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miércoles, julio 02, 2014

'Tokarev', el género Nicolas Cage empeora cada vez más

Hace tiempo que el frenético ritmo de filmación de películas que Nicolas Cage emprendió después de arruinarse le convirtió, en sí mismo, en un género. Es ya un tópico clásico hablar de "una película de Nicolas Cage". No son de acción, no son thrillers. Son "de Nicolas Cage". Y ese género empeora cada vez más. Tokarev es una de las peores películas que ha hecho el actor en la última década, y eso que hay bastante donde elegir. Y ya no es que sea mala porque Cage se haya empeñado en interpretarse a sí mismo siempre malencarado, absolutamente intercambiable entre una película y otra. Es que Tokarev naufraga en demasiados elementos como para tomársela en serio. El guión es un desatino importante, con enormes lagunas narrativas, con personajes que se sacan de la pantalla cuando sobran, con explicaciones que están lejísimos de ser satisfactorias, e incluso fallos de continuidad y de montaje. Son sólo 98 minutos y se hacen largos. Con eso está dicho todo.

Pero aún así se pueden decir muchas cosas. La primera obliga a reincidir en la importancia capital de Nicolas Cage, porquesu presencia hace que sus películas ya no se puedan tomar en serio desde hace muchos años. Incluso aunque de vez en cuando haga alguna salvable (como Señales del futuro, a pesar de su poco satisfactorio final), o incluso una de esas malas películas en las que uno se lo pasa bomba (Furia ciega). Pero es que son tantas malas películas, saltando siempre entre el thriller, la aventura y la fantasía, que resulta difícil incluso sentarse ante una cinta del actor con ciertas pretensiones de encontrar algo digno. Y eso que no deja de rodearse de actores interesantes o al menos conocidos, pero no hay manera. Va a alcanzarse un punto en el que Cage se va a convertir en el mejor actor cómico involuntario del cine contemporáneo, porque por dramáticas o intensas que sean las escenas que interpreta es imposible recibirlas como en teoría están planteadas en los guiones.

Ahí, en todo caso, está la clave del naufragio de Tokarev, en su guión, muy por debajo de lo que pueda ofrecer Cage, que es culpable de aceptar la película pero no de sus demás errores. Para empezar, la película tarda un mundo en arrancar. Sin conocer la sinopsis, es una misión imposible saber de qué habla el filme en una larga y no demasiado justificada introducción (que no es cuestión de comparar, pero a uno le viene a la cabeza cierta película de Clint Eastwood que tiene una premisa ligeramente parecida...). Luego, realmente no se sabe dónde va. De lo que viene después se da una explicación espléndida en uno de los diálogos de la película, cuando se habla de la facilidad con la que se dispara para después acabar haciendo preguntas. Eso es Tokarev, que no en balde lleva por título el nombre de una pistola. Muchos disparos, un poco de violencia, personajes superfrluos (que alguien le dé una película decente a Rachel Nichols, que desde G. I. Joe acumula muchas mujeres floreros) o de relleno (qué pena ver así a Danny Glover) y explicaciones rocambolescas.

Si todavía tuviera un ritmo decente o unas escenas de acción bien llevadas, algo de chispa en el guión o algún personaje que sobresalga por algún motivo, la película todavía se podría agarrar a algo. Pero por desgracia no es el caso. Tokarev quedará sumergida en el mismo pozo en el que se olvidarán otras tantas películas de Nicolas Cage como Bajo amenaza, Contrarreloj (muy probablemente la peor de la filmografía más reciente del actor) o El pacto, que son títulos con los que comparte bastante elementos en común en cuanto a su historia, sobre todo con la segunda (una venganza que mezclan elementos familiares y de la mafia), y con respecto a los cuales se sitúa incluso por debajo, lo que ya es decir recordando el bajo impacto que generaron ambas. Desde cualquier punto de vista, insalvable como thriller de acción. Como película de Nicolas Cage, casi se puede decir que está en la media, aunque algo por debajo. El género empeora cada vez más.

domingo, marzo 24, 2013

'Los Croods', algo más que 'Los Picapiedra' en 'Ice Age'

La primera impresión previa a ver Los Croods lleva a pensar que es una mezcla entre Los Picapiedra y Ice Age. Y resulta que lo es. De la primera transforma el prototipo de sus protagonistas y les lleva a un estado evolutivo diferente para convertirlos en auténticos cavernícolas. De la segunda, toma el viaje, la montaña rusa, la búsqueda de un lugar a salvo de la destrucción del mundo que se avecina. Pero, al final, y aunque siguiendo muchos lugares comunes, lo que queda es una película muy divertida, tanto en su historia como en sus personajes, en los principales y en los secundarios, con un nivel de animación bastante notable, en algunos momentos deslumbrante. Por supuesto, esta primera película de Dreamworks distribuida por Fox recorre los caminos más habituales del cine de animación moderno, conflictos familiares y personales ya vistos y las moralinas de siempre, pero Los Croods cumple con lo que prometen: diversión para toda la familia que confirma la buena línea que sigue el estudio en los últimos tiempos.

