El viajar durante las vacaciones, o en una escapada de fin de semana, aporta el placer de rompe con lo cotidiano, de impregnar nuestra mirada de nuevos paisajes, de nuevos olores y sonidos que despliegan los mismos.
Pero también te aportan el placer de aprender y de vivir. Aprender de su gente, de sus costumbres, de su gastronomía…, de la cocina que cada zona geográfica ha creado para el disfrute y alimentación de su gente.
De vivir cosas diferentes y enriquecedoras que nos aportan el conocimiento, la experiencia, para apreciar más nuestra propia vida…y a las gentes que vamos conociendo.
Con los años, ¡Uuuuuffff!, no sé si continuar por esa líneas argumental… Bueno, con los años, he dejado de organizar los viajes de forma milimétrica, con pocas posibilidades a la improvisación. Ahora tan sólo están claros los hoteles, algunos datos sobre la zona y poco más. Porque lo que te puedes encontrar sin tenerlo programado es mucho más placentero e interesante. Hay que dejarse llevar.
En ruta hacía Argomaiz, como ya era hora de comer, hicimos una parada en Laguardia, capital de La Rioja Alavesa, y nos tropezamos (literalmente) con LA POSADA MAYOR DE MIGUELOA, un edificio conocido como Palacio de Viana, construido en 1619. El local da a dos calles. Por una se entra al hotel y al restaurante. Por la otra, a una taberna dónde se come maravillosamente bien y a buen precio.
Nuestro paso por Euskadi tuvo su centro en la población de Argomaiz, a unos 12 kilómetros de Vitoria-Gasteiz. Desde Argomaiz fuimos recorriendo algunas localidades como Salvatierra-Agurain y, por supuesto, Donostia-San Sebastián.
En Vitoria-Gasteiz estaba claro. Había que volver a sucumbir a la tentación de acudir a SAGARTOKI, y disfrutar de esa maravilla de cocina en miniatura que crea ese cocinero autodidacta llamado Senén González. Repetir, una y otra vez, es casi una obligación.
Para Donostia-San Sebastián tenía una lista de lugares de pintxos abrumadora. Sólo mirarla te producía vértigo. Mejor guardarla, pasear por sus calles, y esperar que algunos de esos lugares te tentaran. CASA BARTOLO nos tentó, y no nos decepcionó.
Camino a Cantabria, cuando nos dirigíamos a la CASONA DE NAVEDA, de manera fortuita tropezamos con un restaurante en Fontibre (mejor hablar de dos), que hablan por si solos con desparpajo: FUENTEBRO y LA CANTINUCA DEL EBRO.
El primero, con un decorado que recordaba una película de Luchino Visconti, y unos platos creativos, sobre todo los postres, que invitaban a una larga sobremesa.
El segundo, regentado por Héctor Santalla y su hermano, nos ofreció durante el tiempo que pasamos el Cantabria, unas sabrosas propuestas elaboradas con cariño y dignidad. Pero sobre todo, habría que poner el acento en ese ambiente distendido que te hacía sentir más que como un cliente, como un amigo.
Desde la localidad cantabra de Naveda, como centro donde pernoctar, fuimos recorriendo algunas localidades como Laredo, Santoña, Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera, Fontibre, Barcena Mayor, Cartes, Argüeso… Santander.
En ese ir y venir por la zona sur de Cantabria, nos tropezamos con la Feria Anual del Ganado de Espinilla. Una gozada. También con la XI Feria Internacional del Queso Artesano que se celebra en Pesquera. Tan sólo pasear y degustar las diferentes invitaciones de los artesanos queseros era un festival para los sentidos.
La Naturaleza, como no, también alimenta. Lugares como el PICO TRES MARES o el PARQUE NATURAL SAJA-BESAYA, merecen una visita con tranquilidad, sin prisas. En el Pico Tres Mares (2.175 m.) nacen tres ríos, y cada uno discurre por una cuenca distinta, llegando sus aguas a tres mares diferentes: Cantábrico (Nansa), Atlántico (Duero) y Ebro (Mediterráneo).
Dentro del PARQUE NATURAL SAJA-BESAYA el único núcleo habitado existente es el de Bárcena Mayor. Es considerado el pueblo más antiguo de Cantabria, y uno de los más antiguos de España. En sus calles se puede observar la arquitectura tradicional popular de las viejas casonas montañesas.
Un espacio natural dominado por el roble, las hayas, los abedules, los olmos, los castaños… los helechos, acebos y musgos… y todas esas vacas y caballos que pacen tranquilamente y en libertad, sin vallas o cercos que la limiten. Dicen que también hay otros “bichos”, de todo tipo, pero de esos sólo vimos los inalcanzables: las rapaces.¿Nos podíamos olvidas de las anchoas de Santoña?
