Mostrando entradas con la etiqueta goma de borrar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta goma de borrar. Mostrar todas las entradas

7 de mayo de 2012

Supervivencia(Finalista TripleC)

Nunca se atreverá a embestir el barco, pensaba el joven grumete mientras volvía a ponerse su gorrito de papel y señalaba, amenazante, con su espada de madera, al barco pirata. Pero se equivocó. Decenas de cañonazos fueron disparados a la vez, y tres bolas de papel maché  impactaron en la proa del barco que empezó a hundirse poco a poco. El pequeño grumete tuvo que usar un bote salvavidas de papel charol para evitar hundirse en aquel mar de celofán. Sin ser visto, remó hacia unos acantilados y buscó, entre los afilados lapiceros, alguna playa para poner su vida a salvo. Lo tuvo difícil, a punto estuvo de encallar sobre unas gomas de borrar cuando luchaba contra soplidos huracanados, tormentas de confetis y olas gigantes de periódico. Al final consiguió llegar a una pequeña e insólita playa de purpurina. Se tumbó a la sombra de unos bolígrafos, y desde allí, ya a salvo, vio pasar una bandada de pajaritas de colores. Pensó que estarían migrando hacia algún desconocido continente y que tal vez allí podrían alimentar a sus pequeños… El reflejo de un sacapuntas naufragado le hizo volver a la realidad, estaba empezando a tener hambre, y mamá no regresaba a casa hasta las seis y media.

19 de julio de 2011

La goma de borrar.

No me salían las cuentas y empecé a borrarlas compulsivamente. Borré tan rápido que sin querer me salí del papel y borré parte de la mesa. Me di cuenta entonces de que podía eliminar todo cuanto quería. Borré a mi jefe que casualmente pasaba por allí. Primero fue su rostro agriado y, como no fue suficiente, lo borré entero. Borré también a un compañero de trabajo que no paraba de tirarme los trastos, no es que tuviera nada en contra de él, pero ya dejé bien claro que lo mío son las mujeres, y si son rubias mejor. Cuando pensé en rubias, intenté borrar un poco de la inteligencia de una compañera. Tuve éxito y ese día por fin salimos de copas después de trabajar. Nos lo pasamos en grande borrando cosas juntos. Cuando la llevé a casa, ella jugando me borró el pene. Creo que le borré demasiada inteligencia. Al final tuve que deshacerme de ella. De la rabieta que pillé al verme en el espejo, borré mi reflejo, y ya que estaba, borré toda mi casa y un par de manzanas de mi barrio. En un intento por recuperar mi pene, también borré el tiempo; y todo parecía estar y no estar o las dos cosas a la vez. Aquello ya no tenía ningún sentido, por lo que borré todo, incluso a mí mismo. Ahora lo único que queda, pues se me olvidó borrar, es la nada, la goma y mis pensamientos.