Admito que la mencionada mezcla no me llamaba mucho la atención. Veo a Los Picapiedra con demasiada nostalgia y Ice Age no se encuentra entre mis sagas de animación favoritas. Pero me gusta mucho el rumbo de Dreamworks en los últimos años, dejando los divertimentos más infantiles para sus sagas de protagonismo animal (Madagascar, Kung Fu Panda) y arriesgando algo más o, al menos, ofreciendo propuestas algo más diferentes en el resto de sus propuestas. Así, en poco más de tres años hemos podido ver Monstruos contra alienígenas, Cómo entrenar a tu dragón, Megamind y El origen de los Guardianes, títulos atractivos, mejores o peores, que se alejan de las temáticas más trilladas del cine de animación, que apuestan por la fantasía e incluso por la ciencia ficción y que buscan ir más allá de la típica historia de animalitos. Y llega Los Croods. Y aceptando las limitaciones que tiene de partida o el deseo de repetir algunas fórmulas que funcionan, sólo puedo decir cosas positivas sobre ella.

Primer mérito indiscutible: apenas siete personajes con diálogo en la película y unos cuantos bichos prehistóricos para reforzar la comedia. Los Croods (por cierto, error de traducción, ya que tendrían que haber sido los Crood) es una familia de cavernícolas, comandada por Grug, el padre de familia. Junto a él, su esposa, Ugga; su suegra, Gran; y sus tres hijos, Eep, Thunk y Sandy. La mayor de los tres, Eep, es ya una adolescente que sueña con ver el mundo que le rodea, en contra de los deseos de un sobreprotector padre, que entiende que no hay nada mejor que la seguridad de la caverna en la que vive toda la familia y que sólo abandona para conseguir comida. Pero la curiosidad de Eep hará que salga de la cueva sola y de noche. Y se topará con Chico, un muchacho algo más evolucionado con el que conecta de forma inmediata... después de que le enseñe el fuego. Y como la tierra tiembla el mundo se acerca a su fin, los Croods tendrán que afrontar el momentos más importante de sus vidas.

Segundo mérito, este más o menos discutible: la interacción entre los personajes es espléndida. Desde la historia de amor juvenil entre Eep y Chico, hasta los celos paternales de Grug, pasando por la divertida interacción del padre de familia con su suegra o la comicidad absurda (pero no estúpida) de Thunk. Quizá el personaje más intrascendente sea el de la madre, que no termina de encontrar el momento de lucimiento que sí tienen todos los demás, pero el conjunto es bastante efectivo. Y el uso de los animales como motores de la acción y de la comedia es perfecto. Y tercer mérito: visualmente es impresionante. Las escenas de destrucción volcánica son verdaderamente asombrosas y más dignas de una película de acción real, de esas que tanto gastan en efectos digitales que a veces parecen dibujos animados, que de una de animación como ésta. ¿El resultado? Una película divertida y emocionante, que usa con cierto el tópico de abrir la narración con un estilo de animación diferente y que se guarda una mínima broma final con una clase de los divertidos y coloristas (parte del riesgo del filme) animales que se cuelan en la historia.

Para acabar, propongo un debate que sé que tengo perdido de antemano. Obviamente, y siendo una película de dibujos animados más todavía, en España muy poca gente verá Los Croods en versión original. Sin embargo, para mí es necesario decir que de lo más destacable de la película es precisamente su reparto original. Una divertidísima Emma Stone muestra una espléndida química con Ryan Reynolds, y Nicolas Cage (sí, Nicolas Cage también está aquí) hace su mejor interpretación en años sin necesidad de que se le vea en pantalla. Dado el nivel que a veces sufrimos en el doblaje en España, y especialmente esa irritante tendencia de colocar a los famosos de turno para doblar películas de animación, me parece necesario insistir en que la voz es una parte esencial de la interpretación. ¿Y qué mejor forma de inculcar esa importancia a las generaciones futuras que viendo dibujos animados tal y como fueron concebidos? Lo sé, una batalla perdida de antemano, pero el gran trabajo de los protagonistas de Los Croods merecía que lo intentara de nuevo. En todo caso, asumo que el doblaje no se llevará por delante esta vez los muchos méritos de la cinta.

