Decir que Bruselas huele a chocolate y a gofres -aún siendo cierto-, es
zambullirse en uno de los muchos estereotipos y tópicos que amordazan la ciudad.
También es cierto que es una ciudad gris y melancólica, o que la lluvia nos
suele acompañar con más frecuencia de la deseada. Afirmaciones que no nos van a
permitir disfrutar y descubrir una Bruselas que tiene mucho que ofrecer a la
vuelta de cada esquina.
Aunque su oferta cultural es amplia y diversa, recomiendo tomarle el
pulso callejeando sin mucho orden, y descubrir esos callejones sin salida que
terminan en una plaza. Son los famosos “clos”,
donde los bruselenses acomodados establecían su residencia para tener calma y
discreción. O también, toda esa colección de casas art nouveau salpicadas por sus calles.
Pero, ¿aquí cuándo se come?, os estaréis preguntando. Pues vamos con
ello.
DÓNDE COMER MEJILLONES EN BRUSELAS
Los mejillones belgas o moules et frites son la bandera de la gastronomía
belga, quizá injustamente porque el país tiene una cocina rica y variada.
Prueba de ello son la cantidad de versiones que de este plato existen.
Los típicos son “a la
Marinera”, que se preparan con mantequilla, apio y cebolla.
También los podemos encontrar cocinados con vino blanco o con nata, así hasta
80 formas diferentes de prepararlos. Toda una “pasión mejillonera”. Si queréis
saber dónde comerlos y dónde no, lo mejor es que visitéis el blog del amigo
SOROKIN (Diario de un Aburrido), quien os pondrá al corriente sobre el tema.
DÓNDE COMER Y BEBER
Al igual que el madrileño no vive sólo de cocido o el valenciano de
paella, los bruselenses -que hacen gala de ser unos buenos Gourmands- no sólo viven de mejillones.
La sopa de cebolla, el stoempf
(guiso a base de patata cocida y verdura) o el waterzooi (plato típico de la ciudad de Gante), que puede ser de
pollo o pescado, y que se elabora con zanahoria, puerro, apio, cebolla, todo
cortado en juliana, y que lleva también yemas de huevo y nata, todo ello
sazonado con nuez moscada, clavo, tomillo y laurel.
A estos dos platos típicos de la
cocina flamenca, se le podría añadir las Carbonadas, carne de ternera a la
brasa estofada en cerveza y especias. Tampoco olvidar el conejo a la cereza o
el codillo a la mostaza.
Algunos sitios recomendados por SOROKIN, y que puedo dar fe del acierto,
son:
KELDERKE (Grand-Place 15). Instalado en un sótano de la Grand Place. Muy agradable y
buenos precios.
LA ROUE D'OR (Rue des Chapeliers 26. Cerca de la Grand Place). Buenos precios y buen servicio. Muy agradable. Es
recomendable reservar.
LE ROY D'ESPAGNE (Grand-Place 1/A). Aunque se puede comer algo ligero, es un lugar
recomendable para tomarse una buena cerveza. En la foto, los bajos de la primera casa de la derecha.
POCHENELLENKELDER (Rue du Chêne, 5), al lado del Manneken pis. Para
comer y tomar una buena ceveza.
Como Brujas y Gante están a tiro de piedra con el tren (a 1 hora el
primero y a ½ el segundo), es preciso realizar una visita a estas ciudades y
perderse entre sus callejuelas.
En Gante muy recomendable comer en CHEF LIONTINE (Groentenmarkt, 10-11) En la foto, el comedor del primer piso. Un pequeño restaurante muy
agradable, donde se pueden degustar especialidades flamencas, algunas de ellas
elaboradas con cerveza.
En Brujas tropezamos, por casualidad, con un restaurante muy recomendable
en todos los sentidos. Está en una esquina de una calle muy concurrida), pero
no logro recordar el nombre.
BRUSELAS EN UN VASO DE CERVEZA
En la capital de la UE,
lugares donde tomar una buena cerveza los hay hasta aburrir. No olvidemos que
en Bélgica hay unas cien cerveceras, que fabrican las 350 variedades: Triple
Karmeliet. Bersalis Kadet. Kwak. Blanche de Bruxelles. Kriek Boom, etc.
CERVECERÍA TOONE (escondida entre edificios, en el Impasse de Sainte
Pétronille, al lado del Marché aux Herbes). Todavía se realizan teatros de
marionetas, y sus paredes guardan los escenarios donde muñecos de madera
inmóviles representaron alguna vez una historia.
LE CIRIO (Rue de la Bourse, 18). Toda una institución bruselenses inagurada
en 1886. Al cruzar sus puertas parece haberse detenido el tiempo por su
decoración. Además de beber y parlotear, también se come.
LE CERCUEIL (El Ataúd) (Rue de Harengs 10). Una cervecería
especial y un tanto tétrica. Perfecta para espíritus góticos.
DELIRIUM CAFÉ (Impasse de la Fidélité, 4). Ofrece cerca de 2.500 cervezas
distintas de todo el mundo.
LA HORA DE LOS CHOCOLATES
Con los chocolates pasa lo mismo que con las cervezas, los hay de todo
tipo, para cualquier momento y para cualquier “edad”.
PIERRE MARCOLINI (Rue des Minimes, 1. Place du Grand Sablon), es la Tiffany's de los
chocolates. Sus joyas más valoradas son la trufa con champán, el envol o el
trianon fondant. La mejor con diferencia.
GODIVA (Grand Sablon-Grote Zavel 47-48), conocida mundialmente. Sus tiendas ofrecen toda
clase de variedades.
ELISABETH (Rue
au Beurre, 43). En ella, se puede encontrar chocolate artesanal de todo tipo.
Por último, aunque los cité al inicio de esta entrada y en su titular, poco o nada he dicho del típico gofre belga, llamado también waffle o
waffle. Esa especie de torta con masa crujiente algunas veces, y gomosa la
mayoría. Parecida a una galleta tipo oblea, en ninguna de las dos ocasiones en
las que “caí” me llegó a entusiasmar.
La verdad,
prefiero sus mejillones (clásicos o atrevidos), sus múltiples cervezas y su
infinidad de chocolates. Y, por supuesto, callejear por esta ciudad que te
descubre cosas nuevas en cada esquina.