Pero también te aportan el placer de aprender y de vivir. Aprender de su gente, de sus costumbres, de su gastronomía…, de la cocina que cada zona geográfica ha creado para el disfrute y alimentación de su gente.
De vivir cosas diferentes y enriquecedoras que nos aportan el conocimiento, la experiencia, para apreciar más nuestra propia vida…y a las gentes que vamos conociendo.
Con los años, ¡Uuuuuffff!, no sé si continuar por esa líneas argumental… Bueno, con los años, he dejado de organizar los viajes de forma milimétrica, con pocas posibilidades a la improvisación. Ahora tan sólo están claros los hoteles, algunos datos sobre la zona y poco más. Porque lo que te puedes encontrar sin tenerlo programado es mucho más placentero e interesante. Hay que dejarse llevar.
En ruta hacía Argomaiz, como ya era hora de comer, hicimos una parada en Laguardia, capital de La Rioja Alavesa, y nos tropezamos (literalmente) con LA POSADA MAYOR DE MIGUELOA, un edificio conocido como Palacio de Viana, construido en 1619. El local da a dos calles. Por una se entra al hotel y al restaurante. Por la otra, a una taberna dónde se come maravillosamente bien y a buen precio.
Nuestro paso por Euskadi tuvo su centro en la población de Argomaiz, a unos 12 kilómetros de Vitoria-Gasteiz. Desde Argomaiz fuimos recorriendo algunas localidades como Salvatierra-Agurain y, por supuesto, Donostia-San Sebastián.
En Vitoria-Gasteiz estaba claro. Había que volver a sucumbir a la tentación de acudir a SAGARTOKI, y disfrutar de esa maravilla de cocina en miniatura que crea ese cocinero autodidacta llamado Senén González. Repetir, una y otra vez, es casi una obligación.
Para Donostia-San Sebastián tenía una lista de lugares de pintxos abrumadora. Sólo mirarla te producía vértigo. Mejor guardarla, pasear por sus calles, y esperar que algunos de esos lugares te tentaran. CASA BARTOLO nos tentó, y no nos decepcionó.
Camino a Cantabria, cuando nos dirigíamos a la CASONA DE NAVEDA, de manera fortuita tropezamos con un restaurante en Fontibre (mejor hablar de dos), que hablan por si solos con desparpajo: FUENTEBRO y LA CANTINUCA DEL EBRO.
El primero, con un decorado que recordaba una película de Luchino Visconti, y unos platos creativos, sobre todo los postres, que invitaban a una larga sobremesa.
El segundo, regentado por Héctor Santalla y su hermano, nos ofreció durante el tiempo que pasamos el Cantabria, unas sabrosas propuestas elaboradas con cariño y dignidad. Pero sobre todo, habría que poner el acento en ese ambiente distendido que te hacía sentir más que como un cliente, como un amigo.
Desde la localidad cantabra de Naveda, como centro donde pernoctar, fuimos recorriendo algunas localidades como Laredo, Santoña, Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera, Fontibre, Barcena Mayor, Cartes, Argüeso… Santander.
En ese ir y venir por la zona sur de Cantabria, nos tropezamos con la Feria Anual del Ganado de Espinilla. Una gozada. También con la XI Feria Internacional del Queso Artesano que se celebra en Pesquera. Tan sólo pasear y degustar las diferentes invitaciones de los artesanos queseros era un festival para los sentidos.
La Naturaleza, como no, también alimenta. Lugares como el PICO TRES MARES o el PARQUE NATURAL SAJA-BESAYA, merecen una visita con tranquilidad, sin prisas. En el Pico Tres Mares (2.175 m.) nacen tres ríos, y cada uno discurre por una cuenca distinta, llegando sus aguas a tres mares diferentes: Cantábrico (Nansa), Atlántico (Duero) y Ebro (Mediterráneo).
Dentro del PARQUE NATURAL SAJA-BESAYA el único núcleo habitado existente es el de Bárcena Mayor. Es considerado el pueblo más antiguo de Cantabria, y uno de los más antiguos de España. En sus calles se puede observar la arquitectura tradicional popular de las viejas casonas montañesas.
Un espacio natural dominado por el roble, las hayas, los abedules, los olmos, los castaños… los helechos, acebos y musgos… y todas esas vacas y caballos que pacen tranquilamente y en libertad, sin vallas o cercos que la limiten. Dicen que también hay otros “bichos”, de todo tipo, pero de esos sólo vimos los inalcanzables: las rapaces.¿Nos podíamos olvidas de las anchoas de Santoña?