martes, septiembre 25, 2012

'Contrarreloj', Nicolas Cage como género

Después de unos años de frenética actividad, parece que ha llegado el momento de considerar a Nicolas Cage como un género en sí mismo. Las suyas ya no son películas de acción, o de serie B, o de fantasía, o de ciencia ficción. Son películas de Nicolas Cage. Sin más. Siempre hace el mismo tipo de personaje que casi siempre va de negro, siempre corre mucho, no hay película de Nicolas Cage en la que no tenga que huir de alguien o perseguir a alguien, y casi siempre lo hace porque hay algún familiar amenazado por algo. Cambia el envoltorio, el escenario y el motivo que le impulsa, pero nunca la cara de Nicolas Cage, centro neurálgico e irremediable de todas las películas que ha rodado en estos últimos años. Contrarreloj, sin ser nada del otro jueves, no tenía pinta de ser una de las peores (es muy difícil igualar todo lo negativo que tenía En tiempo de brujas), pero entonces llega su terrible final, risible, bastante esperpéntico, y se carga todo el liviano entretenimiento que podría haber conseguido esta película e su hora y media anterior.

En Contrarreloj, Nicolas Cage es un ladrón que trabaja con otras tres personas, pero después de uno de sus atracos brillantemente planificados (su montaje paralelo, lo más acertado y llamativo de toda la película) las cosas se tuercen y entonces dejamos de ver una película de ladrones para ver otra de padre preocupado. Mejor no saber más sobre el argumento. La primera parte de esa película funciona razonablemente bien. La segunda no comienza mal. Nada nuevo en el horizonte, eso está más que claro desde el principio, pero tampoco es terrible. Sí, la chica (Malin Akerman, la de Watchmen) es poco más que un florero. Precioso, pero florero. Y la película hasta lo dice (lo del "masaje visual" es su mejor hallazgo). Sí, la hija adolescente rebelde (Sami Gayle) es muy rebelde pero en el fondo no lo es. Sí, el oponente inicial es un actor de cierto prestigio (Danny Huston) que tampoco le pone demasiado picante a su personaje porque con su presencia tendría que bastar. Y sí, el malo real (Josh Lucas) es un personaje pasado de vueltas que tiene que ser malo malísimo y que es el causante del delirante, incomprensible e insalvable clímax de la película.

Como Contrarreloj podría ser perfectamente intercambiable con alguna otra película reciente de Nicolas Cage, hay que buscar la diferencia con las demás en el envoltorio. La ciudad escogida es Nueva Orleans, y el momento en el que transcurre la segunda mitad del filme es su carnaval. En realidad valía cualquier otra fiesta que reuniera multitudes en la calle para cubrir algunos de los más flagrantes excesos del guión. Simon West, como ya ha demostrado en la más que reciente Los mercernarios 2, es un director impersonal que no saca partido del material que tiene entre manos. Sus escenas de acción son aquí bastante más confusas que en el vehículo para el lucimiento de Stallone y otras viejas glorias, y la forma en la que rueda y monta el final (hay un momento que casi parece una mala parodia del primer Terminator en el que es imposible no reírse) es torpe y tramposa a partes iguales. Ni siquiera un epílogo agradable (made in Hollywood) pero totalmente fuera del tono de la película y de los personajes consigue despertar simpatía. El final se ha comido cualquier juicio positivo.

Es difícil no ver Contrarreloj como otro producto perecedero más con Nicolas Cage como protagonista. El guión de David Guggenheim (El invitado) está más pendiente de las carreras que de los retratos de los personajes, y por eso la inconsistencia es otro de los defectos de la película. Pero si Contrarreloj no consigue salvarse de la quema, no hay que preocuparse. Nicolas Cage como género sigue adelante. Tiene ya en postproducción dos películas, está rondando otra, tiene cuatro en preproducción y una más anunciada. Todo es cuestión de esperar hasta la siguiente y volver a pensar otra vez en la incontenible presencia del actor en el cine de los últimos años. Pero sólo en su presencia, porque su permanencia en la memoria es nula. Y eso que alguna que otra película interesante sí que ha hecho en estos años (Señales del futuro, Next o la delirante Furia Ciega). Pero Contrarreloj se hunde al final irremediablemente.

viernes, julio 13, 2012

'El pacto', idea atractiva de inverosímil desarrollo

Tomarse la justicia por su propia mano es el punto de partida de docenas y docenas de películas y personajes de cine, ya desde los años 70, década en la que la violencia se apoderó de la pantalla para ya nunca más abandonarla. Por eso, la idea de El pacto no es del todo original. Pero sí es atractiva y este filme añade además un giro interesante a tan manida propuesta. Lo malo es que su desarrollo aquí es francamente inverosímil. Da para sostener una ficción entretenida, pero no para desarrollar una historia completa y satisfactoria. Nicolas Cage, en una de sus numerosas apariciones cinematográficas de los últimos años, tampoco parece ser el actor adecuado para dar vida a este profesor primero desolado, después desquiciado y finalmente capaz de las más complicadas proezas. Algún que otro momento bien llevado no termina de compensar la sensación que deja un final inverosímil.

