-Son las doce horas, un minuto y quince segundos; no vas a morirte cariño.
-La gitana fue muy precisa: “a las doce en punto de mañana vas a morir”. ¿Percibiste lo que dijo...? Su voz parecía venir de la ultratumba. Escuché incluso la guadaña vibrar. ¡Tuve que comprar la dichosa ramita!
-Ya pasaron las doce de la noche, las doce del mediodía... no va a pasar nada.
-¿Y si quiso decirme que sucumbiría a las doce de esta noche? ¿Y si...?
-¡Venga! Levanta de la cama; hoy te haré de comer ese chuletón al romero que tanto te gusta.
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