-¿Qué ángeles? ¿Dónde están?
-Si cierras los ojos los verás conmigo.
El niño cerró los ojos junto a su abuelo. A la mañana siguiente despertó en su habitación. Preguntó por su abuelo. Le dijeron que había muerto. No se lo creyó. Fue corriendo a su cama. Al ver que no estaba levantó la almohada donde solía dejarle, cuando se marchaba de casa, pequeñas notas con pequeños cuentos. No encontró ninguna nota; tan solo un puñado de plumas blancas. Blancas, como las alas de los ángeles.