Si alguien nos ofreciera una venganza limpia y que no nos involucrara contra alguien que hubiera atacado a una persona muy querida para nosotros, contra un delincuente que sabemos que la Justicia no juzgará en condiciones y a cambio sólo de un favor futuro que no nos especifica en el momento de la oferta, ¿aceptaríamos? Esa es la pregunta que plantea El pacto. Una pregunta tan atractiva como turbadora, porque abre un apasionante debate moral, algo que siempre enriquece una película. Pero es, por desgracia, una pregunta que se queda en la primera mitad de la película, para dar paso a un thriller más convencional y mucho menos arriesgado de lo que se podía intuir sobre el papel. Fascina la idea de que pueda existir una asociación clandestina que se dedique a algo así, a vengar a quienes no pueden vengarse, pero llega un momento en la película en que ese argumento se tambalea por todas partes y hace del todo inverosímil la premisa.

Es decir, que estamos ante la enésima buena idea que acaba perdida en la rutina del cine de acción moderno. Un poco la sensación que dejó, por ejemplo, Un ciudadano ejemplar, aunque aquella tenía más méritos que ésta. El protagonista (Nicolas Cage), un profesor de instituto sin especiales aptitudes físicas, se convierte de repente en un hombre imparable para la misma asociación que se nos vendía como un grupo lleno de recursos y posibilidades. En su primera parte, el personaje sí es creíble. Es un hombre desbordado, que sufre un duro golpe a través de su mujer (January Jones) y que se muestra dispuesto a firmar un pacto con el diablo para hacer justicia. También es fascinante el retrato del hombre que le ofrece esa justicia (Guy Pearce). Pero los tres se diluyen cuando el desarrollo desborda las posibilidades del argumento. Cuando el hombre corriente se convierte en un hombre excesivamente extraordinario y el hombre impresionante en un psicópata sin más.

Nicolas Cage se ha metido en una imparable vorágine laboral que le ha llevado a completar once películas en los últimos tres años. Y, siendo además un actor limitado, da la impresión de que a veces las hace con el piloto automático encendido. No sé si hay mucha diferencia entre este personaje y muchos de los otros que ha interpretado en este tiempo (inevitable pensar en la más reciente, Bajo amenaza). Tampoco hay química con su pareja, January Jones, una actriz muy fría. Guy Pearce sí convence, pero, insisto, sólo en la primera mitad de la película, cuando aporta un halo de misterio. Después todo se desmadra. Roger Donaldson, director de este filme, tiene cierto oficio, el que le ha otorgado director películas notables como No hay salida o Trece días. Pero no termina de cogerle el pulso a la película con el suficiente vigor (¿cómo habría sido esta película en manos de Sam Peckinpah?) como para marcar una diferencia con respecto a otros títulos que parten de premisas muy parecidas.

Vista sin demasiadas pretensiones, El pacto puede aguantar como un entretenimiento de bajo nivel, con algunas escenas que sí manienen la tensión necesaria y el interés por saber cómo va a continuar la historia. Puede, incluso, despertar el debate al que anima el planteamiento inicial y dejar para después de la película la pregunta de qué haríamos cada uno de nosotros ante una situación así y si podría existir una organización como la que se plantea. Pero lo cierto es que no convence y no engancha. Los personajes no terminan de estar bien desarrollados y los que sí lo parecen en algún momento acaban diluídos en una película corriente que, excepción hecha de Guy Pearce, no parece contar con el reparto adecuado. Película fallida.

jueves, marzo 01, 2012

'Bajo amenaza', thriller rutinario

Nicolas Cage se está convirtiendo en todo un peligro previo para cada película que interpreta. Verle en un cartel en estos tiempos trae a la mente sus problemas económicos y su necesidad de hacer cualquier cosa para ganar dinero, sin importarle la calidad del producto en cuestión. Bajo amenaza no es de las peores películas que ha hecho en los últimos tiempos y, de hecho, no empieza mal del todo aunque sí de una forma ya vista en tantas ocasiones que es imposible marcar diferencias. Pero sí que es un thriller convencional y rutinario, por mucho que detrás de las cámaras esté un Joel Schumacher en constante reinvención y su principal compañera de reparto sea Nicole Kidman, una actriz que tampoco parece estar destacando demasiado con sus últimas películas. Nombres que dan cierto caché pero que no consiguen elevar el nivel del resultado final, que va cayendo progresivamente según se van sucediendo en pantalla los inevitables giros argumentales y de la acción.

