donde nos citamos.

¡Muchas veces grité tu nombre en silencio! Busqué tus datos para saber si vivías -¡pobre esperanza!- y descubrí tu casa, allá me dirigí, pero no tuve el coraje de acercarme y comprobar tu olvido. También busqué aquel viejo bar de estudiantes, pero ya no estaba, en su lugar habían construido un edificio y así pasó con tu antigua oficina. ¡Sin dudas que el dios Cronos ha hecho su trabajo!

Quiero atesorarte para mí y, aunque sepa que te has casado y que tienes hijos, yo te oculto en mi corazón como mi amante. A pesar de que yo también me haya casado, recorro las playas, el río, las sierras y los parques tomada de tu mano o de tu brazo e imagino tu olor que te trae del pasado.

En aquel entonces te amé con pasión reverencial y te temí por tu experiencia de hombre. Ansiosa, cancelé las citas, pero te adheriste a mi recuerdo y cada noche veraniega que se puebla de fiestas, vuelve mi subconsciente fatídico a emprender una renovada búsqueda de aquellos besos fantasmales. Mi locura llega a inventar argumentos para diálogos telefónicos para volver a oír tu voz, pero ninguno de ellos me convence ni, creo, te podrán parecer creíbles.

Debo ser bastante insensata para escribirte, pero lo hago llevada por mi tonta ingenuidad que me hace pensar que, a lo mejor, no te has olvidado de esa jovencita de ayer que anida en mi pecho de mujer y quiero que sepas que nunca volví a vibrar de pasión tan encendida como la que hiciste arder en todo mi ser. ¿Me animaré a enviarte esta carta el Día de San Valentín? ¡A él encomiendo mis sentimientos!

Te besa con amor.

Marilina



Marta Alicia Pereyra
Morteros, 09-02-05
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