El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos
pringosas de mermelada, “Sí, mermelada, de fresa” Sin pedir perdón por el retraso
me preguntó si podía pasar al camarote. Miré de reojo el reguero de mermelada,
mezclada con pelo de la peluca rubia, que parecía salir del fondo del pasillo,
allá por el 3046; el cuerpo de ella yacía casi al final, mutilado,
“¿Mutilado?”, quizás magullado, “¡Perfecto, magullado!” No le dejé pasar. ”¿Bate, pasillo, mermelada, peluca rubia...?” Entonces
pensé, “¡No!”, que prefería cruasanes, “Sí, cruasanes”, rellenos de nata, mucha
nata. “Cruasanes, pistola, ascensor, bufanda roja...”
Garbancito es un ser pequeñito, el cual un día se escondió en una lechuga para poder así devorar, poco a poco por dentro, a la vaca que se lo tragara. En su última hazaña perdió su pequeña libreta. Por lo poco que he podido leer y entender, entre sus múltiples aficiones está la de escribir microrrelatos.
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15 de septiembre de 2015
17 de enero de 2013
Berrinches (REC)
A ver si consigue así que papá no haga más el indio cuando salimos de compras. ¡Qué le esconda los cigarros ya! ¡Qué bien nos quitaba él las golosinas antes!, cuando nos portábamos mal, cuando le llamábamos padre. Sus pataletas y berrinches, cuando se tira de la silla de ruedas en mitad del pasillo, son insoportables.
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