Entre 2009 y 2011, Cage participó en once películas. Recordando En tiempo de brujas o Kick-Ass (que ya sé que cuenta con fans; yo no soy uno de ellos...), es fácil decir que no estamos ante el peor de los trabajos de Cage. Pero también es cierto que esta Bajo amenaza (curioso, por decir algo, título español del original Trespass) recurre a un tópico muchas veces explotado: el de un atraco en casa de una familia. Así a bote pronto me vienen a la memoria Firewall o La habitación del pánico, pero hay muchas más. Lo cierto es que el desarrollo de la película no es nada sorprendente y va respondiendo a esquemas prefijados hace mucho tiempo, que pasan por la presentación de la familia, la llegada de los ladrones y la complicación del aparentemente sencillo plan de éstos antes de llegar a un final más o menos sorprendente. La estructura de siempre sin nada nuevo en el horizonte.

Por eso, Bajo amenaza se mueve entre lo previsible y lo inverosímil, siendo esto segundo lo que se añade a lo primero para tratar de ofrecer algo diferente. Y esa montaña rusa acaba por desmontar todo el invento. Es simpático el retrato de la familia, porque enlaza muy bien el lujo visual de una casa de personas adineradas con los problemas que tiene un matrimonio y su hija adolescente. Eso, sin ser nada del otro mundo, sí está conseguido. Pero hay dos aspectos que lo dinamitan. Por un lado, es muy difícil creer que Nicolas Cage y Nicole Kidman forman un matrimonio más o menos feliz. No terminan de encajar, no se sienten como parte de la misma historia casi en ningún momento. Por otro, el personaje de la hija adolescente se percibe bastante desaprovechado. Había ganas de ver a la joven Liana Liberato después de sorprender en Trust, inédita en España. Y aunque sigue dejando destellos, el personaje no termina de ofrecerle lo que necesita.

La película encaja en la filmografía que ha ido acumulando Joel Schumacher desde que en 1997 asestara un golpe casi mortal a la franquicia de Batman con la horrenda sin paliativos Batman y Robin. Desde entonces, Schumacher, que ya trabajó con Cage en Asesinato en 8 milímetros, ha ido explorando mundos más realistas y sórdidos con fortuna desigual, con algún que otro experimento altisonante como su musical de El fantasma de la ópera. En todo caso, no se puede decir que el director haya conseguido todavía un toque propia que distinga sus películas de las de otros directores. Bajo amenaza, en realidad, la podrían haber rodado docenas de ellos sin que se hubiera notado gran diferencia. Y probablemente todos ellos habrían incurrido en los mismos errores derivados de llevar la historia al extremo en cada uno de sus momentos clave. Casi todo se ve venir y lo que no se anticipa es porque se teme como la opción menos adecuada para salir adelante. Cierta tensión sí genera, y eso, junto a su ajustados 90 minutos, es lo que hace que se pueda ver sin más problemas.

miércoles, abril 06, 2011

'Furia ciega', de lo malo... lo entretenido

Decir que Nicolas Cage lleva años de capa caída no es ninguna novedad. De hecho, nunca fue un superdotado para esto de la actuación. Pero aún así es un tipo que sigue haciendo películas. Muchas. Y normalmente bastante malas, por cierto (no hay más que recordar sus dos últimas, El aprendiz de brujo y En tiempo de brujas). No sé cómo ni por qué, pero sigue convenciendo a productores y directores para que le den el protagonismo de sus películas. Furia ciega es la última. Y si a Nicolas Cage le añadimos un guión disparatado, unas frases memorablemente horrendas, un tono paródico dentro de la misma parodia, un 3D tirando a infantil, la habitual niña rubia mona minifaldera, el topicazo de protagonista-huraño-pero-de-buen-corazón, unos toques de fantasía y mucha, mucha, mucha acción alocada y descontrolada... resulta que queda algo tan malo que a la fuerza divierte. Porque, que nadie se engañe, Furia ciega es una película mala. Muy mala. Pero como sabe que lo es, sobrepasa sinceramente la frontera de la carcajada y el entretenimiento con una facilidad asombrosa.

Y es quien intente encontrar algo sensato en Furia ciega lo lleva realmente claro. Ya en la primera escena quedan expuestas las pretensiones del filme. Si no le pilláis la gracia, si no pensáis al menos "vaya frikada marciana que ha hecho ahora este tío" con una leve sonrisa, dejadlo, esta no es vuestra película, porque quedan 100 minutos más con el mismo tono. El propio Nicolas Cage ya es casi una parodia de sí mismo, del héroe de acción que durante años se ha empeñado en interpretar. Verle con un atuendo a lo Terminator (rematado con las inevitables gafas de sol y un tupé... rubio) despierta ya hilaridad. Pero añadirle a su primera aparición un 3D tópico de balas que se dirigen a la cámara y cañones de escopeta que pretenden sobrepasar la pantalla e invadir el patio de butacas es el remate que necesita esa introducción para prepararnos: Furia Ciega va a ser un desmadre, ese es el pensamiento obligatorio que esa escena y un a priori surrealista prólogo despiertan. Luego resulta que el prólogo tiene su explicación, ya que no estamos sólo ante una delirante película de acción, sino que se trata de un gozosamente absurdo relato de fantasía.

