14 de enero de 2013

Aquella Navidad



Mamá olía a turrón y, cuando nos sentábamos a cenar en la mesa del comedor la Nochebuena, yo le escarbaba el bolsillo en busca de algún trocito de mazapán que traía de la fábrica. El abuelo afinaba la botella de anís a cada trago que le daba mientras mamá servía el pollo. A mi hermana le daba pataditas bajo la mesa para chincharla. Son algunos recuerdos que me marcaron aquella Navidad. Ver a mi padre borracho intentando trepar por el árbol de Navidad para levantarse y posteriormente sentarse en la mesa insultándonos y pegando a mi madre y a mi hermana...
Siempre he querido inmortalizar aquella escena, aquella última Navidad que pasé con mi padre. Pero ya no es lo mismo. El abuelo, sus cenizas las tengo metidas en la botella de anís que nunca llegó a afinar. Mi hermana sigue pateando, amordazada, queriendo gritar, intentando decir que estoy loco, pero no lo estoy, con los ojos rojos como cuando lloraba al darle un puntapié fuerte bajo la mesa. Y mamá ya no tiene turrón en su mandil, ya no huele a yema tostada ni a mazapán. Es difícil ponerla erguida en la silla, tal vez hubiera sido mejor incinerarla a su muerte como al abuelo. Entonces, cuando todos callan, junto las manos y rezo para bendecir la mesa; y grito, como cuando era pequeño, que las Navidades sin papá, si son posibles.

9 comentarios:

  1. Vaya con la Navidad!! Este relato se me escapó en ENTC pero tiene su enjundia, ¡la leche niño!!
    El mes de diciembre y la navidad en ENTC ha tenido un cierto de puntito macabro que a veces eriza el vello y hasta a la madre que parió a panete, jozú!!!, jajajaja.
    Besicos muchos.

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  2. Sí, la Navidad puede ser muy traumática. Son fechas en que ha veces, por narices, hay que estar bien a todas.

    Besos

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  3. Uf Henry! Me sirve para recordar porqué ya no me gusta tanto la Navidad, je je.
    Un abrazo.

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    1. Conforme crecemos y nos enteramos que los reyes no son tan reyes...

      Un saludo

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  4. ¡Caray, Henry! Navidad oscura, oscura, oscura. Me has puesto los pelos de punta. En realidad, ya te he leído más de un micro en este registro que se va acercando al micro-gore.

    Eso sí, muy bueno.

    Un abrazo,

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    1. Son un clásico para mi la parte gore :D, aunque no abuso de ello.

      Un saludo

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  5. Hola Henry garbancito, tu micro primero me hizo sonreir por la ternura de la pesca del turrón en el bolsillo de tu mam. Pero después el relato se fue volviendo triste, con pinceladas negras y me acordé de Navidades pasadas y de las Fiestas, que nunca me gustaron, siempre había algún conflicto.
    Me gustó mucho tu blog y tu forma de relatar, con una frescura aparente y después viene la estocada... jajaja!!!
    Un saludito desde Buenos Aires y si quieres darte una vuelta por mi blog, estás invitado.

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    1. Gracias Mirella por pasar y comentar. Bienvenida seas. Ya me dirás cual es tu blog, que me lío para buscarlos y ya te visito.
      Mi madre trabajaba en una fabrica de turrón, y el olor a turrón cuando se acercaba las navidades me gustaba. El resto es muy muy inventado :D
      Un saludo

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    2. Henry, haces clic en mi nombre y entras en mi blog.
      Saludos

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