-Son las doce horas, un minuto y quince segundos y aún no ha pasado el portero a recoger la basura –dijo el marido mientras miraba enfermizamente por la mirilla.
-No tenemos portero –dijo su mujer mientras vaciaba la botella de ginebra en su vaso.
-¿Entonces…?
-Es el vecino del ático quien se encarga de subírsela.
-¿Subir…? Tendré que ir arriba, no podemos tener la basura en la puerta toda la noche. ¡Qué dirán los vecinos!
Cuatro tragos de ginebra más tarde, el marido baja asfixiado: “¡Cariño, llama a la policía! Allí arriba huele a muerto.
-¿De verdad quieres salir tú a la calle a tirar la basura?
-No tenemos portero –dijo su mujer mientras vaciaba la botella de ginebra en su vaso.
-¿Entonces…?
-Es el vecino del ático quien se encarga de subírsela.
-¿Subir…? Tendré que ir arriba, no podemos tener la basura en la puerta toda la noche. ¡Qué dirán los vecinos!
Cuatro tragos de ginebra más tarde, el marido baja asfixiado: “¡Cariño, llama a la policía! Allí arriba huele a muerto.
-¿De verdad quieres salir tú a la calle a tirar la basura?
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