Aclaradas esas premisas, falta por presentar lo inevitable: la rubia que acompañará a Nicolas Cage durante todo el metraje, a veces con un cortísimo pantalón vaquero, a veces con un ajustado vaquero completo, siempre con una muy escotada camiseta blanca, a veces con tirantes, a veces recubierta por una chaqueta pero siempre tan imposible de manchar como el rostro de la bella actriz de tener marcas de las heridas de las muchas peleas en las que se acaba metiendo. La actriz escogida es Amber Heard, un bellísimo maniquí que aún busca la película que coloque su foto en cuantas más páginas de Internet mejor y que hasta ahora sólo había destacado por interpretar al mismo personaje que Charlize Theron de joven en En tierra de hombres. Cuando su personaje, Piper, dice aquello de "putos adoradores del demonio" uno ya no sabe si está inmerso en el mundo surrealista de El gran Lebowski o si, por el contrario, sigue asistiendo a este festival pirotécnico, erótico y desmadrado. El caso es que cada vez que salta una frase tan memorable como la anterior, la carcajada es inevitable. ¿Es lo que buscaban los responsables de la película? Sólo cabe pensar que sí, y por eso, por su sinceridad, casi merecen un aplauso.

El director y guionista de este (siempre y cuando, insisto, se vea con el humor adecuado)desternillante desaguisado es Patrick Lussier, editor de un buen puñado de películas desde los años 90, incluyendo las de la saga Scream, y director de Dracula 2001, White Noise 2 o Un San Valentín sangriento. Dudosas credenciales. Su forma de rodar se acerca a la de cualquier otro. Mucho ruido, muchas explosiones, planos a cámara lenta diseminados por aquí y por allá. Más o menos lo de siempre. Y por eso todo queda en manos de la gracia que pueda despertar su guión y del carisma de los actores. Y si Nicolas Cage tiene algo, aunque sea para odiarle, lo cierto es que el amo y señor de esta película, con permiso de Amber Heard y su pelea contra otra mujer desnuda en plena calle (sí, tal cual), es William Fitchner, un secundario muy habitual que tuvo su última aparición destacada en la primera escena de El Caballero Oscuro. Él, mejor que nadie, entiende el tono absurdo que requiere la película y, en especial, su personaje para que pueda tener una mínima aceptación.

La verdad es que tampoco hay muchas vueltas que dar. Esta es una película en la que un tipo misterioso tiene una misión peligrosísima, rescatar a un bebé de un culto satánico que pretende sacrificarlo para cambiar el orden establecido. Por el camino, conseguirá que una mujer atractiva le acompañe, habrá algunos desnudos, muchas explosiones, peleas de todo tipo (me vais a perdonar que insista en la pelea entre Amber Heard y otra mujer desnuda, porque sí no tendría que deciros que Nicolas Cage mata a cuatro tipos mientras, y digo mientras, protagoniza una escena de sexo y no es plan de apostar por esa secuencia, vaya...), efectos especiales y un 3D casi tan paródicos como el tono de la película y un clímax final que, por supuesto desembocará en un epílogo abierto, no vaya a ser que el invento tenga éxito y todo. Se están empezando a poner de moda estas marcianadas que no hay por donde coger pero que, en el fondo, tienen su punto. Sólo con el espectador en el humor y la compañía adecuadas, pero ésta tiene su punto. Incluso siendo una película de Nicolas Cage. Incluso aunque quien lea lo que estoy escribiendo piense que me he vuelto loco.

miércoles, mayo 26, 2010

'Kick-Ass', un extraño despropósito

Que el cómic ya se ha instalado como una de las principales referencias de los blockbusters veraniegos de Hollywood es una realidad. Que lo hace de una forma un tanto extraña, también. Mientras, por un lado, triunfan las películas sobre superhéroes, por otro también consiguen buenos resultado de taquilla otros títulos basados en novelas gráficas o miniseries fuera del circuito de los personajes más conocidos. Estos títulos se mueven en una doble tendencia que concfluye en un aire de incorrección más o menos forzada, la de la violencia salvaje (aunque no es para tanto, luego matizo...) por un lado y la del humor más fácil por otro. Kick-Ass es una de esas películas. Procede de un cómic alabado pero para mí muy discutible. Y la película seguramente encontrará su público, pero el resultado final es un extraño despropósito que no acaba de mantener la fidelidad al cómic original (sí la visual; la temática es otro cantar) ni, tampoco, de encontrar una vía cinematográfica salvable.

Kick-Ass supone una especie de experimento multimedia y probablemente ésto sea lo único por lo que se recordará el título. La obra en cómic, de Mark Millar y John Romita Jr., ya tenía vendidos los derechos cinematográficos antes incluso de publicarse. La escritura del guión de la película se hizo de forma casi pararela al desarrollo de los ocho números de los que consta la serie en cómic, que terminó de llegar a las librerías apenas unas semanas antes del estreno del filme. No han sido desarrollos paralelos, sino colaborativos. Es decir, que las amplias diferencias que hay entre uno y otro producto no tienen nada que ver con diferencias creativas entre los responsables de ambos, no. Simplemente, los guionistas de cine han querido explorar otros caminos del mundo creado por Millar y Romita. En esencia, las dos son obras supuestamente irreverentes situadas en un mundo similar al nuestro pero en el que hay gente que se preguntan por qué no hay superhéroes y se lanzan a llenar ese hueco. Ni la novela gráfica ni la película me satisfacen, pero menos aún el filme de Matthew Vaughan.

Kick-Ass, la película, es una comedia adolescente que adquiere el disfraz de un cómic pretendidamente revolucionario. Lo que en las viñetas pretende ser una sátira sobre el cómic de superhéroes y, más concretamente, el perfil del aficionado adolescente y cómo influye en él la fantasía que consume, en la pantalla cae a un nivel de humor mucho más bajo, simplón y barato. Tiene momentos en los que es inevitable reírse, sí (cuando Kick-Ass y Bruma roja se suben al coche del segundo y suena la música de la radio es un momento impagable), pero el conjunto es absurdo. Pierde la noción de lo que quiere y de lo que podría ser. Si el original busca un anclaje en la realidad, la adaptación se pierde en eso, en el absurdo. ¿Violenta? Sí y no. Muertes, todas las que queráis. Sangre muy poca. Eso ya le pasó a Lobezno, que nos presentó a un sanguinario tipo con unas garras de un metal indestructible pero con el líquido rojo vetado en pantalla. Se nota tanto que las muertes son de mentirijilla, que en ningún momento cabe pensar en lo rompedor del invento.

El guión también se pierde en esas absurdeces que lastran la película en todo momento. Cambia ciertos elementos del cómic sin pies ni cabeza, con la única intención de que aparezcan calcos de viñetas (eso lo hizo mucho mejor 300 o incluso Sin City) y sin necesidad de que tengan ninguna justificación argumental, buscando quizá atrapar a quien disfrutara con la lectura. No creo que lo consiga. A mí, desde luego, los cambios me han confundido. No veo sentido a que sea Bruma Roja y no Kick-Ass quien se lance como un poseso al interior de un edificio en llamas, y lamento que se haya perdido el patetismo del motivo por el que entran. No entiendo el artificial dramatismo del que se quiere dotar a la historia de Big Daddy y Hit-Girl, que no sólo no encaja en el tono de la película sino que desvirtúa la idea original. No comprendo por qué hay que meter como sea a una chica joven y guapa en cualquier película, aunque el personaje sea un despropósito y los guionistas ni siquiera sepan qué hacer con ella al final. No entiendo nada. Es lo malo de ver un absurdo.

¿Los actores? Pues hacen lo que pueden, tampoco se les puede culpar de este desaguisado. La mayoría son desconocidos, muchos por su juventud. Quizá va siendo hora de que Nicolas Cage se aleje definitivamente del cine basados en cómics, porque nunca parece el actor indicado. Mark Strong, que había dejado dos grandes muestras de villanos en Sherlock Holmes y Robin Hood, bordea el ridículo en un papel sin pies ni cabeza. Vaughan venía de sorprender con su anterior película como director, la preciosa Stardust, pero ahora da un paso atrás, justo con una película de cómic y cuando está a punto de encargarse de la nueva entrega de X-Men. Kick-Ass no es algo demasiado alentador antes de acometer esa tarea. Ha habido polémica por la violencia, porque uno de los protagonistas sea una cría asesina y malhablada. Ni caso. No hay ni polémica. Simplemente es un extraño despropósito que igual sirve para echar unas risas viéndola en grupo, pero nada más.

domingo, agosto 05, 2007

'Next', ciencia ficción más propia de los 80

Que una película esté basada en un relato de Philip K. Dick, el responsable de las historias que dieron pie a clásicos como Blade Runner, Desafío total o Minority Report es para mí motivo más que suficiente para pagar una entrada y entrar en una sala. Next cuenta con ese aspecto positivo de partida. Había leído algunos comentarios de espectadores americanos que ponían bien a la película en cuestión, sin grandes alardes pero bien, aunque la crítica no ha sido demasiado benevolente con ella y eso había enfriado un poco mi ánimo. Y después de verla, creo que la razón de esa falta de aprecio es que Next no es una película del siglo XXI, sino que es la clásica película de ciencia ficción que tendría que haber visto la luz en los años 80.

Porque Next no tiene grandiosos efectos especiales. No tiene esas escenas de acción y persecución con las que te quedas con la boca abierta. No busca el más difícil todavía ni el plano que nadie había conseguido hacer hasta ahora. No tiene un final incomprensible a lo Matrix Reloaded que hace tambalear todo lo que has visto hasta ese momento. No tiene nada de eso. Pero es una película modesta, de poco más de 90 minutos de duración, que tiene una historia realmente simpática y entretenida y un final que supone un auténtico soplo de aire fresco en el cargado cine de acción y ciencia ficción actual. Por supuesto, como siempre, no lo pienso desvelar, pero espero que lo veáis y que coincidáis conmigo en que no es lo más habitual para este género...

Tiene mérito que una película me guste teniendo como protagonista a un Nicolas Cage que cada vez me dice menos cosas en la pantalla. Nunca le veo cambiar de registro. Da igual el personaje que interprete. Siempre es Nicolas Cage, por encima de lo que ponga un guión u otro. A quien sí da gusto ver es a Julianne Moore, que últimamente no me había convencido demasiado en algunas películas (lo de Misteriosa obsesión, si alguien ha tenido la mala suerte de verla, es una broma de mal gusto...). Y quien también da gusto ver, aunque me temo que no por motivos cinematográficos, es a Jessica Biel. No me parece mala actriz, ojo, me gustó en El ilusionista, pero aquí es más florero que otra cosa.

Dirige Lee Tamahori, a quien ya le había visto desenvolverse en una cinta de acción grandilocuente, Muere otro día, y que ahora le veo manejarse en un escenario mucho más modesto. Lo mejor que se puede decir que es que dirige de una forma muy asequible para el espectador, que se sigue sin problema lo que muestra con la cámara (a diferencia de otros gurús de este tipo de cine, y es obvio que estoy hablando de Michael Bay; no hay quien me quite de la cabeza lo que Transformers podría haber sido en otras manos...). Y sobre todo destaca la escena inicial en el casino. No revelo más, que merece la pena verla.

No es una obra maestra, ni de lejos, pero me ha parecido una película altamente recomendable para todo aquel que quiera huir, aunque sólo sea un rato, del salvaje e imposible cine actual de ciencia ficción. Una buena idea es el mejor modo de hacer una película de este género. Y Next, insisto, es una buena idea más propia del cine de los 80 que del siglo XXI. Añorados años 80, por cierto, en los que la fantasía y la imaginación alcanzaron cotas que no se han vuelto a superar...

sábado, mayo 12, 2007

Nicolas Cage será Al Capone para Brian De Palma

Brian de Palma prepara una precuela de una de sus mejores películas, Los intocables de Eliot Ness. El director contó con un formidable reparto hace ahora 20 años para dar vida a esta cinta. Sean Connery ganó el Oscar al mejor actor secundario. Kevin Costner, en pleno auge de su estrellato, era el protagonista absoluto. Y Robert De Niro, el gran Robert De Niro, interpretó con maestría a Al Capone. De Niro engordó muchísimo para el papel e hizo que los mismos modistos que confeccionaban los trajes para el Capone real le hicieran réplicas para meterse a fondo en el papel.
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El actor escogido para interpretar a Capone en esta precuela que De Palma estrenará el próximo año ha sido Nicolas Cage. Será la segunda ocasión que actor y director trabajen juntos después de Ojos de serpiente (una película apreciable aunque previsible, y que fue despreciada en su momento por la crítica; a destacar el excepcional plano secuencia que abre el filme). De Palma necesita ya volver a la senda del buen cine, de la que se alejó hace ya demasiados años a pesar de que ha hecho títulos correctos como Misión a Marte. Muchos esperábamos que ese regreso se produjera con La Dalia Negra, pero su intento de revitalizar el cine negro fue bastante fallido.
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Cage no es precisamente uno de mis actores favoritos, y cuenta además con el grave hándicap de retomar un papel que antes ha bordado un genio como De Niro. De todos modos, habrá que esperar para ver qué da de si este actor con un personaje como éste. Yo no apostaría por él, la verdad... Todavía no se sabe nada más del reparto de esta película, que llevará por titulo The untouchables: Capone rising, que se centrará en los primeros enfrentamientos entre Capone y Malone, el policía que interpretó en la película original Sean Connery.